Arte rupestre en Punta del Este, Cuba. Estética y símbolo, estructura y análisis (página 2)
Enviado por Jose Ram�n Alonso Lorrea
En el Bloque Uno –conjuntos de líneas concéntricas circulares- se hace referencia a diseños que, por la evidente reiteración que muestran dentro del mural, estructuran la modalidad subestilística que creó una severa norma de realización y comunicación gráfica en la zona, la variante subestilística de líneas concéntricas. Variante que, por su gran repetición de motivos, no sólo me permitió definirla como normativa, sino, también, como la de mayor antigüedad. En esto coincido con aquello de que, por regla general, los fenómenos más difundidos son los de mayor antigüedad. En esta variante normativa el criterio de concentricidad sella el tipo de signo a elaborar. Este Bloque responde a siete subvariantes de acuerdo a la composición de los ideogramas. Las primeras cinco subvariantes responden estrictamente a la ordenación y posición concéntrica de sus trazos circulares coloreados.
Gráfico 1 |
Se estructuraron, posiblemente, a partir de un pequeño círculo medio. Cada trazo mantiene una regularidad y equidistancia de rigor con respecto al que le antecede. Se conformaron así series circulares de una perfección a veces impecable. Al parecer, los trazos se elaboraron con extremo cuidado y precisión, y se enfatizaba el color gradualmente. Se corrigieron las pequeñas imprecisiones, quizá, raspando el material deleznable calizo de las paredes con alguna concha de molusco. De esta manera se lograron series de más de un metro de diámetro y de hasta 39 círculos concéntricos. Las otras dos subvariantes se estructuran a partir de series de líneas concéntricas circulares. Sin embargo, la forma de articulación de sus diferentes elementos anuncian la evasión de la norma concéntrica y el advenimiento de una nueva forma de convenir el símbolo, los conjuntos simétrico-axiales.
Gráfico 2 |
En el caso de la subvariante 6, se comienza a elaborar la articulación tangencial de los trazos, dentro de las propias series, a manera de espiras cerradas. Al desgajarse el círculo medio de su posición central, se está obviando la técnica de conformar la serie a partir de un punto central o círculo medio a manera de guía. No obstante, los trazos circulares concéntricos periféricos siguen rigiendo un tipo de elaboración concéntrica. Estos trazos periféricos comienzan a desarrollar series con amplios diámetros interiores. Dentro de estos espacios se integran dobles series de líneas concéntricas circulares a manera de "pares de ojos", dando paso a la subvariante 7. Las modalidades finalmente mencionadas (6 y 7), al no estructurarse a partir de un pequeño círculo a modo de guía, van a presentar sus grandes trazos circulares algo irregulares o un tanto imprecisos. La mano alzada pierde rigor en cuanto a proporciones y se vuelve insegura la línea. Pero no por ello se aleja de la concepción concéntrica y equidistante, propia de dichas series.
Al unísono, una gradación de nuevos signos aparece. Fernando Ortiz ( quien realmente descubriera para la ciencia y el arte cubanos estos murales en 1922), en sus fichas manuscritas e inéditas sobre Punta del Este, hace alusión, escrita y gráfica, a ciertos símbolos no reportados por ningún otro estudioso de estas cuevas. Son elementos espiraliformes cerrados que resultan idénticos a los que he dado en llamar con "círculo interior excéntrico", así también como diseños de espirales abiertas a la manera de la "hélice de los caracoles marinos" -según afirmó Ortiz- y los dibujos de bandas semicirculares y arcos semicirculares.
Gráfico 3 |
El ejemplo de espiras de color negro que se articulan a líneas concéntricas circulares rojas dentro de una misma serie (M), emblematizan la integración de nuevos y viejos signos; también bandas semicirculares combinadas con series de arcos concéntricos negros, rojos y de trazos alternos rojos y negros. Toda esta gama de nuevos signos se integran, también, en los amplios diámetros interiores que estructuran algunas series de líneas concéntricas circulares, similares a aquellos diseños de la subvariante 7. Estos últimos ideogramas, los arcos concéntricos, generalmente son confundidos con restos de series concéntricas circulares. Incluso, con este criterio -al repintar- la restauración alteró la "lectura" original de mucho de estos dibujos. No obstante, la constancia de un nuevo signo -articulación de arco y anillo- acusa la trascendencia de dicho ideograma.
Gráfico 4 |
Por otra parte, y luego de las últimas subvariantes del Bloque Uno, se aprecia la aparición del trazo rectilíneo, por lo general de muy pequeño formato. Constituye éste un nuevo e importantísimo signo en la pictografía simbólica de Punta del Este (si bien no aparece con mucha frecuencia), pues propicia la creación de conjuntos y signos que estructuran la nueva cualidad subestilística, los conjuntos simétrico-axiales de líneas en composición. Variante que altera la norma gráfica y la estructuración de los ideogramas en la región. Algunos emblemas presentan en el interior de sus estructuras a estos signos rectilíneos (S). Progresivamente estos pequeños signos adquieren una función de enlace entre diferentes ideogramas (O-Q), librándose finalmente de la tutela de los trazos concéntricos circulares (T).
Grafico 5 |
Si en los conjuntos anteriores el trazo rectilíneo se resumía a un elemento de enlace o a un código sígnico de elemental "escritura" ideográfica, ya en los próximos diseños adquiere otra significación. La aparición de los nuevos signos angulares permite la organización de formas geométricas -trapezoidales, rectangulares y romboidales- muy ajenas a las iniciales configuraciones circulares.
Gráfico 6 |
Inicialmente se van a elaborar elementos angulares contenidos dentro de series de líneas concéntricas (U). Dichos diseños aparecerán gradualmente en la periferia de estas series, hasta lograr ideogramas articulados donde el emblema angular adquiere la máxima importancia desde el punto de vista del diseño y quizá, también, en lo concerniente al significado (V-W-X). De modo que a partir del Bloque Dos, los emblemas se desgajan del canon concéntrico de elaboración y ordenación, y componen emblemas axialmente articulados donde convergen diferentes modelos sígnicos, y que incluyen también aquellas series iniciales de líneas concéntricas circulares.
Sin embargo, todavía puede aislarse un nuevo grupo de pictografías que, si bien elaboran también emblemas simétrico-axiales, presentan una característica que los hace totalmente novedosos: no poseen entre sus partes componentes a los trazos concéntricos circulares, ni a ningún otro trazo curvilíneo, signos estos dominantes en las cuevas. A estos dibujos los he llamado conjuntos simétrico-axiales de líneas acodadas o angulares en composición, pertenecientes al Bloque Tres (Y-Z-Ab-Ac-Ad). Este Bloque resulta de extrema importancia, pues serán sus diseños muy diferentes de aquellas iniciales series de líneas concéntricas del Bloque Uno.
Grafico 7 |
El Bloque Tres resulta así representativo de la evasión de la norma. Quizá esta modalidad ideográfica normativa -las líneas concéntricas-, después de las realizaciones de series de trazos confeccionados con un color -rojo o negro- y de las series de colores alternos regulares e irregulares, había "agotado", como tendencia, todas sus posibilidades de combinación y, por ende, afectado también la dialéctica de sus probabilidades comunicativas. Esta situación, que origina nuevas necesidades gráficas, en unión de posibles nuevos criterios simbólicos y la existencia de hacedores que puedan ejecutarlos, bien pudiera ser la causa del cambio. Vale anotar que cuando planteo un agotamiento, como tendencia y aparente, me refiero al estanco de las posibilidades icónicas. Es decir, una norma de fuerte arraigo impide la consumación de nuevas formas de expresión ideográficas, para nuevas -o por qué no tradicionales- necesidades comunicativas. Pues la norma, en esencia, se opone a la dialéctica de los cambios. Y si hablo de criterios simbólicos, es porque no puedo obviar que estudio dibujos que parecen estar a medio camino entre el concepto de pictograma y el de ideograma. Esta indefinición me hace plantear así el problema de la imagen y la comunicación para estos murales. No hablamos de ideogramas tan excepcionalmente normativos, de alta eficacia comunicativa y de tan baja o ninguna calidad ideosimbólica, como pueden ser los puntos y rayas del código Morse. Del análisis morfológico de estas pinturas rupestres puede sugerirse la objetividad de lo antes aclarado.
Una visión de conjunto de estos diseños me fundamenta la tesis de que ellos no reflejan realmente objetos, más bien pudieran ser vivencias reales o míticas plasmadas a través de indescifrables conceptos pictóricos. Quizá son signos que contienen ideas; escrituras propiamente dichas que representan los conceptos por medio de un orden de ubicación, a manera de articulación, de trazos consecutivos, como nos muestran las series de anillos de colores negros y rojos alternos irregulares: generalmente dobles trazos negros en sus primeros círculos del centro a la periferia; generalmente el trazo rojo que finaliza determinadas combinaciones o que separa dos de estas; generalmente el trazo rojo que se ubica en el quinto anillo y generalmente el trazo rojo que cierra o epiloga estas estructuras concéntricas. Ese mismo rojo que, presumiblemente los propios hacedores de estos dibujos, utilizaron para embadurnar los huesos de sus seres muertos y luego sepultados en el piso de estos recintos, al amparo secular de escrituras circulares bicromadas.
El análisis realizado me hace enfatizar un supuesto que, definitivamente, se ha apuntado a lo largo de este estudio: la presencia de un sistema ideográfico en el arte rupestre de Punta del Este. Los diversos signos pictóricos hallados, los cuales se encuentran independientes o articulados, así como las variantes que ellos recrean -de posición, de relación o de situatividad entre los propios signos y entre los signos y el contexto topográfico- así lo hacen ver.
Ciudad de La Habana, marzo de 1992.
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Autor:
José Ramón Alonso Lorea
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