Algunos apuntes sobre la obra de Álvaro Mutis
- Resumen
- De la poesía a lo narrativo
- El paraíso perdido
- La errancia
- Salvación
- Unión
- Madre-Tierra
- Bibliografía
- Notas
Maqroll el gaviero es el personaje en torno al cual el escritor colombiano Álvaro Mutis ha desarrollado casi la totalidad de su obra, desde el poema "Oración de Maqroll" hasta la saga de siete novelas agrupadas bajo el título Empresas y tribulaciones de Maqroll el gaviero. Su principal rasgo es la errancia, esa extraña pulsión hacia lo desconocido, ese abandono total al azar que parece estar animado por el dios griego Eros. Basándose en la filosofía de Platón este artículo intenta demostrarlo. Palabras clave: Errancia, Eros, Maqroll el gaviero, Filosofía de Platón.
ABSTRACT
Maqroll, the top sailor, is the character that the Colombian writer Alvaro Mutis has used in almost all of his works, ranging from the poem "The Prayer of Maqroll" to the saga of seven novels grouped under the title "Businesses and Tribulations of Maqroll the Top Sailor." The most important characteristic is errancy, that strange drive for the unknown, that complete abandoned state to the fate that seems to be animated by the Greek god Eros. Based on Platonic philosophy this article attempts to demonstrate how errancy is the main characteristic of this writer’s works.
Key words: Errancy, Eros, Maqroll the top sailor, Plato’s philosophy.
RÉSUMÉ
Maqroll el gaviero est le personnage autours duquel l’écrivain Alvaro Mutis a développe presque la totalité de son oeuvre. A partir du poème « Ora- ción de Maqroll» jusqu’à la saga des sept romans regroupés sous le titre «Empresas y tribulaciones de Maqroll el gaviero»., son principal trait c’est l’errance, cette étrange pulsion vers l’inconnu, cet abandon total à l’hasard qui paraît être animé par le dieu grecque Eros. En se basant sur la philosophie de Platon cet article tente de le dém ontrer.
Mots Clef: Errance, Eros, Maqroll el gaviero, philosophie de Platon.
Sólo las errancias de amor son dignas de redención.
Miguel de Cervantes
Agarrado al mástil de la vida el Gaviero escruta el horizonte. A pesar de sus anuncios desde las alturas, fuertes alisios llevan a la tripulación impotente a la deriva. Frente al reino de la angustia y el desespero, el Gaviero inunda los corazones con la belleza de un canto nostálgico. Impactado por la obra de Cervantes el escritor colombiano Álvaro Mutis retoma la metáfora itinerante, transformando el caballero en almirante: Maqroll el gaviero. De sus empresas y tribulaciones de sus andanzas que conducen a la nada, surge una estética de tinte existencialista suscitada por la errancia.
De la poesía a lo narrativo
Partiendo de su poemario La summa de Maqroll el gaviero escrito durante el largo período de 1948 a 1970, Álvaro Mutis publicó en 1986 la primera novela de una larga saga sobre la vida de este hombre intitulada La nieve del Almirante. Las obras de Álvaro Mutis ofrecen una gran riqueza en cuanto a los recursos usados para narrar una historia. En La nieve del Almirante, aparece una narración dentro de otra narración:
Cuando creía que ya habían pasado por mis manos la totalidad de escritos, cartas, documentos, relatos y memorias de Maqroll el Gaviero… aún reservaba el azar una bien curiosa sorpresa, en el momento cuando menos la esperaba (pág. 15). Ese narrador descubrió por azar en una librería del barrio gótico de Barcelona, un diario de Maqroll. Diario escrito durante su viaje por el río Xurandó. La narración del diario destinado a la persona amada Flor Estévez, invita simultáneamente a seguir el curso de los eventos y a reconstituir los hechos desde el inicio. El narrador involucra el proceso de escritura bajo el signo de la interdependencia de Eros con Psique, expuesta por Platón en el Fedro, con la diferencia de que la reminiscencia no asciende a un estado contemplativo, sino que más bien invita a una continua mudanza.
El diario de La nieve del Almirante narra cómo Maqroll dejó la tienda de Flor Estévez, donde se reponía de la picadura de una mosca ponzoñosa de los manglares del delta; su viaje por el río en la selva en búsqueda de los aserraderos que no encontrará y, al final de su regreso, su estupor frente a la desaparición de Flor y la desolación del pueblo azotado por la violencia. Lo que se definió como causalidad del viaje, es decir, el montaje de un negocio de venta de madera, va poco a poco a revelarse como la mascarada de una misteriosa pulsión que sufre Maqroll y que provoca siempre su expulsión en las afueras desconocidas. Sed de deseos insatisfechos, manifestación del "otro–yo" por el "otro" o goce efímero que se agota en la cresta de la ola del placer, conlleva a Maqroll a auto-expulsarse del paraíso. Como en La vorágine de José Eustasio Rivera la imagen de la mujer en el diario oscila entre la mujeraraña, mujer–pecado. El túnel agobiador de la selva incita a lo onírico. El sueño, como dice Jung, es un fenómeno psíquico normal, que trasmite a la conciencia las reacciones o impulsos del inconsciente. 1
Flor Estévez me mira sonriente mientras sus pechos, sus
muslos y su sexo semioculto se ofrecen con un candor que
no le es propio en la vida real. Como siempre, tiene el pelo
desordenado como la melena de un animal mitológico. Me
paso a su lecho. Comenzamos a acariciarnos con la febril presteza
de quienes saben que cuentan con muy poco tiempo y
que en breve llegará alguien. Cuando voy a entrar en ella se
abren las cortinas. Unos monaguillos las sostienen mientras
que un sacerdote insiste en darme la comunión. El cura guarda
la hostia en un cáliz y un monaguillo le pasa una cajita de
plata con los santos óleos. El sacerdote intenta aplicarme la
extremaunción (pág.44).
La aparición del cura en el sueño erótico, castra y condena el amor físico; es pecado y esa condenación va a ser mayor porque se trata de la extremaunción, que remite a la tragicomedia de las pulsiones de la vida y de la muerte, al combate Eros contra Thanatos. El amor según Julia Kristeva est une mise à mort qui me fait être2 .
Contrariamente a Gustavo Cova en La vorágine, o al enigmático Kurtz en El corazón de las tinieblas, el viaje en la selva no se revela como un descenso "dantesco" al infierno. La violencia es solamente externa, no lo contamina. Con una especie de sordina Maqroll narra los peligros, la supervivencia de los indígenas dentro del conflicto armado, el terror causado por el descubrimiento del cadáver de un soldado muerto.
Si el héroe no es nada si no actúa y no es nada fuera de la claridad del acto que ilumina y lo ilumina3 , entonces Maqroll el Gaviero es por excelencia el antihéroe. Solitario, acepta con una entrega casi devocional lo que le propone la vida, vive los procesos y en ellos agota su interés.
Sus actos los asume como si fuera un extraño de sí mismo. Como Meursault en El extranjero de Albert Camus, con la diferencia de que frente a lo absurdo del destino, Maqroll se deja con-mover por el deseo de lo que carece, es decir Eros.
Los libros fundadores de identidades nacionales y religiosas como el Antiguo Testamento, la Odisea, la Eneida, las epopeyas africanas, son libros del exilio, de la errancia. En la Torah por ejemplo, los hijos de Israel erran por el desierto buscando la palabra de Dios.
En Un bel morir Maqroll aparece como un ferviente lector, tenía la capacidad de instalarse plenamente en otras épocas y en un ámbito tan ajeno al presente, cuantas veces le había librado de sucumbir a las tribulaciones a que lo orillaba su vocación de vagabundo (pág. 280). En la pensión de doña Empera en Plata empezó la lectura de san Francisco de Asís, fraile mendicante quien entregó su vida errática a Dios y al prójimo. En la iglesia cristiana primitiva había dos categorías de peregrinaje: uno era "el ambular por Dios" imitando a Cristo o al padre Abraham y otro era la peregrinación penitencial por medio de la cual los culpables tenían la obligación de convertirse en mendigos ambulantes para ganarse la salvación. Tal dicotomía ética relacionada con la errancia, no hace más que resaltar la carencia del Eros en el discurso de Agatón del Banquete de Platón.
Eros es el que da paz a los hombres, calma a los mares,
silencio a los vientos, lecho y sueño a la inquietud. El es el
que aproxima a los hombres, y les impide ser extraños unos
de otros; principio y lazo de toda sociedad, de toda reunión
amistosa, preside a las fiestas, a los coros y a los
sacrificios. Llena de dulzura y aleja la rudeza; excita la
benevolencia e impide el odio. Propicio a los buenos, admirado
por los sabios, admirable a los dioses, objeto de
emulación para los que no lo conocen aún, tesoro precioso
para los que lo poseen, padre del lujo, de las delicias,
del placer, de los dulces encantos, de los deseos tiernos,
de las pasiones; vigila a los buenos y desprecia a los malos.
En nuestras penas, en nuestros temores, en nuestros
disgustos, en nuestras palabras es nuestro consejero, nuestro
sostén y nuestro salvador. 4
Siguiendo a Lacan el hombre encuentra su casa en un punto situado dentro del otro, más allá de la imagen que tenemos y este lugar representa la ausencia de donde estamos. De hecho, esa errancia de Maqroll acompañada por un sentimiento de nostalgia plantea el problema de la identidad. La obra de Álvaro Mutis aparece entonces como una poética de la relación donde toda identidad se extiende en una relación con el otro.
Dios manda su ángel con cada gota de lluvia. 5 Así apareció Ilona, la incomparable triestena de cabellos miel y perfil macedónico. Miserable, solo, sin refugio, Maqroll vio en los cielos un signo, esta certeza propicia que tantas veces me había rescatado de tremedales aún peores que este del que escapaba gracias a Ilona y la lluvia que la había traído (pág. 149).
Esa amiga sabia, independiente, revélase un hada de los negocios. Fue la única mujer que supo poner orden en las empresas de Maqroll y metas a sus viajes. Con ella todo se llevaba a cabo, hasta lo ilegal, como la venta de tapetes persas, una casa de citas con falsas azafatas, la compra de un barco para el tráfico de armas… Maqroll se dejó llevar por la fantasía, como en los más rocambolescos complots para poner trampas a la rutina: …logramos confirmar que el camino de una constante itinerancia escogido por nosotros y la voluntad de no rechazar jamás lo que la vida o el destino o el azar, como quieras llamarlo nos ofrecen al paso, resulta, al menos eficaz para impedirnos caer en el fastidio de una aceptación resignada (pág. 170).
Maqroll es el itinerario de una conciencia dentro del caos, mientras que Ilona es la luz dentro del laberinto, es salvación. Esta constante se le revela hasta en el sueño, con el amor no existe pérdida posible.
Por la voz supo que se trataba de una mujer. Hablaba un español
correcto pero con un fuerte acento —decía— en Novara
me esperaba el equipaje. Subí al tren que supe luego terminaba
su viaje en Oleggio. Allí habría que esperar seis horas
para tomar el que me dejaría en Arona, al pie del lago donde
habíamos quedado en vernos. En Oleggio, resolví subir al
autobús que llega a pocos kilómetros de Arona. Cual sería mi
sorpresa al verte junto a la parada donde descendía. Ahí estabas
gaviero loco, despistado como siempre. Nunca aprenderás
con tu aire desembarcado a la fuerza (pág. 232).
Pero el destino llamó a la muerte; Ilona murió al llevar al extremo el ejercicio de la libertad de su naturaleza sexual. Así al abandonarse a Larissa, quedo presa de una mujer que no poseía la capacidad para medir, para suplir sus propias carencias.
Unos años después Amparo María entró discretamente en el corazón dolido del Gaviero, como un signo de esperanza frente a tantas calamidades: Durante los días que se quedó a acompañarlo en La Plata, la muchacha había entrado a formar, junto con Ilona una suerte… cómplice y leal, necesaria y gratificante que llenaba sus días de sentido y exorcizaba la ronda de tedio y derrota cuyos embates temía como la muerte (pág. 276).
Existe una constante en la obra de Mutis: ante el decaimiento del hombre surge el recuerdo de la presencia femenina, de lo erótico. Maqroll exalta el placer en todos los casos en que vive la soledad o se encuentra desvalido ("Summa de Maqroll el Gaviero" pág. 107): Nada puede contra la remembranza del placer y la memoria de todos los cuerpos a los que se uniera antaño… Así Maqroll recordó el nombre que habían dado al vórtice del placer; Quedeshúm Quedeshót, cortesana fenicia que hizo sucumbir a más de un pretendiente en el templo según la poesía de Gonzalo Rojas. Contrariamente a la moral judeo-cristiana que condena el acto de la carne, Maqroll ve en las relaciones eróticas la forma más completa de unión consigo mismo. Se percibe entonces el Eros según Aristófanes en El banquete, que despierta en nosotros resonancias profundas: somos seres incompletos y el deseo amoroso es perpetua sed de ‘completud’. Sin el otro o la otra no seré yo mismo. Este mito y el de Eva que nace de la costilla de Adán, son metáforas poéticas que, sin explicar realmente nada, dicen todo lo que hay que decir sobre el amor. La errancia entonces, es la metáfora de ese incansable viaje interno en búsqueda de la unidad del yo alumbrado por el deseo del otro. Con Amparo María no es el amor platónico lo que está en juego, sino el unísono del cuerpo y el alma. El deseo incendia a los amantes hasta que el orgasmo los funde en un solo ser, esta experiencia completa enriquece la imaginación para que el deseo se inflame de nuevo y los junte en una más alta tensión erótica6 . Maqroll renace cada vez que está en sus brazos la inagotable maravilla de un cuerpo de mujer señalado por la gracia de los dioses (pág. 274).
Ese deseo de unidad y de eternidad se manifestó también en la transposición del amor maternal en la persona protectora de doña Empera. En reconocimiento a su soporte Maqroll pasaba largas horas leyéndole a la vieja y afectuosa dama ciega. Ella se enteraba de todos los riesgos y lo salvaba gracias a la minuciosidad calculadora que tiene la gente de su edad. Maqroll no actuaba, sino más bien se dejaba llevar como si fuera un Edipo ciego y errante.
En una entrevista concedida a Lionel Giraldo, Álvaro Mutis dijo; en dondequiera que se viva, como se quiera que se viva, siempre se es un exiliado. Somos exiliados de nuestra infancia, de nuestra vida misma7 . Y precisamente al exilio brindó un poema:
LOS ELEMENTOS DEL DESASTRE
…y olvido así quien soy, de donde vengo
hasta cuando una noche
comienza el golpeteo de la lluvia
y corre el agua por las calles en silencio
y un olor húmedo y cierto
me regresa a las grandes noches del Tolima
en donde un vasto desorden de aguas
gira hasta el alba su vocerío vegetal
su destronado poder, entre los ramos del sombrío
chorrea aún en la mañana
acallando el borboteo espeso de la miel
en los pulidos calderos de cobre.
Es entonces cuando peso mi exilio
Y mido la irrescatable soledad de lo perdido.
Siempre Maqroll volvía de nuevo a los recuerdos. Allí encontraba, aún un refugio, efímero y endeble, pero, en este momento, el único al que podía acudir para no caer en la nada (pág. 198). Contrariamente a "Los elementos del desastre", en las novelas nunca se menciona la tierra natal de Maqroll. No aparece la raíz, sino la ambigua fijación dentro de la errancia misma. Así Maqroll es como dicen los tibetanos un a- Oro ba, es decir, "el que marcha" el que "realiza migraciones", parecido al concepto de movimiento en la filosofía de Aristóteles. Su ambulatoria vida devela un pensamiento parecido al de los filósofos Deleuze y Guattari, el pensamiento rizomático, pero en el seno mismo de la caverna de Platón. La idea sería un rizoma, extensión de Dios y Eros, que sería a la vez ascensión y dispersión.
La memoria y poética en la narrativa de Álvaro Mutis, aparecen como un rizoma fugas y encabalgamientos de historias, donde el decir de la errancia es un llamado nostálgico a la Relación, es un deseo expreso de perderse para encontrarse. ¿No será que en esa errancia se encuentra el origen de la literatura animado por el demonio de Diotima: Eros?
… él interprete y medianero entre los dioses y los hombres; el
que lleva al cielo las súplicas y los sacrificios de estos últimos,
y comunica a los hombres las órdenes de los Dioses y
la remuneración de los sacrificios que les han ofrecido. Los
demonios llenan el intervalo que separa el cielo de la tierra;
son el lazo que une al gran todo. De ellos procede toda la
esencia adivinatoria y el arte de los sacerdotes con relación
a los sacrificios, a los misterios, a los encantamientos, a las
profecías y a la magia. La naturaleza divina como no entra
nunca en comunicación directa con el hombre, se vale de los
demonios para relacionarse y conversar con los hombres, ya
durante la vigilia, ya durante el sueño. 8
Entonces las imágenes y las palabras del Gaviero son a la vez sombras y luces, fugacidad y eternidad; se desvanecen pero siempre renacen, como los derviches buscando la disolución del ser por la errancia giratoria para fundirse en el creador.
BLONDEL, Eric. L’amour. Flammarion, Paris, 1998.
CHEVALIER, Jean y Alain Gheerbrant. Dictionnaire des Symboles. Robert Laffont. Paris, 1982.
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1. Carl Jung. El hombre y sus símbolos. Luis Caralt editor, Madrid, 1976.
2. Julia Kristeva. Histoire d’amour. Ed. Densil, Paris 1983, pág.50
3. Maurice Blanchot. El diálogo inconcluso. Monte Ávila Editores. Caracas, 1976, pág. 573.
4. Platón. "Simposio (Banquete) o de la erótica". Diálogos, Tomo III. Ediciones Universales. Bogotá, 1998, pp. 100-101.
5. Jean Chevalier et Alain Gheerbrant. Dictionnaire des symboles. Ed Robert Laffont. Paris, 1982. pp 766.
6. J. E. Jaramillo Zuluaga. "El deseo y el decoro en la novela Colombiana del siglo XX". Boletín Cultural y Bibliográfico. Vol 29, num.30, 1992.
7. Entrevista de Álvaro Mutis a Lionel Giraldo. Página web.
8. Platón. Simposio (Banquete) o de la Erótica. Diálogos, Tomo III. Ediciones Universales. Bogotá, 1998 pp. 101.
Patricia Mazeau De Fonseca (*)
En Revista Virtual Contexto, Volumen 5 – No. 7 – Julio/Diciembre 2001
(*) Tesista de la Maestría en Literatura Latinoamericana y del Caribe – Universidad de Los Andes, Táchira