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Trabajo social en el Sistema Penitenciario femenino


Partes: 1, 2

    1. Origen de la Reclusión y Criminalidad
    2. Algunos antecedentes desde la delincuencia femenina
    3. Servicios Sociales Penitenciarios y Estudio de Caso
    4. Referencias Bibliográficas

    Introducción

    Se han realizado diversas investigaciones empíricas en diferentes disciplinas como son la Sociología, Antropología, Psicología Social y la Criminología entre otras áreas, para dilucidar las diferentes conductas del ser humano y por qué lo lleva a cometer actos delictuales. Los resultados han demostrado que la delincuencia tiene características y perfiles muy diferentes según el lugar de procedencia, nivel socioeconómico, etnia y sexo, entre otros. Así también, los estudios dividen el control de la delincuencia en dos enfoques; principalmente centrados en el método de prevención y al método de rehabilitación, en el cual el objetivo está centrado a entregar habilidades y valores para que él o la delincuente, una vez egresado del sistema penitenciario, logre su integración en la sociedad. Considerando éstos enfoques, señalaremos que las cifras de las últimas décadas indican que el número de encarcelados se ha incrementado significativamente, alcanzando un número aproximado de 200.000 personas por año (Heskia, 2001). Este mismo autor señala además que la criminalidad femenina también ha ido en aumento, alcanzando el 8 % principalmente por delitos relacionados con la droga (Cooper, 1994).

    Origen de la Reclusión y Criminalidad

    La existencia y la calificación social de los delitos han dado lugar a las penas como una forma de respuesta sancionadora de la sociedad, que en su conjunto crea el sistema penal. Este sistema surge históricamente con el fin de liberar a la víctima de la tradicional venganza personal. Es así, como a lo largo de la historia y en casi la mayoría de las sociedades, se ha dispuesto de un espacio destinado a recluir a quienes hubieran cometido delitos (Méndez, 1996). Originalmente la reclusión estaba destinada a las personas en espera de una sanción muy particular, como fue el destierro o la pena de muerte.

    En la cultura occidental la reclusión, como sistema de castigo, surge a mediados del siglo XVI, con el propósito de encerrar a quienes cometían delito o a los denominados indeseados sociales. A partir del siglo XVIII se proponen reformas haciendo más humanas los antiguos formas de castigo como fueron las flagelaciones o la pena capital. El término encarcelamiento significa sacar a la persona de su ambiente de origen y suspender su libertad natural para incorporarla a un ambiente creado para castigar y exponer al individuo a otros grupos, con normas y culturas diferentes, ( González, citado por Méndez, 1996).

    A comienzo del siglo XX, el crimen es visto como una enfermedad social, para ello debía existir una cura a través de prácticas específicas de normalización, clasificación, categorización entre los distintos tipos criminales. Es así como se comenzó a desarrollar una esfera punitiva del infractor centrada en la atención y en el bienestar material, social y psicológico. (Worrall, 1997, citado por Heskia, 2001). Y según López (1996), el concepto de patología social o enfermedad social está asociado a una conducta anormal dentro de la sociedad.

    Para explicar la etiología de la delincuencia del ser humano, el autor Tarde (citado por Cooper, 2002), inspirado en la teoría de Bandura en el contexto de la teoría del Modelado y el conductismo, "sustenta un enfoque relativista cultural frente al delito, señalando que la criminalidad se define en función de la opinión social y de las leyes variables del medio social y no presenta una naturaleza inmutable" (p. 102). Propone como pruebas empíricas datos de carácter histórico antropológico relativos a los diversos tipos de conductas que actualmente se califican de delictivas como el infanticidio, el aborto, el incesto, los sacrificios humanos, la violación, el homicidio y el robo y que fueron consideradas como conductas normativas en distintas épocas y culturas. Además indica que existen algunos factores sociales de mayor relevancia o causas sociales del delito y que corresponden al proceso de imitación" (p. 105). Así también, en todo sistema social la desorganización indica debilitamiento en las relaciones social y ésta desorganización es originada por el incumplimiento de las normas o por los conflictos entre los grupos, llegando incluso a destruir el sistema. El individuo que no acepta las normas, las costumbres y los valores, integra un sistema desorganizad, considerado por la sociedad como sujeto anormal o desviado. Por el contrario, el individuo que cumple las normas expresadas en una cultura es visto como normal. Para López (1996), la conducta normal es el conjunto de actos o comportamientos regularizados, repetidos y caracterizados por una sociedad. Ahora bien, de la línea de la desorganización, Merton, (citado por López, 1996) señala que existen cuatro formas de desorganización social, éstas son:

    Partes: 1, 2
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