Aunque la opinión de los coetáneos ha sido considerada en la literatura psicológica como elemento fundamental que determina la conducta del adolescente, nosotros hemos comprobado en entrevistas realizadas a grupos de adolescentes cubanos que la opinión de los padres sigue teniendo gran importancia para el bienestar emocional del adolescente. En este sentido consideramos que no necesariamente en todo momento el adolescente responde a lo pactado por su grupo, sino que esto dependerá del estilo de comunicación que se haya desarrollado entre este y sus padres.
Analizando en sentido general las características que adopta la relación adulto-adolescente podríamos señalar lo siguiente:
-El sistema de obediencia y subordinación característico de etapas anteriores del desarrollo se hace inadmisible para el adolescente. Este sistema de relación tiende a mantenerse por cuanto el adolescente depende económicamente del adulto y presenta rasgos de inmadurez e infantilismo.
-De no establecerse un nuevo sistema de interrelación entre el adulto y el adolescente, surge entre estos un conflicto cuya causa es la contradicción entre los criterios de ambos acerca de los derechos, deberes y grado de independencia que debe tener el adolescente.
Este conflicto de hacerse crónico, puede conducir a la pérdida por parte del adulto de su influencia sobre la personalidad, en formación, del adolescente; en una etapa donde se produce un importante desarrollo de su esfera moral y en general de toda su personalidad.
-La solución de este conflicto puede lograrse si el adulto y el adolescente establecen relaciones de colaboración y de comunicación sobre la base del respeto, confianza y ayuda mutua.
La crisis de la adolescencia
Muy vinculado al problema antes analizado, aparece como aspecto distintivo de este período, la llamada: "crisis de la adolescencia". Numerosos autores han tratado de dar una explicación a este fenómeno partiendo de diferentes posiciones.
La corriente del universalismo biogenético aporta una interpretación biologista de este fenómeno al hacerlo depender de la maduración del organismo; por su parte los antropólogos culturales se sitúan en el polo contrario considerando el ambiente (influencias sociales, no vistas en su condicionamiento histórico), como determinantes de la crisis. A estas exposiciones se suman aquellas que identifican esta crisis con los conflictos generacionales.
¿Cuáles son entonces las consideraciones de la psicología materialista dialéctica relativas a la caracterización y explicación de la crisis de la adolescencia?
Para la psicología materialista dialéctica la crisis de la adolescencia no se identifica con "conflicto" sino que es valorada teniendo en cuenta su contribución al desarrollo de la personalidad en esta etapa. Incluso algunos autores la consideran su fuerza motriz.
Es una crisis de carácter psicológico que expresa la contradicción existente entre las potencialidades psicológicas crecientes del adolescente (de las cuales este va siendo cada vez más consciente) y las posibilidades reales para su realización.
Esta contradicción es provocada por la "posición intermedia" que ocupa el adolescente. Por una parte se plantean a su comportamiento exigencias elevadas (debe mantener una disciplina consciente, realizar con seriedad sus tareas, comportarse de manera reflexiva e independiente) y por otra se le brindan pocas posibilidades de organizar por sí mismo su comportamiento pues realmente no siempre se encuentra preparado para tener el grado de independencia al que aspira.
Las necesidades de independencia y autoafirmación; características del adolescente, son expresión de la crisis; manifestándose en ocasiones a través de conductas que resultan chocantes al adulto con sus preguntas, emplean estilos altisonantes de conversación, dan muestras de sabiondez acentuada, tratan de ser originales en el uso de la moda o presentan un extremo abandono de su apariencia física.
Estas manifestaciones, paradójicamente, son expresión de la inseguridad del adolescente y una forma de buscar apoyo y comunicación con quienes le rodean. Su expresión tendrá un carácter más o menos marcado, en función del manejo que logren las personas cercanas al adolescente, de su comportamiento.
Conclusiones
La adolescencia constituye una etapa de rápidos y profundos cambios en el desarrollo del individuo.
Se amplían los sistemas de actividad y comunicación que determinan el surgimiento de un conjunto de características psicológicas propias de este período. Desde el punto de vista social, el adolescente sigue siendo un escolar, pero las exigencias del medio le obligan a desarrollar una mayor autonomía e independencia.
Los cambios anátomo-fisiológicos tales como el segundo cambio de forma y la maduración sexual, modifican su aspecto físico y le hacen parecerse más a un adulto que a un niño. Esto hace surgir un sentimiento de madurez que influye de modo decisivo en que el adolescente sienta que no es un niño y desee ser tratado como adulto.
Exige independencia, pero aún se siente inseguro para comportarse de modo autónomo con éxito, lo que le impulsa a autoafirmarse constantemente ante los demás. por esta razón manifiesta conductas exageradas que no siempre agradan a los adultos.
El grupo de coetáneos adquiere una tremenda importancia y el ocupar una posición en él se convierte en un motivo fundamental del adolescente. Asumirá las normas y valores grupales y actuará en correspondencia con ellos para ser aceptado por los demás. En el grupo intercambia criterios y opiniones sobre la amistad, sobre las demás personas y sobre sí mismo que influyen en su formación moral.
Comienza a reflexionar sobre sí mismo, surge la necesidad de conocerse y autovalorarse adecuadamente por lo que se desarrollan estas formaciones psicológicas. Se asumen como modelos a imitar personajes heroicos o extraordinarios, por lo que los ideales resultan difíciles de llevar a la práctica y no regulan con efectividad el comportamiento.
El adolescente vive en el presente, no le preocupa mucho su futuro, por lo que no se manifiestan con frecuencia motivaciones profesionales desarrolladas a esta edad. Aunque aparecen nuevos intereses, estos son bastante inestables.
Se desarrolla el intelecto, especialmente el pensamiento que alcanza las características de un pensamiento teórico, hipotético deductivo y surgen nuevas vivencias afectivas, como las amorosas y estéticas; sin embargo, el adolescente es bastante lábil e impulsivo y no siempre logra controlar de modo efectivo la expresión de sus emociones.
Aún es un tanto unilateral y rígido con los análisis y valoraciones que hace de los hechos y de las demás personas, lo que le puede traer dificultades en sus relaciones interpersonales. No logra un funcionamiento efectivo de su personalidad en todas las situaciones que así lo requieren. No obstante los logros alcanzados le permiten una reorganización de la esfera motivacional, una mayor estabilidad de la jerarquía de motivos y por tanto un nuevo peldaño en la conquista de la autodeterminación, como indicador esencial de la personalidad adulta desarrollada.
Todas estas adquisiciones al ser comprendidas por el adolescente como potencialidades, lo impulsan a exigir de quienes le rodean mayor independencia y respeto para su individualidad pudiendo mostrar conductas que nos llevan a definir este período como una etapa crítica. De aquí la importancia de dirigir conscientemente las influencias educativas que se ejercen sobre los adolescentes por parte de la familia, la escuela y la sociedad en general. Sólo el conocimiento de las regularidades del desarrollo de la personalidad en esta etapa, así como de los cambios anátomo-fisiológicos también presentes nos permitirán hacer realidad en la práctica un principio esencial de la psicología y la pedagogía: La enseñanza conduce al desarrollo y le dirige. Este principio se traduce en la necesidad de "conducir" al adolescente a encontrar el sentido de la vida; de forma tal que haga suyos, aquellos valores y legítimas aspiraciones sociales y morales de la sociedad, a través de su asimilación activa y personal, todo lo cual posibilitará una regulación consciente de su comportamiento y el surgimiento de la concepción del mundo en la edad juvenil.
Ahora bien al final de la adolescencia, el desarrollo alcanzado hace que la sociedad le asigne nuevos deberes y derechos que condicionan el surgimiento de nuevas necesidades que ya no pueden ser satisfechas con las formas de actividad características de la etapa o con la relación afectiva con el grupo, por lo que se hace necesario el tránsito a una nueva etapa de desarrollo y con ella, a nuevas formas de actividad y comunicación.
Bibliografía
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8. VIGOSTSKY, L.S.: "Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores". Editorial Científico-Técnica. La Habana, 1987.
Autor:
Lic. Yonier Bernal Velázquez
Lic. Maylín Pérez Mora
[1] Basado en el libro “DESARROLLO ONTOGENÉTICO DE LA PERSONALIDAD” de la Dra. Raquel Bermúdez Morris y otros. El artículo fue utilizado después de su análisis en la fundamentación psicológica de la tesis para optar por el grado científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas del autor de actual referencia.
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