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El conflicto entre Israel y Palestina hasta 2006

Enviado por Aida A.


Partes: 1, 2, 3, 4

    1. Judaísmo y sionismo. Introducción
    2. El periodo de entreguerras
    3. La II Guerra Mundial
    4. Tras la guerra. La partición de Palestina
    5. La guerra de Suez de 1956
    6. El surgimiento de los palestinos. La OLP
    7. La Guerra de los Seis Días
    8. La resistencia palestina
    9. La guerra de Yom Kippur
    10. Negociaciones entre Israel y Egipto
    11. Los conflictos de los años 80. La evolución Palestina
    12. Las negociaciones
    13. Evolución del proceso en la última década
    14. Conclusión
    15. Anexos

    Los orígenes del sionismo van de la mano de las leyendas bíblicas. Durante siglos los judíos han vivido repartidos por varios países del mundo en lo que se ha conocido como Diáspora.

    Antes de nada, considero necesario comprender las diferencias entre los términos "judío" y "sionista"[1]. Judío es aquél que profesa la religión judía o la ley de Moisés. Sionista es quien simpatiza con las ideas del sionismo, es decir, pretende recobrar Palestina como patria nacional de los judíos. Comprendiendo ambos términos se observa claramente la diferencia entre estar en contra del sionismo y ser antisemita, es decir, ser enemigo de la raza hebrea. A pesar de la aparente obviedad de esta diferencia semántica, el argumento del antisemitismo ha sido utilizado de forma errónea en numerosas ocasiones en el debate palestino-israelí.

    Durante la Diáspora, ha sido Europa la que ha acogido en torno al 85% de los judíos desde la segunda mitad del siglo XIX. Esta convivencia entre religiones y culturas no ha sido fácil y ha tenido como resultado numerosas persecuciones, desde la expulsión de los judíos españoles por los Reyes Católicos a los pogroms rusos o el Holocausto nazi.

    Los judíos europeos de finales del siglo XIX

    Las diversas transformaciones revolucionarias que se dan en este siglo afectan también a las comunidades hebreas: cambios a una economía capitalista, urbanismo, proletariado, triunfo del liberalismo y eclosión del socialismo y, sobre todo, la secularización de las sociedades.

    En la aparición de los nacionalismos, los judíos se identifican con la religión, que representa para ellos la "patria portátil". Por eso, el debate sobre religión y nación (entendida ésta como laica) obliga a los judíos a plantearse los siguientes interrogantes: ¿deben renunciar a una identidad religiosa para adscribirse a una nacional o viceversa? ¿Cuál debe ser su papel y su destino en el mundo moderno[2]

    Una primera generación de judíos de la época cree en esta separación, pero las persecuciones a judíos del zar Alejandro III en Rusia, conocidas como pogroms, estos hebreos dejan de creer en sus naciones europeas, cada vez más antisemitas.

    En el caso concreto de Rusia, estudiantes y obreros judeorrusos se incorporan en gran número a los movimientos subversivos antizaristas. De este modo pasan a formar parte del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, que años más tarde alcanzaría el poder. Algunos judíos llegarán a ser altos dirigentes, como por ejemplo Lev Davidovich Bronstein, conocido como Trotsky. No obstante, en el verano de 1903 se produce la escisión entre el partido y su facción hebrea.

    El nacimiento del sionismo

    El antisemitismo generado desde los pogroms, unido al gusto por lo exótico y lo pasado de los autores del Romanticismo (muchas veces cristianos) hicieron pensar a los judíos en la tierra de sus antepasados como patria. Zvi Hirsch Kalisher[3]diría: «Debemos imitar el ejemplo de italianos, polacos y húngaros, que sacrifican sus vidas y haciendas en la lucha por la independencia nacional, mientras nosotros, que tenemos como heredad la más gloriosa y santa de las tierras, carecemos de espíritu y permanecemos silenciosos. ¡Deberíamos avergonzarnos de nosotros mismos!».

    Theodor Herzl fue el líder del sionismo de la época y uno de los padres de la ideología que llevó a los judíos a Israel. Periodista judío vienés, publicó en 1896 El Estado de los Judíos, libro en el que sostiene que los hebreos forman un pueblo y necesitan, por lo tanto, un Estado, sobre todo porque el antisemitismo es "eterno", con independencia de las fluctuaciones de la historia.

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