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Antropología Filosófica- Kant, Heidegger y Horkheimer (página 2)


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La pregunta acá es adónde queda la libertad del sujeto y su responsabilidad en el accionar dentro de su contexto histórico en vistas a una posible futura transformación. ¿Qué pesa más: la libertad del sujeto y su capacidad de agente histórico o la idea de una meta que se nos presenta como predestinada?

Heidegger reconoce en la filosofía kantiana la fundamentación de la metafísica de su tiempo. Por lo cual se propone analizar esa fundamentación mostrando la necesidad de construir una metafísica más abarcativa que la que queda recortada dentro de los estrechos límites que marca la Critica de la Razón Pura, y que a la vez incluya la pregunta por el hombre.

En el texto Repetición de la fundamentación de la metafísica, Heidegger se pregunta: ¿No será que la repetición de la fundamentación de la metafísica tiene como tarea especifica el desarrollo sistemático de la antropología filosófica…? Tal pregunta deja ver la forma en que Heidegger está entendiendo la cuarta pregunta kantiana, la pregunta ¿Qué es el hombre? A nuestro entender su interpretación de esta pregunta es errada.

Kant plantea tres preguntas como aquellas a las que la filosofía debe responder: ¿Qué puedo saber?, ¿Qué debo hacer? y ¿Qué me está permitido esperar? La pregunta ¿Qué es el hombre? aparece recién con la publicación de la Lógica, en el año 1800, esto es cuatro años antes de la muerte de Kant.

De estas cuatro preguntas, sólo la primera, ¿Qué puedo saber?, es abordada en la Critica de la Razón Pura, esto es, dentro del ámbito de la metafísica kantiana. Las restantes preguntas quedan fuera del ámbito de la metafísica, incluyendo la pregunta por el Hombre. En esto se centra la crítica de Heidegger.

Con respecto a la pregunta que se hace Kant, ¿Qué es el hombre?, se podrían ensayar dos interpretaciones de lo que esta pregunta significa:

1) Que Kant está ahora interesado en el hombre como especie, y en las posibilidades que esta especie tiene a futuro, en su proyecto como sociedad.

2) Que, en tanto que se dice que esta pregunta engloba a las tres que anteriormente se habían planteado como los interrogantes propios de la filosofía, se marca la necesidad de refundamentar el sistema kantiano, en particular su metafísica, desde esta nueva pregunta.

Creemos que esta última es la interpretación que hace Heidegger, lo cual le lleva a intentar una refundamentación de la metafísica desde la pregunta por el hombre.

Pero desde nuestro punto de vista, Kant no estaba interesado en una refundamentación de la metafísica, sino que dentro del orden de sus reflexiones había una división entre el preguntar por el hombre como individuo y el hombre como especie, como grupo social.

Dentro de la pregunta por el hombre individual estudiará sus facultades propias y las características de éstas, como por ejemplo se estudia los alcances de una Razón Pura, mientras que la pregunta por el hombre como especie, entiende al hombre como un ser social, un ciudadano cosmopolita, y las posibilidades que una sociedad formada por tales ciudadanos tiene a futuro, como proyecto.

Pero para Heidegger la pregunta por el hombre no puede quedar fuera de la fundamentación de la metafísica, porque como él expresa, lo que las preguntas planteadas por Kant ponen en evidencia es la finitud del hombre como tal, y esta característica lo afecta de manera esencial, marcando todo conocimiento posible.

Recordemos que lo propio del Dasein, de este ente particular que es el hombre, es su existencia, su estado de abierto con respecto a los entes, lo que posibilita el conocimiento de éstos.

O sea, la constitución esencial del Dasein determina todo conocimiento posible, y por lo tanto, la finitud así como cualquier otra característica propia del Dasein determina todo conocimiento, aun en el campo de la metafísica. Por ello responder a la pregunta por el hombre es tan importante en la teoría de Heidegger.

Por último, en el tercer autor discutido, Horkheimer, aparece una nueva concepción del hombre, junto con una nueva concepción de praxis, ya que, si bien los dos autores precedentes reconocen el "ser actuante" del hombre, Horkheimer amplía el concepto para alcanzar todo el contexto histórico y el papel social que los sujetos y sus ideas tienen frente a una realidad histórica que los hace (o no) significativos para ese contexto. Es decir, este filósofo sostiene que el pensamiento objetivo y la autocrítica -dos momentos de la teoría- dependen de la relación que tengan con la praxis.

En este sentido, este autor hará caer las posturas anteriores al sostener que no existe una constitución humana unitaria. Esto le permite definir a la metafísica como "un simulacro intelectual de la seguridad", siendo que ha formado parte del intento por otorgar sentido a la vida del individuo y a su acción sobre intuiciones esenciales.

Para este autor lo que motiva la acción de los hombres son metas forjadas en sus necesidades, envueltas en un proceso de lucha y conflicto que se inmiscuye en la realidad histórica del individuo. Así, logra ubicar al hombre en situación, y sostener que la teoría filosófica tiene un hondo papel social vinculado a cómo inclinar la acción para la consecución de aquellos fines nacidos de las propias necesidades y penurias del sujeto ancladas en su contexto histórico.

En este sentido, se redefine el rol de la antropología, ahora importante para el conocimiento de las "tendencias históricas". El referente de la antropología pasa a ser para este autor, ya no el hombre "en general", sino hombres y grupos históricamente determinados tratando de comprenderlos en su devenir, no en forma aislada, sino en conexión con la vida de la sociedad.

Dice Horkheimer:

"La imagen del hombre no aparece aquí como unitaria sino como suma de particularidades específicas de los grupos, las que nacen del proceso de vida de la sociedad, traspasan de una clase a otra y, en ciertas circunstancias, toda sociedad las admite en un nuevo sentido, o bien desaparecen. Cada rasgo de la época presente es tematizable como factor de la dinámica histórica y no como momento de una esencia eterna."

Es relevante resaltar aquí la relación que mantienen el individuo y el grupo. Esto importa todavía más si se lo compara con los recorridos anteriores, donde el ser, el yo y la persona adquirían una carácter total en la trascendencia o en la universalidad (recordar el concepto de "ciudadano del mundo" y de "ser-ahí").

Para este tercer autor, el individuo y su concepción, son determinados por la dinámica social, en una dialéctica del acontecer que entrelaza los momentos objetivos y subjetivos.

Para retomar la pregunta sobre la libertad del agente histórico, la postura que se desliza de la lectura de Horkheimer pareciera brindarle un peso y una especificidad propia, aunque también se reconoce el materialismo histórico de la determinación social sobre las necesidades y los fines que se plantean alcanzar.

 

Grupo 5- Antropología Filosófica- UBA

 

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