Meras Intersecciones: Una Exploración del Existencialismo en El Túnel (página 2)
Enviado por José C. Font
La conclusión es una decididamente pesimista, pues la soledad ontológica es inevitable así como la comunicación directa entre entes es imposible. Sartre afirma: "la solidaridad es de condenados, donde cada uno es extraño a cada uno de los demás como a sí mismo." (ctd. en Mcquarrie) Castel no puede conciliar su mente con esta idea por lo que termina asesinando a María.
Si aplicamos el existencialismo a la relación de Castel y María vemos que él pretende salir de su estado de soledad por medio de María con quien intenta establecer una comunión absoluta. Este amor va más allá de lo convencional, Juan Pablo desea poseer no solo el cuerpo de ella sino también la libertad de ella como se mencionó anteriormente. En su afán de poseer su existencia, él la somete a enormes y crueles interrogatorios, suponiendo engaños hipotéticos, cuestionando cada mirada, cada silencio, cada salida y hasta sus antiguos amores. (ctd. en Coddou)
La finalidad de Castel es que alguien asuma una postura análoga a la dél; para él esto sería una revelación trascendental pues significaría que los planos existenciales de cada ser se pueden asimilar y no simplemente intersecar en varios puntos. Esto conllevaría la salida del solipsismo y la distribución equitativa de la responsabilidad existencial de ambos, puesto que ya uno no estaría enfrentándose al mundo arbitrario solo y ambos tomarían las mismas decisiones guiados por los mismos valores así eliminando la angustia existencial. Sin embargo, esto no fue posible. Siempre habría fragmentos de la vida de María que permanecerían fuera del alcance de Castel, como mostrarían las circunstancias.
María estaba casada con un hombre ciego llamado Allende y regularmente visitaba a su primo Hunter con quien mantenía relaciones incestuosas. En un sentido María estaba en la misma situación que Castel; reconocía su soledad y la posibilidad de salir de esta uniéndose a Juan Pablo: "sentí que eras como yo y que también buscabas ciegamente a alguien, una especie de interlocutor mudo." (Sábato, 117) Aunque no sea tan obvio pues la narración se adhiere a la perspectiva de Juan Pablo, ella también ejerce su poder sartreano de sujeto (el que aprehende la libertad del otro-sujeto) cada vez que invita a Juan a la estancia o el apartamento y lo hace tolerar tertulias insoportables con Hunter o Allende. En fin ambos fueron incapaces de resignarse a sus propias existencias para integrarse a la del otro. El frágil puente levadizo que en un tiempo los unió se elevó para siempre sobre un abismo cada vez más explayado.
Mientras que María pudo aceptar los términos de este fracaso y la inutilidad de persistir y rechaza un último encuentro con Juan Pablo, –"Lo único que lograremos –agregó con voz muy débil – es lastimarnos cruelmente una vez más."(Sábato, 136)—Castel no puede rendirse a su inevitable soledad y no tiene las energías para enfrentarse desnudo a la arbitrariedad del mundo con su concepto interpretativo destruido. La necesaria conclusión de todo es entonces que lo único que existe son las intersecciones de nuestros túneles con el ancho mundo. El resto es inaccesible; siempre vio a María a través de una ventanilla en su túnel.
Castel responde a esto con una crisis existencial que lo ciega y sólo le permite ver y sentir su propia soledad y doloroso desgarramiento espiritual; él no comprende como esta mujer que lo amó, puede ahora dejarlo a la merced de sus razonamientos e imaginaciones infernales que son como gusanos hambrientos que devoran cada una de sus vísceras. (Sábato, 154) La acusa de ser una inmunda bestia y con su amor, convertido en el odio más puro, resuelve matarla. Justo antes de ejecutar su crimen, cuchillo en mano, él ve a María y a Hunter juntos en el aposento; se materializan todas sus especulaciones y exclama: "¡Dios mío no tengo fuerzas para decir qué sensación de infinita soledad vació mi alma! Sentí como si el último barco que podía rescatarme de mi isla desierta pasara a lo lejos sin advertir mis señales de desamparo. Mi cuerpo se derrumbó lentamente, como si hubiera llegado la hora de la vejez."(Sábato, 154) Cuando va a matarla simplemente le dice llorando: "Tengo que matarte, María. Me has dejado solo."(Sábato, 156) Y le clavó el cuchillo en el pecho y en el vientre. Así se empañaron las últimas ventanas en el túnel de Juan Pablo Castel.
Hay varios temas secundarios que se observan como función del existencialismo que impregna cada aspecto de la novela. Entre estos conceptos sobresale la libertad existencialista. Esta libertad se refiere al libre albedrío que tiene el humano para formular sus valores y actuar de acuerdo a estos. Consecuentemente uno es responsable no sólo por las acciones sino también por sus valores ya que estos determinan la acción. Juan Pablo Castel temía asumir sus responsabilidades existenciales solo, lo que le provoca angustia.
La angustia existencialista surge como producto la nuestra libertad y responsabilidad. A diferencia del miedo la angustia no tiene objeto. Castel pronuncia el ejemplo arquetípico mientras comparte un momento íntimo con María: "Nunca más, nunca más, pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo, conmigo."(Sábato, 117) Tal situación conlleva una sensación de que nada "me está reprimiendo". La angustia se produce al experimentar esta libertad y al realizar que uno será responsable por lo que acontezca; no hay nada más que se pueda culpar.
A través de la obra, Juan Pablo Castel frecuentemente manifiesta su desdeño por los estilos de vida superficiales, una actitud propiamente existencialista. La autenticidad consiste en que el ser humano viva de acuerdo a la libertad propia y en no permitir que ninguna imagen estereotipada por la sociedad rija la identidad. En su búsqueda de un modo auténtico de existencia, Castel huye de toda especie de todo lo mundano y cotidiano ya que esto lo distraería y suplantaría sus preocupaciones existenciales. Es por esto que Juan Pablo detesta toda especie de grupo, secta o cofradía. Sin embargo, el protagonista ocasionalmente sucumbe a la tentación de lo cotidiano debido a la increíble tensión que le produce la angustia existencial. El abandona el plano elevado al cual esta acostumbrado para ampararse en los aspectos bajos de la existencia como el alcohol y las prostitutas.
En el ámbito del existencialismo la desesperación[3]no es simplemente la pérdida de esperanza. Específicamente es la crisis que se asocia con el colapso de uno o más de los pilares que sostienen la identidad, como le ocurre a Juan Pablo cuando ve a María junto con Hunter en la recámara antes de matarla. Cuando uno ha invertido casi su existencia entera como Juan hizo en María, uno naturalmente se corre el riesgo de que si las circunstancias cambian, uno caiga en el estado de desesperación. El problema con la desesperación es el suicidio, algo que Castel llegó a contemplar. De acuerdo a Albert Camus, acabar con la existencia propia constituye el único problema serio filosófico. El recomienda que se persevere a pesar de toda desesperación. Una de las preocupaciones principales de los filósofos existencialistas es evitar que el significado en la vida de la gente llegue a peligrar. Quizás a Castel le hubiese servido bien la psicoterapia existencialista.
Si el mundo carece de significado racional más allá del que le pueda atribuir el individuo, entonces el mundo es absurdo. Esto es lo que presupone la noción de lo absurdo. Es por esto que a pesar de la esencia que se asuma en la vida uno esta sujeto al azar de lo absurdo y en cualquier momento, cualquier persona puede ser afligida por una calamidad. Esto es afirmado por Castel: "A veces creo que nada tiene sentido. En un planeta minúsculo que corre hacia la nada desde millones de años, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil."(Sábato, 44)
¿Cómo enfrentarse a lo absurdo? Kierkegaard propone que los humanos emplean la razón como un mecanismo para contrarrestar su angustia existencial. Si uno logra proyectarle un aparente orden a lo absurdo, no tiene por que sentir angustia al ejercer su libertad. Esto es lo que hace Castel cuando evalúa cada situación minuciosamente, contemplando cada posibilidad. El trata de encajar el mundo a su lógica, mas él mismo reconoce la inutilidad de esta práctica: "Sería un azar demasiado portentoso que la realidad coincidiera luego con una llave tan complicada, preparada de antemano ignorando la forma de la cerradura." (Sábato, 25) La respuesta no es la razón pues es imposible imponerle estructura a un mundo fenomenológico.
Ernesto Sábato es un autor sumamente meticuloso en su redacción; escoge cada palabra una por una. El mismo cuidado que empleó en la presentación de cada tema lo utilizó para diseñar la estructura de la narración.
Sábato prefiere la perspectiva del narrador-protagonista sobre el narrador-omnisciente, de modo que es el propio Juan Pablo Castel quien relata su propia historia. Si el autor pretende que el lector penetre hasta las más profundas entrañas del personaje, conviene colocar al lector en la posición del protagonista. Esto muestra lo fiel que es el autor a la idea de soledad básica; para lograr la comprensión de un individuo hay que ser él esencialmente; esto es lo que Castel anhelaba con tanta vehemencia.
Es Juan Pablo Castel quien ocupa el primer plano de la narración; todo lo demás es relevado a un segundo plano pues la novela se enfoca en una sola existencia y el solipsismo supone que es el individuo quien le asigna significado a la realidad que lo rodea; por eso el lector esta limitado a esa existencia. La trama es entonces dictada por el ánimo de Castel, sus reacciones a la realidad hostil, sus apetencias metafísicas y el anhelo por superar su soledad.
Como todo esta "en función de Castel", el tiempo no fluye como en la novela convencional. El ser humano no tiene que marchar al compás del reloj; la doble temporalidad es posible. Esto crea un aparente "desorden en la cronología de los hechos narrados"(ctd. en Coddou). El tiempo humano es ajeno al objetivo. Castel manifiesta: "No se cuanto tiempo pasó en los relojes. pero de mi propio tiempo fue una cantidad inmensa.con vueltas atrás."(Sábato, 151).
Con el filtro del existencialismo se ha logrado darle sentido a El Túnel. Sería muy difícil haber comprendido las motivaciones de Juan Pablo Castel partiendo solamente de la psicología. El comportamiento de Juan Pablo habría parecido una grosera exageración y en un sentido lo es: situaciones como la crisis existencial descrita en la novela escasamente ocurren en la vida real; raramente los humanos se relacionan de forma tan rígida como María y Castel. Sin embargo, Ernesto Sábato vio como necesario llevar los personajes a circunstancias extremas para proporcionarle forma a la novela mientras la irgue con el "esqueleto" existencial. Y esto resulta en la plena manifestación del existencialismo en la novela ya sea en el contenido o en la forma como ya se ha demostrado. Sin embargo, el existencialismo, un movimiento principalmente pesimista, no hace una excepción para El Túnel en la determinación final referente a la idea principal: la soledad existencial es inevitable y la comunión absoluta, imposible pues sólo un puñado de túneles intersecan, mientras los demás corren paralelos.
Bibliografía
Coddou, Marcelo. "La estructura y la problemática existencial de El Túnel." Revista ATENEA 23 abril 1966: 4-12.
Sábato, Ernesto. El Túnel. Barcelona, España: Editorial Seix Barral, SA, 2004
Existential Therapy. 2004. The Private Practice of Dr. Louis Hoffman. 28 de marzo de 2009. http://www.existential-therapy.com/Index.htm
Britannica Biographies. Sábato, Ernesto: London, 2008
Macquarrie, John. Existentialism. New York. 1972: 14-15, 18–21.
Honderich, Ted. Oxford Companion to Philosophy. New York. 1995: page 259.
Autor:
José C. Font
Sra. Carrasquillo
Español 12-2
30 de marzo de 2009
[1] Se discutirá posteriormente en la página 6, 3er párrafo.
[2] Proviene del latín "solus ipse: solamente yo existo"; establece que sólo podemos estar seguros de la existencia de nuestra propia mente y de que la realidad circundante sea un producto de ella.
[3] Ejemplo dado anteriormente en el 3er párrafo de la página 5.
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