CAPÍTULO I
LA EDUCACIÓN BOLIVARIANA
En estos momentos nuestro país, nuestra sociedad y nuestra educación están atravesando una serie de profundas transformaciones, en búsqueda de la formación del nuevo republicano y republicana, teniendo como objetivo principal lograr grandes cambios en nuestro colectivo para crear una sociedad que sea más humanista, realmente democrática, tome conciencia de su rol protagónico y participativo, con reconocimiento y aceptación de lo multiétnico, pluricultural, plurilingüe e intercultural que es nuestro país, todo esto enmarcado dentro de un Estado de derecho y de justicia; con equidad social, económica y política, basándonos en lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) en 1999.
El clamor de un pueblo, ante la perdida de los valores en la familia, la sociedad y en todos nuestro entorno, hizo surgir la necesidad de retomar la ideología de tres grandes hombres, la que ha servido como pilares fundamentales para el cambio de nuestra formación como hombres y mujeres solidarios, cooperativos, críticos, analíticos, a través de la educación como seres íntegros. Siendo necesario que la Educación Bolivariana sea un proceso político y socializador que se genere de las relaciones entre la escuela, la familia y la comunidad; donde la interculturalidad, la práctica del trabajo liberador y el contexto histórico-social formen parte esencial en la creación de ese ser Integro que busca el crecimiento de la sociedad desde adentro hacia fuera incentivando el desarrollo endógeno de nuestro país.
El "árbol de las tres raíces", es la fuente ideológica del cambio social que vive nuestro país. En la historia de la filosofía política venezolana existe un modelo teórico primigenio, al cual vamos a llamar en adelante "robinsoniano", por haber emergido del pensamiento y de la praxis de aquel compatriota que cambió su nombre original de Simón Rodríguez por el de Samuel Robinson. El modelo se fundamenta en un sistema de ideas que puede ser perfectamente enmarcado dentro de una profunda disyuntiva existencial, en la cual se deslinda claramente una dicotomía en movimiento arrollador: "inventamos o erramos", de allí surge el primer pilar de la Educación Bolivariana Aprender a Crear
Se debe aprender a dejar de copiar, a perder el miedo a innovar a ser originales, a liberar nuestro pensamiento de tantos tabúes, es hora, es tiempo de dejar de tener miedo de pensar, de crear conocimiento, nada está ya dicho, los paradigmas no están ya elaborados. En virtud de este pilar el maestro debe fomentar las relaciones armoniosas, darle al estudiante la seguridad de que sus pensamientos no serán vetados, ni juzgados, ni será objeto de burla, se debe fomentar el respeto entre los compañeros, para sentar así las bases del nuevo republicano y republicana creador, transformador, capaces de emprender nuevos conocimientos, técnicas y buscar soluciones innovadoras a problemas sociales, en pro del desarrollo endógeno.
Este pilar esta relacionado con el principio de aprender a hacer, lo que implica la necesidad de aplicar en la práctica las teorías, técnicas y conocimientos existentes, redescubriéndolos, buscando la posible aplicación práctica de estos. Es por esto que el maestro debe propiciar en el ambiente de estudio, no solo el análisis y crítica de los conocimientos ya formados, sino que debe a su vez llevar al estudiante a reflexionar sobre la puesta en funcionamiento de los mismos en su entorno socio-cultural, como adaptarlo a su entorno a su realidad social, para que de esta forma el nuevo republicano y republicana puedan estar al nivel de las exigencias de esta nueva sociedad con conciencia de cambio.
El segundo pilar que da base a la formación educativa del nuevo republicano y republicana, radica en la necesidad que tenemos como seres humanos, de aprender a vivir en comunidad, como ciudadanos civilizados, solidarios, cooperativos, con conciencia de la responsabilidad que tenemos y que hemos asumido ejerciendo el protagonismo que se nos ha dado en el cambio social que vivimos, Aprender a Convivir y Participar.
Las bases de este pilar no son otras sino aprender a amarnos a nosotros mismos para así poder amar a todos y todas los que nos rodean, como máximas del ser o sujeto social; al lograr ese amor por nuestro entorno social, propiciaremos la socialización que es el objeto de la educación. Al lograr esta socialización a través del amor aprenderemos que todos no somos iguales y que por esto debemos aceptarnos unos a los otros tal cual como somos, sin discriminaciones de ningún tipo, si por sexo, raza, color, condición social, entre otras; es decir fuera a la exclusión, ya basta, es necesario incorporar a todos y a todas, y que mejor forma de hacerlo que a través de la educación.
Para la consolidación en el proceso formador de este pilar es necesario que el maestro fomente los espacios de discusión, interacción de conceptos, de problemas sociales, en la búsqueda de la coincidencia de significados en la solución de conflictos, para de esta manera lograr crear u nuevo ser comprometido con su entorno, corresponsable, participativo.
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