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El cambio quirúrgico de sexo (página 2)

Enviado por Felix Larocca


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Cerca de seiscientas personas procuran cada año, solamente en los Estados Unidos, un cambio de sexo, según un estudio realizado por la Sociedad Norteamericana de Endocrinología y Nutrición. Pero se estima que esta cifra puede ser mucho mayor entre quienes encierran un alma femenina en el cuerpo de un hombre, o viceversa — representando una de las mayores fuentes de sufrimiento escondido.

El desajuste entre el sexo anatómico y la identidad de ser hombre o mujer es una alteración de la percepción propia que, en función de los datos de un estudio realizado por la cátedra de Transexualidad de Holanda, se cree que afecta a uno en cada 30.000 hombres y una en cada 100.000 mujeres. Éste constituye un complejo dilema que requiere un laborioso tratamiento, tenga o no como meta una intervención quirúrgica, para cambiar de sexo. En el último proceso, deben intervenir profesionales de diversos campos de la Medicina (endocrinólogos, psiquiatras y cirujanos plásticos) que asesoren al transexual en su cruzada.

Origen multifactorial

Hasta hacen pocas décadas nuestro mundo no comenzaría a aceptar la existencia de transexuales. Sin embargo, la transexualidad no es un fenómeno actual sino que existe desde la antigüedad, y en diferentes culturas.

Según la Organización Mundial de la Salud, el transexualismo –– denominación utilizada desde 1940 — es el deseo de vivir y ser admitido en la sociedad donde vive, como un miembro del género opuesto — lo que por lo general se acompaña por el deseo de modificar mediante métodos hormonales o quirúrgicos el propio sexo para hacerlo lo más congruente posible con el género preferido.

Así, también lo indica, mi colega Bob Kolodny, quien asegura que es una alteración de la identidad sexual en la que no existe coincidencia entre el sexo anatómico y el sexo al que un individuo desea pertenecer. Aunque en medicina se incluye como "trastorno", Kolodny aclara que no se trata de una dificultad mental en sí misma, sino que es considerada como tal debido a las complicaciones psicológicas que presentan estos pacientes, especialmente antes de comenzar el proceso de reasignación sexual.

El origen de la transexualidad puede ser biológico, ya que se ha demostrado la existencia de diferencias en ciertas estructuras cerebrales entre personas de diferente orientación sexual. Un estudio reciente en el hipotálamo de seis transexuales de hombre a mujer, ha demostrado que el núcleo basal de la estría terminal es más pequeño en los transexuales que en los hombres heterosexuales y homosexuales — lo que nada indica. La transexualidad, como señala Kolodny, podría originarse también durante la etapa fetal, en la que una alteración da lugar a que el cerebro se impregne hormonalmente con una sexualidad distinta a la genital. Pero el sexólogo insiste en que, además, la educación e influencia ambiental en la infancia o la pubertad pueden determinar la conducta y la orientación sexual del adulto.

Aspectos médico-legales

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El proceso de cambio

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Quienes padecen del llamado Trastorno de Identidad de Género (DSM-IV-TR) son conscientes de la disociación entre su cuerpo y sus sentimientos desde la infancia, comenzando alrededor de los cinco años, según explican algunos expertos. Desde entonces, se evidencian los problemas de adaptación, los sentimientos del rechazo y, sobre todo, se acumulan grandes reservas de sufrimiento, como señalan desde la Unidad de Trastornos de Identidad de Género de Saint Louis. Todo ello puede llegar a su fin cuando consiguen aunar cuerpo y ego, su aspecto físico con su verdadera identidad sexual, lo que consiguen en última instancia como resultado de las intervenciones de cambio de sexo.

Antes de llegar a dar el paso de la cirugía, sin embargo, es preciso que se complete un largo procedimiento, en el que se debe acudir a profesionales, ya que la automedicación con esteroides sexuales incrementa el riesgo de efectos adversos. Para llegar a la cirugía hay que seguir un protocolo establecido, que suele durar dos ó más años, pues el autodiagnóstico y el deseo para una reasignación de sexo no pueden tomarse como verdaderos indicadores de transexualidad y, teniendo en cuenta que las terapias hormonales y las intervenciones quirúrgicas suelen ser irreversibles, es necesario realizar un cuidadoso diagnóstico. En primer lugar se desarrolla un proceso de valoración en el que la función del psiquiatra es fundamental.

Tras la consulta psiquiátrica entra en juego el endocrinólogo, responsable de producir los cambios de atributos sexuales en los pacientes mediante la hormonación, con la prescripción de productos glandulares capaces de inhibir el vello en los hombres o incrementar el tamaño de sus mamas. La psicoterapia acompaña todo el proceso para ayudar a la persona transexual a ir asumiendo su nuevo rol y su nueva identidad — una realidad que supone una liberación para ellos. Por último, se realiza la intervención quirúrgica de cambio de sexo, a la que optan cerca de un 50% de transexuales según estimados generales, ya que muchos temen perder sensibilidad a la hora de mantener relaciones íntimas, y la cirugía no puede asegurarla al 100%.

Tras el cambio de sexo, lejos de lo que pudiera suponerse, los pacientes dejan de necesitar apoyo psicológico ya que al fin logran lo que deseaban y no se registran secuelas en la mayoría de casos.

Lo que no es siempre es así, de acuerdo a muchos expertos…

La intervención

La cirugía de reasignación de sexo es el proceso quirúrgico al que recurren los transexuales para armonizar su sexo anatómico con su identidad psicológica. Habitualmente se centra en los genitales (cirugía de reconstrucción genital), en la que se realizan operaciones como la vaginoplastia o la faloplastia. Pero también existen operaciones no genitales, como cirugía facial o la reconstrucción de la mama. La intervención para reasignación de sexo, que forma parte de un tratamiento multidisciplinario, no puede realizarse sin antes ser diagnosticado, para lo que se determina que el paciente muestre disconformidad y repugnancia hacia su sexo anatómico junto a un anhelo de larga duración de pertenecer al sexo opuesto durante al menos dos años, y un deseo de cambio de sexo para poder vivir en un rol del sexo opuesto. Además, debe haber ausencia de comportamientos homosexuales, de anormalidades físicas y de etiología psicótica.

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En el caso de que un individuo se someta a una intervención quirúrgica, cirugía que está valorada en cerca de 40.000 dólares, debe ser ingresado el día anterior a la cirugía, cuando se le administrará una preparación intestinal y profilaxis antibiótica. Para poseer el aspecto de mujer, la operación más frecuente a que se somete un hombre es la vaginoplastia, que consiste en realizar injertos cutáneos en los que se coloca la piel invertida sobre un molde ligero que se introduce en una neovagina disecada. En el caso de que una mujer desee ser transformada en "hombre", se suele realizar la faloplastia, que consiste en la construcción de un pene, la que se realizó por primera vez en 1936. La microcirugía ha permitido que se usen tejidos bien vascularizados, y en 1984 Chang y Hwang lograron proporcionar una función sem-ieréctil en uno de los penes, por ellos, implantados.

La respuesta a la pregunta que muchos se harán, si, hasta aquí han leído, es: No, el uso de sildenafil no proporciona erecciones más potentes.

¿Pero, después de la cirugía, quienes emergen de ésta, son hombres o son mujeres?

En la realidad, sólo aparentan serlo…

Como toda operación, que en este caso además es delicada y compleja, la cirugía de reasignación de sexo tiene sus riesgos. Las complicaciones que se producen más frecuentemente en la vaginoplastia son la retracción y la estenosis (estrechamiento de un conducto), más importante en los injertos parciales y, en ocasiones, la aparición de úlceras. En la cirugía que transforma físicamente a una mujer en "hombre", los principales problemas son los relacionados con el tracto urinario y con las prótesis de pene.

Las mujeres, como es usual, se adaptan mejor al cambio.

Quizás sea, porque son menos en números, pero más convencidas. O, al menos, tienen más facilidad para adaptarse a su nueva identidad sexual luego de pasar por la cirugía.

Aunque no existen estudios que puedan explicar la razón de la mejor adaptación de las mujeres a su nueva identidad de varón, tras la operación de reasignación de sexo, se cree que podría tratarse del tipo de vida que unos y otras llevan después de la intervención quirúrgica. Mientras las mujeres que pasan a ser "hombres" suelen llevar una vida discreta, una gran parte de los hombres que se sienten "mujer" forman parte del mundo del espectáculo, lo que genera más estrés y ansiedad.

Por supuesto, ambos actúan de acuerdo a los patrones hormonales que su hipotálamo conserva.

En esencia, que el cambio, no es tal cambio

En resumen

Chacun à son goût…

Bibliografía

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca

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