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Tribus urbanas contemporáneas: socialidad posmoderna (página 2)


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Lenguaje, discurso, normas, mediaciones simbólicas, etc., constituyen el sustratum del orden pactado que define a lo social en el sentido en que lo hemos venido planteando. Luego la cultura como meta-código supone acuerdos intersubjetivamente mediados por el orden del lenguaje, necesariamente. Supone un proceso de meta-comunicación que se fundamente en una apelación a lo trascendental.

La socialidad fundamentada en la lógica de la red meramente táctil como lo plantea Maffesoli, pudiera desconocer el carácter vinculante de los factores anteriormente señalados en la producción de lo social.

Este ámbito es siempre, a priori, un espacio constituido por el orden de la "comunidad de habla"

El carácter de espontaneidad, inmediatismo o simplemente "estar juntos" que según el autor citado asume lo social, una vez que se ha independizado del espacio de la política como centralidad, encarna una situación de desconocimiento del carácter de "sujeto de habla" que el hombre comporta en tanto Ser constituído por mediaciones simbólicas y linguísticas.

Emos, góticos, rockeros, rastas,entre otros, son parte de esa nueva ecología grupal que constituyen los grupos primarios de pertenencia de gran parte de la juventud urbana hoy.

En atención a este particular modo de problematización de la cosa, pudiéramos decir entonces, que en el momento actual, la tribu es una metáfora de un gesto que niega la palabra y se proclama libre de cualquier contexto; por lo tanto la negación de lo social como acto de habla que se inscribe en escenarios socio-históricos que proveen de sentido.

Negación del sujeto y de la razón, pero también de lo social como la causa y el efecto al mismo tiempo, de los procesos representacionales y de mediaciones simbólicas en general (es decir de lenguaje); las tribus encarnan una aproximación vitalista de la realidad que desconoce sistemáticamente el carácter filogenético del hombre en tanto "ser hermenéutico" por excelencia; es decir, interpretativo de Si y de su mundo.

Se trata de un proceso de digitalización de la conciencia que niega al pensamiento como proceso relacional, es decir, como espacio de intercambio simbólico y convierte a lo social en meros procesos energéticos equiparables a una físico-química social.

Este proceso de primarización de la conciencia que le sirve de condiciones de producción al surgimiento del fenómeno de las tribus como discurso, se profundiza hoy aún más con la aparición de un proceso de hordificación de lo social (conversión en hordas o grupos muy primitivos)

Pero también podemos hablar de tribus que adquieren un carácter claramente destructivo cuyo objetivo central es el asalto y la destrucción sin restricciones.

Así vemos como el carácter vandálico y destructivo está claramente presente en situaciones grupales como son los casos de: los "hooligans", "los skinheads", "los encapuchados" en ámbito estudiantil, que se definen en función a un territorio y que se movilizan de acuerdo a este patrón.

Otra variante del proceso que hemos denominado como primarización de la conciencia, es el fenómeno de la proliferación de masas particulares. Cada ámbito de la vida cotidiana se convierte e una ocasión para el surgimiento de masas, que como es lógico en éstas, se disuelven en cuanto pasa el especifico momento.

De este modo tenemos una multiplicidad de masas de acuerdo a las situaciones más especificas y singulares que se puedan presentar: manifestaciones públicas, masas políticas, masas turísticas, masas deportivas, masas religiosas, masas orgiásticas, etc.

Por otra parte, diversas situaciones de la vida cotidiana han generado una socialidad que le es inherente al proceso particular y que probablemente no se registren (por lo menos de la misma manera) en otras sociedades u otros momentos históricos.

Así tenemos cierta red de solidaridades mecánicas, contacto directo, proximidad, etc., asociados a la muerte de personas que por diferentes motivos tienen o adquieren un papel relevante para el grupo específico que desarrolla esta ritualidad pagana.

En la emergencia de estos fenómenos creemos que está presente una metáfora de recuperación del sentido trascendental de la muerte convertida hoy por el designio de la racionalidad del trabajo y la lógica del mercado, en un hecho banal y que no transciende el carácter meramente mercantil y de disfuncionalidad social.

Todo el imaginario tradicionalmente asociado con la muerte es trocado en una dramatización en términos paroxísticos de la emocionalidad que este hecho genera.

Rituales de solidaridad, paroxismo del contacto táctil-sensorial, dramatización del sentimiento trágico que desencadena lo irremediable del final absoluto; todo esto constituye la parafernalia de un teatro dramático que una vez representado, desaparece de la misma manera como aparece.

Fenomenología de las bandas delictivas

En primer lugar, es el territorio, la categoría central o pivote porque es el espacio vital definido por el grupo frente a otros grupos o bandas y su violación significa la muerte del o los transgresores.

Por otra parte, el territorio es el lugar social desde donde se define la identidad colectiva e individual de sus integrantes. Sociológicamente, el espacio territorial definido por la banda contiene una subcultura que implica: normas, valores, imaginarios, membresía y pertenencia. La violación de los códigos de valores y normas, por parte de los miembros del grupo, significa inevitablemente la muerte también.

Estas tribus contemporáneas, constituyen microcosmos sociales que reproducen la misma racionalidad cultural dominante de la sociedad en general en cuanto a su organización social interna.

Así encontramos que estos grupos funcionan de acuerdo a los criterios que rigen no sólo los grupos de pertenencia sino también los grupos de referencia como las clases sociales o las organizaciones formales: inclusión/exclusión, provisión de status-prestigio-reconocimiento social y por tanto de dispositivos de autorrealización, búsqueda de poder, asignación de roles, jerarquización interna y rituales de iniciación.

En este sentido decimos que las bandas delictivas territoriales, no pueden ser reducidas a meros hechos de la desviación social, sino que constituyen sistemas de cultura-sociedad paralelas a las estructuras formales y por lo tanto, opciones reales en la búsqueda de modelos de autorrealización en sociedades caracterizadas por la exclusión social y la quiebra de los mecanismos de participación social.

 

 

 

Autor:

Francisco Rodríguez

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