Introducción
En una oportunidad, Raquel Forner afirmaba: "La guerra de España tuvo una influencia decisiva en mi pintura; con ella comenzó una serie de obras en las que los problemas individuales se transformaron en problemas de la humanidad toda".[1] En efecto, las contiendas bélicas ocurridas en Europa en el siglo XX afectaron la sensibilidad de esta pintora argentina, quien comenzó a trabajar en esta temática a partir de la experiencia de la Guerra Civil Española, experiencia que se vería agudizada con el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Para ella, estas guerras significaron el fin de un orden mundial. En efecto, podemos entender su obra como una manifestación apocalíptica.
A pesar de tratarse de una artista argentina, el angustiante sentimiento de dolor ante un acontecimiento "extranjero" otorga un nuevo matiz al cosmopolitismo de los pintores vanguardistas argentinos. Como veremos más adelante, en sus cuadros hay un verdadero compromiso con la realidad, pues se siente parte de la misma. De esta manera, en sus pinturas se representa el dolor, visto desde la óptica de una mujer sudamericana, que integra ese mundo devastado.
En este sentido, es importante aclarar que las guerras mundiales no constituyen sólo un tópico a tratar; imprimen también una nueva concepción de mundo, que la artista intenta plasmar. En la obra de Forner, esta visión dramática de la guerra se expresa a través de la pugna de dos polos: la vida y la muerte. El binomio vida / muerte constituye una constante en su obra pictórica; sin embargo, podemos afirmar que es una artista vitalista, pues se inclina por la vida, expresada mediante la creación artística.
En el presente trabajo intentaremos indagar en la obra forneriana su concepción del mundo, en relación con la temática bélica y la muerte. Para esto, hemos seleccionado pinturas que se orientan entre los límites de la vida y la muerte. Ciertamente, se trata de obras que se desplazan desde los desencantos acerca de la humanidad y la sociedad, hasta la ilusión y la utopía (Mujeres del mundo, La victoria, Ícaro, La torre de Babel, Viaje sin retorno). Lo que pretendemos analizar es el modo en que Forner concibe la vida y la muerte.
Prof. Rosana D. Molero
Cipolletti, julio de 2002.
El artista y el contexto histórico
"El efecto psicológico del terror
se desató brutalmente
desde los primeros días
de la guerra"
(Pierre Vilar)
La Guerra Civil Española (1936-39) constituyó la antesala de la Segunda Guerra Mundial. En efecto, las vinculaciones de los sublevados con Alemania e Italia, por un lado, y las relaciones de los republicanos con Inglaterra, Francia y Rusia, por otro, eran públicas y notorias. De esta manera, las intervenciones extranjeras ayudaron a ambos frentes, constituyendo el preludio de lo que sería la contienda mundial.
El hecho bélico del ´36 fue sin duda el acontecimiento más importante del siglo XX. Significó, junto con la Segunda Guerra, el ocaso de la hegemonía de la razón y de todo aquello que se consideraba indestructible, incluso hasta el paisaje urbano. Ambos sucesos constituyeron el fin de los fundamentos de la modernidad. Al mismo tiempo, estas guerras implicaron la construcción de una nueva sensibilidad. Según Pierre Vilar "la España de 1936 se convirtió en el centro de las pasiones y decepciones del mundo(…). Ya no quedó un solo hombre que no se sintiera solidario de su destino"[2]. Ciertamente, esto es lo que sucede con la artista que nos incumbe.
Raquel Forner, estremecida por la guerra de España y la contienda mundial de 1939-45, reorientó su obra para referir el drama bélico. Antes, su pintura, de corte expresionista, representaba figuras sólidamente construidas, en un estado de sosiego. A partir de 1936, su obra se convierte en el testimonio de una conciencia sacudida por los males desencadenados sobre el mundo y por las fatalidades de las guerras. Se trata de un auténtico compromiso con el hombre y con el mundo, que adquiere un carácter metafísico. Recordemos que esta artista había viajado a Europa, en 1929, participando en el grupo conocido como "Escuela de París", durante dos años. Cuando se desataron los sucesos de las décadas del ´30 y del ´40, su pintura tematizó obsesivamente ese compromiso con la realidad. Al respecto, la artista sostiene:
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