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Finales de agosto, al medio día la bruma transparente, espesa y sofocante se desliza sobre la corriente acompasada del soberbio río; de las aguas barrosas emergen como tortugones, gigantes peñascos negruzcos que brillan bajo el sol inclemente.
Ayer asistimos a la inauguración del monumento a la memoria del patriarca de la libertad, en la explanada del antiguo castillo de San Gabriel; el monumento está compuesto por una torre granítica clásica, cuya cúspide la domina un busto pedestre, similar al de la Plaza Mayor, pero de mayor dimensión, elaborado en bronce y oro. Este evento forma parte de la gran fiesta nacional que se dio inicio en los albores del 19 de abril, cuando el cielo que envuelve las principales concentraciones urbanas y los pueblecitos más apartados, se enciende con fuegos multicolores, dando apertura a la fiesta de celebración de la declaración de independencia o día de la patria.
El sol inclemente me obliga a recalar en Degredo, bajo cuyo monumento a la libertad me cobijo; una antigua embarcación se acerca, el resplandor difumina tripulación alguna, de improviso baja el conde vestido de paisano, cruzamos la mirada y nos saludamos. Aunque hace esfuerzos por dejar de fumar, le da dos bocanadas al puro, lo apaga en las paredes graníticas de la isla y lo guarda en una cajita de caoba, con el sello de la corte en un costado, la cual saca de un bolso de piel ajado.
El primer registro de la llegada de los Ravilob a estas tierras data de 1783, hoy el último de los Ravilob, en los albores de la madrugada abrió definitivamente las puertas del Palacio de La Concordia, la corte fue disuelta y quienes detentaron el poder en nombre de su familia fueron sacados por los portales de La Caridad y de Las Mercedes. El conde dando cumplimiento a su palabra se retira a su casa de campo en Bernabela, se dedicará a la cría de caballos y a la siembra de bromelias; está aquí en Degredo despidiéndose de Ravilob, desde esta posición en la isla, la histórica capital nos ofrece una vista hermosa, emergiendo de las aguas del río quien lame sus faldones.
Sopla el barinés decía mi abuela, cuando en invierno el viento se colaba por las hendijas de las ventanas orientadas al río. Amado río que traes vientos nuevos, el país cambia para felicidad y prosperidad nuestra.
El novísimo parlamento estrena hoy su recién terminada edificación, una de sus fachadas emblemáticas se refleja en el río su domo, es el nuevo hito del frente ribereño y es la mayor referencia construida de la costa occidental, sector de la ciudad donde se congregan un número significativo de edificaciones del Gobierno Federal. En el sector Parque Guayana, aledaño al zoológico y jardín botánico del mismo nombre, se asientan las estructuras del gobierno local y la sede de algunas embajadas.
En la explanada del parlamento fueron arriados la bandera y los símbolos de la corte. El emblema del escudo nacional es el cóndor; una de las aves extintas de nuestro país, que el Gobierno Federal promueve su inserción en su hábitat originario. Esta ave ha sido motivo de inspiración en sendos monumentos emblemáticos de la nación, levantados en Pico del Águila y en la Sabana de Carabobo. El cóndor con las alas extendidas lleva a nivel del pecho, un escudo o blasón tipo inglés, cuyo campo está ocupado por la bandera nacional. El cóndor de envión ha arrancado las cadenas que le sujetaban las extremidades, algunos de los eslabones están abiertos. En cada una de las garras aplasta la cabeza de una víbora, las serpientes se muestran cara a cara y tienen la lengua bífida fuera de las fauces.
La bandera mantiene los tres colores primarios tradicionales. En el extremo izquierdo del campo se dispone un triangulo equilátero color azul, apoyando la base del triángulo en el borde exterior izquierdo; dentro del triangulo se encuentran 30 estrellas de cinco puntas color blanco, las cuales representan las entidades federales. A partir vértice del triángulo, se extiende una línea imaginaria que divide el resto del campo en dos porciones iguales, la porción superior es color amarillo y el inferior color rojo.
La bandera de cada provincia es color azul índigo, igual al azul utilizado en la bandera nacional; en el extremo superior derecho está en menor escala la bandera nacional, en el extremo inferior izquierdo, ribeteado en el perímetro externo con una delgada cinta blanca que le permite contrastar con el color azul de fondo, esta el escudo de la provincia. La bandera de cada municipio presenta las mismas característica de las banderas provinciales, la diferencia esta en el color azul claro de todo el campo y el escudo de los municipios, ribeteado en el perímetro externo con una delgada cinta blanca.
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