La mayor influencia en esta teoría fue hecha por el médico de cabecera de Luís XV, Jean Astruc. Astruc comienza estudiando los tres primeros capítulos de Gén y encuentra que se nombra a Dios de dos formas diferentes, Elohim y Yahvé en relatos de estilos literarios diversos. Por este motivo propone la teoría de que Moisés utilizó dos documentos escritos por escritores anteriores a él. El primero, documento "A" usa el nombre de Yahvé; el segundo, documento "B" emplea Elohim. Más tarde, intenta emplear esta hipótesis con el resto del Gén, pero no consigue distribuir sus cincuenta capítulos entre estos dos documentos y termina admitiendo que Moisés utilizó otros diez documentos secundarios.
En 1780, Johan Gottfried Eichhorn en su libro Introducción al Antiguo Testamento, confirmo la distinción de las fuentes y la impuso, mostrando su diversidad de estilo y contenido. Mientras que Astruc consideraba las fuentes descubiertas como tradiciones utilizadas por Moisés en la redacción del Pentateuco, Eichhorn, fue rechazando en el curso de su investigación la hipótesis de Moisés como redactor. A finales del s. XVIII, Kart David Ilgend, descubrió, en Los Documentos del archivo del Templo de Jerusalén en 1798, una tercera fuente escrita que utiliza el mismo nombre de Dios que la primera.
De esta forma se conocen tres documentos primitivos o fuentes escritas: dos de estas emplean el nombre de Elohim y la otra el de Yahvé.
En los últimos años del s. XVIII (1792-1800), Alexander Geddes propone una nueva teoría, la fragmentaria, que será aceptada después por Vater. Estos autores a diferencia de Astruc no se limitan al Gén, sino que amplían su estudio a todo el Pentateuco. Estudio que posibilita descubrir nuevos documentos primitivos, compilaciones de cierta manera autónomas que se remitían a diferentes épocas y que no se podían integrar de forma clara en las fuentes establecidas. Es de esta manera que se comienza a hablar de fragmentos independientes con diferentes extensiones y no de fuentes como hasta el momento, agregando que en una etapa posterior se habrían aunado en un todo. Para Vater, el documento principal es el Deuteronomio, escrito en tiempos de David y Salomón (s. X a.C.), que más tarde se le unieron otras secciones históricas y legales.
En 1831, es expuesta por Ewald, una teoría (complementaria) que venía preparando desde hacía algún tiempo. Ante todo, Ewald no cree que podamos limitarnos a los cinco primeros libros del Pentateuco. Hay que incluir también el Libro de Josué, que cuenta la conquista de la tierra, anunciada a los patriarcas. Por eso no habla de Pentateuco sino, de un Hexateuco. Este nuevo documento más extenso que el anterior, se basa en un documento Elohista, al que da este nombre porque llama a Dios "Elohim", más tarde se le añadiría un documento que utilizaba el nombre de Yahvé y luego otros documentos que complementarían el "documento Elohista". Años más tarde el propio Ewald transformaría su teoría aceptando solo dos relatos Elohistas y uno Yahvista.
Por el año 1853, Hupfeld plantea una nueva teoría. Este se limitó a estudiar el libro de Gén y descubre en él, tres estratos narrativos, cada uno completo y homogéneo: el original Elohista (E¹), una obra Elohista posterior (E²); y otra que utiliza el nombre de Yahvé. Estos documentos según Hupfeld fueron unificados por un redactor.
Una nueva hipótesis surgió medio siglo más tarde. La Hipótesis de Wellhausen.
Esta hipótesis se instituyó mediante la comparación de las prescripciones litúrgicas sacerdotales con las noticias sobre el culto de Israel contempladas en los libros históricos y proféticos. Su precursor fue, Julius Wellhausen, que entre los años 1876-1884 comenzó a publicar importantes aportes para el desarrollo de una Nueva Teoría Documentaria. Para este investigador, el documento más antiguo es el Yahvista (J), nacido en Judá, Reino del Sur entre los años 950-850 a. C. Intensamente nacionalista, el relato J registra en detalle las hazañas de las familias patriarcales, incluso aquellas que no son particularmente dignas de alabanza. Teológicamente J se destaca por sus antropopatismos y antropomorfismos. Dios, en forma casi humana, habla y se mueve entre los hombres, aun cuando nunca se pone en duda su trascendencia. Las transparentes biografías de los patriarcas, narradas en forma hábil y sencilla, constituyen un rasgo destacado de J.
Cerca del año 800 a.C. se conforma en el Reino del Norte el documento Elohista (E). El documento E se destaca por su énfasis moralista y religioso. Sensible a los pecados de los patriarcas, E intenta racionalizarlos, mientras que los antropomorfismos de J se remplazan por revelaciones divinas mediante sueños y mediación angelical. Ya por el año 722 a.C. cuando la capital del norte Samaria, cae en manos de los Asirios, muchos Israelitas huyen a Judá, llevando consigo sus tradiciones Elohistas, que terminan fusionándose con los Yavistas por obra de un redactor.
Esta combinación, producida después de la caída del reino septentrional está realizada con tal habilidad, que en algunos pasajes, es imposible identificar las fuentes con seguridad. En el 622 a.C, tiempo de Josías como rey, nace el Deuteronomio (D). D destaca marcadamente el amor de Dios para con Israel y la obligación de ella de corresponder, a la filosofía de la historia que anuncia las condiciones de las bendiciones y el juicio de Dios, y la necesidad de un vigoroso sentido de justicia social según los enunciados del pacto. D, colección de sermones más que de relatos, ofrece un cúmulo de materiales legales y exhortativos compilados durante las exigencias del reinado de Manasés y combinadas con JE después de la época de Josías.
A mediados del s. V a. C, surge el documento Sacerdotal (P). Este documento sacerdotal (P) reúne leyes y costumbres de diversos períodos de la historia de Israel y los codifica de tal modo que queda estructurado el aspecto legal del judaísmo postexílico. P contiene algunos relatos, pero se ocupa más particularmente de las genealogías y los orígenes patriarcales, de las prácticas rituales y legales. Divisiones formales tales como las diez "generaciones" de Génesis y los pactos con Adán, Noé, Abraham y Moisés son atribuidas al documento Sacerdotal. Y por último o como etapa final, hacia el año 400 a.C, a través de la labor de un redactor, todos estos documentos dan origen al Pentateuco.
Actualmente las ideas de Wellhausen no encuentran una aprobación unánime, las concepciones sobre la existencia, la extensión, el lugar y el tiempo de redacción de las fuentes son muy divergentes en unos u otros autores.
El análisis documental no terminó con las investigaciones de Wellhausen. Rudolf Smend, ampliando una sugerencia hecha en 1883 por Karl Budde, intentó dividir el documento yahvista en J¹ y J². Lo que Smend había llamado J¹, Otto Eissfeldt indentificó como fuente laica (L), por cuanto contrasta directamente con el documento sacerdotal, y destaca el ideal nómada por oposición al modo de vida cananeo. El documento Kenita (K) o Ceneo, de Julian Morgenstern, supuestamente vinculado con la biografía de Moisés y las relaciones entre Israel y los Ceneos, el documento S (Sur o Seir) de R. H. Pfeiffer en Génesis, que corresponde en parte al documento L de Eissfeldt, y la división de Gerhard von Rad del documento sacerdotal en P.a y P.b constituyen refinamientos adicionales de una crítica documental que ha alcanzado su punto extremo en las detalladas disecciones de P en la obra de B.
Baentsch sobre Levítico (1900), donde siete fuentes principales de P se modifican aun más por el descubrimiento de uno o más redactores. Esta tendencia a la atomización está representada en las obras de C. A. Simpson.
Los conservadores, convencidos de que su punto de vista sobre la inspiración y toda la estructura teológica edificada sobre ella estaban en juego, se unieron casi inmediatamente en la lucha contra los críticos del Pentateuco. En primer lugar, algunos autores advierten que los cuatro documentos no son tan homogéneos como parece a primera vista. Por eso, comienzan a distinguir J1, J2, J3, Pg, Ps…, hasta diseccionar el Pentateuco en una lista casi interminable de siglas. Este método encontró relativamente poca aceptación. También existen autores que niegan la teoría de las fuentes usada por Wellhausen, y no solo la propia teoría, sino también discuten con respecto a las fechas que este señala. La cruzada más dura se ha dado contra el documento Elohísta (E). Volz y Rudolph le dedicaron un vasto estudio en el año 1933, y dicen que no se trata de un documento independiente, sino de un complemento o reelaboración de la tradición Yahvista. A esta opinión se sumarían más tarde Mowinckel, Sandmel, Winnet, Vriezen. Aunque la mayoría de los manuales siguen hablando del Elohísta como de un dato seguro, hoy día son cada vez más quienes niegan la existencia de esta fuente.
Otro criterio es el de Cross, el cual postula la existencia de un ciclo épico anterior a los documentos Elohistas y Yahvistas siendo este ciclo base para los dos primeros documentos. Vale la pena agregar para terminar esta breve exposición que aunque la teoría de Wellhausen esta "bien formulada" no se puede limitar con exactitud, que episodios o versos pertenecen a cada tradición.
Creo que hasta este momento es un poco difícil discernir sobre quién de todos estos pensadores tiene parte de la razón. Siempre que el debate sobre este tipo de cuestiones arroje tanta polémica, la posición que se debe tomar es a mí parecer: la escéptica o simplemente la religiosa. Concuerdo con Sicre, en que los únicos datos que nos pueden aportar estás teorías es que el Pentateuco no es un documento compacto y homogéneo, pero esto no resta la autenticidad del testimonio. Debemos tener en cuenta que son documentos escritos desde la fe y para la fe, aunque nos avizora sobre su autoría, al despojarnos de la vieja concepción que se tenía, a saber, Moisés como autor del Pentateuco. Cualquiera que sea su procedencia, para nosotros ahora aparece como un documento que posee una rica unidad interior. Es el registro de la revelación de Dios en la historia, y de su señorío sobre la historia. Da testimonio tanto de la respuesta de Israel como de su fracaso. Sirve de testimonio de la santidad de Dios, aspecto que lo separa de los hombres, y de su amor lleno de gracia, que lo liga a ellos bajo condiciones establecidas por él mismo.
Schmidt, Werner H: Introducción al Antiguo Testamento, Ediciones Sígueme, Salamanca, 1990.
Sicre, José Luís: Introducción al Antiguo Testamento, Editorial Verbo Divino, Navarra, España, 1996.
Whybray, R.N.: El Pentateuco, Estudio Metodológico, Editorial Desclée de Brouwer, S.A, Bilbao, 1995.
Autor:
Javier R. Prendes
Primer Año, 1er Semestre.
Enero 2009.
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