Esto fue lo que pude detectar en el trabajo de investigación arriba mencionado. En el ambiente formal de los grupos sociales, sujetos a las jerarquías y a la conflictiva de las instituciones, se manifiesta el egoísmo, la competencia, el rechazo, la ira, etc. pero en las mismas instituciones, en el ambiente de las relaciones informales, en que cada ser humano se pone en contacto con otro fuera de los lazos reglamentarios, se manifiesta la compasión, la colaboración, la unidad, la paz, la confianza, la humildad y el amor, en mucho mayor grado. Y todavía con más intensidad, se manifiestan estos valores en las personas que reciben información y por medio del diálogo comparten ideas sobre el sentido y la importancia que dichos valores tienen para la trascendencia del ser humano, pues a partir del diálogo, sienten por afinidad que todo eso ya existe en el interior de cada quien.
El ejercicio en la práctica del diálogo holista, me ha permitido ampliar la visión que tenía de mi contexto, pues por este medio, al generarse un ambiente de confianza, se manifiestan aspectos de las demás personas que antes desconocía y de los cuales tal vez ni ellas mismas, ni yo en mi propio caso, habíamos tomado conciencia. El diálogo, me ha ayudado a poco a poco, fortalecer la autoconciencia.
Los cursos que durante la Maestría me ha tocado impartir, también me han ayudado mucho, pues en todas las ocasiones he comprobado que la tendencia al reencuentro con nuestra esencia, es inmanente, y me han ayudado a fortalecer mi propia tendencia en este sentido. He aprendido junto con quienes me ha tocado compartir estos conocimientos, y me he podido percatar de que, a pesar del terrible peso de los paradigmas convencionales, cuando se dialoga sobre nuestra esencia y su comunidad con el universo, se manifiesta nuestra naturaleza espiritual, y la motivación por apoyar a los demás para que también la encuentren.
Momentos inolvidables de la Maestría, han sido para mí los dedicados a la meditación de concentración, y a la meditación vipassana pues sentí que al hacer estas prácticas en un grupo que se mueve con el mismo fin en esos momentos, se genera una sinergia que produce una gran paz. Las visitas al parque Colomos, han sido también muy significativas para mí, pues en ellas he sentido una gran armonía con la naturaleza; su solo recuerdo me relaja y me trae la sensación de gratitud por la vida. También maravillosa fue la experiencia de meditar, en el Seminario de Inteligencia Espiritual, escuchando aquella música ejecutada con instrumentos antiguos.
Especialmente significativo ha sido para mí el Modelo Multinivel – Multidimensión del Dr. Gallegos Nava, y la Espiral Dinámica de los niveles de conciencia. De Ken Wilber, pues me han ayudado a clarificar en mi mente, en mis sentimientos y en mis acciones, los conceptos que tenía sobre la relatividad de los valores; no me quedaba clara la forma de pensar en lo que tiene bondad y lo que no la tiene, porque veía que, lo que es bueno para alguien, es malo para otros y viceversa. Bajo la perspectiva del Modelo y de la Espiral Dinámica comprendí finalmente que los valores, lo son en sí mismos, y que los juicios de mayor o menor grado de bondad, dependen del nivel de conciencia de quien hace tales juicios. Por ejemplo, para un ladrón, es bueno robar porque así resuelve sus necesidades de supervivencia, pero no lo es para el que es robado ni para las leyes de la sociedad: El ladrón, está actuando en un nivel de conciencia personal y egocéntrico; el que es robado, juzga, se enfurece y tal vez desea vengarse, también desde un nivel personal y egocéntrico; las leyes, sancionan el acto del robo, desde un nivel de conciencia comunitario. Las acciones que surgen de un nivel de conciencia kósmico, se desarrollan con pleno conocimiento de su interdependencia con el universo en los planos físico, mental y espiritual, por lo que están basadas en valores universales cuya finalidad siempre tiene que ser un bien superior, es decir, el ejercicio de los valores que más se acercan al plano de lo ideal. En este nivel, solo se busca hacer el bien, porque se ha adquirido el sentimiento de la unidad con todo, y se sabe que al hacer daño a algo o a alguien, se hace daño a sí mismo. Solamente se hará un daño, cuando se trate de evitar un mal mayor.
Este modo de pensar, me ha ayudado mucho a entenderme más a mí mismo, y a los demás, sin rechazar ni juzgar, sabiendo que somos chispas divinas en constante evolución, y que todas las experiencias, una vez que tomamos conciencia de ellas, nos llevan por ese camino. También fue un fuerte apoyo en las clases de Seminario de Ética que en semestres anteriores me ha tocado conducir, pues mis estudiantes comprendieron que los valores en sí, no son relativos, sino que se aplican de diferente manera en función del nivel de conciencia de quien los ejerce.
Mi forma de convivir con los demás también ha cambiado, pues aunque aun no lo puedo evitar totalmente, siento que ahora me dejo llevar cada vez menos por los impulsos de mis emociones, observando, tomando conciencia de las situaciones y actuando luego de la manera más armoniosa que me es posible. En el semestre enero – junio de este 2008, tengo un grupo de 40 estudiantes en la materia de Desarrollo Sustentable y siento una aceptación y una confianza más generalizada hacia mi persona que en grupos anteriores. Los estudiantes que reprueban no se disgustan, sino que con serenidad dialogamos sobre las causas y definimos las formas más convenientes para que adquieran las experiencias de aprendizaje que les faltaron; se dan los casos en que, de manera espontánea, van más allá de las tareas asignadas. El clima de respeto, colaboración y cordialidad se ha fortalecido.
Ha surgido en mí la capacidad de observar los saltos que dan mis emociones durante el día, muchas veces sin causa aparente. El estado más frecuente en mí, es el de cierta neutralidad, algo así como un sentimiento de ligera depresión o inconformidad, lo cual aveces me reprocho pues veo en mí una falta de gratitud por la vida y los bienes que me siempre me da. Tal vez ese sentimiento de gratitud, se presenta de manera espontánea y al margen de mis ideas, pues sin estar pensando en eso, en ocasiones me llega un sentimiento de paz y alegría, sin que la mente me informe de las razones para que eso ocurra.
Las relaciones con mi familia, han sido más armoniosas. Las cosas que antes me molestaban, ahora las veo como intrascendentes y ya no siento que me afectan. Si ocurre algo que no me gusta, ya no me engancho en el problema, sino que trato de encauzarlo para que retome el camino de la cordialidad y la armonía.
Los distintos niveles de conciencia se manifiestan en función del contexto en que nos encontramos en un momento dado, pero también he percibido que, si conscientemente, frente a una conducta derivada de un nivel de conciencia inferior, de alguien con quien interaccionamos, reaccionamos con un nivel de conciencia más alto, suele estimularse en aquella persona este último nivel, entrando en un plano de más armonía, generando sinergia en este sentido. Por ejemplo: si al ir conduciendo el automóvil alguien a nuestro lado va desesperado intentando pasar (meme rojo), nos detenemos y amablemente, con sinceridad y ecuanimidad, le cedemos el paso (meme verde), suele ocurrir que más adelante, él le cede el paso a otra persona. Aprendí que los valores, más que por el discurso o la imposición, se aprenden por esa energía que irradia quien los practica y que sintoniza con ese mismo tipo de energía que ya existe en cada ser humano. Para este tipo de comunicación, algunos tenemos barreras más fuertes que otros, generadas por nuestros condicionamientos a lo largo de la vida, que construyen nuestra personalidad; deshacernos de esos condicionamientos, desaprender, es la terea del que busca la trascendencia.
Sé que El Camino, es infinito, que nunca termina, que la Conciencia Universal de la que somos una manifestación, está siempre en movimiento y en evolución, que cualquier cosa que se logre o cualquier cosa en la que se fracase, debe mirarse con ecuanimidad, sin vanagloriarse y sin sufrir, simplemente asimilando el aprendizaje para seguir adquiriendo sabiduría, eligiendo siempre para mis acciones, la mejor opción que mi nivel de conciencia me permita realizar. Bajo esta visión, ¿qué futuro se puede desear, si ni siquiera conozco mis límites, como creo que nadie los conoce? Ahora comprendo el sentido de la frase de Gandhi que argumenta: "Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa." Si pensamos en la evolución de la conciencia ¿qué futuro se puede visualizar, si ni siquiera está al alcance de nuestro cerebro el resultado final? Lo único que me queda es practicar, hasta donde mis capacidades me lo permitan, la presencia plena y la plena conciencia en la mayor cantidad que me sea posible de los momentos de mi existencia, pero no solo, sino en mi interacción con todos los seres que me rodean, ya que somos manifestaciones de la misma esencia, y las acciones de cada uno, tienen efecto en todos, nos demos cuenta o no; el esfuerzo, debe dirigirse a eso: a darse cuenta de la realidad, con la conciencia siempre abierta.
Tal vez en este intento, la integración de mis experiencias me acerque cada vez más a realmente sentirme parte del planeta en que habito, a comprender por mi afinidad esencial, el papel de los seres vivos que me rodean, en el planeta y el universo, y a experimentar no solo por aprendizaje cultural, sino por pleno sentimiento, el profundo respeto, el amor y la unidad en la vida y por la vida, y saber dentro de ella, cuál es el papel de mi individualidad, como manifestación del Todo. Al haberme puesto la vida en el campo de la educación formal, siento que por lo pronto, en el aquí y el ahora, la tarea que tengo es sinergizar mi intento, para que juntos, quienes me rodean y yo, sepamos indagar en nuestro interior, para descubrir la grandeza que en cada ser de la naturaleza existe.
La progresiva aproximación a la ecuanimidad, quizá me acerque cada vez más a la auténtica aceptación de todos los seres humanos como hermanos en esencia, y me impulse a hacer algo por ellos, algo que les ayude a trascender sus estados de conciencia, para que con ellos, el mío también trascienda, al sentir nuestra interconexión y nuestra interdependencia, y saber que lo que haga por ellos lo estoy haciendo por mí, y lo que haga por mí, lo estoy haciendo por ellos, aunque no los vea ni los conozca físicamente. Al hacerlo, posiblemente llegue a comprender el lugar que como humanidad ocupamos en este tiempo y en este espacio y encuentre respuestas a las preguntas ¿Quiénes somos? ¿Qué hacemos en este planeta? ¿cuál es nuestra misión en el universo? …
Mientras todo esto ocurre, solo me queda seguir soñando con mi existencia, pero intentando que este sueño, sea cada vez más conciente, conectándolo cada vez más con el de aquellos que me rodean, sabiendo que si lo hacen es porque se encuentran en la misma onda vibratoria de la conciencia, que nos atrae y nos dirige en el mar de la evolución universal.
Con este esfuerzo, desde los planos más densos y materiales hasta los más sutiles, espero cada vez más entender mi ignorancia, reconocer la distancia que me separa de la sabiduría, y sentirme integrado a la comunidad de aprendizaje que es la vida en el planeta. Pensando en el tiempo, ésta tal vez, sea una meta lejana; pensando en el universo y en el eterno presente, tal vez ya estamos ahí, y desde nuestro espacio, solo estamos activando la energía para seguir creando universos de amor y de armonía.
EDUCACION HOLISTA: PEDAGOGIA DEL AMOR UNIVERSAL
Autor:
Martín Antonio Rodríguez Salas
Guadalajara, mayo 2008
FUNDACIÓN INTERNACIONAL PARA LA EDUCACIÓN HOLISTA
Maestría en Educación Holista
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