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El simulacro en las sociedades de control: transformaciones de la relación entre poder y subjetividad en la era del conocimiento

Enviado por Djamel Toudert

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    1. Abstract

    En el texto que sigue se presenta una propuesta teórica que muestra la relación entre el control como tecnología de poder y el simulacro como dispositivo de subjetivación en el contexto actual. Para poder mostrar el funcionamiento de este dispositivo de subjetivación que es el simulacro, y al que llamaremos hegemónico debido a que constituye una importante forma de dominio simbólico, nos remitiremos a dos momentos que conviven en el contexto socio-histórico actual: la sociedad de productores y la de consumidores, la primera vehiculada mediante la disciplina y la segunda mediante el control. La sociedad de productores tiene en la vigilancia su principal tecnología de poder – mediante el panóptico – mientras que la sociedad de consumidores lo tiene en la seducción – mediante el sinóptico. Mientras que la primera vehicula el deseo como carencia de un objeto a obtener a largo plazo, la segunda vehicula cortas pero intensas experiencias de placer. El sinóptico, donde muchos tienen la posibilidad de mirar a unos pocos, convierte de esta manera, invirtiendo los términos de Baudrillard (en López Petit, 2003), al espectáculo en simulacro, ya que estos pocos nos invisten con las normas que nos convierten en subjetividades aptas para la sociedad del consumo. De esta forma, el simulacro se convierte en el dispositivo de subjetivación que nos lleva a situarnos al otro lado del espejo en nuestra sociedad del espectáculo. Ambos momentos, el del panóptico y el del sinóptico, son articulados mediante las normas; efectivamente, las normas articulan tanto la disciplina, propia de la sociedad de productores, como el biopoder, propio de la sociedad de consumidores, en el complejo entramado de relaciones de poder y subjetividad en la actualidad (González, 2003; López Petit, 2003; Morey, 1983). Además el biopoder, que tiene uno de sus principales bastiones en el discurso de la prevención, legitima mediante el mecanismo del racismo de Estado una vuelta al poder de soberanía, al derecho de muerte que de esta forma se convierte en el tercer nivel que se superpone, mediante la legitimación de la guerra, a esta disciplina y a este poder sobre la vida (Foucault, 1976; González, 2003).

    Palabras claves· desigualdad/exclusión, globalización económica, identidad, relaciones sociales, simulación.

    2. Introducción: el simulacro como ausencia de límites

    El simulacro se basa en un funcionamento psicosocial caracterizado por una concepción narcisista de la propia subjetividad y una negación radical de los límites, fruto del contexto socio-histórico en el que nos encontramos. El cómo se instala el discurso hegemónico neoliberal de ausencia de límites y de simulacro en nuestra vida, en nuestros deseos y en nuestra subjetividad es el interrogante al que se intentará dar respuesta con esta comunicación. Se intentará dilucidar, al menos en parte, la relación entre el control como tecnología de poder y el simulacro como dispositivo hegemónico de subjetivación en el contexto actual.

    Para poder dar cuenta de cómo el simulacro funciona como subjetivación hegemónica en la actualidad, no podemos dejar de referirnos a las principales tecnologías de poder de la sociedad de productores y la sociedad de consumidores – la vigilancia, en el primer caso, y el control, en el segundo – ni tampoco a las implicaciones que ambas tecnologías tienen en la construcción de subjetividad. Para ello, introduciremos también otros dos conceptos, el de panóptico – principal mecanismo de vigilancia – y el de sinóptico – principal mecanismo de control – que se muestran como potentes mecanismos de subjetivación que nos pueden permitir aprehender cual es la relación entre poder y subjetividad en el contexto actual.

    Si nos situamos a finales de los años 90, debemos recordar como los discursos académicos que se producían en ese momento estaban totalmente empapados de las reacciones enardecidas que había suscitado la implantación de Internet en la vida cotidiana, y en ellos una de las principales cuestiones a debatir era el peligro de la disolución de lo privado en lo público, mediante el gran panóptico que suponía Internet: se trataba del miedo a la desaparición de la privacidad.

    Sin embargo, parece que con el tiempo se ha visto que el poder de la red como panóptico es más bien limitado, por no decir que ni siquiera funciona de forma efectiva como tal (Mora, 2002). Parece que lo que constituye actualmente un gran mecanismo de poder es el sinóptico, donde en lugar de unos pocos mirando a muchos, como sucedía en el panóptico, tenemos a muchos mirando a unos pocos (Bauman, 1998a, 1999). Y el sinóptico no funciona mediante la vigilancia sino mediante la seducción, seducción que nos lleva a adquirir unas determinadas formas de comportamiento en consonancia con la sociedad de mercado. Bauman (1999) nos describe como fue la transición del panóptico, dispositivo de poder propio de las sociedades disciplinarias, y más que necesario en una sociedad industrial, al sinóptico, propio de las sociedades de control, en las que el principal fin de los individuos es el consumo.

    El panóptico posibilitaba que unos pocos, invisibles, pudieran mirar a muchos. La invisibilidad de estos pocos producía el efecto de que su presencia no fuera necesaria para que se interiorizase la vigilancia: es así como aparece la disciplina, tan importante en la sociedad de productores. A nivel de deseo, la sociedad del trabajo estaba ligada con una concepción del deseo como carencia, como motor que te inducía a la pretensión de alcanzar un proyecto de totalidad en el futuro.

    El sinóptico, en cambio, posibilita que haya muchos mirando a unos pocos, los cuales devienen, mediante la seducción, en modelos de privacidad. Éstos proveen de normas para el comportamiento y fomentan una determinada imagen de lo que se entiende por ámbito privado. Imaginad los muchos miles de sinópticos que podemos encontrar en los medios de comunicación: talk shows en los que los invitados son gente, en principio "común", que cuenta su excepcional caso al gran público; reality shows como Gran Hermano en todas sus variaciones… programas de prensa rosa y programas que son extrañas combinaciones de todos ellos… Todos ellos son mecanismos que generan normas de comportamiento, que nos proporcionan información sobre lo que es importante y lo que no socialmente, y sobre todo, que nos muestran, construyen y reducen el ámbito privado a la gestión de impresiones y al simulacro.

    El sinóptico está relacionado con una concepción de deseo como placer inmediato, que es justo el tipo de vehiculación libidinal que más conviene en una sociedad de consumo. Placer inmediato y fama inmediata: con un curso intensivo te convertirás en artista, siempre y cuando te esfuerces lo suficiente. Precioso ejemplo del paso del panóptico al sinóptico el de Operación Triunfo; en él se muestra en qué formas se combinan hoy día la sociedad disciplinaria – en la que hay que esforzarse por conseguir lo que se desea – con la sociedad del consumo y del placer. Y en la constante visibilización de lo privado en que se basan los sinópticos, se va construyendo este ámbito de forma que queda totalmente reducido e igualado al estatus de "performance" pública. Los sinópticos de esta forma nos ofrecen normas de comportamiento, apareciendo así como potentes mecanismos reguladores de la subjetividad, y subjetivando lo público, la masa, como la suma de individuos totalmente separados e individualizados:

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