Resumen
A fines del siglo XIX las fuertes corrientes migratorias hacia el territorio de los Estados Unidos fue uno de los asuntos tratado por José Martí en sus crónicas para la prensa hispanoamericana, su pluma ágil y objetiva mostró las luces y las sombras de este proceso duro y por momento traumático, de acomodo de las diversas nacionalidades en este país. Los chinos fueron de los emigrantes más golpeados por la explotación, la marginación y la discriminación a la que fueron sometidos, Martí testigo de primera mano presenta un panorama amplio sobre este fenómeno humano, no solo en su lado oscuro, sino sus ribetes hermosos al ver a una cultura tratando de sobrevivir en un medio hostil y discriminatorio.
Desarrollo
Las múltiples referencias de José Martí sobre la milenaria cultura china están presentes en su abundante papelería y fundamentalmente en sus escritos para la prensa de la época. El país de China es un referente obligado en las culturas de Occidente, su arte refinado es sinónimo de exquisitez humana, su filosofía y modo de ver la vida, tenido como un ideal del espíritu, en tanto que su laboriosidad, historia y acervo cultural general admira a todos los que se acercan al gran pueblo asiático.
Desde su niñez habanera el pequeño Martí vivió en una ciudad con una activa colonia china que se hacía sentir por su laboriosidad, por eso no es difícil suponer su convivencia con esta étnia que ha marcado de manera tan importante la cultura cubana.
En la década del 60 del siglo XIX era ya evidente la presencia citadina del chino en la ciudad de La Habana, llegaban traídos por contratistas españoles y portugueses interesados en cubrir un mercado laboral esclavo deprimido por la prohibición de la trata de africanos y con una demanda creciente de mano de obra.
El emigrante chino llega para suplir esta carencia de brazos y en muchas labores comenzó a ser preferido por los empleadores por su laboriosidad y constancia. Formalmente no era esclavo, pero tenía un contrato de dependencia que a la larga lo hacía tan esclavo como el africano; engañados y despreciados, morían frecuentemente víctima de los maltratos y las enfermedades. Solitarios y discriminados comenzaron a agruparse en espacios urbanos donde podían reconstruir su cultura y conservar sus costumbres
El referente más antiguo que encontramos sobre el emigrante chino en su obra, está en su folleto. "El presido Político en Cuba", publicado en 1872 en España, pero contando sus vivencias en las cárceles de su colonizada patria. Allí ejemplificará el trato inhumano a los prisioneros con el relato sobre un preso de origen chino:
"Lo recuerdo, y lo recuerdo con horror. Cuando el cólera recogía su haz de víctimas allí, no se envió el cadáver de un desventurado chino al hospital, hasta que un paisano suyo no le picó una vena, y brotó una gota, una gota de sangre negra, coagulada. Entonces, sólo entonces, se declaró que el triste estaba enfermo. Entonces; y minutos después el triste moría" (1)
Cotidiano se le hace a José Martí este hombre laborioso que ha legado de tan lejos y que admirará más aún al saberlo protagonista de los testimonios de la Guerra Grande por la independencia de Cuba, que escuchará de los veteranos irreductibles en las veladas de Nueva York. De ellos sabrá sobre la fidelidad del chino mambí (soldado del ejército libertador cubano), su astucia, valentía y el respeto que fue ganando de jefes cubanos como Ignacio Agramonte y Máximo Gómez.
"(…)los chinos eran grandes patriotas; no hay caso de que un chino haya traicionado nunca: un chino, aunque lo cojan, no hay peligro: "no sabo", nadie lo saca de su "no sabo"."(2)
Era un modesto homenaje al humilde y laborioso emigrante chino llegado a Cuba, casi engañado, con el sueño de hacer fortuna y volver a casa con los suyos, pero que en su gran mayoría murieron en el empeño o quedaron entre nosotros formando parte de la nación cubana.
José Martí era un conocedor de la problemática del emigrante chino en Cuba, pudo leer el "Reglamento para la introducción de trabajadores chinos" de 1860 y su contenido le hizo escribir lacónicamente en sus cuadernos de apunte:
"¿Qué iba de él a la esclavitud?"(3)
Pero hay mucho de esta cultura milenaria en la obra de Martí, tanto en los elogios a su arte ingenioso y único, como a su sabiduría utilizada por él en diversos momentos de su vida. En sus cuadernos de apuntes leemos:
"-La razón es para los sabios, y la ley es para los que carecen de sabiduría.-Proverbios chinos.
"-Combate el mal como combatirías una enfermedad de tu cuerpo. —De los chinos"(4)
Pero también encontramos el uso de proverbios chinos en cartas a las hermanas María y Carmen Mantilla, a las que aconseja constantemente desde su ausencia necesaria:
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