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Los dioses del cotidiano (página 3)

Enviado por Héctor Valle


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El acontecimiento no se deja subsumir en ningún otro concepto, ni siquiera el de ser. El "hay" o el "que haya algo y no más bien nada" compete tal vez a la experiencia del acontecimiento más que a un pensamiento del ser. La llegada del acontecimiento es lo que no puede ni debe impedirse nunca, otro nombre del futuro mismo. No es que sea bueno, bueno en sí, que suceda todo o cualquier cosa: no es que haya que renunciar a impedir que ciertas cosas se produzcan (no habría entonces ninguna decisión, ninguna responsabilidad, ética, política u otra), pero uno no se opone jamás sino a acontecimientos de los que se piensa que obstruyen el porvenir o traen la muerte consigo, acontecimientos que ponen fin a la posibilidad del acontecimiento, a la apertura afirmativa para la venida del otro.

(…) Hay que pensar el acontecimiento a partir del "ven", no a la inversa. "Ven" se dice al otro, a otros a los que aun no se estableció como personas, como sujetos, como iguales (al menos en el sentido de la igualdad calculable). Es con la condición de ese "ven" que hay experiencia del venir del acontecimiento, de lo que llega y por consiguiente de lo que, porque llega del otro, no es previsible.

Claramente nos habla del extranjero, del recién venido a quien no vamos a detenerle indagándole, obstaculizándole sino integrándole en el grado que nuestra hospitalidad permita, en derechos y obligaciones, que es esa la condición esencial y primera de nuestros pueblos: su alta hospitalidad para con el supuesto extranjero.

Acontecimiento que nos encuentra, nos debiera encontrar, abiertos, pues el hombre en sí es un sistema abierto; apertura espiritual que busca comprender antes que imponer, ofrecer antes que exigir, condición moral irrenunciable para pueblos que han dado muestras inacabadas de una vocación de libertad nacida en el sufrimiento y en la entrega tanto de sus prohombres como de todos aquellos hombres y mujeres de nombres desconocidos que en el hacer cotidiano y permanente han dejado abiertas las puertas de sus casas, ofreciendo naturalmente un grado de hospitalidad tan alta cuanto honda en humanismo y concordemos que la inmensa mayoría de esas puertas sin cerraduras o llaves que las obstruyan, guarecían y cobijan no precisamente a pensadores particularmente doctos sino a nuestra gente a la sangre viva de nuestras venas.

Sístole y diástole de esta América rica en humanismo y sedienta de reivindicaciones, si bien mantenemos que nos falta arribar a un compromiso previo a la toma de una libertad personal: el asumir nuestra responsabilidad.

Ética de la responsabilidad que no necesariamente debe oponerse a una ética de la convicción sino que, entendemos, debe hallar su equilibrio en la ponderación misma de la condición de nuestros pueblos, de su génesis, por ejemplo.

En esta auto transformación constante, existe una jerarquía definida de valores, en donde el valor más alto es el desarrollo óptimo de las propias capacidades de razón, de amor, de compasión y, en tal atmósfera, entiéndaseme bien: de valor. Es el principio dialógico actuando no por caridad sino por respeto al Otro, una vez que al reconocerlo, comenzaremos, reitero, a conocernos a nosotros mismos.

Es, argüimos, en la relación cotidiana con los otros donde nuestra humanidad cobra luz auténtica. Es, en la contienda de mi conciencia moral de donde surgirá el ir en pos del Otro, en una búsqueda que amerita la escucha atenta del Tú, a cuyo encuentro el Yo cobrará identidad y sentido.

 Una vida cobra sentido en el silencio de la mente que propicia un mirar más nítido. Silencio que convoca a la mesura del tiempo del sujeto al no percibir prisa alguna en una posición que, aunque aparentemente estática, discurre por todo lo ancho y todo lo alto del pensamiento, en armonía con un espíritu que ve así cómo su reino se da cita en la reflexión misma de un hombre que ha comenzado a madurar más allá de su inmediato entendimiento.

 La expresividad toma para sí al lenguaje, en sus variadas formas, como vehículo para acercar al Otro la esencia que la motiva. Lenguaje que muda y se expande para posibilitar nuestro acceso al más hondo sentir. El lenguaje filosófico y científico debe ser el medio comunicacional para dotar de posibilidades ciertas a un humanismo que necesariamente deberá ser repensado.

Crear, digo, un proyecto alternativo de desarrollo en donde la indolencia y la rapacidad estén severamente limitadas y que el lugar de lo humano sea el centro de la cuestión y no la actual periferia.  En suma, y como dijera Karl Jaspers, no someterse a lo pasado ni a lo futuro.

Se trata de ser enteramente presente.

La puerta sigue abierta: avancemos

En la noche de mi querida aldea, oteo el firmamento y vuelvo la mirada sobre el texto de la convocatoria a esta hermosa faena del pensar y quedo cavilando sobre nosotros y lo nuestro, sobre la percepción que del tiempo y de las cosas tenemos y muchas veces nos tienen a nosotros y deduzco que en la heterogeneidad de culturas, razas, credos y condiciones materiales de vida de nuestros pueblos, en lo acrisolado del mismo, anida la esencia misma de la condición humana.

Aun tenemos una casa con las puertas sin llave; aun nuestros caminos son intrincados y pobres, nuestra comunicación escasa y fragmentada, nuestra historia rica en virtudes, frondosa en éxitos y derrotas, nuestra unidad desunida, nuestro pensar en una búsqueda de sí. Tanto por decir, tanto dicho pero tan poco hecho. Sin embargo, el aire que se respira, pese a las abismales condiciones de vida, pese a las discriminaciones y a las exclusiones, aún así, esta tierra es joven y venturosa pues tiene un presente y no se siente ni vieja ni con necesidad de ser nueva. Somos forjadores de nuestro tiempo, hacedores de un hoy en construcción permanente.

América Latina es, en mucho, una forma de nombrar al hombre y de recordar la exclusión de la mujer, pero sigue siendo, quizá hoy más que nunca, un faro de esperanza, un motivo de inspiración y un llamado a la responsabilidad desde un ser ético y moral que esté abierto a lo imprevisto que estar atento al Otro, al que vendrá pese a que emigren tantos. No tenemos Olimpo, salvo los dioses de pies de barro que día a día, en todas partes de nuestro territorio, que es nuestro cuerpo vivo, viven y luchan por su existencia sin renunciar a la sonrisa, sin apurar el paso, tendiendo siempre una escucha y una mano fraterna al otro. Porque el descalzo como el que no, pero aquel primero siempre, mira atento al otro por si precisa ayuda, por respeto al otro.

Esos dioses por nombrarlos, son de carne y hueso, con sangre del mismo color, obviamente pero sin recurrir a vanidades azuladas ni esconderse en títulos ajenos a su esencia.  Reverencio, pues, desde esta nuestra humilde faena del pensar a aquellos que hoy padecen hambre y exclusión; a quienes esperan, haciendo, un pensamiento que se torne acción, una mirada que vuelva sobre los suyos y despeje su horizonte de vanas ensoñaciones. Hombres y mujeres que en su piel y en su conducta demuestran la grandeza del ser humano en estas nuestras tierras: la condición del mestizo, del mulato, del aborigen y del negro, se ha resuelto, aunque muchos digan que no, como no se ha resuelto en otras regiones y es, quizá, por esa condición de tomar al tiempo con mesura, mirando sin mirar dando espacio y escucha al otro.

Por eso, digámoslo con serena alegría: en este espacio de vida que es América Latina, si uno hace silencio, hasta puede escuchar un canto, un canto de esperanza.

Referencias

Arendt, Hannah – ¿Qué es la política? – Paidós

Lévinas, Emmanuel – De otro modo que ser, o más allá de la esencia – Sígueme

Arendt, Hannah – De la historia a la acción – Paidós

Hegel, G.W.F. – Fenomenología del Espíritu – FCE

Martínez Riu, A./Cortés Morató, J. – Diccionario de Filosofía, Herder, 2da. edición

Derrida, Jacques –Ecografías de la Televisión– Editorial Universitaria de Bs. Aires, http://personales.ciudad.com.ar/derrida/artefactualidades.htm (Derrida en castellano).

Bourdieu, Pierre – Wacquant, Loïc –Las argucias de la razón imperialista – Editorial Paidós

Rodó, José Enrique – El mirador de Próspero, volumen IV – Barreiro y Ramos

Derrida, Jacques – El otro cabo – Ediciones del Serbal

Jaspers, Karl – La Filosofía, desde el punto de vista de la existencia – Alianza

Virilio, Paul – El cibermundo, la política de lo peor – Cátedra

Buber, Martín – Diálogo y otros escritos – Riopiedras

Lévinas, Emmanuel – Ética e infinito – Visor/La balsa de Medusa

La Boétie, Étienne, "Discours de la servitude volontaire", Imprimerie Nationale

Lévinas, Emmanuel -Totalidad e infinito – Sígueme

Arendt, Hannah – ¿Qué es la política? – Paidós

Lévinas, Emmanuel – De otro modo que ser, o más allá de la esencia – Sígueme

Arendt, Hannah – De la historia a la acción – Paidós

Hegel, G.W.F. – Fenomenología del Espíritu – FCE

Martínez Riu, A./Cortés Morató, J. – Diccionario de Filosofía, Herder, 2da. edición

Derrida, Jacques –Ecografías de la Televisión– Editorial Universitaria de Bs. Aires, http://personales.ciudad.com.ar/derrida/artefactualidades.htm (Derrida en castellano).

Bourdieu, Pierre – Wacquant, Loïc –Las argucias de la razón imperialista – Editorial Paidós

Rodó, José Enrique – El mirador de Próspero, volumen IV – Barreiro y Ramos

Derrida, Jacques – El otro cabo – Ediciones del Serbal

Jaspers, Karl – La Filosofía, desde el punto de vista de la existencia – Alianza

 

Héctor Valle

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