El ejercicio y sus beneficios inciertos: un análisis y revisión crítica para un nuevo año (página 2)
Enviado por Felix Larocca
El problema que los investigadores confrontan y que todavía espera ser resuelto, es que el ejercicio no nos favorece a todos igualmente. Amén de que los beneficios de su efecto, por encima descritos, no son válidos para todos.
El ejercicio, ¿previene el cáncer?
Varios estudios en progreso en los Estados Unidos — abarcando miles de personas — extendiendo por varios años, demuestran que el ejercicio hecho con regularidad reduce el riego de adquirir ciertas malignidades, especialmente cáncer del colon y del seno. Lo que los investigadores no han logrado hacer, es explicar el mecanismo responsable por este fenómeno.
Una explanación, tan posible como plausible, es la creencia bien aceptada de que el ejercicio controla beneficiosamente el peso del cuerpo — lo que no siempre es verdad, como ya sabemos.
El mecanismo que explica cómo el entrenamiento físico puede ser ventajoso es el siguiente
Las personas delgadas registran niveles menores de insulina circulante, la hormona pancreática que asiste a las células en el uso de la glucosa, su fuente de nutrición y energía. Por su parte, las personas con sobrepeso, o que son obesas, poseen la tendencia a desarrollar resistencia a la acción de esta hormona, una condición en la cual las células cesan de responder a la estimulación para absorber la glucosa. Cuando este fenómeno sucede, el páncreas produce mayores cantidades de insulina para compensarlo, inundando el torrente sanguíneo con este derivado glandular. Niveles elevados de insulina en la sangre, se han asociado con algunas formas de cánceres. La razón para lo último siendo, porque la insulina es esencialmente una hormona de crecimiento que afecta a los tumores, en desarrollo incipiente, haciendo que crezcan más rápidamente. Lo que es perjudicial.
Se cree que el ejercicio físico contrarresta, bajando el peso, la resistencia de las células a la influencia de la insulina.
La realidad es, que cualquier endocrinólogo puede dar testimonio de los muchos pacientes delgados que conoce, en su práctica, que son resistentes a la insulina.
Se entiende igualmente, que el ejercicio previene la aparición del cáncer y otras enfermedades, por su acción estimulante del sistema inmune. De igual manera, como el ejercicio disminuye los niveles de las hormonas femeninas, estrógeno y progesterona, esto explica por qué el riesgo de desarrollar cánceres del útero y del seno, es menor, ya que estos tumores se sabe que están relacionados a niveles altos de estas específicas hormonas.
Pero, aún en este punto, los expertos concurren en que otros factores, todavía desconocidos — además del ejercicio — pueden estar presentes, para explicar estos efectos beneficiosos para la salud.
El ejercicio, como factor en el fortalecimiento de los huesos
Está establecido científicamente que el ejercicio, en moderación, aumenta y mantiene la masa ósea y reduce el riesgo de la osteoporosis. Esta noción está soportada por la rarefacción relativa que se detecta en astronautas que permanecen en la ingravidez por periodos prolongados de tiempo y por el riesgo que la anorexia nervosa y condiciones asociadas presentan a sus víctimas.
Como sucede con los músculos, los huesos se tornan más fuertes cuando soportan un peso mayor que el normal, en el sentido de levantar un objeto y subir algunos peldaños cargándolo. Aquí no nos referimos a transportar trescientas libras de adiposidad en el cuerpo, como lo hacen tantas personas obesas. Pero, lo que aún no conocemos es la razón por qué una persona que levanta pesas de trescientas libras no se beneficia, si moviliza, en lugar de pesas, trescientas libras de gordura corporal.
Pero, siempre existe una "explicación", aunque ésta resulte poco convincente. Hela aquí: Se cree que el ejercicio estimula los osteocitos (las células óseas maduras) a que "instruyan" los osteoblastos a que incrementen la formación de tejidos óseos nuevos.
El entrenamiento previene la diabetes tipo 2
Se cree que el ejercicio físico ayuda a prevenir, y aún puede reversar la diabetes de tipo 2.
La diabetes del tipo 2 es una condición en la cual el cuerpo comienza a ignorar el efecto de, o falla en producir, la suficiente cantidad de insulina para el metabolismo de la glucosa — condición conocida como la resistencia a la insulina.
Si los músculos y otros tejidos no pueden absorber la glucosa circulante en cantidades adecuadas, daño a los vasos sanguíneos y los nervios resultan, abriendo el camino a las enfermedades cardiovasculares, derrames cerebrales, e infecciones por agentes microbianos oportunistas.
A continuación, ofrecemos otro mecanismo esotérico para explicar este beneficio, que es invocado por los expertos con singular frecuencia.
Se cree que cuando una persona monta bicicleta, corre, o hace cualquier clase de ejercicio vigoroso, las contracciones musculares aceleran la producción de adenosina mono fosfatasa-activada quinasa proteínica (AMQP). Una enzima que acelera la degradación de grasas que interfieren con los transportadores de glucosa celulares.
Es posible que existan diferencias individuales en la manera en que diferentes personas responden al ejercicio, como sabemos que existen diferencias en cómo distintas personas responden a las medicinas, o aun al amor.
Se cree que el ejercicio mejora la capacidad intelectual — aunque el comportamiento de algunos atletas contradice lo dicho, sin dejar lugar a dudas
Siempre se ha propuesto, sin suministrar evidencias para hacerlo, que el ejercicio hace que uno funcione mejor en pruebas psicológicas intelectuales.
Hoy se afirma que ciertos animales de laboratorio se benefician en su capacidad cognitiva por la acción de ciertas moléculas que, actuando, vía el hipocampo cerebral, mejoran sus capacidades para resolver problemas en elaborados laberintos experimentales estructurados para ellos.
Por alguna extraña razón, el rol que el efecto del entrenamiento pueda jugar, nunca se discute en estos casos.
Existe suficiente evidencia científica que soporta que la idoneidad física mejore la capacidad cognitiva del ser humano. Un estudio reciente demostró que personas mayores de 50 años sufriendo de problemas de la memoria obtuvieron marcas mejores en pruebas cognitivas luego de seis meses de entrenamiento físico. Manteniendo esta ventaja años después de que el estudio concluyera.
Pero, aun existen los escépticos quienes nos advierten del hecho de que aún no se han hecho suficientes investigaciones controladas para poder corroborar la relación entre el ejercicio y el poder del cerebro. Una complicación para lograrlo es la escasez de artículos al respecto, que además de ser pocos, resultaron sernos de escasa ayuda, por su imprecisión, para nuestro propósito en esta monografía.
Pérdida de peso
La relación entre el ejercicio físico y la pérdida de peso es muy complicada para ser examinada someramente. Pero, por contraste a la creencia común, debe de mencionarse el hecho de que el entrenamiento en el gimnasio todos los días no siempre resulta en mermas de peso, como tantos admiten.
No obstante, los expertos, nos señalan, las muchas estadísticas que soportan la noción de que el entrenamiento vigoroso es un método eficaz de bajar de peso. La realidad en este último respecto, es que alguien puede pasar una vida sin moverse, consumiendo muchas calorías, y sin ganar peso alguno, como más adelante veremos…
El incremento de la actividad física y el control del consumo de calorías puede, al largo plazo hacer que se pierda de peso — pero no siempre — lo que tampoco sucede del modo rápido que todos ansían. Lo que hace que quienes lo intentan, sin éxito inmediato, pierdan la confianza, se desalientan y abandonan la idea, retornando al punto desde donde comenzaran.
"Es demasiado esfuerzo, ir sin comer, y correr 3 kilómetros al día…" decía una paciente que desperdiciara miles de dólares en un local spa ambulatorio. Añadiendo, "es todo un sacrificio muy grande — la vida es tan corta y la muerte tan larga…"
"En la semana y media que durara el spa lo único que perdí fueron varios miles de dólares y lo que gané, fue que me reuní con viejos amigos… ¡Gran cosa!"
Para la persona promedio, la sensatez en la ingesta de calorías, en lugar de quemarlas a través del ejercicio es el factor más importante en la pérdida del peso. Pero, es de importancia recordar que el ejercicio en sí confiere beneficios psicológicos decisivos que hay que tener en consideración para mantenerse delgado.
Algunos de los propuestos efectos beneficiosos — aún no establecidos — del entrenamiento físico consisten en disminuir la actividad estimulante del deseo de comer, que proviene de la acción de la hormona ghrelina. Se cree que hasta unos treinta minutos después de ejercitarse vigorosamente, la actividad de esta hormona disminuye, mientras que se incrementa la excreción del neuropéptido YY — hormona supresora del apetito — por un período de tres horas. Lo que no es asunto confirmado, como ya hemos dicho.
Algunos científicos sugieren que la actividad física puede, paradójicamente, inducir el aumento del peso, porque incrementa el consumo de calorías, en algunos casos.
Prosigamos, repitiendo la pregunta, el ejercicio físico: ¿garantiza una mejor salud?
La actividad física proporciona muchos beneficios como los que hemos descrito anteriormente. Pero, lo que no garantiza es que sea eficaz como remedio para la obesidad.
Estudios ratifican, una y otra vez, que la mejor combinación para resolver este problema consiste en combinar nutrición adecuada y actividad física moderada.
Investigadores de la Universidad de Loyola y otros centros norteamericanos compararon mujeres de ascendencia afroamericana en Chicago con mujeres de existencia rural en Nigeria. En promedio, las mujeres en Chicago pesaban 184 libras y las de Nigeria pesaban 127. Una diferencia marcada.
Los científicos esperaban que mayor actividad física fuera la razón por la cual las mujeres de Nigeria fueran más delgadas que las residentes de Chicago, descubriendo que esto no era así, ya que ambos grupos utilizaban aproximadamente igual números de calorías al día.
Pero, como tenían que resolver el rompecabezas presentado en que un grupo era corpulento y el otro no — a pesar de que sus actividades físicas fueran idénticas — resolvieron mirar a lo que era lógico como si fuese algo asombroso.
Los investigadores concluyeron, con singular perspicacia, que la clave para explicar la diferencia no era el ejercicio sino la dieta.
¡Aplauso!
He aquí la razón
La dieta de las mujeres de Chicago consistía casi exclusivamente de fast foods y la de las mujeres africanas se componía de carbohidratos complejos en abundancia, fibras, vegetales, cero azúcares y muy poca cantidad de grasa animal o de productos lácteos en general.
Las directivas del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, entonces, no son exactas
Por las razones ya expresadas, se ponen en duda las directivas y recomendaciones para la población general ofrecidas por el gobierno de los Estados Unidos.
Si bien, es cierto que quienes se ejercitan queman más calorías, también lo es que ellos comen más para compensar este desgaste.
Los resultados de otros estudios mencionados, y de algunos que a ellos los precedieran, desmienten que el ejercicio físico sea un factor clave en el control del sobrepeso.
Lo que significa en que el control del sobrepeso nunca será posible, de manera eficiente, si no se acompaña de cambios en la estrategia alimenticia y en la resolución de los factores emocionales que lo soportan en cada persona que es gorda. Como hemos visto y reportado en tantos casos.
Por eso concluimos en que es inútil tratar de combatir el sobrepeso, si se paga el precio más alto de la demolición de las defensas psicológicas que lo soportan. Algo que las dietistas del mundo, los directores de spa y los cirujanos bariátricos soslayan a riesgo de sus pacientes.
Por supuesto, los proponentes de las cirugías bariátricas solamente atienden a los aspectos ponderales de un problema de complejidades enormes y a la vez poco entendidos.
91 años…
Como aquí nos ocupamos del ejercicio, vamos a proseguir, elaborando en los conocimientos derivados de un caso que estudiáramos.
Karen
La tragedia sucedió inesperadamente para esta hija única, que había sido adoptada, de niña, por una pareja que no pudo concebir.
Retornando del baile de su graduación, un accidente ocurrió en el que murieron casi todos quienes viajaban en el vehículo que, el novio de Karen, condujera a alta velocidad.
Karen, la víctima sobreviviente, nunca recuperó su conciencia y esperó, yaciendo en un coma, en una cama de la unidad intensiva de un hospital — localizado en un estado muy conservador de los EEUU — a que las batallas legales se libraran entre quienes deseaban remover todo el soporte vital que, de manera artificial, la mantuviera viva y de quienes oponían a dejarla descansar en paz, con un cerebro ya muerto.
Durante una consulta con un académico especializado en la neurología, éste me llamó a que acudiera a su lado para que examinara la botella de alimentos que Karen recibiera diariamente por la vía naso-gástrica.
Para la sorpresa y desmayo de mi colega y la propia, por error, la paciente estaba tomando en exceso de seis mil calorías diarias, lo que, traducido en el pensamiento de los dietistas norteamericanos, significaría que esta mujer en más de dos años de esta ingesta, y sin moverse para nada, debió de acumular cientos de libras. Pero sin embargo lucía cadavérica con un peso de sólo 85lb.
Para este fenómeno debe de haber una explicación lógica aunque tentativa.
Para quienes han leído mi artículo La anorexia nervosa: La realidad y los hechos… la explicación aquí ofrecida, no les resultará extraña.
El hipotálamo actúa para regular todas nuestras funciones vitales de manera automática. Por ejemplo, el uso de drogas o de cirugía de reducción del estómago para controlar la obesidad es tan lógico como decir que la polución industrial es necesaria para ganar becas a la Universidad de Duke, porque en ambas circunstancias se ignora la función hipotalámica, esencial sino para entrar a Duke, para controlar el sobrepeso de manera decisiva.
En el caso de la paciente descrita en mi artículo en la anorexia, ella recibió olanzapina y risperidona (ambas medicinas que "engordan", sin contener calorías alimenticias), porque los médicos querían que engordara, para "curar" la anorexia de que sufriera.
Lo que las drogas lograrían hacer bien, fue desorganizar la delicada función hipotalámica, como viéramos en el estudio del caso.
Pero, no olvidemos, el ejercicio es importante…
El ejercicio es parte de nuestras vidas, porque necesitamos movilizarnos para procurar la comida con que sobrevivir. Pero, su requerimiento cambia a través de nuestro ciclo vital.
En otras palabras, el ejercicio, como la dieta, sufre transformaciones que son características y típicas de cada etapa del crecimiento evolutivo del ser humano.
Ejercitarse y comer no es lo mismo para una adolescente de quince años como lo es para un bebé, o para una señora de 99 años.
Pero, el ejercicio, repetimos, es importante para nuestra especie
Entonces, ¿qué?
El ejercicio es bueno, porque lo necesitamos, pero no para convertirlo en el sacrificio obligatorio en que, perversamente, lo hemos transformado.
Los "expertos". Nos suministran sus "conocimientos" todos los años alrededor de ésta, la fecha de las resoluciones pronto abandonadas. Pero, al hacerlo, lo conciben, y lo expresan de la misma manera acostumbrada y poco persuasiva. Pero, al así hacerlo, al menos, nos hacen reflexionar para, si nada más, disentir con ellos.
Reconozcamos que las mujeres de Nigeria y las de Chicago diferían en un factor esencial: en la dieta, y no en cuanto se ejercitaban — mientras que, impertérrita, emaciada y sobrealimentada, Karen, no se entrenaba, porque su estado no lo permitiría.
En resumen
Para mí éste es siempre un ejercicio anual que vale la pena realizar.
Bibliografía
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Larocca, F: (2008) Las memorias, la obesidad y el hipotálamo en monografías.com
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca
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