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Estudio histopatológico de hígado y riñón de caninos y su relación con las concentraciones de urea, creatinina, proteínas, enzimas (ALT y SAP) (página 2)


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MATERIAL Y METODOS

Se examinaron 31 caninos adultos de diferentes razas, sexo y edad, recibidos por el Hospital Veterinario de la Universidad Austral de Chile para ser eutanasiados entre diciembre de 1995 y mayo de 1996. Previo a la eutanasia se realizó un examen clínico general a cada animal a fin de descartar signos indicativos de patologías renales o hepáticas. Como método de eutanasia se utilizó una solución sobresaturada de Tiopental sódico. También, previo a la eutanasia de cada individuo, se obtuvo una muestra de sangre con heparina desde la vena cefálica para la obtención de plasma.

De cada animal se obtuvieron dos muestras de humor acuoso, la primera del ojo derecho inmediatamente después de efectuada la eutanasia y la segunda 24 horas después, desde el ojo izquierdo. La obtención de la muestra se efectuó introduciendo una aguja de 21 Gx11/2" a nivel del límite córneo-escleral (limbo), hacia la cámara anterior del ojo, obteniendo en cada caso entre 0.5 y 1.5 ml de humor acuoso, traspasándose a tubos eppendorf, en los que se mantuvo a –20ºC hasta ser analizados.

A cada animal se le efectuó una necropsia (Instituto de Patología Animal de la Universidad Austral de Chile), de acuerdo a la pauta descrita por Paredes y Cubillos (1995), obteniendo muestras de hígado y de riñones en formalina tamponada al 10%.

Cada una de las muestras de plasma y de humor acuoso fueron procesadas en el Laboratorio de Patología Clínica del Instituto de Ciencias Clínicas de la Universidad Austral de Chile, determinándose la concentración de las siguientes variables: urea, por el método de ureasa Berthelot modificado a 37ºC (623 nm); creatinina, por el método de Jaffe sin desproteinización a 25ºC (492 nm); proteínas, por el método de Biuret a temperatura ambiente (546 nm); ALT (alanino amino transferasa), por el método recomendado por la International Federation of Clinical Chemistry (IFCC), a 37ºC (340 nm); SAP (fosfatasa alcalina), por el método estándar optimizado, según la Deutsche Gesselschaft der Klinischen Chemie (DGKC), a 37ºC (405 nm). Se utilizaron kits Boehringer- Mannheim y fotómetro Hitachi 4020.

Las muestras de hígado y riñones para examen histológico fueron fijadas por 48 horas en formalina tamponada al 10%, posteriormente fueron laminadas y procesadas en autotécnico a fin de ser deshidratadas e impregnadas en parafina. Una vez incluidas en parafina sólida fueron cortadas con micrótomo a un grosor de 5 a 6 µ para ser teñidas con hematoxilina-eosina (Luna, 1968), a fin de caracterizar las alteraciones microscópicas. En aquellas muestras en que se observó pigmento intracelular en los túbulos renales, se efectuó la tinción de Schmorl para lipofucsina (Luna, 1968).

Las alteraciones microscópicas observadas en las muestras de hígado y riñones fueron clasificadas en trastornos: circulatorios, del crecimiento celular, del metabolismo celular, del metabolismo pigmentario, inflamatorios, necróticos y misceláneos. La magnitud de las lesiones fue semicuantificada utilizando la siguiente escala de grados: 0 (ausente); I (leve); II (moderado); III (marcado); IV (severo) (Foster, 1997).

RESULTADOS

De los 31 caninos examinados, 18 correspondieron a machos y 13 a hembras. El mayor porcentaje correspondió a mestizos, las edades fluctuaron entre 7 meses y 14 años (promedio 5.3 años). El peso fluctuó entre 6.5 y 30 kilos (promedio 16.3 kilos).

Dentro de las alteraciones histológicas renales (cuadro 1), los trastornos del crecimiento celular más frecuentes en riñones fueron dilatación e hiperplasia tubular a nivel córticomedular y medular (9.67%), siendo más severa la lesión a nivel medular. El trastorno circulatorio más común en riñones fue la congestión difusa (35.58%), principalmente de grado II y III, además se observaron infartos corticales (19.35%). El único trastorno pigmentario observado fue la lipofucsinosis tubular (22.58%).

Los trastornos degenerativos corticales se presentaron con mayor frecuencia que los observados a nivel medular; siendo lo más frecuente la tumefacción turbia cortical (77.41%), el grado de severidad fue principalmente moderado (grado II).

La totalidad de los riñones de los caninos examinados presentó alguna alteración de tipo inflamatorio o necrótico, destacándose por su alta frecuencia la glomerulonefritis (100%), la nefritis intersticial en corteza (87.09%) y la fibrosis córtico-medular (38.7%) y medular (51.61%), el grado de alteración de estas lesiones fue principalmente intermedio (grado II y III). Las restantes alteraciones inflamatorio-necróticas de riñón se manifestaron menos frecuentemente; sin embargo, a pesar de que la fibrosis renal se observó sólo con una frecuencia intermedia, llama la atención que la severidad de dicha alteración fue mayormente alta (grados III y IV).

La presencia de proteínas y depósitos minerales en el lumen tubular de corteza y médula fueron las alteraciones misceláneas más frecuentes observadas en los riñones, con un grado de severidad principalmente bajo (grado I-II).

Dentro de las alteraciones histológicas hepáticas (cuadro 2), el trastorno del crecimiento celular más frecuentemente observado fue la atrofia de hepatocitos (43.33%), principalmente de grado moderado.

Al igual que en riñón, el trastorno circulatorio que más se observó en hígado fue la congestión difusa (63.33%), seguida de la congestión periportal (36.66%), ambas alteraciones se manifestaron con una intensidad marcada (grado III).

La mayoría de los trastornos degenerativos se presentaron en grados intermedios (II y III), siendo la alteración más común la degeneración vacuolar centrolobulillar de los hepatocitos (40%). Al igual que en riñones, sólo se manifestó una única alteración en el metabolismo de los pigmentos, que correspondió a hemosiderosis (23.33%).

CUADRO 1: Frecuencia de alteraciones renales histológicas por grado lesional y según tipo de trastorno en 31 caninos. Frecuency of histological renal alterations for injury degree and according to type of disorder in 31 canines.

0: Ausente; I: Leve; II: Moderado; III: Marcado; IV: Severo; I.If.: Infiltrado inflamatorio; CIIN: Cuerpos de inclusión intranucleares.

Dentro de la amplia variedad de alteraciones inflamatorio-necróticas que se presentaron en hígado, la fibrosis periportal fue la que más se presentó (63.33%), principalmente en grados intermedios (II y II); además, se observaron distintos tipos de infiltrados inflamatorios, de ellos, el más frecuente fue el de tipo multifocal linfocitario (26.66%). La presencia de cuerpos de inclusión intranucleares en el interior de los hepatocitos constituyó el trastorno misceláneo de mayor presentación (53.33%).

CUADRO 2: Frecuencia de alteraciones histológicas hepáticas por grado lesional y según tipo de trastorno en 30 caninos. Frecuency of histological hepatic alterations for injury degree and according to type of disorder in 30 canines.

0: Ausente; I: Leve; II: Moderado; III: Marcado; IV: Severo; I.If.: Infiltrado inflamatorio; CIIN: Cuerpos de inclusión intranucleares.

Con relación a las concentraciones de urea, creatinina, proteínas, ALT y SAP en plasma y humor acuoso a las 0 y 24 horas postmortem (cuadro 3), se estableció que las concentraciones en plasma para cada uno de los metabolitos fueron mayores a las observadas en las muestras de humor acuoso a las 0 y 24 horas postmortem (p<0.05).

Al analizar las concentraciones de estos metabolitos en humor acuoso a las 0 horas postmortem (H.A.0 h) y las muestras de humor acuoso a las 24 horas postmortem (H.A.24 h), se aprecia que las concentraciones de urea, creatinina y SAP en H.A.24 h fueron mayores a las observadas en H.A.0 h (p<0.05); por su parte, las concentraciones de proteínas y ALT en H.A.24 h fueron similares a las del H.A.0 h (p>0.05).

Las concentraciones de urea, creatinina y ALT en H.A.0 h, presentaron una correlación significativa con sus concentraciones sanguíneas (p<0.05). Además, las concentraciones de urea y creatinina en H.A.24 h, también presentaron una correlación significativa (p<0.05), con sus valores observados en plasma y H.A.0 h. Destaca el alto valor de correlación observado entre las concentraciones de urea en H.A.0 h con las de sangre (0.9906).

Al comparar las concentraciones promedio en sangre, H.A.0 h y H.A.24 h de urea y creatinina entre los perros con un grado de alteración renal I-II con las de los perros con alteración renal IIIIV (cuadro 4), se observa que no existieron diferencias significativas en los valores medidos en sangre, H.A.0 h y H.A.24 h (p>0.05). La excepción lo constituyó la concentración de creatinina en H.A.24 h, la cual fue significativamente mayor en los caninos que presentaban un grado de alteración renal III-IV (p<0.05).

CUADRO 3: Concentraciones (promedio ± desviación estándar) de urea, creatinina, proteínas, ALT y SAP en plasma y humor acuoso a las 0 y 24 horas postmortem en caninos. Concentrations (means ± standard deviation) of urea, creatinine, proteins, ALT and SAP in plasm and postmortem aqueous humour to the 0 and 24 hours in canines.

a: Diferencia con plasma (p<0.05). n: Nº de casos. b: Diferencia con humor acuoso a las 0 horas (p<0.05).

CUADRO 4: Concentraciones (promedio ± desviación estándar) de urea y creatinina en plasma y humor acuoso a las 0 y 24 horas postmortem en 31 caninos, según el grado de alteración renal. Concentrations (means ± standard deviation) of urea and creatinine in plasm and postmortem aqueous humour to the 0 and 24 hours in 31 canines, according to degree of renal alteration.

n.s: No significativo (p>0.05). n: Nº de casos. s: Significativo(p<0.05).

Al relacionar las concentraciones de proteínas, ALT y SAP en plasma, H.A.0 h y H.A.24 h (cuadro 5) en caninos con un grado de alteración hepática leve o moderada (I-II), se observa que no presentaron diferencias significativas (p>0.05) con respecto a los caninos con alteración hepática marcada o severa (III-IV).

DISCUSIÓN

La alta variedad de lesiones histológicas observadas en hígado y riñón concuerdan con lo descrito por distintos autores, quienes atribuyen esta alta susceptibilidad a sufrir lesiones al hecho de que ambos órganos reciben un alto porcentaje del gasto cardíaco e intervienen en muchos procesos metabólicos, lo que hace que no sólo se vean afectados por enfermedades propias, sino que también se afecten por disfunciones o cambios patológicos de otros tejidos (Kelly, 1993; Maxie, 1993).

A nivel renal, los trastornos de tipo inflamatorio-necrótico fueron encontrados en el 100% de los individuos, destacándose la glomerulonefritis (GN) y la nefritis intersticial (N.I.), esto es coincidente con lo descrito por Peters (1977).

CUADRO 5: Concentraciones (promedio ± desviación estándar) de proteínas, ALT y SAP en plasma y humor acuoso a las 0 y 24 horas postmortem en caninos, según grado de alteración hepática. Concentrations (means ± standard deviation) of proteins, ALT and SAP in plasm and postmortem aqueous humour to the 0 and 24 hours in canines, according to degree of hepatic alteration.

n.s.: No significativo (p>0.05). n: Nº de casos.

Llama la atención que la totalidad de los perros examinados manifestaran algún grado de daño glomerular; esto concuerda con lo descrito por Müller-Peddinghaus y Trautwein (1977a), quienes luego de examinar 101 perros encontraron evidencias de daño glomerular en el 90% de los casos.

El daño glomerular primario a menudo es consecuencia de trombosis, embolismo o infección directa de los componentes del glomérulo (Confer y Panceira, 1995), sin embargo, la GN usualmente resulta del depósito de complejos inmunes en el glomérulo (Gleadhill, 1994). Dos mecanismos inmunológicos han sido identificados; en el primero los anticuerpos reaccionan con antígenos de la membrana basal glomerular; en el otro, los anticuerpos reaccionan con antígenos no glomerulares en la circulación, formándose complejos inmunes que se depositan en el glomérulo (Slauson y Lewis, 1979).

Entre las lesiones inflamatorias, que también se presentaron en un alto porcentaje en riñones, se encuentran la nefritis intersticial (87.09%) y la fibrosis renal (51.61%). La alta presentación de N.I., concuerda con lo señalado por Müller- Peddinghaus y Trautwein (1977b), quienes encontraron un 71% de N.I.; por otra parte, Peters (1977), encontró N.I. en el 76.25% de los riñones estudiados.

El alto porcentaje de riñones con fibrosis se explica principalmente por la alta presentación de N.I., ya que en su forma crónica cursa con fibrosis; ésta puede ocurrir como un evento primario en el riñón, pero más frecuentemente es una manifestación crónica de la fase de curación de una lesión renal preexistente. Microscópicamente se caracteriza por un aumento en la cantidad de tejido conectivo intersticial y por atrofia o desaparición de los túbulos renales asociados (Confer y Panceira, 1995).

Los trastornos del crecimiento a nivel renal constituyen una alteración de segundo orden en este estudio, dada su baja frecuencia de presentación (22.58%), siendo los túbulos dilatados o quísticos la única alteración de este tipo encontrada, estos túbulos están delimitados por un epitelio de células aplanadas que son el resultado de cápsulas de Bowman dilatadas o segmentos tubulares secuestrados que quedan aislados por tejido conectivo (Confer y Panceira, 1995).

La lipofucsinosis fue el único trastorno pigmentario diagnosticado a nivel renal. Las lipofucsinas son pigmentos endógenos anhemoglobinógenos, grasos, de ubicación intracelular que se encuentran en células en envejecimiento y en procesos crónicos; el pigmento es de color pardo-dorado y se encuentra en cuerpos residuales como inclusiones al final de la actividad lisosómica (Banks, 1996).

La congestión difusa renal fue la alteración circulatoria más observada (35.58%). El riñón puede sufrir congestión aguda o crónica; en el caso agudo, se produce un aumento en la cantidad de sangre en el lado venoso del sistema circulatorio debido a un impedimento súbito del flujo sanguíneo desde el corazón a los pulmones (Jones y col., 1997). El método de eutanasia empleado causa un paro cardio-respiratorio, lo que podría explicar la presencia de congestión renal.

Los infartos renales aun cuando no constituyeron una alteración de alta (19.35%), representan una alteración de importancia, ya que son áreas de necrosis coagulativa como resultado de isquemia o una oclusión vascular debido a una trombosis o a un émbolo aséptico (Confer y Panceira, 1995).

La alta presentación de trastornos de tipo degenerativo (83.87%), sobre todo a nivel cortical, puede deberse a que esta área es metabólicamente muy activa y por ende, vulnerable a la hipoxia, la cual causa tumefacción celular de los túbulos renales, comprometiendo el flujo de sangre al resto del riñón y provocando algún grado de obstrucción tubular (Gleadhill, 1994).

La presentación de un alto número de perros con proteínas en el lumen tubular de la corteza, podría relacionarse con la alta frecuencia de glomerulonefritis observada ya que la barrera normal de filtración glomerular se ve dañada, permitiendo el paso de proteínas plasmáticas hacia la orina; además, inflamaciones del parénquima renal o daño del epitelio tubular pueden causar pérdida de proteínas hacia el espacio urinario (Relford y Lees, 1996).

La presencia de cilindros proteicos en los túbulos de la médula y la presencia de depósitos minerales a este mismo nivel, se observan cuando el pH es bajo y existe algún daño glomerular o condiciones inflamatoriodegenerativas dentro del tejido renal (Doxey, 1983).

A nivel hepático, los trastornos de tipo inflamatorio-necrótico, al igual que en el riñón, manifestaron un alto porcentaje (96.66%), destacándose los distintos tipos de infiltrados inflamatorios y la fibrosis periportal, además, a pesar de su escaso porcentaje, llaman la atención los granulomas (13.33%), de los cuales uno presentó huevos de nemátodo asociado a una fuerte reacción inflamatoria. Entre los parásitos a los que podrían pertenecer estos huevos se destaca Capillaria hepática (MacLachlan y Cullen, 1995).

La fibrosis a nivel hepático puede ser secuela de una injuria tóxica crónica, desórdenes metabólicos de los hepatocitos o inflamaciones crónicas; en el caso de colangitis crónica y/o obstrucción biliar puede producirse fibrosis, la cual es más pronunciada a nivel periportal (MacLachlan y Cullen, 1995).

Los trastornos del crecimiento más observados en hígado fueron la atrofia de hepatocitos (43.33%) y la hiperplasia y proliferación de conductos biliares (10%). La atrofia es un trastorno de tipo adaptativo donde la sobrevivencia de la célula todavía es posible. La hiperplasia y proliferación de conductos biliares están presentes en lesiones crónicas (Kelly, 1993) y son el resultado de una variedad de injurias, sin embargo, el origen y mecanismo de esta proliferación es desconocido (MacLachlan y Cullen, 1995).

La hemosiderosis fue el único trastorno pigmentario observado en hígado (23.33%). La hemosiderina es un pigmento férrico que se forma por degradación de la hemoglobina cuando se lisan los eritrocitos (Cheville, 1980; Banks, 1996

).

El 100% de los hígados examinados presentó alteraciones de tipo circulatorio, destacándose la congestión que puede ser aguda o crónica. La congestión aguda suele ser consecuencia de una falla miocárdica, la que puede tener múltiples causas (Jones y col., 1997), entre las cuales podría estar el tipo de eutanasia utilizada. La congestión crónica generalmente está asociada a una falla cardíaca congestiva derecha (Dunn,1992).

Los trastornos de tipo degenerativo en hígado fueron frecuentes (90%), variando desde tumefacción turbia de hepatocitos (expresión inicial de alteración), a degeneración grasa (manifestación más avanzada de daño celular) (Cheville, 1980).

En trastornos misceláneos destacaron la presencia de cuerpos de inclusión intranucleares (C.I.I.N.), eosinofílicos cristaliformes (53.33%); éstos son un hallazgo frecuente en los hepatocitos y en el epitelio renal de los perros, su origen y significado es desconocido, pero se sugiere que corresponden a proteínas cristalizadas. Berríos y González (1978), encontraron un 30.66% de C.I.I.N. en los hígados de 75 perros, lo que indica que se trata de un hallazgo común, sin embargo, en este estudio se observó una frecuencia de presentación superior.

Las concentraciones de todos los metabolitos en estudio medidas en el humor acuoso a las 0 horas postmortem fueron menores (p<0.05), que las encontradas en plasma, esto puede ser explicado por la presencia de la barrera hematoacuosa, la que impide el paso de moléculas de gran peso molecular desde la sangre hacia el humor acuoso (Stewart y col., 1985); la permeabilidad de esta barrera está dada por el tamaño de las partículas y en parte por su solubilidad lipídica (Lane y Lincoln, 1985a).

El mecanismo de permeabilidad selectiva de la barrera hematoacuosa puede explicar que las concentraciones de proteínas en el humor acuoso sean muchísimo menores que en el plasma (Izumisawa y Kotani, 1991), a diferencia de metabolitos con tamaños moleculares inferiores como la urea, los que podrían atravesar la barrera hematoacuosa casi sin ser filtrados (Wittwer y col., 1992).

Las concentraciones de urea, creatinina y SAP observadas en el humor acuoso 24 horas posterior a la muerte fueron mayores (p<0.05) que en el humor acuoso al momento de la muerte (0 horas), al respecto, Wittwer y col. (1992), atribuyen este aumento a la inactivación de la barrera hematoacuosa y a la libre difusión de los metabolitos desde los tejidos vecinos.

Si bien existen diferencias estadísticamente significativas entre las concentraciones plasmáticas de los metabolitos en estudio y sus concentraciones en humor acuoso a las 0 horas postmortem (H.A.0 h), cabe destacar que urea, creatinina y ALT presentaron una correlación significativa (p<0.05), entre sus concentraciones en sangre y H.A.0 h. Sin embargo, en el caso de creatinina y ALT estas correlaciones no fueron muy altas, por lo que pese a ser significativas, no permitirían estimar con seguridad su valor en sangre a partir de la concentración en H.A.0 horas.

En el caso de la urea, la determinación postmortem de su concentración en humor acuoso hasta las 24 horas posterior a la muerte permite realizar una buena estimación de los valores plasmáticos antemortem.

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C. GALLARDO1, M.V., M. N. Sc.; E. PAREDES2, M.V., Dr. med. vet.; J. PÉREZ2, M.V. 1Instituto de Ciencias Clínicas Veterinarias. 2 Instituto de Patología Animal, Universidad Austral de Chile, Casilla 567, Valdivia, Chile.

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