Esta cena ritual, relacionada con la inmolación de los corderos (Ex 12,1- 28.43-51), era conmemoración del pasado, pero, al mismo tiempo, también memoria profética, es decir, anuncio de una liberación futura.
Al instituir el sacramento de la eucaristía Cristo anticipa lo que será el sacrificio de la cruz y la gloriosa resurrección, lo que muestra la institución de la eucaristía es esa entrega a una muerte violenta pero que al fin se convierte en ser supremo de vida y redención para la humanidad.
Cristo pues, con su mandato de "haced esto en memoria mía" nos deja esa gran responsabilidad de difundir por toda la humanidad y de dar un buen testimonio de esto frente a nuestros hermanos para que por medio de la Eucaristía vuelvan a ser parte de la familia de Cristo.
Jesús nos ha encomendado así la tarea de participar en su « hora ». La Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús. No recibimos solamente de modo pasivo el Logos encarnado, sino que nos implicamos en la dinámica de su entrega, « nos atrae hacia sí ».
La iglesia como fiel esposa de Cristo esta llamada a ser constante testigo de la verdad que es anunciada de celebrar día tras día el santo sacrificio de la Eucaristía, esta verdad es celebrada de acuerdo a las formas de cómo el Espíritu inspire para su desarrollo en tiempo y lugar determinado.
El paráclito don perfecto para la comunidad y los creyentes; actúa desde la creación regalando sus carismas para revelar todo lo que Cristi ha hecho y mantenerlas vivas en la iglesia.
Si es cierto que los sacramentos son una manifestación propia de la Iglesia con relación a la de Cristo, es también de notar que en la Eucaristía se nos da a pregustar el cumplimiento escatológico, hacia el cual todo ser humano aspira.
Con el don de si Cristo inaugura el tiempo escatológico, para congregar a su pueblo disperso; para llevar a cabo las promesas que hizo a nuestros padres en la antigüedad.
Es pues, como en cada Celebración Eucarística se realiza sacramentalmente la reunión escatológica del Pueblo de Dios. El banquete eucarístico es para nosotros es anticipación real del banquete final[6]
La relación entre La Eucaristía y los sacramentos son para nosotros significado escatológico de los tiempos y si es bien saber que todo lo que ha hecho Dios por nosotros lo deja ver realizado a la perfección en María la madre de Cristo y madre nuestra, fiel modelo a seguir de santidad; su asunción al cielo nos muestra un signo de esperanza seguro, ya que nos indica la meta escatológica del sacramento de la eucaristía la cual pregustamos ahora.
La Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz[7]Sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de Madre.
Eucaristía, misterio que se ha de celebrar
Es necesario celebrar la eucaristía como acontecimiento de fe teniendo en cuenta siempre la relación con la liturgia de la iglesia. La celebración de la eucaristía exige el misterio de la fe. En la eucaristía contemplamos a Jesús y en Jesús contemplamos la verdadera belleza, aclaramos que la belleza no es esteticismo sino que es el mismo misterio de Cristo el que nos cautiva y fascina llevándonos a amarlo. Por lo tanto, "la belleza de la liturgia es parte de este misterio; es expresión eminente de la gloria de Dios y, en cierto sentido, un asomarse del cielo sobre la tierra"[8].
Cristo es el único cimiento de la Eucaristía, en la cual actúa Christus Totus , el mismo señor resucitado es quien congrega a la Iglesia para celebrar la fractio panis.
Dentro de esta celebración eucarística, los ministros ordenados, obispos, sacerdotes y diáconos han de considerar este sacramento como su deber principal, ya que ellos son dispensadores de los misterios de Dios en la Iglesia, realizándola con todo el ars celebrandi (el arte de celebrar). Dentro del ars celebrandi el santo padre considera la importancia de restituir el valor de la armonía del rito, la decoración y disposición del lugar sagrado, los gestos y los signos, el canto sagrado y un sin número de elementos constitutivos de la celebración Eucarística.
También no podemos pasar de largo la estructura de la celebración Eucarística. El santo padre es enfático en esta exhortación en recordarnos la unidad intrínseca de la Eucaristía. la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística están estrechamente unidas entre si y forman así un único acto de culto. Resaltamos en esta parte la importancia de la liturgia de la palabra porque por medio de ella Dios habla a su pueblo, de la homilía que actualiza y ayuda a los fieles a poner en práctica la palabra escuchada. También resaltamos por su valor teológico y pastoral de la liturgia de la Eucaristía el momento de la presentación de las ofrendas, de la plegaria eucarística, el rito de la paz, y el momento culmen de la distribución de la sagrada Eucaristía al pueblo santo de Dios; y por último la despedida y envío a la misión de los fieles que han participado.
Cuando hablamos de la celebración de la Eucaristía no se puede dejar de mencionar la actuosa participatio, que es la participación consiente, piadosa y activa en la celebración sagrada. Para esta actuosa participatio, los fieles deben poseer un espíritu de conversión continuo, además de la disposición interior (recogimiento y silencio).
Hablando de la relación entre el ars celebrandi y la actosa participatio encontramos que la mejor catequesis sobre la eucaristía es la misma eucaristía, pues esta posee la capacidad de introducir a los fieles en el mismo misterio celebrado. Para esto tenemos en cuenta tres elementos: 1. La interpretación de los ritos a la luz de los acontecimientos salvíficos. 2. introducen en el significado de los signos contenidos en los ritos. 3. Enseñan el significado de los ritos en relación con la vida cristiana.
Eucaristía, misterio que se ha de vivir
Cuando nosotros recibimos a Cristo en la eucaristía, "no es el alimento eucarístico el que se transforma en nosotros, sino que somos nosotros los que gracias a él acabamos por ser cambiados misteriosamente. Por eso, la celebración eucarística es la fuente y el culmen de la iglesia, y es el inicio y el cumplimiento del nuevo y definitivo culto"[9]. Ahora bien, la invitación que nos lanzan de "vivir según el domingo" indica vivir consciente de la liberación traída por Cristo. Todo cristiano, por ende está llamado a vivir intensamente, a gozar y a celebrar dignamente el día domingo ya que este es el dies Domini, dies Christi, dies Ecclesiae y dies Hominis.
Los cristianos deben participar en la celebración eucarística dominical, pues es allí donde reactualizan su ser de "raza elegida, sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios…"[10]
En el tema de sacerdocio y eucaristía, el santo padre nos recuerda que la espiritualidad sacerdotal es esencialmente eucarística[11]Es el sacerdote el encargado de administrar el infinito don de la Eucaristía al pueblo, por eso el ha de amarla y de celebrarla conscientemente recordando que actúa in persona Christi.
Además, ningún cristiano puede pretender ser santo sino ama realmente el Sacramento de la Eucaristía, pues es allí donde el santo se encuentra con su Maestro y Señor realmente vivo. Por eso, cuando reconocemos la presencia real de Jesús en la Eucaristía, no solo intelectualmente sino realmente "con los ojos del corazón", la Iglesia ve la necesidad de insistir en la participación devota y digna de este Sacramento.
Para finalizar, reconocemos que la Eucaristía es "don y misterio" en el cual se cree, la cual se celebra y que compromete la vida. Esto mismo es lo que sigue ocurriendo siempre desde la primera comunidad cristiana que se "mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones"[12].
"En efecto, la verdadera alegría está en reconocer que el Señor se queda entre nosotros, compañero fiel de nuestro camino. La Eucaristía nos hace descubrir que Cristo muerto y resucitado, se hace contemporáneo nuestro en el misterio de la Iglesia, su Cuerpo"[13].
Autor:
Juan Camilo Flórez Isaza
Docente: Pbro. Carlos Cataño
SEMINARIO CONCILIAR
MEDELLÍN
2009
[1] cf. Jn 15,13
[2] Jn 13,1
[3] Jn 6, 32-33
[4] Cf. Gn 2,7
[5] Cf. Jn 3,34
[6] Ap.19,7-9
[7] Jn. 19,25
[8] BENEDICTO XVI. Exhortación Apostólica Post sinodal Sacramentum Caritatis. S.l. : s.n., 2007. P 32
[9] Ibidem. P. 57
[10] 1 Pe 2,9
[11] Cabe anotar que este tema Sacerdocio-Eucaristía inspiro al papa para el XLVI jornada de oración por las vocaciones del año 2009. Es una pequeña muestra de la importante relación entre ambos.
[12] Hechos de los Apóstoles 2, 42
[13] BENEDICTO XVI. Op. Cit. P. 81
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