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Consejos para la practica docente


    INTRODUCCIÓN

    La Escuela hoy día es un elemento transformador de la sociedad, donde la equidad y atención a la diversidad son unos de sus pilares básicos. La escuela quiere formar ciudadanos, dotarlos de un equipaje moral, cívico y de autodesarrollo personal íntegro, con unas emociones afectivas armónicas, a la par de mejorar el nivel cultural y, sobre todo, dotar de las competencias básicas que permitan a las personas integrarse de forma efectiva y dinámica al mundo laboral, comprender su realidad, ser autosuficiente y querer aprender.

    Dentro del Sistema Educativo el desarrollo de estos objetivos han visto dificultadas su consecución. Esto ha sido así debido a los siguientes factores:

    – Existan profesores/as que no acepten, entiendan, y apliquen la actual normativa educativa vigente.

    – Hayan profesores sin la formación pedagógica adecuada, de acuerdo con las actuales tendencias educativas.

    – Cuando la rigidez académica impida dar una salida y tratamiento académico a las circunstancias que acompañan a estos alumnos/as.

    – Que la oferta educativa de un Centro no responda a sus apetencias y necesidades académicas ni intereses personales.

    – Cuando las agrupaciones de alumnos/as sean rígidas, sin responder a modelos integradores, y no tengan en cuenta modelos flexibles ni comprensivos.

    – Cuando la optatividad no responda a las necesidades educativas de los alumnos/as, ni a sus apetencias.

    – Cuando exista un currículo rígido en el Proyecto educativo del centro.

    – Que las medidas de convivencia recogidas en el R.O.F. sean obsoletas, desconocidas o no se apliquen.

    – Cuando los profesores/as sustituyan su carencia para mantener la convivencia en el aula y su dinamización, con una sobreexplotación de la disciplina.

    – Carencia de tratamientos alternativos adaptados a la idiosincrasia de cada alumno/a o grupo de ellos.

    – Si en el Centro no existe una cultura de evaluación.

    Política cultural y de integración social por parte de Ayuntamientos, y programas de las Diputaciones Provinciales, desacoplados con los que pudieran existir en los Centros educativos.

    – Cuando las AMPAs actúen como parte sumisa o interfieran, mirando más por intereses propios.

    – Cuando los profesores/as vivan de espaldas a la sociedad del entorno escolar.

    – Si la educación impartida en un Centro no está integrada en la realidad socioeconómica de la zona donde está ubicado el Centro.

    – Cuando los valores impartidos en el proceso educativo no están presentes en el currículo, no bien definidos, ni se apliquen adecuadamente o se de ejemplos de ellos. Se genera confusión ética y moral en los alumnos/as.

    – Si sólo se restringe la enseñanza a los libros de texto.

    – Sobrecarga afectiva paterno/maternal que disculpa la mala actitud escolar de los alumnos/as. Igualmente si existe desinterés de sus progenitores.

    – Si se limita la autogestión educativa, que por normativa vigente les corresponde, de los Centros.

    Conclusión: Si se dan en parte o todas estas circunstancias no se responderá adecuadamente a solucionar el problema, e incluso se agravará.

    Una respuesta para poder facilitar la resolución del problema, aparte de responder a las cuestiones inmediatamente expuestas aquí arriba, es ofertar a los alumnos/as que están afectados por esta problemática un currículo abierto, mínimo, adaptando su desarrollo a las características de cada uno de ellos.

    El currículo individual de cada alumno/a ha de partir del principio: ¿Qué quieres hacer tú en el Centro? ¿ Qué te gusta más, si tienes que permanecer en él? Entonces a partir de los intereses y aficiones concretas se desarrollará el currículo, dentro de unos objetivos mínimos establecidos y de acuerdo siempre con unas capacidades y competencias básicas, que logren alcanzar los objetivos mínimos para poder titular en E.S.O., e incluso transformar la desmotivación inicial en estímulo para poder cursar un Ciclo Formativo o Bachillerato.

    Estos objetivos se conseguirán si están adaptados al nivel y competencia curricular de los alumnos/as sin tener reparo alguno en descender en el nivel que por edad correspondería aplicarlos. Lo importante es enganchar a los alumnos/as e incorporarlos de nuevo al Sistema Educativo, rescatándolos para una formación íntegra, consiguiendo desarrollar su personalidad plena y armónicamente, persiguiendo que tras su promoción a Secundaria o titulación en E.S.O. alcancen una cualificación profesional, y sean ciudadanos libres en una sociedad democrática, interesados por proponer su aportación y participar en su mejora. Que sean personas tolerantes, generosas y de paz.

    Un Centro educativo si quiere dar respuesta a las demandas que la sociedad deposita en él como servicio público, si no quiere incurrir en los aspectos indicados anteriormente, ha de aplicar una metodología motivadora con los alumnos/as, abierta y adaptada a sus carencias y necesidades de partida, y programar una enseñanza que atienda a los principios de equidad, calidad, atención a la diversidad, mejora de los resultados académicos, educación en valores, apertura del Centro a su entorno para que sea dinamizador cultural y punto de encuentro de éste, embarcados en un proceso de evaluación sumativa que perfeccione su funcionamiento, atendiendo la formación del profesorado y medidas que proporcione orgullo, ilusión y seguridad al colectivo docente.

    El resultado no será milagroso, pero sí proporcionará una vía hacia la mejora, satisfacción colectiva, y sobre todo se potenciará el papel de la educación como motor de cambio social hacia un mundo más justo, pacífico y solidario.

    Para desarrollar todas estas acciones de forma satisfactoria es necesaria la existencia de un sistema evaluador de la práctica docente, que perciba donde están aquellas causas que impiden su correcta aplicación, delimitarlas y conocer sus consecuencias, pudiendo, gracias a todo ello, elaborar correcciones que perfeccionen las actividades planificadas. La evaluación no se realiza para ir acumulando información, sino para indicarnos si estamos trabajando por el buen camino y como fuente de conocimiento, que sugiera continuas conclusiones de cómo realizar mejor la tarea educativa que un Centro docente tiene encomendada.

    La evaluación de la práctica docente es un mecanismo de reflexión, del Claustro en su conjunto, de un Departamento/ Ciclo, de cada profesor/a o maestro/a y de toda la Comunidad Educativa. Es un instrumento que permite mejorar todas las actividades pedagógicas desarrolladas.

    La evaluación continua permitirá adaptarnos a todos los cambios que surjan, pues no todos los alumnos son iguales, ni los grupos, tampoco se incorporan al Centro siempre el mismo tipo de alumnos, y la sociedad que nos acoge está en un cambio de rapidez vertiginosa.

    Si no queremos quedarnos desfasados, hemos de dar una respuesta válida a cada momento cambiante y a las situaciones varias que éstos nos deparan.

    La finalidad última de la educación es conseguir personas plenamente desarrolladas, aptas para asumir sus responsabilidades en una sociedad libre, conscientes de sus posibilidades y con ilusión en un futuro mejor, más humano, es decir más libre, justo y solidario. Conocedores además de sus derechos, que participen en la construcción de una sociedad más desarrollada.

    El sujeto principal sobre el cual la acción educativa centra todas sus actuaciones lo constituye el alumno/a. Es él la figura principal del esfuerzo y trabajo realizado, siendo la educación recibida por éste el conjunto de acciones dirigidas a la consecución de los objetivos y fines expuestos anteriormente.

    Un buen profesional pretende siempre desarrollar un trabajo bien hecho, por lo cual el docente siempre buscará la consecución de resultados cada vez más óptimos. Es por ello la mejora del rendimiento escolar el medio por el cual podrá conseguirlo. Éste depende de un conjunto de factores que actúan interrelacionados entre sí, influyéndose mutuamente, por lo que la mejora de uno de ellos influye en los demás, no ejerciendo su acción en el proceso educativo de forma individual, olvidando al resto, sino que depende del conjunto de actividades realizadas sobre cada uno de los factores, o elementos, que influyen en la educación en el aula.

    El resultado nos ofrecerá un trabajo bien hecho, de calidad. Esta es la palabra clave que resume todos los procesos emprendidos, teniendo en cuenta que se expresa en la educación final recibida por nuestro alumnado, y por la efectividad del trabajo realizado para conseguir la adquisición de los objetivos propuestos.

    En la docencia la calidad se consigue si se trabaja de forma planificada, coordinadamente, en equipo y evaluando cada una de las acciones y procesos realizados, así como los medios y espacios utilizados.

    La Educación no comienza ni termina en la Escuela, sino que nace en el hogar, siendo compartida entre ambos, apoyándose mutuamente, y termina en el entorno social. Es un esfuerzo conjunto de toda la Sociedad a través de la Escuela, siendo los actores principales los docentes y alumnos/as.

    El maestro/a o profesor/a si quiere realizar una práctica docente de calidad, ha de observar una serie de elementos de gran importancia pedagógica, ajustándose a las indicaciones contenidas en ellos. Estos elementos son:

    a) Planificación docente y adaptación del currículo. (programaciones)

    b) La evaluación.

    c) Aspectos metodológicos.

    d) Organización del aula.

    e) Incorporación de las mejoras propuestas, derivadas de la PED y PCM, en la práctica docente.

    En la planificación docente es muy importante tener en cuenta que:

    – La Programación anual debe estar adaptada a las pruebas iniciales, características y diversidad que presentan los alumnos.

    – La programación anual tiene que poseer una temporalización de las unidades.

    – El profesor/a ha de trabajar con una programación de aula.

    – La programación de aula poseerá los siguientes apartados:

     

     

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