Violencia social: ¿Estilo de vida o estrategias de sobrevivencia? (página 2)
Enviado por Francisco Rodr�guez
En la sociedad contemporánea, el tema de la violencia se ha venido convirtiendo, en un problema que exige definirlo no solo como un problema de salud publica, sino que ya es una cuestión de seguridad de estado por el grado en que este flagelo afecta de manera importante la estructura y el funcionamiento del cuerpo social. La civilización capitalista-cristiano-occidental-contemporánea, es ante todo una civilización de la violencia por el carácter de su racionalidad interna.
La presencia de la violencia, la destrucción y la muerte en la escena de la vida cotidiana, ya es inocultable. Por todas partes nos asaltan sus múltiples formas de manifestación; los ya habituales partes de guerra de los fines de semana, las muertes para robarle los zapatos a algún joven o para robar cualquier objeto de valor.
Leer las noticias o ver la TV es una invitación macabra a encontrarse con las huellas de la muerte, la destrucción y la violencia en general. Una atmósfera de muerte parece cubrir al país, la violencia parece haberse convertido en el mecanismo por excelencia de resolución de cualquier conflicto, incluso los interpersonales.
Como si fuera una maldición biblica, el crimen ha venido convirtiéndose en un rasgo de la vida cotidiana; algo que está pasando a ser como un fenómeno natural ante el cual ya no es posible hacer nada porque como la lluvia o la fuerza de la gravedad, es inevitable. La violencia ha tomado tanto cuerpo en nuestra sociedad venezolana que nada de sus manifestaciones concretas nos parece extraordinarias: homicidios, suicidios, atracos, etc.
Estamos asistiendo a la aparición de un fenómeno sociológico, quizás jamás visto en la historia de la humanidad: la perversión criminal. No parece este fenómeno ya una cuestión de desviados sociales que la sociedad y los expertos fácilmente identifican como una anomalía social ubicada en niveles marginales de la sociedad, sino que está pasando a ser parte del modo de adaptación social.
ASPECTOS DE FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA:
No podemos hablar en Venezuela de una sociedad en donde la violencia social es un fenómeno extraño a nuestra manera de ser. Históricamente, igual que el resto de América Latina, nos hemos constituido como pueblos sometido por centros de poder metropolitanos que han fundamentado las relaciones con la periferia en proyectos de dominación colonial y neocolonial. Al mismo tiempo que al interior de la sociedad misma, se fue constituyendo un modelo estructural que suponía relaciones de explotación, opresión y dominación entre los grupos de poder y los grupos subordinados que se fundamentaban no sólo en la fuerza sino también en una ideología de la desvalorización y la autodesvalorización como pueblo y como individuo.
Relaciones caracterizadas por situaciones de fuerte exclusión social con contenido racista generadoras de situaciones de violencia estructural que se constituyó en un fenómeno crónico en el contexto de una sociedad fuertemente fracturada internamente, no sólo por inequidades sino también por el caudillismo militar y civil que propició guerras civiles permanentes.
La inestabilidad política, la falta de arraigo de las instituciones políticas y la anomia sociocultural en general, impidieron la estructuración de un Proyecto de ser cultural, de un Ethos social nacional y por tanto, incapacidad de construir estructuras identitarias inidividuales y colectivas no caracterizadas por el negativismo y la inautenticidad.
Este cuadro de relaciones de poder y dominación, genera representaciones sociales que reproducen estas relaciones y se fundamentan en un modo de estructuración del sí mismo y los conceptos del Otro y del mundo en general, en el mismo sentido. Por otra parte la carencia básica de la estructuración de un mundo social soportado en una institucionalidad fuerte y la ausencia del "Padre simbólico" que significa la presencia de una cultura institucional, terminan conformando una matriz de de subjetividad con un fuerte contenido Ego-céntrico como Dispositivo subjetivo-semiótico.
Esto significa la estructuración de un Sí mismo para quien el Otro y el mundo constituyen abastracciones que sólo existen a propósito de una subjetividad muy primitiva y primarizada en respuesta a las experiencias de lo vivido colectivo-individual como lugar de condensación-generación de este fenómeno. Todo este complejo de relaciones de fuerza y poder, vividos y representaciones, genera en la subjetividad individual y colectiva una tendencia estructural que supone una matriz de resolución violenta de conflictos como forma de adaptación funcional.
No obstante, jamás habíamos presenciado los niveles de violencia social que hoy estamos observando.
1.-Violencia social como producto de un estilo de vida basado en el mercado neoliberal:
La entronización en Venezuela en las últimas décadas de un modo de vida fundamentado en una racionalidad sistémica cuya lógica de funcionamiento es el mercado neoliberal, genera representaciones, relaciones, subjetividades y estilos de vida que podríamos enmarcar en el contexto de lo que denominamos como "Orden caníbal". Esto no es más que la visión y estructuración del mundo desde la subjetividad de acuerdo a la perspectiva de El Neo-darwinismo social que se fundamenta en la ideología de la "supervivencia del más apto" en la lucha encarnizada por la obtención de los bienes materiales, sociales y culturales que la sociedad ofrece en el mercado; vale decir, la lucha por la supervivencia material y social. Esto que constituye una situación de "ecología de la violencia" y que en sí misma es violencia estructural, genera procesos de hiperanomia y de patrones de comportamiento estructural que se traducen en indicadores de violencia social.
Es a partir de la década de los ochenta cuando en Venezuela, como en muchos países latinoamericanos, cuando empezamos a tener noticias de la implantación de una economía basada en el "Libre mercado" con la irrupción en los escenarios sociopolíticos del denominado "Viernes negro". Y es partir de este momento cuando comienzan a ser aplicados un conjunto de medidas de Política económica conocidas como "ajustes estructurales". Desde ese momento comienzan a agudizarse los indicadores del proceso de descomposición social que se habían venido incubando desde momentos anteriores. Homicidios y suicidios, así como lesiones personales, robos, atracos y violaciones, sufren un aumento considerable en su tendencia a incrementarse.
2.- Violencia social como respuesta a la crisis del estado democrático-representativo-bipartidista:
A finales de la década de los setenta en Venezuela comienza a sentirse de manera más nítida, el fracaso del modelo sociopolítico que se había implantado desde las postrimerías de las décadas de los años cincuenta. El sistema democrático-representativo-bipartidista de tipo clientelar, había constituído durante mucho tiempo la esperanza de redención social de las grandes mayorías , no sólo de clase baja sino también de las clases medias bajas que se habían constituído como tal, sectores medios a partir de la apertura del compás democrático, convirtiendo a la educación en "el ascensor social por excelencia".
Cuando el estado democrático bipartidista-clientelar-populista, no cuenta con la capacidad financiera que permitía la renta petrolera, los partidos políticos se vuelven estructuras cerradas y corruptas y se alejan de las grandes masas, se cierran también las compuertas de las oportunidades sociales y se detiene por lo tanto "el ascensor social".
La expectativas sociales, en cuanto a posibilidad de satisfacción de necesidades sociales y lograr aspiraciones de ascenso social, se ven frustradas y el estado ya no puede garantizarle al ciudadanos de bajos niveles socioeconómicos, no sólo el logro de sus aspiraciones de participación social en los valores fundamentales del sistema social, sino también las satisfacción de las necesidades básicas; vale decir, la supervivencia material.
Por otra parte, el sistema democrático había generado un imaginario de cohesión social que se expresa en una especie de "Contrato social" que a su vez alimentaba una ilusión de armonía social. El modo de resolución de las diferencias entre los grupos partidistas, constituían un paradigma para la convivencia en el contexto de las relaciones interpersonales en la vida cotidiana.
Es Obvio que esta "Ilusión de armonía social" estaba montada sobre la capacidad financiera del estado que podía financiar cualquier tipo de conflictividad sociopolítica y por tanto mantener el consenso básico. La ruptura de este sistema genera un desequilibrio de tal magnitud en la sociedad en general ( y no sólo en el sistema sociopolítco) que a partir de este momento histórico se abren las compuertas para un período de inestabilidad política que se corresponde con el estallido de la violencia social, hasta llegar al máximo de explosión social que constituyó e denominado "caracazo" en 1989.
3- La violencia social en el contexto de una sociedad hiperanomica:
Por todos los elementos históricamente analizados, la sociedad venezolana y latinoamericana en general ha comportado situaciones de anomia sociocultural de manera crónica; no obstante a partir de la década de los setenta comienzan a aparecer indicadores de la presencia de un estado que hemos denominado hiperanomia estructural.
Este es un fenómeno cuyo abordaje registra niveles muy elevados de complejidad, por lo tanto estamos hablando de una multiplicidad de factores, procesos y situaciones que intervienen en la su producción. Así tenemos variables que se sitúan en un contexto social macroestructural y otros que podemos ubicarlos en un contexto de tipo microestructural. En el ámbito macroestructural tenemos los factores que ya hemos mencionado como son:
a)el fracaso del estado democrático-representativo-bipartidista-clientelar, b) la implantación de un modelo de gestión económica y social que responde a las exigencias que plantea la reorganización del sistema capitalista mundial fundamentada en el modelo del "libre mercado", c) la crisis del imaginario redencionista y de armonía social del sistema social democrático representativo y finalmente , d) la quiebra del sistema de valores cuyo foco sociocéntrico tendía a la integración y su sustitución por valores de tipo intrumentales que promueven el individualismo, el pragmatismo materialista.
Todo esto conspira contra las posibilidades de estructurar procesos de cohesión que definan plataformas de integración social relativamente consistentes. En su defecto lo que se producen son amplios procesos de desocialización y deculturación que promueve la incomunicación, la atomización social, el individualismo anómico y por tanto la violencia social como expresión a nivel del comportamiento concreto.
La implantación de un proceso de hiperanomia o anomia salvaje en Venezuela, puede registrarse básicamente a partir de la década de los setenta, pero solo como exacerbación de estados anómicos ya presente en nuestra sociedad en forma endémico-estructural.
4.- La violencia social como estrategia de sobrevivencia:
Entendemos el concepto de violencia, no sólo como sobrevivencia desde el punto de vista físico y material del individuo y los grupos, sino también en el sentido de afirmación del yó individual y colectivo como defensa ante situaciones de desintegración social generadas por las condiciones y el estilo de vida propios de la implantación del sistema capitalista de mercado global. En este sentido estamos hablando del surgimiento en Venezuela del incremento de la violencia social alrededor de la década de los ochenta que responde a una situación de cierre dramático de las posibilidades de acceder al dispositivo social de realización social y de satisfacción de necesidades básicas.
La concentración excesiva de la riqueza social, la ampliación de los cinturones de pobreza en general y pobreza crítica, la aparición de nuevas capas de pobreza, como la pobreza atroz y en general, la profundización de la exclusión social, condujeron a una situación en la buena parte de los sectores socioeconómicos de bajo nivel, se convencieron del cierre de las compuertas que permitían legalmente la sobrevivencia material y la realización de acuerdo a los ideales generados por el imaginario redencionista. Crisis de expectativas es el estado que surge como producto de la crisis del modelo de gestión social de necesidades y aspiraciones. Esto fue conduciendo a situaciones de escepticismo que finalmente desembocaron en estados de desesperanza socialmente aprendida y desesperación.
En este sentido se produce entonces un fenómeno de alienación normativa que implica definir a la violencia como el único medio válido para la obtención de los objetivos propuestos. Y en un contexto en el cual el modelo de realización social se define por valores de éxito material, status socioeconómico y logro individual, el mecanismo de la violencia para la obtención de este ideal de autorrealización aparece como legitimado desde el punto de vista de lo más profundo de la subjetividad.
El problema de la violencia en la Venezuela contemporánea constituye el principal problema, mucho más grave que otro tipo de problema como la pobreza, la política y el atraso tecnológico. Mucho más que un problema social y de salud pública, la violencia social se está convirtiendo en una cuestión de seguridad de estado y de supervivencia de la Democracia como sistema de convivencia civilizada. Progresivamente nos hemos venido convirtiendo en una sociedad que vive en una "ecología de la violencia" que fundamenta una "cultura de la muerte" apoderada ya del cuerpo social como metástasis que está fagocitándose todo lo que significa formas convivenciales de vida.
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Francisco Rodríguez
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