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La agroecología, medio de construcción de conocimiento liberador y emancipador como vía a consolidar una agricultura endógena sustentable


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    1. La Agroecología, más allá que una panacea

    La agricultura en Venezuela se caracterizaba por ostentar grandes potencialidades agropecuarias, su economía se fundamentaba en rubros como: Café, cacao y caña de azúcar, entre otros rubros. Posteriormente, al aparecer el llamado "oro negro", pasa a ser un país predominantemente petrolero; las exportaciones de crudo superaron a las de productos agropecuarios, con un margen de rentabilidad mayor lo que ocasionó que el sector agrícola perdiera no sólo importancia, sino la atención por parte del estado. Queriendo dar una respuesta a las deficiencias sociales y ambientales producto del boom petrolero, surge una estrategia de desarrollo agrícola la "Revolución Verde", en el periodo entre las décadas de los 60 y 70, no logrando cumplir su objetivo principal que era resolver los problemas de pobreza rural. Ya por los años 80, era claro y visto que la Revolución Verde no solamente agravó la brecha socio-económica en el área rural, sino también, con el uso indiscriminado de agro-químicos, riego y maquinaria pesada, provocó vastos daños ambientales a los ecosistemas rurales

    En lo descrito anteriormente es conveniente realizar el siguiente planteamiento si logramos conjugar criterios entre el conocimiento local (ruralidad-agrícola) y el conocimiento científico (técnico-agrícola) entendiéndose como conocimiento "el conjunto de saberes que permiten conocernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, y cuya aplicación determina el impulso que guía a la sociedad", se podrá reconstruir bajo un dialogo equitativo e igualitario en los ámbitos del saber ancestral y/o tradicional que nos conlleve a pensar y crear un conocimiento transformador de la realidad, además que pueda jugar un rol estratégico en la sustentabilidad de la agricultura y así asegurar la soberanía agroalimentaria de la humanidad.

    La idea anterior nos conduce a reflexionar que en la construcción del conocimiento existe todo un juego complejo en un entramado de políticas pública y de luchas de poder que atraviesan toda la sociedad, pero en la ruralidad la cuestión se vislumbra mas compleja aun por su cosmovisión de la vida, sus nociones de la cotidianeidad, sus criterios de validación de la realidad, sus códigos de comunicación, su episteme diferente de todo aquella generada por la modernidad de la sociedad urbana.

    En los sectores rurales existen conocimientos ancestrales heredados de generación en generación, costumbres y prácticas culturales e intelectuales los cuales han sido subornidados a los patrones del mercado capitalista y a la no validación por parte de las ciencias básicas modernas.

    Bajo esta visión paradigmática del positivismo las elites científicas comprendieron que controlando el saber tenían más posibilidad del ejercicio del poder sobre la clase social menos favorecida. A pesar de la crudeza con la cual han sido vapuleados los grupos sociales campesinos desde la conquista hasta la globalización, dejando tras de sí esencias y legados patrimoniales, han persistido elementos básicos de resistencia cultural que aun los identifica como culturas que recrean y reconstruyen su sociedad. (Bowers, 2002).

    Destruir una cultura es acabar con su memoria histórica. Un pueblo sin memoria sin raíces históricas y sin capacidad de respuestas, es un pueblo que puede ser fácilmente sometido (Rhor, 1997), este proceso de destrucción del pensamiento y cultura de la ruralidad se acentuó por la disparidad de la aplicación de las políticas agrícolas entre los diferentes niveles de productores (grandes, medianos y pequeños) donde no existe una competencia igualitaria ni equitativa solo los grandes productores pueden tener acceso a las mejores condiciones para la producción. Además a estos sectores privilegiados que emergieron desde la modernidad y el capitalismo reinante, es para ellos el espacio del dialogo de saberes algo reservado, cerrado, controlado y manipulado a su conveniencia para el dominio del sector rural.

    El avance científico tecnológico en el espacio agrícola se ha venido, sustentando en una actuación solo del progreso económico y del dominio sin respeto de los agroecosistemas, privilegiando modelos mecanicistas y cuantitativos de la realidad que ignoran y las dimensiones cualitativas, subjetivas y sistémicas que alimentan otras formas del conocimiento. (Aguilar, 2007).

    Hoy el reto es producir conocimientos y tecnologías que promuevan la calidad ambiental, el manejo sustentable de los recursos naturales y el bienestar de los pueblos. Es necesario unificar las aportaciones racionales del conocimiento científico al conocimiento local "…es un fenómeno que surge y se desarrolla a través de practicas históricamente localizadas nacidas de experiencias arraigadas en el contexto social…(Agrawal 2002)" lo que nos permitirá descubrir nuestra biodiversidad, nuestros modelos productivos y donde el eje principal en el proceso del nuevo conocimiento sea el local dando apertura a la posibilidad de convivir la razón y la pasión, lo objetivo y lo subjetivo, la verdad y lo bueno.

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