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Como pensar un país: caso Uruguay

Enviado por bquaglio


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    1. ¿Por qué entonces la necesidad de pensar un país ?
    2. Valiosos antecedentes
    3. Uruguay ante el reto actual
    4. Uruguay en el Cono Sur

    Conferencia ofrecida en el Club Libanés del Uruguay, en el 64ª aniversario de la independencia del Líbano, 21/noviembre/2007

    Una vez más, agradezco a la Comisión del Club Libanés y en particular a su presidente, mi amigo Pedro Abuchalja, la gentileza de ofrecerme esta importante tribuna de libre pensamiento, ante la fecha que mañana se recordará al cumplirse 64 años de independencia de la república del Líbano.

    Cuando Pedro Abuchalja me preguntara sobre que tema expondría, le sugerí :COMO PENSAR UN PAÍS", considerando que en el mundo del mañana que es ya hoy, sin proyecto de país no hay nación; una actitud inexorable que cualquier sociedad organizada debe realizar, en un tiempo donde todas las identidades se vienen -de una forma u otra- reestructurando, forzadas o voluntariamente promovidas por la mayor globalización de todas las conocidas, pero a su vez, bajo la sombra de una gran incertidumbre respecto al futuro, situación que obliga a las diversas sociedades y culturas que habitan el planeta a realizar una profunda reflexión sobre sus respectivas identidades y la forma de interactuarlas; un mundo donde -según Samuel Huntington- en el presente siglo, la cultura jugará el papel que las ideologías desempeñaron en el siglo XX.

    El trasfondo del tema indica -a mi criterio- que en términos generales, se sigue creyendo, a pie juntillas en las cosas que alguna vez nos enseñaron en nuestra niñez y adolescencia o cuando la ciencia, con relación al hoy, estaba en pañales o lo que aprendimos en un entorno histórico muy particular o lo que constituyeron por muchos años nuestras referencias conceptuales.

    Pocos recuerdan a Heráclito cuando decía "TODO CAMBIA" y a Kempis que señalaba "TODO PASA", situación que ocurre constantemente en todas las sociedades, aunque entre una y otra pueda diferir la velocidad en alcanzarla.

    En un país dinámico como China que recientemente se ha lanzado a la carrera espacial, que ha avanzado en el campo tecnológico y económico-aunque no tanto en el político interno- el cambio es rápido , en cambio en uno, casi estático, como Uruguay es mucho más lento.

    Ahora bien : es importante tener en cuenta que todo cambio no puede tomarse como signo de desarrollo, al igual que todo movimiento no traduce ir hacia delante.

    Sucede que a veces no nos damos cuenta de que el cambio – a nivel nacional, regional y más aun mundial es lo único en realidad, permanente.

    ¿Por qué entonces la necesidad de pensar un país ?

    Por todos es sabido que la humanidad atraviesa por otra de sus cíclicas e interminables grandes etapas de transición.

    La globalización, el desarrollo científico y tecnológico ,el conocimiento unificado; abrupta desaparición de viejos sistemas de convivencia; la imposición de un neoliberalismo dogmático y todo terreno como sistema en el escenario internacional; la cada vez más ancha brecha entre las sociedades más ricas y las más pobres; obliga a pensar y a repensar constantemente respecto los diversos escenarios donde actúa un país.

    El desarrollo de las fuerzas productivas, el conocimiento, la concentración de capitales como el desplazamiento de los centros mundiales de poder desafían a la humanidad a tomar medidas en cada una esas etapas para preservar entornos de supervivencia.

    Particularmente, en esta vasta región iberoamericana, considero que -no solo- PENSAR UN PAÍS es tarea prioritaria, sino también y quizás más, CÓMO ADMINISTRAR UN PAÍS pues los modelos de vida sistematizados por el denominado DESARROLLO GLOBAL, está conduciendo a los países de la periferia a competir con notoria desventaja.

    La actual situación de la ronda del Doha de la OMC es tan clara como dramática, debido a que las ofertas originadas en el Primer Mundo, tanto en materia de conocimiento como de producción de bienes, coloca a los países de menor desarrollo -caso de los países del denominado Tercer Mundo- en la peligrosa encrucijada de encaminarse a nuevas servidumbres.

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