Cuando Kusch afirma -en el libro Geocultura del Hombre Americano, capítulo ¨Tecnología y cultura¨- que filosofar constituye una forma de pensar, lo está diciendo en el sentido de pesar lo que nos ocurre. Este sentido del concepto filosofar nos plantea la idea que ya estaba presente en Timeo de Platón y que Habermas nos recuerda: "Pero, cuando el filósofo contempla el orden inmortal, no puede menos de asimilarse él mismo a la medida del cosmos, imitar a éste en su interior. A las proporciones que contempla, tanto en los movimientos de la naturaleza como en la sucesión armónica de la música, procura darles personal expresión; se forja a sí mismo por mímesis. La teoría induce a la asimilación del alma al movimiento ordenado del cosmos en la praxis de la vida: la teoría acuña en la vida su forma, se refleja en la actitud de aquel que se somete a su disciplina, en el ethos."[1] Se rescata en este texto la conexión de la teoría con la praxis de la vida, que Kusch tiene presente cuando afirma:
"Filosofar significa entonces indagar puntos de mayor densidad en la retahila de problemas que nos afectan."[2] La apelación a un pensar filosófico que vaya más allá de lo que cualquier ciencia puede decirnos sobre nosotros mismos, está presente en forma constante, en el pensamiento de Rodolfo Kusch. En el capítulo: Cultura y Lengua dice:
"Por eso hay que hacer preceder a la especialidad (científica) por una reflexión que sea filosófica para que lo político tenga consistencia. Es posible que un criterio filosófico que preceda a la consideración lingüística no vea en el futuro la extinción despiadada de grupos étnicos sino quizá su constitución como miembros de una comunidad organizada." La vigencia de estas palabras se acentúa en el presente del tercer milenio, cuando se hace necesario recuperar la praxis de la vida que tanto las ciencias nomológicas como las hermenéuticas confinan al círculo funcional de la acción instrumental en su ilusión de negar la identidad existente entre conocimiento e interés, en el pensar filosófico. También podríamos decir en el pensar de meditación en oposición al pensar de cálculo o pensar positivista.
Aquí es interesante recordar las tesis que propone Jürgen Habermas en su escrito Conocimiento e interés (1965). Frente a la afirmación de las ciencias puras, despojadas de subjetividad y tras la ilusión objetivista, se expresa -en forma encubierta- un interés cognitivo por la disponibilidad técnica de procesos operativos. Por otra parte, las ciencias histórico-hermenéuticas (cuyo ámbito es la esfera de las cosas perecederas), obtienen conocimiento -dice Habermas- en otro marco metodológico. Ellas interpretan los hechos del espíritu en búsqueda de la comprensión del sentido. Pero, también en las ciencias del espíritu como en las ciencias puras, hay una ilusión objetivista: "Parece como si el intérprete se situase en el horizonte del mundo o del lenguaje, horizonte del cual extrae su sentido un hecho histórico transmitido." Pero "el mundo del sentido sólo se abre al intérprete en la medida en que se aclara el propio mundo de éste". Comprender implica abrir el espacio de la comunicación entre dos mundos: capta el contenido de la tradición cultural, aquello que nos identifica -que menciona Kusch- y, a la vez, aplica la tradición a sí mismo y a su situación. Por es el comprender va mucho más allá que el conocer. Dice Kusch: "Se trata de hacer preceder una consideración científica por una consideración política, y ésta vertebrada filosóficamente." [3] Conviene que nos hagamos una pregunta: ¿A qué se refiere esta "consideración política", la cual debe preceder cualquier consideración científica? La respuesta nos llega de la mano de Rodolfo Kusch cuando desarrolla el tema acerca de Tecnología y Cultura: "Una cultura no es una totalidad rígida, sino que comprende además una estrategia para vivir. Una producción literaria, un ritual mágico o una máquina, son formas de estrategia para habitar mejor el mundo. Por eso detrás de la ciencia, querramos o no, hay política. Pero en el sentido de una política como una estrategia general para la vida."[4] Tal como estamos viendo en cada uno de sus párrafos, el pensar filosófico, para Kusch, es un pensar que no se desliga de la vida práctica. Y es posible que, si ejercemos el pensar filosófico en este sentido, es decir, sobre aquello que constituye nuestro problema desemboquemos en una respuesta muy distinta a la que se nos presenta cuando tomamos el filosofar como el conocimiento del pensar filosófico en sí. Kusch apela a lo que dice Heidegger sobre la "habladuría" para ejemplificar la falta de fundamento del habla. Sin embargo Kusch, no coincide con el sentido que le da Heidegger al concepto de habladuría. Para Heidegger, la habladuría cierra la apertura por el hecho de que en ella "se cree haber alcanzado la comprensión de lo hablado en el habla, y en virtud de esta creencia estorban toda nueva pregunta y discusión, descartándolas y retardándolas de un modo peculiar"[5] Para Kusch, en cambio, el habla remite al existente que "habla" y éste, a su cultura. Por eso extraerá del habla aquello que da sentido a nuestro estar. Dirá: "Todas las especulaciones occidentales sobre el lenguaje como casa del ser resultan inoperantes en el campo americano". Porque entre nosotros, el discurso y el antidiscurso; lo que decimos y lo que lo niega, se encuadra en el horizonte simbólico que da fundamento a nuestro existir. Desde un pensar que nos habilite y nos despliegue el acceso al sentido de nuestro estar, es posible que lleguemos a comprender qué es lo mejor para nosotros y dejemos de importar modelos y recetas ajenas. Kusch da un paso más al afirmar que, tanto el educar y alfabetizar, como el trabajar y crear cultura, se debe hacer a partir de la conciencia de nuestras raices culturales.
Por último quiero citar estas palabras de Kusch:
"Se trabaja en general con el concepto de conciencia científica, que se pone como sujeto frente al objeto. Pero el real funcionamiento de la conciencia implica tambien su apertura mítica. La conciencia mítica sería la conciencia en su totalidad, según la cual la conciencia científica constituiría sólo un aspecto".[6] De esta forma, teniendo en cuenta todo lo símbólico, dice Kusch, en especial, nuestro horizonte simbólico, podríamos ´actuar´ en forma coherente la noesis de la doxa.
Notas:
[1] Habermas, Jürgen: Ciencia y técnica como ideología.ed. Técnos. Madrid.España.1984. cap.Conocimiento e interés (1965).pág. 160.
[2] Kusch,Rodolfo (1976) Geocultura del Hombre Americano.ed.Fernando García Cambeiro.Bs.As.1976.cap. Tecnología y cultura.pág.93.
[3] Op.cit.: cap. Cultura y Lengua.pág. 107.
[4] Op.cit.: cap. Tecnología y cultura. pág.98.
[5] Heidegger, M.:(1927) El Ser y el Tiempo. Ed.FCE. México. 1968.pág.188.
[6] Kusch. R.: Op.cit. pág.111. Conexión entre la teoría y la praxis de la vida Autor: Lic. Martha Alicia Lombardelli.
Conexión entre la teoría y la praxis de la vida
Autor:
Martha Alicia Lombardelli.