- Introducción
- Bernhard Forster
- La nueva Germania
- El archivo Nietzsche
- Supuestos políticos
- Imposturas literarias
INTRODUCCIÓN
Sin duda, el pensamiento y obra de Nietzsche han sido objeto de un sinnúmero de imposturas y malentendidos. Las investigaciones más contemporáneas han dejado al descubierto, con antecedentes bien documentados, este hecho. Sin embargo, a pesar de que Nietzsche ha sido reivindicado por la comunidad intelectual contemporánea, respecto de la mayoría de los malentendidos que han circulado desde que empezó a publicar su obra, y reconocido, a la vez, como una de las más altas cumbres intelectuales dentro del campo de la filosofía, sobre todo, por su innegable aporte al crear nuevos modos de pensar, aún existen hoy quienes se empecinan en seguir malinterpretándolo, insistiendo simplísticamente que su pensamiento y obra obedecerían a lo más típicamente reaccionario que el pensamiento pueda soportar.
Sabemos que este oficio de disparar contra Nietzsche, asociándolo a lo peor, ha sido un prurito que logró permear, en su época, a no pocos de los más reputados filósofos e intelectuales del mundo. Los filósofos de hoy, en cambio, los más prestigiosos y reputados sentirían vergüenza de seguir por ese mismo derrotero. Pero, así y todo, hay algunos pocos que aún persisten en tal empeño. Digo esto, a propósito de un reciente artículo publicado en "Rebelión" y en "La Haine", titulado, "Nietzsche y la Comuna de Paris", de Nicolás Alberto González Varela, en donde, según este autor, al igual que lo hizo Lukács, en su época, (El asalto a la razón), y más contemporáneamente John Carey (Los intelectuales y las masas), concluye que el pensamiento de Nietzsche es reaccionario.
Hay que reconocer, sin embargo, que es el mismo Nietzsche quien ha ayudado a mantener esta confusión, tanto por su particular forma de escribir y también por las formas en como dice las cosas. Pero, sobre todo, porque los diferentes problemas que él aborda, se muestran muy contradictorios entre un texto y otro. Sin embargo, en mi opinión, hay un hecho mayor que lleva a sus lectores a un mayor estado de confusión, que dice relación con no tener a la vista que el pensamiento del filósofo se desarrolla en un constante proceso de evolución.
Así, por ejemplo, por nombrar los dos casos más evidentes, si durante su primera época (de idealismo y juventud), sobran los aforismos para deducir que es nacionalista y antisemita, sin embargo, en sus textos posteriores se ve un claro distanciamiento de ese pensamiento original, para revertirlos y transformarlos después en su inverso. También, hay quienes quedan impresionados, con muchos de los términos que utiliza, entre otros, "la bestia rubia", "la aristocracia de los instintos", "¡vive peligrosamente!", "el populacho", "la voluntad de poder", "el hombre superior" (Superhombre), etc.
Estos y otros términos reducidos a simples eslóganes, y descontextualizados de la honda profundidad simbólica que representan, ofrecen un material fácil, a los desprevenidos de siempre, para disparar contra el filósofo y su obra una interminable batería de "apostillas", camino fácil que no le hace ningún mérito al ejercicio del pensar profundo de la filosofía, tal cual lo reclamaba el filósofo. En efecto, divorciados de su real contexto y significado es cuando dichos conceptos sirven gratuitamente a quienes acostumbran a acarrear aguas para sus propias inclinaciones políticas e ideológicas. Es así, como en el pasado y, también ahora, en el presente, tiempos desdichadamente ideológicos, esos conceptos van a ser irremisiblemente puestos al servicio de las peores causas que menos las merecen.
Los que así actúan han hecho caso omiso de las propias advertencias y recomendaciones que hace el filósofo para aquellos que se aprestan a leer sus libros. Para dicho propósito Nietzsche advierte que hay que ser "vacas" para leer sus textos, queriendo señalar con ello que sus libros no pueden leerse en forma literal ni al modo tradicional; sino que hay que "rumiarlos", esto es, digerirlos constante y persistentemente, volver a ellos una y otra vez, releer sus párrafos y aforismos cuantas veces sea necesario. El que no pueda ser capaz de hacer este ejercicio, el que se sienta incapaz de hacer este mínimo esfuerzo, mejor que cierre el libro y no lo lea, es la propia recomendación que nos hace el filósofo.
Afortunadamente hasta hoy, bastante se ha avanzado en las investigaciones que han permitido mejor comprender y transparentar las ideas del filósofo, aquellas que a primera vista parecían ininteligibles o jeroglificas. Es así, como los investigadores más contemporáneos han echado por tierra la mayoría de los supuestos que, desde distintas trincheras muchas veces antagónicas, se daban por ciertos, válido ello por tanto, para las deducciones concluidas, entre otros, por un marxista como Lúkacs así como la de los nazistas Goebbels, Baumler y Rosenberg.
En efecto, desde las Investigaciones iniciadas en el pasado por Karl Schlechta, hasta las magníficas y monumentales investigaciones más contemporáneas que hicieron, desde el año 1969, los filósofos Giorgio Colli y Mázzimo Montanari, a partir de los escritos originales del filósofo, existentes en el Archivo Nietzsche, todos los cuentos y mitologías sobre el "malvado" Nietzsche se han venido estrepitosamente abajo. Investigaciones del que han sido tributarios también filósofos de la talla de Fink, Bataille, Klossowski, Deleuze, Derrida, Foucault, etc.
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