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Particularidades del desarrollo motor de los niños cubanos de 1-3 años de un Consejo Popular


  1. Fases del aprendizaje motor
  2. Bibliografía

Para que el desarrollo motor del niño de 1 a 3 años sea rápido y variado es preciso que crezca en un ambiente que le ofrezca la medida adecuada de estímulos de movimiento y posibilidades de reacción, además de educadores y padres comprensivos que sepan cómo educar el sano afán de movimiento y actividad del niño.

A medida que el niño aprende a andar derecho y hablar, su radio de acción se amplía considerablemente; con ello aumenta la cantidad y variedad de estímulos que influyen sobre él, al moverse en el mundo material y humano circundante, con el cual se enfrenta "accionando". Su actividad de "exploración"¨ se extiende ahora a todo el espacio disponible y a los objetos.

En condiciones propicias el niño alcanza hacia el final de la edad preescolar un estadio de desarrollo motor muy parecido al del adulto: se va apropiando de las formas básicas del movimiento: puede caminar, trepar, correr, saltar y domina por lo general estos movimientos con buena coordinación, aunque en una forma que necesita ser perfeccionada.

El fuerte afán de movimiento se manifiesta también en el hecho de que los movimientos no se efectúan con brevedad y ahorro como acostumbra a ocurrir con el adulto: los movimientos del niño presentan todo un derroche de movimientos de acompañamiento, que es superfluo desde el punto de vista de la economía de ejecución, dados por la alta excitabilidad que caracteriza al sistema nervioso central en estas edades. Además, muchos movimientos están dirigidos exactamente a un fin, todavía no se consigue un control funcional de los movimientos, el cual habrá de ir adquiriendo paulatinamente.

El exceso de movimiento se explica fisiológicamente por el hecho de dominar los procesos de excitación por encima de los procesos reguladores y orientadores de inhibición. Poco a poco el niño va adquiriendo el equilibrio entre la excitación y la inhibición, los movimientos superfluos de acompañamiento desaparecen y van desarrollándose cada vez movimientos más controlados y bien dirigidos.

La rapidez del desarrollo motor depende del número de formas básicas de movimiento que se están adquiriendo. En el primer año de vida se encuentra en el primer plano la evolución hacia el andar derecho, hay una línea dominante en la que se encuentran nuevos avances en períodos cortos y de forma constante, ya que a partir de esta edad se desarrollan varias formas básicas paralelamente, las cuales van afianzándose y mejorando hasta el comienzo de la edad preescolar.

Ante los impulsos rítmicos los niños reaccionan ya desde los primeros años y esto va perfeccionándose en momentos posteriores del desarrollo, realizando movimientos adecuados ante los ritmos simples y bien marcados. Por ejemplo, ante el ritmo de "galope", con los correspondientes brincos a paso de galope. De acuerdo con las investigaciones realizadas (Bequer G. y González Catalina (1995), hay muy pocos niños en edad preescolar que no reaccionan ante el ritmo, sobre todo ante el estímulo acústico en forma musical, el que despierta de inmediato reacciones motrices cuando se corresponde con la capacidad de comprensión de los niños. Con un adiestramiento adecuado pueden obtenerse también buenos resultados de acomodación adecuada de los movimientos a ritmos simples como los de galopar, brincar, marchar, etc.

A continuación se exponen brevemente las formas básicas del movimiento, según estudios de la autora Miriam Valdés.

Caminar:

El desarrollo del caminar se efectúa en gran parte en el primer año de vida. Esta serie de desarrollo prosigue más adelante, hasta alcanzar un caminar libre y fluido en el que se dan las etapas siguientes:

  • Caminar con apoyo: Puede efectuarse a lo largo de objetos caminando de lado, avanzando una primera pierna y acercándole la otra a continuación (paso de ajuste posterior); la pierna que avanza se levanta con exageración; también hay un avance frontal (a diferencia del lateral anterior), apoyándose con ambas manos en él se levanta también una pierna de manera exagerada.

  • Caminar libremente: Después de cumplido el primer año el niño presenta por lo general, un paso largo todavía muy vacilante, logra dar de 2 a 5 pasos, después de cada uno hay peligro de pérdida del equilibrio. Aproximadamente a los 15 días después de estos primeros pasos, consigue salvar distancias más largas (hasta unos 20 pasos) con más seguridad e incluso con cambio de dirección. El paso sigue siendo largo, los brazos están ligeramente levantados y siempre dispuestos a mantener el frágil equilibrio. Aproximadamente un mes después el paso se ha hecho más fluido. Las extremidades superiores ya pueden asumir otras labores durante la marcha. Al niño le gusta transportar objetos de un lado a otro de la habitación.

Trepar:

El trepar se efectúa al principio de la posición de gatear, con la diferencia de que los brazos ya no sirven solamente de apoyo, sino que sostienen y arrastran el cuerpo, haciendo a menudo un esfuerzo considerable. Debido a que hay que levantar el peso del cuerpo o frenar su movimiento de descenso, el trepar es bastante más difícil que el gatear.

En el curso del segundo año de vida se emprenden los primeros ensayos de trepar. Al avanzar en edad el niño supera dificultades y obstáculos cada vez mayores con ayuda de esta forma básica de desplazamiento.

El trepar hacia arriba acostumbra a lograrse ya al cumplirse el primer año, aunque se alcanza solo una escasa altura, de aproximadamente 10 cm.

El trepar bajadas se consigue, tras algunos intentos, poco después del trepar de subida y en las mismas alturas; el peso del cuerpo se sostiene con los brazos y las piernas son arrastradas a continuación.

El trepar por encima de obstáculos mayores (a la altura de las caderas), se alcanza de forma segura a la edad entre 16 y 18 meses. El obstáculo no debe ser demasiado ancho, de manera que el niño pueda alcanzar, estando él derecho, el lado opuesto.

Después de haber trepado hasta arriba el niño se da la vuelta sobre el obstáculo y vuelve a bajar con el vientre hacia abajo y las piernas por delante. Por lo general el trepar de bajada se efectúa con mayor vacilación que el de subida, se pone de barriga y baja con las piernas palpando el suelo con los pies. Después de cumplir los dos años se combina con fluidez la subida y la bajada. Las alturas adecuadas a su tamaño (de las caderas al pecho) son salvadas ágilmente mediante estas formas básicas.

Escalar:

El subir y bajar escaleras en el curso del segundo año de vida transcurre según un esquema parecido al de caminar, en las siguientes etapas:

  • Escalada con pasos de ajuste posterior tomando apoyo. El niño sube de lado con una pierna, a la que se une luego la otra, y se sostiene con las dos manos en los barrotes o contra la pared, solo se suelta cuando se siente ya seguro en el peldaño alcanzado. Levanta exageradamente el pie que avanza. En la bajada que se efectúa de la misma manera, va tanteando con el pie al bajarlo y desplaza la pierna junto al borde del peldaño. Si se lleva al niño de la mano, sube o baja de frente con pasos de ajuste posterior.

  • Escala sin apoyo con pasos de ajuste posterior. Se realiza al principio de forma insegura e interrumpida, después de cada paso la criatura hace una pausa para ponerse en equilibrio, pataleando brevemente sobre el lugar. Todavía se observa al subir el levantamiento exagerado de la pierna y al bajar el tanteo con el pie. De bajada siempre lo hace con más temor y lentitud. Una vez logrado el escalamiento sin apoyo con paso de ajuste posterior, se consigue también que el niño suba y baje las escaleras alternando la pierna derecha con la izquierda. El cuerpo se yergue hacia atrás y la mano libre, sin apoyo alguno de subida y de bajada se presenta alrededor de los dos años y medio. Al subir, da una fuerte pisada con los pies; el movimiento transcurre con bastante fluidez.

Correr:

Por correr se entiende una forma de locomoción en la que a diferencia del caminar se produce una fase de vuelo; en el segundo año los niños caminan a menudo con una sucesión muy rápida de pasos, sin que pueda apreciarse una fase de vuelo.

Los primeros ensayos de correr con breve fase de vuelo se han observado en niños de dos años y medio; el torso se mantiene casi derecho, las caderas y rodillas están ligeramente inclinadas, los movimientos de los brazos son amplios y muchas veces asimétricos.

El perfeccionamiento de la habilidad correr progresa con la edad. Los movimientos se hacen más fluidos, espaciales y funcionales; la fase de vuelo es más larga. Al entrar en la edad escolar, el niño presenta una forma de correr bastante bien coordinada, moviendo también los brazos funcionalmente, es decir, de forma acoplada, con armonía, al ritmo de la carrera y apoyando el movimiento total.

Saltar:

Al principio se da el salto hacia abajo hacia pequeñas alturas (bordillo, peldaño, cajón de 20 cm. de altura (los primeros ensayos se emprenden alrededor de los dos años y medio, o sea, al mismo tiempo que el niño comienza a correr. La caída se produce casi siempre en posición de paso (una pierna avanzada) y todavía es poco elástica. Por lo general los niños brincan una o dos veces hacia delante después de la caída. También a los 3 – 5 años, cuando ya se salta de alturas mayores, no se observa todavía elasticidad en la caída. Los niños caen muchas veces de cuclillas, como es justo, pero no pueden erguirse inmediatamente. Después de caer acostumbra a producirse una pausa y a continuación sigue un brinco parecido al de los primeros saltos. El salto se da todavía desde la posición erguida, con gran profusión de arranque.

Aproximadamente al cumplirse los 3 años, se observa el salto hacia arriba de pequeñas alturas; desde el suelo.

Lanzar:

Desde sus inicios hasta que logran el lanzamiento con puntería pueden observarse las siguientes formas de lanzamiento:

El niño arroja hacia abajo pequeños objetos manejables (pelotas, aparentemente con la articulación de la mano, ya poco antes de cumplir un año).

A partir de este movimiento se desarrolla paulatinamente el lanzamiento con una mano hacia un objetivo, en posición derecha. Esto se produce con relativa rapidez cuando se presentan suficientes posibilidades de ejercicios. En el niño de 2 años se observa una larga pausa entre la fase de arranque y la principal. Por lo general el lanzamiento tiene ya una dirección determinada, pero a menudo la pelota abandona la mano demasiado pronto o demasiado tarde.

Los niños de 3 años ponen en función su cuerpo haciendo una sucesión de tronco y brazo, a pesar de que el lanzamiento se realiza con fuerza. En los de 4 y 5 años ya se da una vinculación fluida de fase preparatoria y de fase principal en el lanzamiento con una mano.

En el transcurso del desarrollo motor deben sucederse combinaciones de movimientos; a continuación se valoran aquellas que se observan en el período de 1 – 6 años.

a) Combinación de correr y saltar

Una condición indispensable para realizar cualquier combinación, es que el niño domine con seguridad las formas que debe combinar. El niño realiza sus primeros intentos poco antes de cumplir los 3 años. La mayoría de los intentos de carrerilla para saltar se efectúan al principio, de manera que al llegar al obstáculo se interrumpe la carrera y luego se salta por encima de la cuerda o del pequeño foso.

La unión fluida de estas dos formas básicas se consigue a partir de los 4 años.

También puede observarse en esa edad que la carrerilla tiene ya un sentido efectivo. La unión fluida de carreras y saltos hace que la velocidad adquirida con la carrera sea aprovechable para el salto y se manifiesta en resultados más altos.

El salto en una altura de 20 cm., combinado con fluidez con la carrera puede lograrse ya a la edad de los 4 años.

b) Combinación de correr y lanzar.

Hasta después de cumplidos los 5 años, los niños no consiguen combinar con fluidez la carrera y el lanzamiento. Después de la carrera de arranque se produce una interrupción. El lanzamiento se efectúa estando parado como acción independiente, iniciándose a menudo un nuevo movimiento de impulso.

Fases del aprendizaje motor

Las fases caracterizan el curso regular del desarrollo en la formación de nuevos movimientos ordenados; en la práctica se puede comprobar por medio de la observación y comparación de abundantes procesos de aprendizajes en el deporte y en el trabajo corporal. Estas fases por observación caracterizan una sucesión, un desarrollo que no se pude invertir y sus leyes están condicionadas por la formación de sistemas dinámicos de nexos cerebrales, de reflejos condicionados. Por ello se describen las fases no solo morfológicamente comportables en su lento desarrollo, sino se explican fisiológicamente.

Para describir de forma sencilla todos estos procesos la autora Miriam Valdés, se apoyó en investigaciones realizadas por Pavlov referentes a la formación de reflejos condicionados, extendidas posteriormente por su alumno Krestovnikov a la formación de nuevas formas de movimiento y sus combinaciones.

Las fases caracterizan de modo general el desarrollo del aprendizaje motor y los estadios que deben superarse para llegar a la capacidad. No deben ser tomadas en forma esquemática, ni estática, pues entre las diversas fases no hay una clara línea divisoria.

El aprendizaje de un movimiento nuevo, definido por autores como (Spiess (1851),Krestovnikov (1953) transita por lo regular las 3 fases o estadios característicos que según lo que predomina en su contenido pueden ser denominadas del modo siguiente:

Fase A (Fase de generalización): Adquisición de la forma tosca inicial. Coordinación primitiva del movimiento.

Fase B (Fase de Concentración): Corrección, afinamiento y diferenciación. Coordinación elaborada del movimiento.

Fase C (Fase de Automatización): Afinamiento, adaptación a condiciones cambiantes. Estabilización del movimiento.

Para el análisis de las fases solo se hará referencia a la primera pues la misma describe cómo transcurre el desarrollo motor, las restantes atañen a los jóvenes y los futuros deportistas.

En el tratamiento de la primera fase, hay que tener presente la importancia del ejemplo, la demostración. Cada vez que en la actividad se le da tratamiento a un nuevo movimiento es usual que se realice una vez por el niño, a modo de muestra.

Esta muestra de ejecución pública del movimiento corresponde a una necesidad elemental del niño, pues ya quiere saber si la tarea es realizable y de qué manera ejecutarla.

El niño quiere saber qué aspecto tiene todo el movimiento que debe aprender. El aprendizaje motor está ligado a la imagen del movimiento real, pues el camino que lleva al aprendizaje del movimiento pasa primeramente por la vista, es decir, el curso seguido por el aprendizaje motor se obtiene con firmeza del ejemplo vivo.

Aprendemos preferentemente de las personas, las que también con sus movimientos, nos parecen ejemplares y dignas de imitar.

El niño capta siempre solo la forma general en que se produce el movimiento, recibe una primera impresión de su aspecto externo, una imagen óptica de su transcurso a grandes rasgos, lo cual no basta, pues la mayoría de las veces el movimiento transcurre a gran velocidad. Detalles a menudo importantes son pasados por alto y solo se retiene una tosca impresión del movimiento, o sea, el niño capta bien qué se hace, pero aún no capta cómo se hace.

"La adquisición y el aprendizaje propiamente dichos empiezan para el niño con la ejecución del movimiento, con las primeras pruebas que hace él por sí mismo".

La coordinación primitiva constituye un momento decisivo: representa la experiencia de la realización completa de un movimiento nuevo; no es raro el caso que en este momento llega de repente, inesperadamente, incluso con sorpresa por parte de quien lo ejecuta. Esto puede observarse muy bien cuando un niño comienza a dar sus primeros pasos hacia los brazos de su madre o que aprende a ir en bicicleta.

Se caracteriza además por el hecho de que los movimientos se producen inexactamente y con poca precisión porque el radio que alcanza el movimiento es siempre mayor que lo necesario y poco equilibrado. El ritmo de movimiento es con frecuencia demasiado rápido y no se corresponde con los objetivos del mismo. Las cualidades que se han caracterizado como rasgos de una ejecución óptima de movimientos son: la fluidez, la elasticidad, la estructuración óptima espacial temporal y dinámica, la transmisión de movimientos y por último, la anticipación, todas muy necesarias para la captación motora. Los inicios de la coordinación primitiva pueden producirse de manera muy diversa, desde la posibilidad de la adquisición libre, casi siempre sin tutoría y la adquisición dirigida más o menos escolar.

La adquisición libre se caracteriza por una búsqueda activa y por prueba de soluciones convenientes para llegar al éxito.

Se buscan varias posibilidades una tras otra, hasta encontrar la solución adecuada que conviene a la tarea planteada, se seleccionará una entre las posibilidades de ejecución, se repetirá y con ello se fijará finalmente. De este modo se produce la adquisición de nuevos movimientos sobre todo en la primera infancia, en la que la orientación en el contacto con las cosas se produce principalmente por los sentidos del tacto y del movimiento que son de gran importancia para la formación de nuevos movimientos.

Ya más tarde, cuando la formación visual va alcanzando un papel dirigente, el niño copia visualmente los movimientos que ve en los compañeros de juegos o en adultos, los imita, aunque en una forma exterior inexacta y adquiere nuevos movimientos. Por otra parte, va observando en relación con los objetos qué puede hacer con ellos y cómo debe manipularlos, lo que va tomando cada vez más carácter de mandato para el niño. La adquisición dirigida más o menos escolar de nuevos movimientos se diferencia de la libre, de forma similar a la variación del aprendizaje de la lengua materna en la vida diaria y en la clase de idioma. La adquisición total de la coordinación primitiva es muy importante, es lo que hace posible que el nuevo movimiento sea captado de modo inmediato y como un todo en su estructura total real, aunque sea en forma tosca. Así se forman desde el principio una idea correcta del desarrollo del movimiento y también una coordinación correspondiente adecuada. Si los movimientos son muy complicados y difíciles requieren de ejercicios previos que tengan relación con la estructura del esquema básico del movimiento que se trata de aprender.

La teoría de L. Vigotsky fundamenta la concepción de que la educación guía el desarrollo y facilita ese proceso, postulado que no es ajeno al desarrollo de la esfera motriz de los niños en edades temprana y preescolar.

En tal sentido fueron observadas 15 actividades conjuntas grupales en el Consejo Popular seleccionado. De ellas 8 (53,3%) dirigidas a los niños entre 1-2 años y 7 (46,6%) para los niños de 2-3 años.

En todas las actividades observadas (100%) se constató que se preparan las condiciones para que los niños puedan desarrollar algunas habilidades motrices básicas (caminar y correr), aunque estos no dominan las acciones y operaciones para su ejecución, lo que quedó demostrado por lo siguiente:

Sólo un 27,2% de los niños fue capaz de caminar utilizando todo el espacio disponible en el área sin apoyo, con movimientos coordinados; no se aprovechan todos los materiales que existen en el área, pues sólo 9 niños (40,9%) fueron capaces de utilizar tablas anchas para caminar sobre ellas y otros 3 (13,6%) caminaron por las líneas dibujadas en el piso, lo que evidencia que a pesar de estar las condiciones creadas no se les estimula suficientemente para que realicen diversos movimientos, aspecto importante que contribuye al desarrollo del equilibrio y la coordinación motora. La carrera, como habilidad motora, se vio afectada por la poca coordinación de los movimientos. Sólo 6 niños (27,2%) corren con mayor ritmo y coordinación de las manos y piernas, aunque no lo realizan con la parte anterior de los pies por lo que hacen mucho ruido, lo que apunta hacia la necesidad de que se les insista en esta acción. Es válido destacar que los 6 niños tienen 3 años cumplidos y fueron capaces de ejecutar la tarea con entusiasmo, condición importante para que la familia organice la estimulación partiendo de estos criterios que garantizan el desarrollo de la habilidad motriz. En ninguna de las actividades observadas se pudo apreciar la creación de condiciones para realizar el salto, ello está dado porque se realizan en locales de la propia comunidad que poseen poco espacio y características propicias para ello. No se realizaron saltillos con los dos pies, por lo que consideramos que a esta habilidad motriz básica no se le dedica tiempo en la estimulación del desarrollo del niño y constituye una condición necesaria para el desarrollo del equilibrio y la estabilidad.

Estas consideraciones permiten resumir que las habilidades de caminar y correr son tratadas en las actividades observadas, aunque con algunas insuficiencias, pero la habilidad de saltar no se trabaja, lo que puede conducir a un desarrollo disarmónico en estos niños.

En cuanto a los momentos en que se realizan las tareas motrices durante la actividad pedagógica se debe señalar que en el 46% de ellas se aprovechan todos los momentos de la actividad para realizar tareas motrices, aunque no siempre cumplen los requerimientos necesarios. En el otro 53% se realizan dichas tareas sólo en algunos momentos de la actividad.

La orientación a la familia por parte del ejecutor se realiza de forma global en algunos momentos de la actividad, pero con pocas demostraciones.

La implicación de la familia en la actividad se evidencia a través de la participación con los niños (100%) en las tareas a ejecutar, aunque sólo el 30% de los familiares pregunta como ejecutar las acciones mejor y sobre qué acciones debe incidir más en el propio desarrollo de la habilidad motriz.

Los resultados anteriores apuntan hacia la insuficiente orientación a la familia por parte de los ejecutores, acerca del desarrollo motor de los niños de las edades estudiadas.

Así mismo se realizó una constatación empírica a los 6 meses de estar aplicando en el Consejo Popular la Norma un conjunto de acciones para el de las habilidades motrices de los niños y niñas en las edades de 1 – 3 años, y se pudo constatar el 100 % de los niños fue capaz de caminar utilizando todo el espacio disponible en el área sin apoyo, con movimientos coordinados; los 32 niños y niñas fueron capaces de utilizar tablas anchas para caminar sobre ellas y así mismo el 100 % caminaron por las líneas dibujadas en el piso, lo que evidencia que fueron capaces de realizar diversos movimientos, con equilibrio y coordinación motora. La carrera, la realizaron el 100 % de los casos con coordinación de los movimientos, expresada en una mayor ritmo y coordinación de las manos y piernas, así mismo en el 84,37 % se observó una buena coordinación entre la acción de la carrera y el lanzamiento de un objeto, entre otras, lo que evidenció el desarrollo motriz positivo de los niños y niñas bajo la influencia de estas acciones propuestas.

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Autor:

Lic. Nancy González Llanes

Dr.C. Luis A. Rangel Mayor