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La naturaleza de la riqueza (página 3)


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Las materias primas abren un ciclo; si se las exporta no lo cierran. Y si no se cierra un ciclo abierto, podrá haber alguna transformación, pero no hay creación de nueva riqueza (lo que ordinariamente se le llama "valor agregado") ni reposición de la riqueza extraída en cantidad suficiente para equilibrar la extracción (faltará, por lo menos, la reposición indirecta y automática del benefactor). No se alcanza a "saldar aquella deuda" adquirida previamente con la naturaleza. Es evidente que éste perjuicio sucede si la exportación se realiza a un país con otra economía, donde no es necesario el cumplimiento del ciclo económico, y donde su población no desempeña el papel de benefactor. Si va dirigida a un país igual al "nuestro" el ciclo se cumple cómo si fuera un consumo interno. Esta diferencia tan radical se debe a que todo depende de lo que se obtiene a cambio de una exportación: entre países con indev no existe un comercio exterior regulado por otros dineros.

  • Si una mercancía de origen nacional es muy solicitada desde el extranjero, podremos intercambiarla por materias primas u otros insumos que hagan falta. O, en todo caso, por mercancías elaboradas que no puedan producirse aquí.

  • La otra posibilidad es que el otro país utilice también el mismo sistema económico que el "nuestro", caso en el cual el trueque es la única forma posible (además de ser la natural y justa), de comercio entre ambos; debemos considerar que el uso de ambos indevs como "medio de pago o intercambio" no es más que otra forma de trueque, pues ellos mismos no son más que el uso de un patrón de medida.

El sistema que estamos proponiendo, tal como se ve, no promueve la autarquía, esto es, aislar económicamente al país que la utiliza de los demás países. Lo que busca es el cumplimiento efectivo del ciclo, de que no haya un perjuicio directo a la economía del país, ni que ningún país sea más favorecido que otro.

En definitiva lo que busca es que bajo sus principios se realice todo comercio internacional, libre y beneficioso, es decir, justo. La libertad se disfruta, se siente y se vive cuando se cumple con justicia.

La propiedad y otros valores

La explicación del derecho humano de propiedad sobre la tierra no puede darse a través de la similitud con los mamíferos y otras especies, sino consigo mismo. Ya sabemos que todos los seres humanos, al igual que todos los animales y vegetales, de una manera u otra obtienen su sustento principal desde la naturaleza en general. Los hombres modernos ya no viven de la caza y la recolección sin destrucción, sino que dependen de lo que producen otros hombres, quienes destruyen y reponen lo destruido.

Dentro de los sistemas económicos de clases antagónicas que han existido, el derecho de propiedad sobre cualquier bien tiene por base fundamental la propiedad sobre el dinero; el derivado de aquel "sobrante" original. Esta es la propiedad que sus poseedores utilizan como base explicativa de sus privilegios; es más, basan todo ese "derecho de propiedad" en la adquisición, directa o heredada, que realizan por su intermedio. Aunque los tecnócratas no gusten de esto, debemos decir que el concepto popular de capital es un neto sinónimo de dinero, y es también la definición exacta de él en el capitalismo.

  • Nuestro sistema, que se basa en el ciclo de la riqueza, reconoce totalmente el derecho de propiedad sobre los diferentes medios de producción para toda persona física o jurídica que cumpla con los requisitos indispensables que él exige.

  • En el sistema que se propone, el derecho a la posesión de un campo o cualquier otro medio de producción está totalmente permitido a todo ser humano en su rol de productor, pero conlleva en sí mismo, contiene dentro de sí, simultáneamente, la exigencia de cumplir con la obligación de reponer la riqueza extraída por su explotación: eso es lo que demanda.

La propiedad de uno de ellos hace que su titular, individual o colectivo, sea definido como productor y no como benefactor: no tiene sentido económico poseer un medio de producción para contemplarlo. Lo que otorga el derecho de propiedad sobre cualquier medio de producción no es el hecho de adquirirlo, sino el cumplimiento estricto de la obligación de usarlo como medio de producción de bienes y como medio de reposición de la destrucción que inevitablemente se genera por su explotación. Ha de cerrarse todo ciclo que se inicie.

De aquí se desprende que la explotación de riquezas no reponibles, o de muy difícil reposición, hacen que su explotación y el derecho a ella sólo puedan cumplirlo y aceptarlo la sociedad en su conjunto. El ciclo económico obliga a toda la sociedad, por intermedio de sus directos responsables que son los usufructuarte de esos medios, a cumplir necesariamente con la reposición de la riqueza extraída. De allí que si un medio de producción no es explotado como tal, es un perjuicio absoluto para esa economía y por ende para esa sociedad. Un medio de producción ha de ser un medio de producción, no un paisaje telúrico.

  • El rol de productor existe cuando un hombre realiza un trabajo, mediante el uso de un medio de producción, que produce y repone riqueza, la que implica un esfuerzo especial para lograr la necesaria reposición, y ese rol lo hace de una manera directa pero nunca automática.

  • En cambio, en el papel de benefactor lo logra automática e indirectamente: no necesita de un esfuerzo especial más que el de adquirirla. Es indispensable que todo benefactor merezca un buen poder adquisitivo por el simple hecho de que éste es el que le permite concluir el ciclo de cualquier bien, al adquirirlo y consumirlo o usarlo.

Todo bien que cumpla con la condición de no ser un medio de producción social único medio que no puede ser accedido por el hombre en su rol de benefactor sino únicamente en su rol de productor pasa a ser posesión privada sin restricciones del benefactor que lo adquiere. Cualquier objeto (que no sea un medio de producción) cumple con esas condiciones, puesto que plasma su parte correspondiente del cierre del ciclo que le atañe.

  • El hombre no posee ni tiene derecho alguno sobre aquellos bienes no producidos por su propia mano. Solamente puede tomarlo prestado y reponerlo, debe cumplir con el ciclo económico que se realiza con ellos y a través de ellos.

  • Ningún derecho, ni el de propiedad ni el de comercio, está por encima del derecho humano natural a una vida digna, que se alcanza, entre otras cosas, teniendo, disfrutando y poseyendo lo socialmente producido.

Un medio de producción debe producir, si no deja de ser lo que es. Y lo que no es lo que debe ser, no tiene sentido económico, ni ningún otro.

El Estado

Para el indev el Estado tiene que cumplir un rol que es exactamente el opuesto al que proponen los neoliberales:

  • Su papel fundamental consiste en el control, tanto de los precios como de los índices de crecimiento en los que se basa el valor de esa moneda, para evitar la posibilidad de que exista la apropiación indebida de riqueza, la irreparabilidad y la especulación, en fin, para eliminar la indignidad.

  • Mientras los neoliberales propugnan debilitar en lo máximo la posibilidad del control estatal, con el objeto de beneficiar a una minoría, esta economía exige el control del Estado para beneficio de todos, incluso de esa misma minoría. El Estado debe controlar que se cumpla fehacientemente el proceso, el orden y las etapas del ciclo económico. Pero, si la sociedad así lo quiere, no mucho más.

Cada sociedad, soberanamente y sería lo deseable que democráticamente, podrá dar otras posibilidades a su forma de Estado elegida.

  • Este podrá, o no, seguir cumpliendo las tareas que hoy mantiene en los diferentes sistemas económicos que hoy existen, y los electorales o políticos que de ellos se derivan.

  • Cada sociedad es, por fin, realmente libre. Como dijimos al comienzo, hoy en el mundo hay sólo dos sistemas económicos.

  • No obstante ello, dentro de cada uno existen innumerables formas diferentes de Estados.

Si analizamos el capitalismo, podemos decir sin temor a cometer errores gruesos, que existe una forma de Estado por cada país. Si llegáramos a analizar las formas electorales que estos tienen y que conforman la definición más utilizada aunque no es la mejor ni mucho menos del nivel de democracia de cada país, aseguramos que hay una por cada Estado.

Es más, hay estados capitalistas con diferentes sistemas políticos: hay republicanos y monárquicos, presidentes designados y dictaduras, presidentes electos que ejercen durante distinta cantidad de años, con reelección y sin ella, etc. Nadie, hasta ahora, puede asegurar que cualquiera de esas diferencias, tomándolas por separado, sea mejor que la otra, sin olvidamos de la obviedad de que sí existen algunas que no son las mejores. Nosotros, al agregar una nueva forma económica, no podemos más que confirmarlo.

Así, de esa misma manera, cada sociedad se dará la forma de Estado, y sus funciones, más apropiada a sus propios requerimientos. La recaudación para el mantenimiento del Estado se realiza, vaya novedad, a través del cobro de impuestos. Pero no puede existir, bajo ningún concepto, un impuesto al consumo, esto es, un impuesto al benefactor, cuyo ingreso es definido socialmente y distribuido en forma estatal.

El ingreso principal del Estado ha de ser obtenido a través del impuesto a las ganancias, a las rentas, en fin, a los beneficios que todo productor define para sí mismo, según su criterio individual, y otra u otras formas fiscales que se consideren oportunas, siempre sin afectar al benefactor.

El Estado para esta economía es un mal necesario. Debe tender a desaparecer, cuando el avance de la humanidad sea tal que permita lograrlo sin menoscabo de la igualdad, la libertad, la independencia y la seguridad de todos los hombres.

Pensamos, mejor dicho aventuramos, que la aplicación de esta propuesta, por sí misma, permite acelerar ese avance y aumentar enormemente la amplitud de horizontes, incluida la posibilidad antedicha de hacer del mantenimiento del Estado un costo social menor.

Conclusión

El estudio de la relación del hombre con la naturaleza es decir, consigo mismo se ha basado en la economía. Y ésta ha sido el soporte de toda ideología. Sus conclusiones, las de la economía, nos afectan a todos en todo sentido, porque ha sido la herramienta que creamos para "ver" tal relación, la cual engloba un sin fin de disciplinas científicas, como la sociología o la ecología, por dar sólo dos ejemplos. Si negamos de antemano como lo hacen ellos la existencia e incluso la forma de esa relación, no podremos estudiarla científicamente, esto es, por encima de la voluntad, las creencias o los intereses del hombre, sino que justamente estaremos viendo al hombre desde un punto de vista místico, "veremos" lo que queremos que se "vea", lo que necesitamos que se "vea", no lo que salta a la vista. Así ellos tratan de explicar, por ejemplo, que la naturaleza está al servicio del hombre, y no como lo indica la realidad, que él forma parte de ella y es, en sí, ella misma. En vez de hacer de la economía una ciencia la han convertido en una teología. Que se empiece a llamar ciencia es una de nuestras tareas: mostrar cuán de relacionado está el hombre, a través de su actividad vital el trabajo y el consumo con la "pachamama", consigo mismo. Esto mismo es la economía, la cierta, la verificable, la que la humanidad implora.

Bibliografía

Alberto C. Sigales. (Septiembre de 2003). La Naturaleza de la Riqueza. Teoría Económicamente Complementaria. Montevideo.

 

 

Autor:

Evans María José

Reyes Henirse

Salazar Vanessa

Soto Eilyn

Tablante Génesis

Enviado por:

Profesor:

MSc. Ing. Iván Turmero

Universidad Nacional Experimental Politécnica

"Antonio José de Sucre"

Vice-rectorado Puerto Ordaz

Departamento de Ingeniería Industrial

Ingeniería Financiera

edu.red

Puerto Ordaz, 01 de Febrero de 2012

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