- Resumen
- Estado de la cuestión
- El Siglo XVI
- Siglos XVII y XVIII
- El siglo XIX
- Hacia una "Nueva Historia"
- Visión general del planteamiento de la "Escuela de los Annales"
- "Annales" y le Edad Media
- Bibliografía
Resumen:
Repaso y valoración historiográfica del concepto de "Edad Media", desde su formulación. Analizamos su evolución y consideración actual.
1. Estado de la cuestión
¿Qué se entiende realmente por Edad Media?; es, a priori, una pregunta que el imaginario colectivo de la cultura popular parece considerar simple; el mundo académico de la Historia, a pesar de que no siempre ha sido así, hoy en día parece tenerlo también claro. Pero, bajo un análisis riguroso, hecho obviamente desde la perspectiva de la Historia académica, no es un concepto claro y delimitado, y arrastra muchos lastres comunes a otros conceptos de la ciencia histórica, que a pesar de su evolución y conceptualización, hoy en día son resbaladizos y aún suscitan vivos e intensos debates.
Tal vez antes de preguntarnos qué es la Edad Media, convendría preguntarse qué no lo es, y qué usos y valoración se le atribuye al concepto; en este punto, es muy interesante analizar dos perspectivas: la que podemos llamar "profesional" y la arraigada en la cultura popular; y aún podríamos sumar una más, compleja pero a la vez fascinante: la Edad Media como "propuesta".
Estas tres concepciones del Medievo tienen sus diferencias, algunas más que notables, pero todas parten del mismo contexto: el occidente europeo de los siglos IV-XV; sobre este eurocentrismo, común hasta cierto punto en la historiografía hasta el Siglo XX, hablaremos más tarde; pero primero, a modo de introducción, repasemos las tres edades medias con las que nos encontramos a priori.
Para introducir la Edad Media del ámbito académico, antes es necesario realizar una serie de consideraciones sobre la polémica división de la Historia por edades, arraigada en el estudio de la disciplina histórica por obvias razones pedagógicas y de coherencia. No cabe duda alguna que la Historia es un continuo, donde no hay cortes bruscos, sino periodos de transición donde lo viejo y lo nuevo conviven, algunas estructuras desaparecen y otras perviven, se fusionan y avanzan hacia algo distinto; nadie, por tanto, se acostó en la Edad Media y se levantó en la Edad Moderna. Este criterio, aplicado al medievo, refleja por tanto dos periodos de transición según la clásica ordenación de la Historia en Prehistoria, Edad Antigua, Media, Moderna y Contemporánea: un primer periodo, de la Antigüedad al Medievo, y un segundo, de la Edad Media a la Moderna. Precisamente en ese caldo de cultivo surgió la primera conceptualización de la Edad Media, como veremos más adelante; sin embargo, parece que esa primera aproximación no fue más que "una convención cronológica de los Humanistas de los Siglos XV y XVI, animados por una nueva esperanza de renacimiento cultural y de recuperación general"; y por cierto que la tendencia fue a hacerla "oscura", decadente, un tránsito entre la Antigüedad Clásica y ese Renacimiento que pretendía recuperarla, o lo que es lo mismo, desde la caída del Imperio Romano hasta los momentos en los que surgió esa recuperación de la Antigüedad, visto el periodo intermedio como una época de decadencia general, donde los ideales clásicos se habían perdido por completo: nacía así la "Edad del Medio". Este pensamiento tiene sus motivaciones, que desarrollaremos plenamente en otro capítulo.
Desde esa primera definición las cosas han cambiado bastante en la esfera de la alta cultura, y también en las investigaciones históricas; hoy por hoy a ningún profesional de la Historia se le ocurriría definir el periodo medieval en esos términos; lo veremos de manera más pormenorizada en capítulos posteriores, pero la profunda renovación historiográfica del Siglo XX ha permitido conocer muchos aspectos, y no sólo del periodo medieval, en los que el estudio de la Historia no se había fijado, dominado por los influjos empíricos del positivismo, hasta que comenzó el diálogo entre disciplinas y el estudio del hombre como grupo por encima del hecho o del personaje; algo que hoy nos parece tan lógico, aceptando las palabras de Lucien Febvre, uno de los fundadores de la revista Annales, y, por tanto, de la corriente historiográfica más importante del Siglo XX: "Hay historia sin más, en su unidad. La historia es, por definición, absolutamente social"; esta profunda transformación y la ampliación de las posibilidades de investigación que conlleva, más allá de la sumisión al documento o al personaje, ha permitido conocer otra Edad Media, no tan oscura, no tan decadente, al menos a un nivel "profesional".
Sin embargo, hasta la llegada de esa renovación, en los siglos XVII y XVIII (a pesar de breves reconsideraciones de un carácter más positivo, localizadas en intelectuales muy concretos) se tendió a pensar, principalmente a través de las corrientes Ilustradas, que todo lo decadente y necesario de cambio en Europa venía de la Edad Media, y el cambio necesario vino con la Revolución Francesa; se atribuía así al período medieval todo lo contrario a los términos de razón, igualdad y libertad, obviando que muchos de los males a los que se referían se habían forjado en los propios siglos XVII y XVIII; un ejemplo muy claro es el feudalismo, término ciertamente ambiguo y relativamente reciente que analizaremos en profundidad en capítulos sucesivos; con la "tendencia natural de la mente humana a mirar las cosas en perspectiva", se acuñó la idea de que el feudalismo era un residuo medieval, e importaba poco que el feudalismo del XVIII se pareciera bien poco al feudalismo típicamente medieval (el feudo-vasallático) y que se hubiera ido forjando en cambios posteriores. De este modo, el razonamiento circular, brillantemente expuesto por Sergi, quedó de este modo: "¿Qué es el sistema feudal?.
El derribado por la Revolución Francesa. ¿Y cómo era el feudalismo derribado entonces?. Un residuo medieval. ¿Y cual era la característica de la Edad Media?. Haber producido esa organización feudal del poder. ¿Y cómo era esa organización feudal del poder?. Parecida al feudalismo vigente en el siglo XVIII"; un pensamiento estático y circular, ciertamente.
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