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Reflexiones para el Desarrollo de la Conciencia: El Arte del Equilibrio Personal (página 2)

Enviado por Gabriel Rubio Badillo


Partes: 1, 2

La importancia del AmorInterpretación Consciente del Cristianismo y su Mensaje

¿A que vino Jesús a la Tierra? El mismo lo dijo muchas veces. Sin embargo, la mentira más difundida y creída por los propios y autonombrados "cristianos" es que vino a sacrificarse para lavar los pecados de la humanidad para que Dios pudiese perdonarnos y salvarnos de una condena segura".

Esa teoría estúpida y contradictoria exhibe a Dios como un Padre injusto y tirano, capaz de sacrificar en atroces dolores a uno de sus hijos para que pague por actos que cometieron los demás.

¿Cómo pueden entonces decir al mismo tiempo que ese Dios es un Dios de amor? Esta absurda e incongruente postura, sin embargo, sostiene la fe ciega de millones de seres que dicen adorar a Dios; un Dios que no conocen ni entienden.

Un Dios humanizado al que se considera que puede actuar bajo la misma injusticia con que actuamos nosotros. Otras muchas personas y teorías, sostiene una visión más sensata respecto al propósito de la vida de Jesús, basándose en lo dicho por él mismo según los textos: "Yo he venido al mundo a traerles un mensaje, a revelarles la verdad de que todos los hombres son hijos de Dios" Difundió también que la voluntad de ese Dios era el amor entre todos los hombres, el amor al prójimo como a sí mismos, y a ello se refirió como el más grande de los mandamientos.

Es un mensaje de amor, de trabajo activo por el amor, del dar, del compartir, del cuidar del bienestar de los demás como del nuestro propio. Sin embargo, a la gente le resulta mucho más cómoda la interpretación pasiva de pensar que vino a "salvarnos" y a "lavar nuestros pecados". Es más fácil que alguien nos rescate que hacernos cargo de nosotros mismos y trabajar en actuar con conciencia.

Todas las grandes culturas de la humanidad, a través de los místicos, de los grandes pensadores, han coincidido en entender la Razón de Ser o El Sentido de la Vida, en un proceso de reencuentro con el Creador. La gente, acostumbrada a mirar las cosas por encima, ha interpretado esto como un evento que viene después de la muerte o dentro de miles de años.

Pero el proceso de reencuentro es aquí y ahora. La tarea mas digna para el Ser humano comienza cuando trata de volverse consciente de su inalterable unión con la Energía Suprema y la descubre dentro de sí mismo. De ahí en adelante, sólo resta permitir que esa conciencia fluya al exterior y dirija los pasos. El amor cobra entonces su verdadero sentido. Dios ya no es más un ser lejano y poderoso, sino la fuerza misma que me sostiene con vida y que habita aquí dentro. Atreverse a encontrarlo precisa el valor de abrazar la soledad y darse cuenta de que esta no existe.

El miedo real no es estar sólos, sino estar con nosotros mismos, simplemente porque no nos conocemos, porque no hemos aprendido a estar en contacto ni siquiera con los propios pensamientos. Pero al darme permiso de estar conmigo, al aceptarme como soy justo ahora, al darme la oportunidad de comenzar a amar a mi verdadero Ser, entonces es cuando realmente puedo comenzar a amar a los demás.

Nadie puede dar lo que no tiene. El despertar a la conciencia del sentido real del amor, nos deja comprender la inmensidad del universo creado, la enorme caminata a través de vidas y vidas para retornar a la Fuente Creadora. Lo más sorprendente de todo esto, es que la acción decisiva, el momento preciso del reencuentro, sólo requiere del silencio, de dejar caer las ilusiones y las fantasías: el amor y la felicidad no están allá afuera.

El amor es la única moneda válida en la escala de la evolución y surge cuando descubrimos que no tenemos nada que perder, ni siquiera el tiempo. Por lo tanto, no hay nada que perseguir; la vida no es una carrera loca, es un flujo suave y armonioso. Dios no tiene prisa, decía Jesús. Tarde o temprano, no importa cuanto tiempo dejemos pasar, estamos "condenados" a ser felices. El reencuentro con el Padre es inevitable, así que lo único que podemos decidir realmente, es cuanto tiempo más queremos pasar en el dolor y en la inconciencia de las ilusiones, en el sueño.

La tarea del Reencuentro es el objetivo con el que la Fuente de Vida ha creado a millones y millones de Conciencias o Seres Evolucionarios. Y la herramienta de trabajo es la humildad, la sencillez, el retorno a la inocencia. No se requiere nada más. A Jesús le preguntaban: "¿hasta cuando veremos a ese Dios del que hablas?" El solía responder: "Cuando os volváis como niños, cuando seáis capaces de dejar caer vuestras vestiduras en el suelo y patearlas, cuando podáis quedaros desnudos sin sentir pudor, entonces, sólo hasta entonces veréis a Dios".

En ese simbólico y monumental mensaje, se describe un fenómeno impactante: no necesitamos conseguir algo; necesitamos soltar, dejar ir, liberar, dejar ser. Después de eso surge la conciencia, surge el amor, surge Dios. La humildad de permitir la Voluntad del Padre no es una postura pasiva ni conformista. Es la comprensión de que la única motivación detrás de sus acciones es el amor y entonces soltar el miedo y la angustia. Vivir sin temores ni angustias es la principal necesidad de quien busca ayuda en la psicoterapia o en la espiritualidad o en cualquier camino de crecimiento.

La posibilidad de vivir confiados en la magnificencia del Padre, es también descrita por Jesús en el famoso pasaje de la providencia, que por supuesto, no es una invitación a no trabajar, sino a vivir en la frecuencia de la abundancia que es un derecho intrínseco de cada ser humano. A entender a esta como producto del amor y la naturaleza del Creador y del valor intrínseco e inalterable que cada uno de nosotros posee al ser parte de su Creación. A centrar nuestra atención en el crecimiento y el despertar espiritual y vivir confiados en la provisión del Padre.

"Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?

Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?

Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?

Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan.

Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al fuego, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?

No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?

Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso.

Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. Bástele a cada día su propio afán."

Bajo esta visión de Dios y del sentido de la vida, se fundamenta la razón de haber sido creados, concibiendo a Dios como la Fuente de Vida, la Conciencia Suprema, la Energía Absoluta que sostiene a los universos, desde la más simple brizna de vida, hasta los complejos y gigantescos sistemas estelares.

Es posible entender que cada ser humano animado por la chispa de vida derivada de la Conciencia Suprema, tiene como objetivo el acrecentamiento de la Conciencia Personal de su unión con el Absoluto. Desde el dolor más grande, desde el miedo más profundo hasta la más excelsa manifestación del amor, es como crece y se perfecciona la Conciencia Individual. Se vislumbra entonces que las experiencias a través de millones de vidas, llevan la finalidad de hacer crecer la Conciencia de Ser en cada uno de los seres vivientes, como una forma de retroalimentación de Dios: sembrando Vida para que esta produzca Conciencia.

Entonces el dolor, la injusticia, la angustia, cobran sentido y pueden dejar de percibirse como un "castigo divino" o como una "prueba" dictada por Dios, como erróneamente lo interpretan la mayoría de los seres humanos.

No es difícil entender el dolor porque no alcanzamos a ver la magnitud de nuestro Ser real. Si pudiésemos ser capaces de darnos cuenta de nuestra grandeza, de nuestra esencia, podríamos entender que el tiempo es un concepto relativo al igual que el dolor. Que aquel sufrimiento que nos parece injusto y desproporcionado, resulta insignificante cuando se le compara con el verdadero poder del Espíritu. Existen formas del dolor que son imposibles de evitar en forma individual;  como los desastres naturales, las enfermedades, la pobreza extrema. Ante ese dolor algunos se levantan indignados y preguntan ¿Dónde está Dios? O "Si Dios existe, ¿porqué permite la injusticia?"

El sentido de injusticia es una condición aparente, una percepción errónea cuando se piensa que sólo poseemos una oportunidad de vida, y que simplemente a unos les toco sufrir y a otros buena suerte. Tal concepción implica que no se conoce la naturaleza de Dios. ¿Cómo podría ser justo si hiciera esa clase de reparticiones de fortuna o de desdicha en una sola vida?

El espíritu humano necesita de múltiples experiencias para poder asimilar la grandeza y el significado de todo lo creado y permitir que la conciencia se autodescubra. Resulta absurdo creer, por ejemplo, que un niño que nace en las regiones devastadas por la miseria en Africa, que crece y que muere consumido por el dolor, tiene esa vida y esa experiencia como la única oportunidad y que su destino era venir a sufrir. ¿Cómo podemos creer tal cosa? ¿Cómo podría un Dios como fuente del Amor absoluto, haber dotado de solamente una oportunidad y de tal clase a una persona?

El universo y todas sus maravillas son demasiado grandes para vivirse en una sola experiencia, por eso la evolución se lleva millones de vidas de crecimiento para cada ser.

Como fuente de aprendizaje el dolor tiene entonces justificación y sentido; una vida de dolor como la del ejemplo, es apenas un parpadeo para el tiempo real y para la grandeza del Espíritu, que por nuestra inconciencia no alcanzamos a comprender.

Los sabios egipcios decían que "Lo finito no puede comprender a lo infinito". Por eso, pretender comprender y explicar a Dios con palabras es algo muy limitado. Es más valiosa la experiencia de la búsqueda personal hacia el interior. El dolor es muchas veces una vía para despertar. Y existen personas que lo eligen, consciente o inconscientemente como la única vía para entrar en razón, y en ese aspecto radica nuestro libre albedrío: ¿qué tanto tiempo queremos invertir en despertar la conciencia y salir de los sueños y las ilusiones? ¿Cuánto tiempo queremos invertir para aceptar que el amor es la única moneda válida en el universo?

"¿Porqué me llamáis Santo…? Santo es mi Padre… ¡Santos seréis vosotros el día en que améis!"

Bibliografía sugerida para consulta:

Caballo de Troya (Serie 1 al 7) J. J. Benítez, Editorial Planeta. /  El Testamento de San Juan, J. J. Benítez, Editorial Planeta. / Evangelio de Mateo, Nuevo Testamento  El Libro de Urantia: Fundación URANTIA

 

Autor:

Lic. Gabriel Rubio Badillo.

Lic. en Psicología – Director de la Asociación de Psicología Humanista Integrativa

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