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Las rutas clandestinas del Vaticano (página 2)

Enviado por julio basualdo


Partes: 1, 2

Ante Pavelic se corto las cejas que eran espesas y fácilmente reconocibles, se puso una barba postiza y, con un pasaporte argentino, se metió secretamente en Austria con el nombre de "Ramírez". Se escondió en el Convento de San Gilgin hasta que lo detuvieron las fuerzas de ocupación británicas. (Por arreglo con el Vaticano) fue puesto en libertad, y dos años más tarde apareció en Italia vestido de sacerdote, y se escondió en otro convento …hasta que se embarcó a Buenos Aires en 1948.

La primera operación de las rutas clandestinas

Una de las primeras figuras claves que dirigió el escape de criminales de guerra nazis (y especialmente de clérigos católicos) fue el obispo Alois Hudal, rector de un seminario para sacerdotes alemanes en Roma y un estrecho asociado del monseñor Giovanni Montini (más tarde papa Pablo VI) y de Alcide de Gásperi (más tarde premier italiano). Hudal, que también fue confidente de Eugenio Pacelli, tanto antes como después que fuera papa Pío XII, era tan fanático en su apoyo a Hitler y las políticas nazis como lo era en su odio de cualquier cosa que fuese comunista. También fue antisemita impenitente hasta su muerte, y en Roma trabajó estrechamente con la oficina del Santo Oficio (sucesora de la Inquisición), el guardián de la doctrina católica.

Hudal no vio conflicto alguno entre su amado catolicismo romano y su igualmente apreciado nazismo. Durante la guerra guiaba su automóvil por las calles de Roma desplegando una bandera "Alemania Superior", hasta que la victoria aliada se hizo inevitable. Entonces ocultó rápidamente la bandera. Los discursos pro-nazi , The Foundations of National Socialism (Fundamentos de Socialismo Nacional), (con el imprimatur por el cardenal Theodore Innitzer, primado de la iglesia católica en Austria, quien le dio la entusiasta bienvenida a Hitler cuando este invadió dicho país), lejos de ser desaprobado por el Vaticano, más bien parecía ganar su aprobación. Al estar estrechamente asociado con el secretario de estado del Vaticano, el cardenal Eugenio Maria Pacelli (que fue hecho papa Pío XII el 2 de marzo de 1939), Hudal fue ascendido a obispo titular en 1936 en una ceremonia presidida por el cardenal Pacelli en persona. Igualmente favorecido por los nazis, Hudal portaba una tarjeta dorada de afiliación al partido nazi.

Entre los criminales de guerra que Hudal ayudó a escapar estaban figuras prominentes como Frans Stangl, comandante del infame campamento de exterminación en Treblinka; había presidido sobre el asesinato eficiente de unos 900.000 prisioneros, mayormente judíos. Después que arreglaron su "escape" del campamento de prisioneros en Austria, Stangl se abrió paso a lo largo de la ruta hasta Roma con decenas de miles de otros.

"Hudal" era el nombre que todos susurraban, la contraseña que abría refugios secretos. Como lo contara Stangl, poco después de llegar a una propiedad del Vaticano en Roma donde le darían albergue, el obispo Hudal "entró en el cuarto donde yo estaba esperando y extendió los dos brazos y dijo: "Usted debe ser Franz Stangl. Lo estaba esperando".

A Stangl finalmente lo localizaron y capturaron de nuevo en Brasil en 1967, los cazadores de nazis de Simon Wiesenthal que se enteraron de las rutas clandestinas. Esta red clandestina de oficinas, seminarios, monasterios, conventos y residencias católicas, no sólo proveían albergue en al ruta de escape sino también documentos de identidad falsos y pasaje a Sudamérica y otros refugios de protección. El asesino en masa más infame de todos ellos, Adolf Eichman, jefe ateo del Departamento de la SS para asuntos judíos y directamente bajo el mando de Hitler, a cargo de todo el Holocausto, estaba entre las decenas de miles que fueron cuidadosamente pasados de contrabando por oficiales católicos con la bendición del Vaticano a lo largo de las rutas clandestinas.

El servicio de inteligencia israelí finalmente logró localizar el paradero de Eichmann en Argentina, donde lo raptaron. Lo juzgaron en Jerusalén y lo ejecutaron en 1962. Los israelíes se cuidaron de considerar a esta hazaña extraordinaria, no como una venganza sino como un triunfo por la verdad y la justicia. Los agentes israelíes podrían haber asesinado a Eichmann en Buenos Aires. En cambio, con gran riego y esfuerzo, lo llevaron a juicio donde sus victimas pudieran enfrentarlo en un tribunal público y todo el mundo pudiera oír la evidencia del Holocausto. Los "judíos vagabundos", sin un hogar nacional, a quienes Eichmann había exterminado en forma sistemática por millones, pero ahora en su propia tierra, oyeron el testimonio. Después de oír admisiones personales de Eichmann (a pesar de que justificó su obediencia su "dios" Hitler), los jurados ponderaron la evidencia, expresaron su veredicto, y lo ahorcaron.

No obstante, la mayoría de los otros criminales de guerra logró mezclarse entre las comunidades alemanas en Latinoamérica. Habiéndose escapado del brazo de la justicia humana.

Una obsesión increíble

Las rutas clandestinas comenzaron con la presión diplomática que aplicaba Pío XII para permitir que sus representantes personales visitaran campamentos de prisioneros de guerra" para ministrar religiosamente a católicos". El verdadero propósito era identificar y sacar de contrabando a criminales de guerra nazis. Difícilmente podría ser una coincidencia que el hombre que Pío XII escogió para dirigir esta ultrajante obstrucción de la justicia internacional era su asesor intimo, el obispo Hudal, a quien casi todo Roma conocía como un antisemita fanático y pro-nazi. Como Hudal mismo lo admitió con franqueza más tarde.

Doy gracias a Dios que me permitió visitar…prisiones y campos de concentración y ayudar a prisioneros a escapar con documentos de identidad falsos… me sentí obligado por el deber después de 1945 a dedicar toda mi obra de caridad principalmente a los socialistas nacionales y fascistas, especialmente a los llamados "criminales de guerra", en realidad son palabras del Vaticano que estaba detrás de esas actividades.

¿Todo para la gloria de Dios?

Parte de la ayuda mas valiosa que Hudal recibió para establecer sus infames rutas de escape, vino de un viejo amigo, Alter Rauff, que era también un criminal de guerra nazi y asesino en masa de judíos. La red enredada de maldad implica también a otras potencias con quienes el Vaticano trabajaba secretamente, incluyendo a los Estados Unidos. La OSS (predecesora de la Agencia Central de Inteligencia [CIA] "pidió prestado" a Rauff del Vaticano el tiempo suficiente para tomar información de este ex jefe del servicio secreto de la SS, de todo lo que sabia sobre los agentes comunistas que operaban en el Occidente, luego lo dejaron que volviera a su apartamento en Milán, desde donde administraba el extremo norte de las rutas clandestinas.

Para ayudar a financiar la red de escape del Vaticano, Rauff recluto a un ex colega suyo de la SS, Federico Schwendt, uno de los más talentosos falsificadores de todos los tiempos. Su talento genial contribuyó fondos del Vaticano durante los primeros días de las rutas clandestinas. Mas tarde las operaciones fueron subvencionadas en gran parte por la venta de algunos de los tesoros que los nazis habían conseguido ilegalmente, incluyendo cientos de libras de oro que sacaron de contrabando del Occidente y que los prelados católicos "lavaron".

Hasta la cruz Roja Internacional, especialmente la oficina en Roma, pero otras también, fue embaucada para ayudar en la operación proveyendo papeles de identidad falsos que permitieron que multitudes de criminales de guerra se embarcaran de Génova para Sudamérica. Esta sección de la operación era supervisada por el arzobispo croata Siri, quien oculto a monstruos infames como Eichmann, en un monasterio durante su huida de la justicia.

En cuanto al viejo amigo de Pavelic del Intermarium y uno de los asesinos en masa de serbios y judíos en Croacia, Stejpan Heder, los informes indican que:

Stejpan Heder también escapó a Austria. Llegó allí el 19 de agosto de 1946, cuando el gobierno yugoslavo presentó documentos solicitando su regreso a Yugoslavia para que compareciera en juicio por crímenes de guerra, pero se embarcó para reunirse con su poglanik en Argentina.

A Hefer lo ayudaron a salir de Europa por la ruta de escape más importante, que operaba desde el Instituto San Jerónimo, ubicado en la calle Toamselli 132, en Roma. Esta fundación católica, financiada por el Vaticano, administrada por los padres Draganovic y Levasic, facilitó la huida de miles de ustashi a Sudamérica.

En buenos Aires, los refugiados podían recibir asistencia de un grupo de monjes católicos croatas exiliados. De esta forma, hasta unos quinientos ustashi por mes pudieron escabullirse

¿Por qué razón fundamental podían semejantes torturadores y asesinos en masa ser protegidos de la justicia?. La evidencia que se ha acumulado indica que todo lo que importaba era ser pro-católico anticomunista. La absolución era posible por cualquier crimen. Además, el matar herejes y judíos había sido una practica bien durante siglos por la iglesia y había sido confirmada por muchos papas como un acto de fe para la gloria de Dios. Cuando uno considera la historia del Vaticano, el rescate de criminales de guerra nazis que eran católicos y habían seguido fielmente el ejemplo de la Madre Iglesia, esto parece ser horriblemente comprensible.

El apoyar a la Iglesia Católica Romana en su lucha contra sus archienemigos (el comunismo y el protestantismo) y el propagar la fe católica por todo el mundo, se veía como estar haciendo la voluntad de Dios. Por consiguiente, esto debía proseguirse por cualquier medio, a cualquier costo, y con cualquier asociado que fuera conveniente. La determinación del Vaticano de ver que Europa se convirtiera de nuevo en una Federación de Estados Católicos, en oposición al comunismo de Stalin, era el factor predominante, con el cual todo lo demás debía caer en línea. Los aliados occidentales estaban dispuestos a ser asociados limitados en dicha empresa hasta cualquier medida que pudiera servir a sus propios intereses egoístas. Esta era de nuevo totalmente, la misma alianza impía "fornicación con reyes" de la cual la mujer a quien Juan había visto cabalgando la bestia seria culpable a lo largo de la historia.

Los países católicos estaban moralmente obligados a hacer su parte en promover los intereses del Vaticano. Parte de ese deber incluía promover refugio seguro para esos hijos de la Madre Iglesia a quienes ella quisiera proteger en pos de su gran misión de crear el reino de Dios en la tierra. Los que vivían en la lejana Latinoamérica, estaban estratégicamente ubicados para que realizaran mejor servicio, y así lo hicieron.

Un nuevo director para las rutas clandestinas

La adopción declarada del nazismo por parte de Hudal, su franca admiración de Hitler, y su antisemitismo descarado continuaron aun después que terminó la guerra y que el insondable mal del holocausto se había revelado a un mundo que estaba horrorizado. Como resultado, el obispo finalmente se volvió un bochorno para el Vaticano. Estaba atrayendo la atención pública que amenazaba la revelación de las rutas clandestinas. Como consecuencia, sus superiores presionaron a Hudal para que se apartara de la escena. Con renuencia se retiró de sus cargos eclesiásticos y desapareció en el trasfondo.

Desde allí en adelante la supervisión de las rutas clandestinas cayó sobre los hombros de un sacerdote católico croata ingenioso, el padre Krunoslav Draganovic. En Croacia había sido un asistente cercano del obispo Saric de Sarajevo, un notorio antisemita conocido como el "ahorcador de serbios". Los oficiales de la Iglesia habían llamado a Draganovic a Roma en agosto de 1943, donde se volvió el contacto más influyente del intermarium en el Vaticano. El hecho de que, mediante maniobras personales, también había conseguido el cargo de representante croata de la Cruz Roja en Roma, fue de ayuda invalorable para obtener documentos falsos para fugitivos después de la guerra. Draganovic era director de la Confraternidad Croata de San Girolamo, fundada en Roma por el papa Nicolás V en 1453. El interior laberíntico del monasterio en la calle Tomaselli pronto fue albergue de muchos fugitivos de la justicia internacional. De hecho, San Girolamo se volvió en centro nervioso para el contrabando continuo de criminales de guerra nazi a Sudamérica y otras partes. Muchos de los ex asociados de Draganovic en la Ustasha, incluyendo una cantidad de sacerdotes católicos como el padre Vilim Cecelja (en la lista como "criminal de guerra numero 7103" por el gobierno de Tito y buscado infructuosamente para la extradición), eran figuras claves en dirigir las rutas clandestinas. Cecelja ya mencionado como responsable de la sección austriaca de las rutas clandestinas, "había prestado servicio como capellán militar y otorgado absolución para las fuerzas ustashi durante el apogeo de las masacres de serbios y judíos.

Inmediatamente después de la guerra, el padre Cecelja, aparentemente por razones puramente humanitarias pero sin afiliación ni autorización de la Cruz Roja Internacional, fundó la Cruz Roja Croata, una maniobra estratégica que demostraría ser extremadamente útil para las rutas clandestinas. Al recibir permiso temporáneo para dirigir su "campamento de refugiados" en Austria hasta que la Cruz Roja Internacional pudiera establecer su propia afiliada autorizada, Cecelja logró acceso a las tarjetas de identidad de la Cruz Roja. Por consiguiente, podía proveer documentos falsos certificados por la Cruz Roja para sus compatriotas ustashi a medida que escapaban hacia Austria y luego hacían camino por las sendas del Vaticano a través de Roma hasta Génova, y luego a la libertad en Sudamérica. Este padre católico a menudo hacia alarde de su iniciación en la Ustasha en un ritual secreto que involucraba candelas, un crucifijo, dagas cruzadas y revolver.

Un desprecio asombroso por la verdad

Cuando empezaron a circular rumores sobre la operación contrabando, tanto el Vaticano como Draganovic negaron estar involucrados en las rutas clandestinas. Dichas negociaciones por la jerarquía católica romana hasta este día, generalmente fechadas en Ciudad Vaticano y publicadas en los principales diarios de todo el mundo. La siguiente en una reciente propuesta de inocencia:

Refutando una antigua acusación, el Vaticano ayer rechazó…alegaciones de que había ayudado a criminales de guerra nazi a huir a Europa y Sudamérica después de la segunda guerra mundial.

La aseveración…fue originada por periodistas de Argentina de los archivos recientemente abiertos al publico en ésa muestran que oficiales nazis llegaron a Buenos Aires después de la guerra con pasaportes suministrados por el Vaticano, la Cruz Roja y España

Los archivos del Vaticano para ese periodo están cerrados, a pesar de las solicitudes de grupos judíos para que se les permita acceso a ellos.

El jefe de prensa del Vaticano, Joaquin Navarro, el portavoz para el papa Juan Pablo II…dijo: "La idea de que la Santa Sede ayudo a criminales nazis, perseguidores de los judíos, a huir de Europa…es históricamente falsa".

Un artículo posterior declara:

Casi dos años después que el presidente Carlos Saúl Mennem anunció que abriría los "archivos nazis" de Argentina, investigadores en ésta dicen que…probablemente han recopilado uno de los archivos más detallados que existen que documentan los movimientos de nazis después de la guerra…

Por ejemplo, los documentos muestran que Ante Pavelic…entró en la Argentina después de la guerra con ocho ayudas croatas…pero lo que no se había sabido previamente era la entrada de asociados de Pavelic acusados de crímenes de guerra, incluyendo…(se da una lista de nombres).

Semejantes explosiones periódicas de indignación farisaica sólo dejar ver la flagrante indiferencia del Vaticano por la verdad. Los hechos, escondidos por décadas en bóvedas secretas, ya no pueden negarse. Algunos de los registros que Aarons y Loftus descubrieron, que establecen sin duda alguna la participación activa del Vaticano, originalmente fueron adquiridos por "un osado robo perpetrado en la oficina de Draganovic que obtuvo fotografías de muchos de los registros secretos más importantes de Draganovic". Dichos registros proveen prueba concluyente de que Girolamo era "el centro de las operaciones de contrabando del Vaticano"

Las fotocopias de los documentos de dicho robo también confirman que Ante Pavelic en persona "estaba viviendo dentro del Vaticano junto con otros criminales de guerra buscados". En esos días el ex Fuehrer croata estaba disfrazado de sacerdote católico. Mientras estaba escondido en el Vaticano, Pavelic se hizo muy amigo del monseñor Giovanni Battista Montini, el subsecretario de estado del Vaticano. Montini fue elegido papa Pablo VI en 1963 durante el Segundo Concilio Vaticano de Juan XXIII. Como ya se ha mencionado, Pablo VI tomaría el control e impondría su voluntad en el Segundo Concilio Vaticano de manera muy parecida a la que Pío IX había hecho con el Premier Concilio Vaticano en 1870.

El patrocinio del Vaticano de las rutas clandestinas también se estableció en todo detalle mediante la constante vigilancia de los equipos de inteligencia aliados. Considérese el breve extracto siguiente de un informe por el agente Robert Mudd del Counter Intelligence Corps (CIC):

Estos croatas, criminales de guerra, viajan de ida y de vuelta desde el Vaticano varias veces a la semana en un automóvil con un chofer cuya placa de matricula lleva las dos iniciales CD, "CORPS Diplomatic". Sale del Vaticano y descarga sus pasajeros dentro del Monasterio de San Jerónimo, en San Girolamo. Es imposible determinar el auto porque goza de inmunidad diplomática.

El patrocinio de Draganivic de estos traidores croatas efectivamente lo vinculan con los planes del Vaticano de proteger a estos nacionalistas ex Ustashi hasta el momento en que puede conseguirles los documentos adecuados para permitirles viajar a Sudamérica.

El servicio del Inteligencia occidental fue espectacularmente inadecuado en su oposición a "las muy bien organizadas y exitosas rutas clandestinas dirigidas por el padre Krunoslav Draganovic y un conjunto de clérigos croatas. Uno de los pocos momentos de triunfo vino cuando "los británicos prepararon una emboscada en el mismo San Girolano, donde arrestaron a un centenar de hombres cuando salían de una reunión. Una de las razones por la falta de éxito era el hecho de que tanto "Washington como Londres habían concertado hacer arreglos con la Santa Sede para ayudar a que muchos colaboradores nazis emigraron a través del sistema de contrabando de Draganovic.

La participación norteamericana y británica

Los frustrados agentes norteamericanos y británicos que estaban procurando capturar a los elusivos criminales de guerra no sabían que ciertos elementos dentro de sus propias agencias le advertían secretamente a Draganovic. Por consiguiente, el "buen padre" continuaba arrebatando a sus compañeros ustashi de los campamentos de refugiados momentos antes de que los arrestaran. Por ejemplo, este fue el caso de Ljubo Milos, un oficial principal en el campo de concentración de Jasenovac donde mataron a unas 300.000 personas. Milos había gozado de la "matanza ritual de judíos", cortando gargantas, astillando costillas y rasgando vientres con un cuchillo especial, o haciendo que los arrojaran a la caldera de la fabrica de ladrillos, o simplemente haciendo que los mataran a garrotazos. Cuando le advirtieron secretamente de que estaban por arrestar a Milos, Draganovic lo arrebato de debajo de las narices de sus presuntos capturadotes y rápidamente lo escondió en un lugar seguro.

Otro sacerdote católico miembro de los Ustashi y criminal de guerra que trabajaba secretamente en las rutas clandestinas era el padre Draggutin Lamber. Como asesino en masa, hasta había establecido y dirigido un campo de concentración para serbios y judíos, a quienes les declaró que había que exterminarlos porque eran perjudiciales al Estado Ustasha. Ahora trabajaba diligentemente para ayudar a que sus compañeros criminales de guerra Ustashi pudieran eludir el servicio de inteligencia soviético y aliado y abrirse camino a la libertad, donde el movimiento ustashi pudiera comenzar de nuevo. La OSS hasta coopero en el esfuerzo porque esperaba que estos patriotas croatas se volverían un enemigo formidable contra el comunista Tito, que ahora era presidente de Yugoslavia.

En realidad, el CIC estaba trabajando contra sí mismo. Mientras una sección, bajo órdenes de Washington, procuraba arrestar a criminales de guerra, otra estaba bajo órdenes secretas de Washington de albergar y usar criminales de guerra nazis para sus propios fines. Por ejemplo, considérese al infame Klaus Babie, jefe de la Gestapo en Lyons, Francia. La 66º sede central del CIC de los Estados Unidos en Stuttgart, Alemania, dio albergue a Barbie y su familia durante más de cinco años mientras lo usaba como delatador, luego les ayudo a escapar. A pesar de que muchos de los expedientes de Barbie se habían sacado de los archivos del Departamento de Estado, "parece que la oficina del Alto Comisionado había suministrado a Barbie documentos de la Junta de Control Aliado, y lo había enviado por las rutas clandestinas del Vaticano.

Aarons y Loftus continuaban diciendo que:

Draganovit rápidamente lo embarcó a barbie y su familia a Sudamérica con el nombre de Klaus Altman. En Bolivia, Barbie fue recibido por el representante local de Draganovic, el padre Rocque Romac, otro sacerdote fascista croata y criminal de guerra buscado, cuya identidad real era padre Stjepan Osvaldo-toth.

Un examen minucioso de los malamente copiados documentos de Barbie revela que el Departamento de Estado coordinaba su pasaje por la ruta clandestina. Efectivamente, casi todos los primeros pasajeros en las rutas clandestinas norteamericanas fueron manejados por la Oficina de Coordinación de Política a través de su nombre de contacto en Roma.

En realidad, muchos de los papeles de salida falsos de Draganovic fueron arreglados mediante Roberty Bishop, un ex agente norteamericano de la OSS que entonces estaba encargado de la oficina de elegibilidad de la Organización de Refugiados Internacionales (IRO) en Roma según los registros del CIC.

Por lo tanto, las infames rutas clandestinas del Vaticano fueron usadas en alianzas impías con las agencias de inteligencia del Occidente, hasta cierto punto. Al mismo tiempo que el servicio de Inteligencia de los aliados estaba ayudando a Draganovic para que sacara de contrabando a ciertos criminales de guerra, tras las espaldas de ellos estaba ayudando a rescatar a muchos miles más. Documentos secretos se han dado a conocer recientemente revelan que había una red casi increíble de intriga y maldad que finalmente implicó a los jefes de la CIA como Allen Dulles y William Casey, así como también a presidentes de los Estados Unidos, y coloco el fundamento para escándalos posteriores como Watergate y el asunto Irán-Contra.

Criminales de guerra infames que deberían haber sido juzgaos en Nuremberg fueron hasta traídos al Pentágono como asesores especiales en la preparación para lo que parecía una guerra inevitable con la Unión Soviética. Irónicamente, la política abrió la puerta a agentes soviéticos quienes infiltraron todo el sistema de rutas clandestinas y las agencias relacionadas con el servicio de inteligencia Occidental.

El vaticano no solo rescató de las justicia decenas de miles de criminales de guerra, sino que los estableció para que continuaran de nuevo su terrorismo después de la guerra. Esto era el Intermarium otra vez, un nuevo comienzo para edificar una Europa Católica en oposición al comunismo soviético. Por ejemplo, Draganovic albergó dentro del monasterio de San Girolamoa Vilko Pecnikar, "organizador de grupos terroristas de Pavelic antes de la guerra y un general entre los guardaespaldas personales de Pavelic", quien también comandaba "la brutal Gendarmería, que trabajaba en estrecha colaboración con la Gestapo". Tanto Gran Bretaña como Estados Unidos habían acordado entregarlo al gobierno yugoslavo de Tito para su procesamiento como un importante criminal de guerra. Pero Draganovic rescató a Pecnikar y le dio acceso a "el tesoro que él había acumulado para su ruta clandestina" a ser usado "en reorganizar el movimiento Ustasha en el extranjero.

La muerte de Ante Pavelic

A su debido tiempo, cuando le había dado al Vaticano y al servicio de inteligencia occidental toda la información que poseía, Pavelic fue pasado a la protección de las rutas clandestinas con la identidad cambiada a Pablo Aranyos. Los papeles de identidad de los Aranyos fueron provistos por todavía otro sacerdote católico croata, el padre Josip Buzanovic, que era personalmente buscado como criminal de guerra, y que más tarde huyó a Australia.

En Argentina, a Pavelic le dio la bienvenida el dictador Juan Perón, quien él mismo era un Administrador Gran Cruz de Honor y Devoción de la orden secreta católica romana: los Caballeros de Malta. Todavía se exige por ley que el mandatario de Argentina sea un católico romano. A Pavelic le aseguraron de que Perón ya habia aprobado la continuación del movimiento Ustasha desde la Argentina como su nueva base. Dicho arreglo había sido negociado por el representante del Vaticano, Daniel Crujen, otro sacerdote que también había desempeñado un papel clave en la matanza de los serbios.

Esperándolo a Pavelic en Buenos Aires estaba una hueste de sus ex ministros, policías y oficiales militares, la mayoría de ellos criminales de guerra buscados. Virtualmente todo el liderazgo de la Ustasha había escapado intacto y había precedido sin riesgo a su poglavnik por las rutas clandestinas en su huida de la justicia. Su viejo amigo Stejpan Hefer también unido al Fuehrer ustashi en ésa para dar al movimiento un nuevo comienzo en nuevas ubicaciones alrededor del mundo.

Los miembros exiliados de la ustasha se las arreglaron para describirse a sí mismos como victimas del terrorismo comunista que había huido de la persecución ocasionada por el hecho de que eran patriotas croatas que se oponían al régimen comunista de Tito. Habiendo experimentado personalmente la maldad del comunismo, decían, ahora querían advertir al mundo respecto a dicho régimen y estaban dedicados a pelear contra dicho monstruo y finalmente liberar a los oprimidos. Por lo tanto, afirmaban merecer el respaldo de la gente que amaba la libertad. Se establecieron grupos de frentes anticomunistas, como el Movimiento Croata de Liberación (MCL), fundado por Ante Pavelic, con cuarteles generales en Buenos Aires. Stejpan Hefer fue nombrado del concejo supremo.

Pero entre los asesinos no hay honor, y no pasó mucho tiempo hasta que croatas rivales intentaban asesinar a Pavelic, y el poglavnik se fue a esconder en España. Vivió una vida callada y de recluso en Madrid hasta su muerte de causas naturales en diciembre de 1959. Ese día, el papa Juan XXIII pronuncio su bendición personal sobre ese asesino en masa increíblemente malvado y sadista.

Pavelic fue enterrado en una tumba secreta en las afueras de Madrid. "A la muerte de Pavelic, el liderazgo del Movimiento Croata de Liberación pasó a Stepjan Hefer". El arzobispo Saric murió un año después, en 1960, también en España.

Las negaciones despreciables

Al rastrear la historia del Vaticano y de los papas, hemos descubierto una característica consecuente de supresión de los derechos humanos más elementales, característica que ha incluido la tortura y el asesinato en gran escala. Semejante comportamiento, apoyado por los pronunciamientos infalibles y dogmas inmutables, no se ha confinado a la Edad Media sino que continua hasta el presente según lo permitan las circunstancias. La operación de las rutas clandestinas, que solo hemos podido resumir brevemente, provee prueba adicional de que Roma no ha cambiado.

También hemos visto una norma consecuente de negación de los hechos que revela una asombrosa indiferencia por la verdad. El registro histórico irrefutable no nos da una base para confiar en las promesas de paz y buena voluntad hacia los judíos o los evangélicos, que actualmente se están oyendo desde Roma. Los artículos publicados recientemente en los diarios revelan que todavía hay clérigos católicos que apoyarían el Holocausto harían funcionar las rutas clandestinas ahora mismo:

Uno de los colaboradores nazis mas notorios de Francia fue arrestado el miércoles 24 de mayo de 1989 en un priorato católico en Roma y acusado de crimines contra la humanidad, después de pasar mas de cuatro décadas escondido.

El fugitivo de 74 años de edad, Paul Touvier, era el jefe del servicio de inteligencia para una milicia pro-nazi en Lyons.

Su protección durante el comienzo del periodo posterior a la guerra por miembros mayoritarios de la jerarquía católica romanase ha documentado extensamente.

La jerarquía de la Iglesia Católica Romana en Francia apoyaba el gobierno pro-nazi de Vichy France. A pesar de ciertos actos aislados de valor y heroísmo por católicos, gran parte de la jerarquía de la Iglesia colaboró de todo corazón. Durante décadas los cardenales monjes y monjas franceses ayudaron a Paul Touvier a eludir la justicia.

El 5 de mayo de 1994, el programa de televisión Prime Time Live con sam Donaldson, presentó un documental titulado The Last Refuge (El último refugio). El programa, filmado en Argentina así como Roma, ofrecía algo de la misma información que acabamos de presentar anteriormente. La entrada a la Argentina de criminales de guerra nazis que vinieron por las rutas clandestinas del Vaticano, fue documentado de los archivos recientemente dados a conocer en Buenos Aires: por ejemplo, la entrada registrada de Joseph Mengele (conocido como "el ángel de la muerte" de Auschwitz). Se sabia que el gobierno argentino, que era tanto pro-católico como pro-nazi, conocía el paradero y la verdadera identidad de Mengele, y lo protegió a pesar de las demandas para su extradición. Mengele murió de causas naturales en el Brasil en 1979.

La parte mas fascinante de la película era los documentos en las calles de Sam Donaldson con los sobrevivientes ancianos criminales de guerra nazis entrevistados por primera vez frente a la cámara. Empezaban negando todo pero luego admitían de mala gana la identidad personal cuando Donaldson les mostraba copias de documentos y fotografías de individuos en uniformes de que eran miembros de la SS. También tuvieron que reconocer que habían estado involucrados en atrocidades pero con la excusa de que "Yo sólo estaba obedeciendo órdenes". Un ex nazi reconoció de que había tenido uno oficina en el Vaticano.

También entrevistaron a ex agentes del servicio de inteligencia militar quienes confirmaron que el Vaticano estaba a cargo de las rutas clandestinas. Donaldson luego fue a Roma para entrevistar al padre Robert Graham, un historiador eclesial que es una autoridad en el periodo inmediato a la posguerra conforme se reflejaba en los archivos del Vaticano. En vista de la abrumadora evidencia sólida que ahora tenemos de que el Vaticano dirigía las rutas clandestinas, era tanto cómico como enloquecedor oír las lastimeras negaciones del padre Graham de que el Vaticano había tenido alguna participación en absoluto. Sin embargo, reconoció que el Vaticano facilitó el pasaje, a través de Italia y hacia Sudamérica, de miles de los que él insistía en que eran "simples refugiados", junto con quizás uno o dos" criminales de guerra que se escabulleron sin que los reconocieran.

¿"Uno o dos"?, exclamo Donaldson sorprendido. "¡Hubo miles!".

"¡Oh, por favor! ¡Por favor!, replico Graham con aire de superioridad. "¡No sea ridículo! ¿Miles? ¡Eso es absurdo!".

Cuando Donaldson persistió, presentando mas evidencia, Graham, que ahora estaba visiblemente perturbado, respondió: "¡Por favor! ¿Son todos ustedes tan simples y cándidos como para creer esas cosas? ¡Por favor! Sean más inteligentes que eso. Den al papa un poco de crédito…".

Pero la evidencia era inexpugnable, y las negaciones del Vaticano sólo sirven para demostrar una vez más su desprecio por la verdad. A tiempo que muchos individuos católicos mostraron compasión y preocupación, y hasta arriesgaron sus vidas para rescatar a judíos, la Iglesia como entidad no lo hizo. Francamente, es apropiado que Aarons y Loftus concluyeran su obra con esta denuncia conmovedora contra la Iglesia Católica Romana a sus más altos niveles:

En vez de contrabandear judíos desamparados a la Argentina, las rutas clandestinas pasaron de contrabando a Eichmann, Pavelic y Stangl, entre muchos otros. En vez de denunciar al obispo Hudal, el Vaticano lo reemplazó con un operativo menos conspicuo pero mucho más eficiente y eficaz en la persona del padre Draganovic. En vez de justicia internacional, estaba el Intermarium y un montón de frentes de emigrados nazis…

Lo que el Vaticano hizo después de la segunda guerra mundial es un crimen. La evidencia es inequívoca: la Santa Sede ayudó a huir a fugitivos de la justicia internacional. Las rutas clandestinas se crearon con la intención de ayudar a criminales de guerra buscados a escapar de la justicia…

Hallamos que la ignorancia no es una defensa adecuada: Pío XII estaba perfectamente enterado de los crímenes de Ante Pavelic. Tampoco era éste el único caso. Las rutas clandestinas funcionaban con temeraria indiferencia hacia los crímenes que los fugitivos habían cometido contra la humanidad. Si el papa quería saber los verdaderos nombres de ellos, solo tenia que preguntarle al padre Draganovic. El robo que se perpetró en la oficina de éste, reveló que él guardaba listas de las identidades verdaderas y falsas de los fugitivos.

Los mensajes diplomáticos del papa revelan una norma de protección e intercesión a favor de criminales de guerra…el Vaticano sabía que estaban albergando a nazis.

No hallamos defensa en la conducta desautorizada: las rutas clandestinas era una extensión oficial de la diplomacia secreta del Vaticano…Había un acuerdo virtualmente unánime entre los testigos que sobrevivieron de que Draganovic actuaba con la más alta sanción oficial…Los archivos del servicio de inteligencia de varias naciones confirman que los lideres superiores del Vaticano autorizaron y dirigieron el contrabando de criminales de guerra fugitivos.

No obstante, no importa cuán abundante y convincente sea la evidencia, Roma persiste en negar su culpabilidad. La autoridad, infalible e indiscutible del pontífice romano debe mantenerse a toda costa.

 

 

Autor:

Julio Basualdo

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