La Enfermedad de Robles. Origen de la Enfermedad de Robles (Oncocercosis) en América
Enviado por Rafael Fragoso Uribe
Los datos disponibles son insuficientes para dilucidar definitivamente el origen de la Enfermedad de Robles en América. Se han hecho múltiples conjeturas y lanzado diversas hipótesis a este respecto. Algunos autores opinan que la oncocercosis fue importada de África, inicialmente a Guatemala, y de ahí a México; otros sostienen que primero llegó a México, prosiguiendo a Guatemala; pero no se tienen datos suficientes y definitivos para aceptar cualquiera de estas hipótesis.
Algunos estudiosos de este problema dicen que la oncocercosis en América data solamente de principios de este siglo (1, 2), remontando su origen a 1905, con la llegada de negros jamaiquinos, lo que no creemos factible por la alta prevalencia de esta enfermedad cuando fue descubierta en Guatemala y México. En un pueblo de México, llamado Tiltepec, del estado de Oaxaca, se comunicó en 1925 una prevalencia cercana al 100 por ciento en los adultos, que presentaban lesiones crónicas en piel y ojos. Es poco probable que la oncocercosis se haya propagado en estos lugares con tal velocidad, ya que otros, en los que en aquella época se encontró una baja prevalencia, en la actualidad continúan en condiciones semejantes.
FIGUEROA MARROQUÍN (3) dice que, de haber sido la oncocercosis importada a América, debe haberse presentado inicialmente en México, ya que por el puerto de Veracruz se hacía el tráfico del antiguo Continente con América, y los lugares de paso para Guatemala fueron, precisamente, las zonas oncocercosas de Oaxaca y Chiapas.
Estas polémicas respecto al origen de la oncocercosis en América, son tan antiguas como su propio descubrimiento en este Continente, pues desde que el doctor RODOLFO ROBLES (4) comunicó su existencia en América, BRUMPT (5) opinó> que se trataba de una nueva enfermedad y llamó al filárido causante de este padecimiento Onchocerca ceacutiens; la principal diferencia la encontró en que no se habían reportado lesiones oculares por oncocercosis en los pacientes de África, y solamente PACHECO LUNA (6), en Guatemala, las había estudiado. Posteriormente HISSETTE (7, 8) estudió a un grupo de pacientes oncocercosos en El Congo, África, hallando lesiones oculares, por lo que se concluyó que se trataba de un mismo padecimiento.
Se ha externado la opinión que por no encontrarse manifiesta esta enfermedad en el folklore de los pueblos (9), ni en las crónicas de los conquistadores e historiadores de la esclavitud, no era posible que se tratara de un padecimiento autóctono; sin embargo, personas que se han dedicado a investigar el problema, han observado diferencias en las manifestaciones de la oncocercosis que se presenta en África con respecto a la de México y Guatemala, así como la gran semejanza que ofrece el padecimiento en África y en la República de Venezuela (10). Esas observaciones nos hacen pensar que se trata de un mismo padecimiento que sufrió modificaciones al llegar a México y Guatemala, o bien que se trata de una variedad de la filaríais africana. Serían de bastante utilidad los estudios futuros sobre genes (11), especialmente porque para ello se dispone de la ayuda que brinda el ultramicroscopio.
Como decíamos en líneas anteriores, el origen de la Enfermedad de Robles en América, lo fijan a principios del siglo. CALDERÓN supone que fue consecuencia del tráfico con negros jamaiquinos, que se hacía entre 1905 y 1910; pero esta teoría pierde verosimilitud si se toma en consideración que en Jamaica no se tenía, ni se tiene al presente, noticia de que haya oncocercosis. Existen, además, en la República Mexicana, otros lugares que presentan condiciones óptimas para el desarrollo de la enfermedad, y por los cuales transitaron e incluso residieron los negros procedentes de África; y sin embargo, en dichos sitios no se ha presentado esta endemia (12, 13).
No obstante que en México y Guatemala se han llevado a cabo diversos tratamientos (14, 15), la prevalencia del padecimiento no ha bajado mucho, igual que en las zonas a las cuales casi no se les ha prestado atención. Lo anterior no indica que los tratamientos aplicados sean inútiles, puesto que han hecho disminuir apreciablemente las lesiones oculares.
FrGuERoA MARRoQuÍN (3) y PÉREZ RAMÍREz (16), suponen que las perforaciones que presentan los cráneos zapotecas, no se deben a tratamientos quirúrgicos; el primero opina que probablemente hayan sido originadas por oncocercosis; estas ideas están de consuno con los datos siguientes:
En la figura 1 se muestra un cráneo perteneciente a un individuo del tipo étnico zapoteca, de la época precolombina. Presenta una perforación cónica en la región frontal.
FIG. 1
El cráneo de la figura 2 corresponde a un individuo que en vida fue oncocercoso y presenta una perforación cónica originada por un oncocercoma La semejanza entre las perforaciones que aparecen en las figuras 1 y 2, nos autoriza a suponer que se deben a la misma causa. Como existe la seguridad de que la perforación del cráneo que se muestra en la figura 2, fue producida por oncocercosis, lógico es suponer, dada su similitud, que la perforación del cráneo zapoteca es de igual procedencia.
FIG. 2
A continuación se mencionan algunos datos tomados del trabajo del doctor Figueroa Marroquín, que sugieren la hipótesis de que la oncocercosis es autóctona en América:
"En comunicación personal, el doctor García Valle refiere que en un documento inédito de Federico Polá Torroella, dirigido al Rey Felipe II en 1521, habla de la existencia de un padecimiento que se manifiesta por «bolas en la cabeza, arrugamiento de los ojos, pérdida de la capacidad de ver y apergaminamiento de la piel». Este documento no se ha podido localizar.
"En el siglo XVII, Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán en su obra Recordación Florida, dice: «El Pueblo de Malacatepeque Cerro de Huesos, combatido de grandes vientos y cercado de grandes arboledas y espesísima montaña, el agua algo distante por cualquier parte y quebrados profundos por donde corre precipitada. Su temperamento no muy caliente, y todos los más de los indios sus habitadores ciegos de nubes muy crecidas». Este pueblo existió realmente situado en las inmediaciones de las faldas del Volcán del Fuego, muy cerca de Yepocapa que es la zona de más alta incidencia oncocercosa en Guatemala. (Este lugar nos recuerda el pueblo de Tiltepec, Oaxaca, México, cuyos habitantes en 1925 [16 y 17J se encontraron en condiciones análogas).
"Una descripción que hace el Gobernador de Venezuela, Juan de Pimentel, en 1551, «Suele a ver muchos males de ojos que muchos españoles los han perdido y otros quedando con nubes en ellos».
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