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El orden de caballería, por Raimundo Lulio (página 2)


Partes: 1, 2

3. El caballero sin caballo no conviene con el orden de caballería; así tampoco escudero sin nobleza de ánimo conviene al orden de caballería; porque la nobleza del ánimo y del valor, es el principio del orden de caballería, y en el orden es perseguida la vileza del ánimo.

Por lo mismo, si algún escudero que sea de ánimo vil, quiere ser caballero, quiere también destruir el verdadero orden de caballería; porque destruiría el orden que solicita; y si va contra este orden ¿por qué lo pide? Y el que hace un caballero de un escudero con vileza de ánimo ¿por qué va contra su orden?

4. No pidas a la boca la nobleza del valor; porque de los labios no sale siempre la verdad. Ni la pidas a los ricos vestidos; porque bajo un rico manto se halla muchas veces un corazón flaco y vil. Ni lo pidas al caballo, porque no podrá contestarte; ni a las guarniciones y ricos adornos y arnés, porque bajo todo esto puede esconderse un corazón cobarde y malvado.

Por ende, si deseas verdaderamente inquirir sobre la nobleza del ánimo, pregúntalo a la fe, a la esperanza, a la caridad, a la justicia, a la fortaleza, a la lealtad y demás virtudes; porque en ellas se hallan la nobleza y el valor; y por medio de ellas se defiende el corazón noble del caballero, contra la maldad y el engaño, y de los enemigos de la caballería.

5. Conviene que el nuevo caballero tenga una edad conveniente; porque si el escudero que quiere ser caballero es demasiado joven, no puede aún haber aprendido las buenas enseñanzas que el escudero debe recibir desde antes de ser armado caballero.

Si el que ha de ser armado caballero es demasiado niño, tampoco es conveniente que ingrese en caballería; porque no sabrá bien el orden, ni recordará bien lo que ha de prometer y seguir por el honor de caballería.

Mas si el escudero es demasiado viejo o debilitado en el cuerpo, tampoco es conveniente sea armado caballero; porque por ello se cometería injuria contra el orden de caballería, que exige combatientes fuertes, por su honor; y ésta es envilecida por los flacos, cobardes y los vencidos que huyen.

6. De la misma manera que la virtud está, como medida, en el medio; y su contrario se halla en los términos, que son vicios; de esta suerte la caballería se halla en la justa edad conveniente; porque si no estuviere en la edad precisa, seguiríase contrariedad entre medida y caballería; en tal caso virtud y caballería serían contrarios; en este caso, tú -escudero-, que te apresuras, o tardas demasiado, a ser caballero ¿por qué, sin medida de edad, pretendes ser armado caballero?

7. Si para ser caballero fuesen precisas las bellas facciones, la elegancia del cuerpo, la rubia cabellera, o llevar espejito en la faltriquera; y solamente si el escudero tuviese estas gracias pudiere ser armado por ello caballero; también podrían armarse caballero el hijo del un rústico o una hermosa hembra. Mas con ello deshonrarías y menospreciarías la antigüedad del linaje honrado, y la mayor nobleza que Dios ha dado al hombre que a la hembra; y con esto bajas hasta la vileza. Y por un tal menosprecio y deshonor, envilecerías y humillarías el orden de caballería.

8. Pariaje y caballería convienen y concuerdan. Porque pariaje es antigüedad de linaje, en honor antiguo; y caballería es orden y regla que comenzó con ese tiempo antiguo y perdura hasta hoy. Por esto mismo, si armas caballero a quien no es de pariaje, eres al mismo tiempo enemigo de paraje y de caballería, haciéndolos contrarios y por lo mismo al que haces caballero será contra el honor del pariaje y de la caballería. Y si el tal es hecho caballero ¿qué es? ¿En qué viene a parar caballería?

9. Si tienes tanto poder en el orden de caballería que puedes meter en él aun al que no conviene, resulta de necesidad que también podrás echar de caballería al que por pariaje fue conveniente fuese armado caballero.

Mas si es tanta la virtud de la caballería que tú no puedes quitarle su honor, ni echar a los que por pariaje le convienen; luego no tienes, puedes tener poder de armar caballero a hombre vil de linaje.

10. En cuanto a la naturaleza corporal, es tan honrada la naturaleza de los árboles y de las bestias, como la del hombre; mas por la nobleza del alma razonable, que participa tan solamente con el cuerpo del hombre, es mayor la virtud en el cuerpo humano que en la bestia.

Por esta razón el orden de caballería consiente que, por muy nobles costumbres, por muchos nobles hechos, y por nobleza del príncipe, pueda darse caballería a algún hombre de nuevo, pero de honrado linaje.

Si esto no fuese realmente así, seguiríase que el orden de caballería convendría mejor con la nobleza del cuerpo, que con la virtud del alma; y esto no es verdad. Porque es cierto que la nobleza del ánimo, que la caballería exige, mejor conviene al alma, que no al cuerpo.

11. En el examen del escudero que pida entrar en orden de caballería, conviene se le pregunte sobre su doctrina y sus costumbres; porque si malvadas doctrinas y costumbres protervas son rechazadas por el orden de caballería, y por ellas los caballeros malvados, ¡cuán mayor inconveniente sería armar caballero al escudero malvado, y que entre en el orden de donde después habrá de ser echado por hechos deshonrosos y costumbres desagradables!

12. Si la caballería conviene tan fuertemente con el valor, que expulsa de su seno a los amigos del deshonor; y si caballería no recibiese sólo a los que tienen valor, y le aman y mantienen, seguiríase que se podría destruir la caballería por vileza y no se pudiese rehacer en nobleza. Y como esto no es cierto, por lo mismo tú, caballero que examinas al escudero, eres muy fuertemente obligado a investigar, sobre todas las cosas, el valor y la nobleza del escudero.

13. También debes saber con qué intención el escudero tiene voluntad de ser caballero. Porque si lo quiere ser con el fin de hacerse rico o de señorear, o para recibir honores sin honrar a los honradores que a la caballería tributan honra y honor; deseando caballería, en realidad, sólo ama su deshonor; por lo cual es indigno de que por caballería haya riqueza, bienandanza y honra.

14. De la misma suerte que es proterva la intención de los clérigos que son elegidos prelados por medio de la simonía; así también el escudero malvado miente su querer y su intención verdadera cuando pretende ser caballero contra el orden de caballería.

Y si el clérigo, en todo cuanto hace, obra contra la prelacía, cuando actúa simoníacamente; de manera semejante el escudero, en cuanto hace, obra contra el orden de caballería si por intención falsa logra el oficio de caballería.

15. Conviene que el escudero sepa las grandes obligaciones que impone la caballería, y los grandes peligros para que han de estar apercibidos los que la quieren tomar y mantener. Porque el caballero debe temer más ser vituperado que ser muerto; la vergüenza debe dar más pasión a su coraje que el hambre, la sed, el calor, el frío, ni otra pasión, ni trabajo del cuerpo.

Por esto mismo deben ser mostrados y denunciados todos estos peligros al escudero, antes de ser armado caballero.

16. Caballería no puede ser mantenida sin los arneses propios del caballero, ni sin los hechos honrados y los gastos que convienen al oficio de caballería.

Por esto mismo, un escudero sin armas, o que no tenga riqueza suficiente para mantener caballería, no debe ser armado caballero; porque por falta de riqueza, los arneses son inconvenientes, y por falta de armas y de pecunia el caballero se hace malvado, tornándose salteador, ladrón, traidor, embustero, falso y tiene los demás vicios que son contrarios al orden de caballero.

17. Un hombre demasiado enjuto y pequeño, o demasiado gordo, o que tenga otros inconvenientes de cuerpo por los cuales no pueda mantener bien el uso y oficio de caballero, no debe entrar en el orden de caballería. Porque es envilecerla, admitir en ella al enteco, consumido y sin fuerzas suficientes para el uso de las armas. Mas es tan noble la caballería, y es tan alta en su honra, que no bastan la riqueza, ni la nobleza del linaje, o que el escudero sea perfecto en todos sus miembros.

18. Preguntado e investigado debe ser el escudero que solicita caballería, si ha cometido alguna maldad o engaño contra el orden de caballería; porque tales faltas puede haber cometido y tan grandes pueden ser, que se haya hecho indigno de que la caballería lo reciba en su orden, haciéndole compañero de quienes han mantenido y mantienen el honor de caballería.

19. El escudero que tenga vanagloria de sus hechos, no parece que sea bueno para caballero. Porque la vanagloria es un vicio que destruye el mérito y galardón de los beneficios que se dan en caballería. Escudero logrero no conviene al oficio de caballería; porque su intención se halla corrompida; por cuya corrupción destruye y precipita la voluntad y la lealtad que convienen al coraje del caballero.

20. El escudero orgulloso, de poco seso, sucio en sus palabras y en sus vestidos, que tenga un corazón cruel; el que sea avaro, embustero, desleal, perezoso, iracundo y lujurioso; el que se embriague, que sea glotón; que sea perjuro o tenga vicios semejantes, en manera alguna conviene al orden de caballería. Si caballería pudiese recibir en su orden a los que obran contra el orden de caballería, resultaría que orden y desorden serían una misma cosa. Mas como caballería es pura ordenación de valor, por esto mismo, todo escudero debe ser examinado antes de ser armado caballero.

Cuarta parte

Donde se enseña la manera por la cual el escudero debe recibir el orden de caballería

1. Antes de entrar en el orden de caballería debe el escudero confesarse de los pecados cometidos contra los mandamientos de Dios, al cual quiere servir en el orden de caballería; y cuando se halle sin pecado, debe recibir el precioso Cuerpo de Jesucristo, como es conveniente.

2. Conviene armar caballero en una de las fiestas más honradas del año; puesto que por el honor de la fiesta se junten aquel día muchos hombres en el lugar donde el escudero ha de ser armado caballero; y todos deben rogar a Dios por el escudero, a fin de que Dios le conceda su gracia y bendición para que sea leal al orden de caballería.

3. En la vigilia de la fiesta, el escudero debe ayunar en honor del santo cuya fiesta se celebre.

La noche anterior al día en que debe ser hecho caballero, debe acudir a la iglesia para rogar a Dios; y debe velar; y estar en oración y contemplación, y oír las palabras de Dios y del orden de caballería.

Si escucha a juglares que cantan o hablan de cosas descompuestas, indecencias o pecado, ya en el principio y en el primer momento en que ingresa en caballería comienza a deshonrarla y a menospreciar este orden.

4. A la mañana siguiente conviene que se cante misa solemne; y el escudero debe llegarse hasta el pie del altar, ofreciéndose al presbítero, que tiene lugar de Dios, y al orden de caballería, para que sea buen servidor del Altísimo. Y conviene que se obligue y someta a honrar y mantener el dicho orden con todo su poder.

En aquel día conviene haya sermón, en el cual sean recordados los trece artículos que son el fundamento de la Fe; los diez mandamientos de Dios; los siete sacramentos de la Santa Iglesia; y demás cosas tocantes a la Fe.

El escudero debe recordar muy bien estas cosas, a fin de que pueda cumplir con acierto el oficio de caballería, que concuerda con el ejercicio de las cosas pertenecientes a la santa Fe católica.

5. Los trece artículos son éstos: Creer en un Dios, es el primer artículo. Creer en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, son tres artículos. El hombre ha de creer que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son eternamente un Dios, sin fin, ni principio. Creer que Dios es el creador de cuanto es, es quinto. El sexto es creer que Dios es recreador; esto es, que ha redimido el humano linaje del pecado que cometieron Adán y Eva. El séptimo es creer que Dios da la gloria a los que están en el paraíso. Estos siete artículos pertenecen a la deidad. Los siete que siguen pertenecen a la humanidad que el Hijo de Dios tomó en nuestra Señora Santa María; los cuales siete son éstos: Creer que Jesucristo fue concebido del Espíritu Santo, cuando San Gabriel saludó a nuestra Señora San María; y es el primero. El segundo es creer que Jesucristo nació. El tercero, que fue crucificado y muerto para salvarnos. El cuarto es que su alma bajó al infierno para libertar a Adán, Abrahán y demás profetas que creyeron antes de morir en su advenimiento. El quinto es creer que Jesucristo resucitó. El sexto es creer que subió a los cielos, el día de la Ascensión; el séptimo creer que vendrá el día del juicio cuando todos -61- habremos resucitado, y juzgará a buenos y malos. Todos los hombres vienen obligados a creer estos catorce artículos, que son testimonios de Dios y de sus obras; y sin estos artículos no puede salvarse ningún hombre.

6. Los diez mandamientos que dio Dios a Moisés en el monte Sinaí, son éstos: Un Dios tan solamente servirás y adorarás. No seas perjuro. Guardarás el sábado. Honrarás a tu padre y a tu madre. No cometerás homicidio. No fornicarás. No harás latrocinio. No darás falso testimonio. No envidiarás la mujer de tu prójimo. Todo caballero debe saber estos diez mandamientos porque son orden, a fin de no ser desobediente a los mandatos de Dios.

7. Los siete sacramentos de la Santa Iglesia son éstos: bautismo, confirmación, sacrificio del altar, penitencia de los pecados, órdenes que el obispo confiere al que hace presbítero, diácono y subdiácono, matrimonio, unción.

Por estos siete sacramentos nos hemos de salvar y por sacramento propio la caballería es obligada a honrar y cumplir estos siete sacramentos. Por todo lo dicho corresponde al caballero que sepa su oficio y las cosas a que viene obligado.

8. De todas las cosas susodichas debe predicar el presbítero, y también de las otras que pertenecen a caballería; y el escudero que quiere ser caballero debe rogar a Dios que le dé gracia y bendición, a fin de que pueda ser su servidor en todo el tiempo de su vida.

9. Cuando el presbítero ha cumplido cuanto a su oficio pertenece, entonces conviene que el príncipe o alto barón que quiere armar caballero al escudero que pide caballería, tenga en sí mismo las virtudes y el orden de caballería, para que, por la gracia de Dios, pueda comunicar virtud y orden de caballería al escudero, que virtud y orden de caballería demanda.

10. El malvado caballero que desordenadamente quiere hacer caballeros y multiplicar orden, hace injuria a caballería y al escudero; precisamente de lo que se le debería desligar, quiere hacer lo que no es conveniente se haga.

Por la culpa de tal caballero sucede con frecuencia que el escudero que toma caballería no es tan ayudado por la gracia de Dios, ni por la virtud de la caballería, como fuera conveniente; y así es necio el escudero que desea ser armado caballero por un caballero semejante al de quien hemos hablado.

11. El escudero se debe arrodillar ante el altar, levantando a Dios sus ojos corporales y espirituales y extender sus manos a Él.

El caballero le debe ceñir la espada, significando castidad y justicia. Y en significación de caridad, ha de besar al escudero y darle la mejilla, para que recuerde siempre lo que promete y el gran cargo a que se obliga, y del gran honor que el orden de caballería le proporciona.

12. Después que el caballero espiritual y el caballero terrenal han cumplido sus oficios respectivos, el caballero novel debe montar a caballo y mostrarse a la gente, a fin de que todos sepan que es caballero, y que se ha obligado a mantener y defender el honor de caballería; porque cuanta más gente sepa que es caballero, mayor freno habrá el novel caballero, y más difícil le será faltar en las cosas de la vida con el orden de caballería.

13. Aquel día se debe celebrar una gran fiesta, dar convites, celebrar justas y otras cosas convenientes a una fiesta de la caballería.

El señor que ha armado caballero, debe hacer regalos al nuevo caballero y a otros caballeros; y el caballero novel también debe hacer regalos aquel día; porque quien recibe un tan grande galardón como es el orden de caballería, desmiente el espíritu caballeresco si no es generoso como conviene que sea.

Todas estas cosas, y muchas otras que sería largo detallar, pertenecen al acto de dar caballería.

Quinta parte

En que se trata del significado de las armas del caballero

1. Todo cuanto viste al presbítero que canta misa tiene alguna significación con respecto a su oficio. Y como el oficio de clérigo y el oficio de caballero se convienen; por esto el orden de caballería requiere que todo cuanto es preciso al caballero en el uso de su oficio, tenga algún significado por el cual sea recordada la nobleza del orden de caballería.

2. Al caballero se le da una espada; la cual es labrada en semejanza de cruz, para significar que así como nuestro Señor Jesucristo venció a la muerte en la cruz, en la cual muerte habíamos caído por el pecado de nuestro padre Adán; de esta manera el caballero debe vencer con la espada, y destruir los enemigos de la Cruz.

Y como la espada que se entrega al nuevo caballero tiene filo en cada parte; y siendo la caballería oficio de mantener justicia, y justicia dar a cada uno su derecho; por esto la espada del caballero significa que el caballero debe mantener con la espada a la caballería y a la justicia.

3. Se da al caballero una lanza, para significar verdad. Porque la verdad es cosa recta, que no se tuerce, y la verdad se adelanta a la falsedad. El hierro de la lanza significa la fuerza que la verdad tiene sobre la falsedad; y el pendón significa que la verdad se demuestra a todos, y no tiene pavor ni de la falsedad ni del engaño.

También la verdad es apoyo de la esperanza; y esto, como otras cosas, vienen significadas en la lanza que recibe el caballero.

4. Al caballero se le da el yelmo para significar vergüenza; porque un caballero sin vergüenza no puede ser obediente al orden de caballería.

Así como la vergüenza hace que el hombre sea vergonzoso, y hace que el hombre baje sus ojos a la tierra; así el yelmo guarda de las cosas altas y mira a la tierra, porque es el medio entre las cosas bajas y las cosas altas. Y así como el casco de hierro defiende la cabeza, que es lo más alto y el miembro principal entre todos los miembros del hombre, así la vergüenza defiende al caballero, cuyo oficio, después del oficio de clérigo, es el más alto entre los que existen; y esto para que no se incline a hechos viles, ni la nobleza de su ánimo baje a maldad o engaño ni a costumbre proterva.

5. La loriga significa castillo y muro contra los vicios y las faltas; porque así como el castillo está cercado de muro por todas partes, para que nadie pueda entrar en él; así la loriga se halla cerrada por todas partes para significar el noble coraje del caballero y su aislamiento en esta nobleza, a fin de que en él no puedan entrar la traición, ni el orgullo, ni la deslealtad, ni vicio alguno.

6. Se dan al caballero calzas de hierro, para tener seguros sus pies y sus piernas; lo cual significa que el caballero debe tener seguros los caminos, con su espada, lanza, maza y demás armas.

7. Se dan espuelas al caballero en significación de diligencia, peritaje y ansia, con que puede honrar a su orden.

Porque así como el caballero espolea al caballo, a fin de tenerlo a sus órdenes y corra cuanto -68- pueda hermosamente, así también la diligencia hace que se tenga cuidado de las cosas que deben ser; el ser experto libra de ser sorprendido; y el ansia hace procurar el arnés y demás cosas que son menester para honor de la caballería.

8. Se la da gorguera al caballero, en significación de obediencia. Porque el caballero que no es obediente a su señor y al orden de caballería, se sale de este orden y deshonra a su señor.

Así como la gorguera envuelve completamente el cuello del caballero, defendiéndolo de heridas y golpes, así la obediencia mantiene al caballero en los mandamientos de su señor o de su mayor, y en el orden de caballería, a fin de que la traición, el orgullo, la injuria y otros vicios no corrompan el sacramento que el caballero tiene hecho a su señor y a caballería.

9. Se da la maza al caballero, significándose fuerza de coraje. Porque así como la maza va, en su empleo, contra todas las armas, y da que hacer por todas partes, así la fuerza del coraje defiende al caballero contra todos los vicios, y fortifica las virtudes y buenas costumbres por medio de las cuales mantiene el caballero el honor de la caballería y su propio honor.

10. Se da al caballero la misericordia (puñal), a fin de que, si le fallan las armas, pueda recurrir a ésta; de modo que si se halla tan cerca del enemigo que no le pueda herir con lanza, ni con espada, ni con maza, le hiera con la misericordia.

Esta arma significa que el caballero no debe confiar demasiado en las armas, ni en su fuerza; sino que debe acercarse tanto a Dios con la esperanza, que con la esperanza de Dios combata a sus enemigos y a los que lo son contra el orden de la caballería.

11. Se da al caballero un escudo, para significación de su propio oficio; porque así como el escudo se pone y permanece entre el caballero y su enemigo, de la misma manera el caballero se interpone entre el rey y su pueblo.

Y así como el golpe hiere antes al escudo que en el cuerpo del caballero, de igual suerte el caballero debe parar con su cuerpo los golpes que van contra su señor, si algún hombre quiere herirlo.

12. Se da al caballero la silla (cabalgadura) para cabalgar en ella, lo cual significa seguridad de ánimo y cargo de caballería.

Porque así como la silla asegura al caballero sobre su caballo, así también la seguridad del ánimo hace que el caballero esté de cara en la batalla; por tal seguridad de ánimo sobreviene la ventura amiga de caballería.

Esta seguridad hace que sean menospreciadas muchas cobardes burlas y muchos vanos pareceres; y tanto se refrenan muchos hombres, que no osan pasar adelante en el lugar donde el noble coraje, por serenidad de ánimo, está seguro en el caballero. Tan grande es el cargo de la caballería, que por ligeras cosas no deben inmutarse los caballeros, sino ser valientes.

13. Se da caballo al caballero, en significación de la nobleza de su valor, para que cabalgue más alto que los demás hombres, y sea visto desde lejos, y más cosas tenga debajo de sí; y para que se presente en seguida, antes que otros hombres, donde lo exija el honor de caballería.

14. Al caballo se le pone freno, y en las manos del caballero las riendas; para significar que el caballero debe frenar su boca no profiriendo palabras feas, ni mentirosas; y refrene sus manos, de modo que no rehuya cuando haya de ser querido, ni sea tan audaz que la razón huya de su ardimiento; y entienda que debe dejar llevarse a través de los reinos a donde el orden de caballería le envíe o le utilice.

Y cuando preciso fuese, alargue las manos, y haga gastos, dando generosamente según conviene a su honor; que sea osado, de modo que no puedan dudar de él sus enemigos; y cuando dude herir, venza la flaqueza del ánimo.

Si el caballero obrase contrariamente a esto, su caballo, que es una bestia y carece de razón, seguiría, mejor que el caballero, la regla y el oficio de la caballería.

15. Se pone al caballo la testera, para significar que el caballero no ha de hacer uso de sus armas sin razón. Porque así como la testa del caballo va primero y delante del caballero, así el caballero debe tener delante del caballero, así el caballero debe tener delante la razón en todo lo que hace.

Lo que hace sin razón tiene en sí tanta vileza, que el caballero debe tener siempre delante de sí a la razón.

De esta suerte, del mismo modo que la testera guarda y defiende la testa del caballo, así también la razón guarda y defiende la testa del caballo, así también la razón guarda y defiende al caballero de vituperios y de vergüenza.

16. Los guarnimientos defienden al caballo, teniendo significación de que el caballero debe guardar y custodiar sus bienes y sus riquezas, a fin de que le basten para ejercer el oficio de caballero con honor. Porque de la misma manera que no podría el caballo defenderse de golpes y de heridas sin guarnimientos, tampoco el caballero sin aquellos bienes temporales puede mantener el honor de caballería; ni tampoco podría defenderse de malvados pensamientos; porque la pobreza del caballero hace pensar engaños y traiciones.

17. La túnica (perpunt) significa para el caballero los grandes trabajos que habrá de sufrir en honor de caballería.

Porque así como la túnica está encima de las demás prendas caballerescas, y expuesta al sol, a la lluvia y al viento; y recibe los golpes antes que la loriga; y es combatida por todas partes y herida, de esta suerte el caballero es elegido para mayores trabajos de los que sufre cualquier hombre. Porque todos los hombres, que están bajo su nobleza y su salvaguardia, han de recurrir al caballero; y el caballero debe defenderlos a todos; y antes debe el caballero ser herido, destrozado y muerto que los hombres que le han sido encomendados.

Siendo esto así, convengamos que es grande la obligación de caballería; y por esto se hallan en tan gran trabajo los príncipes y altos barones puestos para regir y defender sus tierras y su pueblo.

18. Se da al caballero una seña (divisa) para que se fije en el escudo, en la silla y en la túnica, para ser loado por sus ardimientos y hechos de armas en las batallas.

Mas si es cobarde, flaco o retraído, por medio de esta misma seña es objeto de burla, vituperado y reprendido.

Mas como la seña es dada al caballero a fin de que sea reconocido como amigo o enemigo de caballería, por esto mismo todo caballero viene obligado a honrar su enseña, guardándose para ello de cobardías, que echan al caballero del ordenamiento de la caballería.

19. Al rey, a los príncipes y al señor de caballeros les es dada la señera (estandarte), para significar que los caballeros están en el deber de mantener el honor de su señor y su heredad. Porque en el honor del reino o del principado, y en el honor de su señor, son honrados y loados los caballeros por las gentes.

Por el deshonor de las tierras en que moran o están, o del señor de quien son, los caballeros son más vituperados que los demás hombres.

Porque así como por el honor deben ser más alabados, porque el honor debe hallarse mejor en ellos que en los demás hombres, también de esta suerte en el deshonor deben ser más vituperados los caballeros que los demás hombres; porque, por su flaqueza o traición son más prontamente desheredados los reyes, príncipes y altos barones, y se pierden más reinos, condados y otras tierras que por la flaqueza de hombres que no sean caballeros.

Sexta parte

En que se trata de las costumbres que pertenecen a los caballeros

1. Si por la nobleza del ánimo ha sido elegido el caballero sobre los hombres que le están debajo por servitud, convienen con la condición de caballero la nobleza de costumbres y buena educación. Porque la nobleza del coraje no puede ser elevada al alto honor de caballería, sin elección de virtudes y buenas costumbres.

Siendo la cosa así, por necesidad procede que el caballero tenga buenas costumbres y buena formación.

2. Ningún caballero puede ignorar las siete virtudes que son la raíz y el fundamento de todas las buenas costumbres y vías y caminos de la celestial gloria perdurable; de las cuales virtudes siete son teologicales y cuatro cardinales.

Las virtudes teologicales son fe, esperanza y caridad.

Las virtudes cardinales son prudencia, justicia, fortaleza y templanza.

3. El caballero sin fe no puede estar bien acostumbrado, porque sólo por la fe el hombre ve espiritualmente a Dios y a sus obras, creyendo en las invisibles; y por fe el hombre tiene esperanza, caridad y lealtad, y es servidor de la verdad.

Por falta de fe el hombre se olvida de Dios y de sus obras y cosas invisibles, que el hombre sin la fe no puede entender ni saber.

Por la fe que se halla en los caballeros bien acostumbrados, van los caballeros en peregrinación a la tierra santa de ultramar, y se levantan en armas contra los enemigos de la Cruz, y son mártires cuando mueren para exaltación de la santa Fe católica.

La fe defiende a los clérigos de los hombres malvados que, por falta de fe, los menosprecian y los roban y los desheredan cuanto pueden.

4. La esperanza es una virtud que conviene muy fuertemente al oficio del caballero. Porque por esperanza recuerdan a Dios en la batalla, en sus cuitas y en sus tribulaciones; y por la esperanza que ponen en Dios reciben de Dios ayuda y socorro. Quien vence la batalla es por razón de la esperanza y de la confianza en el poder de Dios, inmensamente mayor que sus propias fuerzas.

Con la esperanza se vigoriza y endurece el coraje del caballero. La esperanza hace sufrir con calma los trabajos que sobrevienen; la esperanza aventura a los caballeros en los peligros que afrontan; la esperanza les permite poder sufrir hambre y sed en los castillos y en las ciudades que defienden de las saetas. Y si no fuese esperanza, caballero no habría que pudiese usar del oficio de caballería.

5. El caballero no se libra de la crueldad y de la mala voluntad, sin caridad. Mas como ser cruel y tener mala voluntad no se conciba con el oficio de caballería, por lo mismo es preciso que el caballero tenga la virtud de la caridad. Porque si el caballero no tiene caridad, ¿cómo amará a Dios y a su prójimo?, ¿cómo puede ser piadoso con los pobres y humildes?, ¿cómo pude ser generoso con los vencidos que claman merced?

Si, sin la caridad no se puede ser caballero, ¿cómo podrá pertenecer al orden de caballería quien no la posee?

La caridad es una virtud que ajusta las virtudes y separa los vicios; caridad es amor, que puede tener todo hombre, y debe tener todo caballero a fin de mantener su propio oficio; y además la caridad hace ligero el yugo de caballería. Un caballo sin pies no podría soportar la carga del caballero, y ningún caballero sin caridad puede sostener la gran carga que el caballero ha de sostener con nobleza de ánimo para honra de caballería.

6. Un hombre sin cuerpo no sería hombre, sino algo invisible; y no sería lo que realmente es; por la misma razón un caballero sin justicia, en su oficio de caballero, la justicia no sería lo que debe ser en él, ni el orden de caballería sería lo que debe ser. Siendo la justicia fundamento de caballería, ¿cómo un caballero puede tener la costumbre proterva de cometer entuertos e injurias, permaneciendo en orden de caballería?

Desligar al caballero del orden, consiste en romperle por detrás la correa de la espada, quitándosela, en significación de que ya no podrá usar del oficio de caballero. Si la caballería y la justicia se ajustan fuertemente por principio, el caballero que se hace injurioso y enemigo de la justicia, deshace en sí mismo y menosprecia el orden de caballería.

7. Prudencia es una virtud por la cual el hombre distingue entre el bien y el mal, proporcionándole la sabiduría del bien, y enseñándole a ser enemigo del mal.

También prudencia es una ciencia por la cual el hombre adquiere conocimientos de las cosas que han de venir por el conocimiento de las presentes.

Ahora bien: Como quiera que los caballeros pertenecen al orden de perseguir y destruir a los malvados; ni existen hombres que más peligros han de correr que los caballeros, ¿qué cosa es más necesaria al caballero que la prudencia?

La usanza del caballero de custodiar y combatir no conviene tan fuertemente con el oficio de caballería, como usanza de razón y de entendimiento y ordenada voluntad; porque más batallas se han ganado por maestría y entendimiento que por muchedumbre de gentes y multitud de armas y de caballeros.

Como esto está fuera de duda, si quieres acostumbrar a tu hijo al oficio de caballero, para que mantenga el honor de caballería sépasle acostumbrar cuanto puedas en el uso de la razón y del entendimiento, a fin de que sea discreto amador del bien y enemigo del mal; porque quien tiene tal costumbre, ajusta prudencia y ejercicio de caballería como conviene sea para que el caballero haya honra.

8. La fortaleza no es una virtud que reside en la nobleza del ánimo, contra los siete pecados mortales, que son carreras por las cuales el hombre va a infernales tormentos sin fin; conviene a saber que, por ser glotón, lujurioso, avariento, perezoso, soberbio, envidioso e iracundo, se abandona la fortaleza.

Indudablemente por carreras tales no va el caballero a la posada dende la nobleza del corazón tiene su habitación y su lar.

9. La gula engendra debilidad en el cuerpo, pervirtiendo la sangre, y causando embriaguez. La gula atrae la pobreza, porque exige gastar mucho en comer y en beber. La gula engendra pereza y flaqueza en el cuerpo demasiado lleno de viandas. Y como todos estos vicios son contrarios a caballero, por esto el ánimo valeroso del caballero se combate a sí mismo con abstinencia y continencia; y con la templanza vence la gula y todos sus valederos.

10. La lujuria y fortaleza se combaten la una a la otra. Las armas con que lujuria combate son juventud, bellas facciones, mucho comer y mucho beber, vestidos suntuosos, ocasiones, falsedad, traición, injuria, menosprecio de Dios y del paraíso, poco temor de las penas infernales, y otras semejantes armas.

La fortaleza combate a la lujuria con el recuerdo de Dios y de sus mandamientos; con el conocimiento de Dios y de los bienes y males que nos puede enviar; con amar a Dios, por lo mismo que es digno de ser amado, temido, honrado y obedecido. La fortaleza combate a la lujuria con la nobleza del coraje, que no quiere someterse a malvados e inmundos pensamientos, porque no quiere descender de su alto honor, para ser vituperada de las gentes.

Y como precisamente el caballero es llamado caballero para combatir los vicios con la fuerza de su coraje, caballero sin fortaleza no tiene corazón de caballero, ni posee las armas por las cuales un caballero debe combatir.

11. La avaricia es un vicio que rebaja la nobleza del ánimo, sometiéndola a las cosas más viles. De aquí que por debilidad de la nobleza del valor caballeresco, no queda defendida la nobleza del corazón del caballero; y así hay caballeros codiciosos y avaros que, por codicia, cometen injurias y desaguisados, y se hacen a sí mismos vasallos y cautivos de los bienes que Dios les ha sometido.

La fortaleza no acostumbra ayudar a sus enemigos; y si el hombre no le pide ayuda, tampoco ella ayuda al hombre; porque es tan noble y alta cosa la fortaleza del coraje en sí misma, y conviene tanto que se le haga honor, que se la debe tener presente en las cuitas y trabajos, y pedirle ayuda en ellos.

Pero cuando el caballero es tentado por avaricia a inclinar su noble ánimo a alguna maldad, deslealtad o traición, entonces debe recurrir a la fortaleza; en la cual ciertamente no hallará flaqueza, ni cobardía, ni debilidad de socorro y ayuda.

Y como por la fortaleza se hace fuerte el noble corazón, para vencer todos los vicios, el caballero es avaro y diabólico cuando carece de nobleza de ánimo y de fortaleza de coraje, sometiéndose a obras viles y a viles pensamientos por avaricia. Si avaricia se armonizase con caballería, ¿por qué un usurero no es caballero?

12. Acidia o pereza es un vicio por el cual el hombre se hace amador del mal y desamador del bien.

Es un vicio por el cual se descubren señales de condenación, mejor que por cualquier otro vicio; y por la virtud contraria es como mejor se ceden conocer las señales de la salvación.

El que quiera vencer y humillar la pereza, conviene que tenga en su corazón gran fortaleza, por la cual venza a la naturaleza material que por el mal de Adán se halla aparejada para el mal.

El perezoso halla desplacer en todo aquello bueno que hace y en lo cual otros hallan placer. Y como va en daño propio, halla desplacer en que éste no sea aún mayor. Y ésta es la razón por la cual un tal hombre halla desagradable y trabajoso así el bien como el mal.

Siendo cierto, pues, que la pereza da pasión y trabajo a la persona, si tú, caballero, vencer quieres este vicio, te conviene que pidas a la fortaleza que fortifique tu ánimo contra la acidia. La fortaleza vence, recordando que si Dios hace bien a un hombre, y a muchos hombres, podría ser que no hiciera bien en ti, porque no le das lo que conviene y que aun puede quitarte de lo tuyo.

13. Soberbia es vicio de desigualdad; porque el orgulloso pretende no tener par ni igual; y le place por esto estar solo. Y porque la humildad y la fortaleza son dos virtudes íntimamente ligadas, ambas enemigas del orgullo, si tú, caballero orgulloso, quieres vencer el orgullo, ajusta en tu ánimo la nobleza de la fortaleza y de la humildad. Porque la humildad sin fortaleza no es fuerte contra el orgullo; ni el orgullo puede ser vencido si no es con fortaleza de ánimo.

¿Te sentirás orgulloso cuando vayas con toda tus armas y vestiduras caballerescas? No te sentirías así si «la fortaleza de la humildad te hiciera recordar la razón por qué eres caballero. Si eres orgulloso, tu coraje no tendrá fuerza para vencer y, desechar pensamientos orgullosos. Si fueses abatido de tu caballo, y vencido y cogido, ¿te sentirías orgulloso? No; porque la fuerza corporal habrá vencido y bastado en el ánimo de un caballero, para humillar tu orgullo; y como quiera que la nobleza del coraje no es corporal, ¡cuánto más fortaleza y humildad deben humillar el orgullo del noble corazón, que lo es por espiritual nobleza!

14. La envidia es un deseo desagradable a la justicia, a la caridad y a la largueza, que convienen con el orden de caballería.

Esto es tan cierto que el caballero no puede con ánimo flaco, seguir y mantener el orden de caballería.

Por falta de fortaleza en el coraje del caballero, la envidia ahuyenta del corazón del caballero la justicia, la caridad y la largueza; y así el caballero cobarde es codicioso de los bienes ajenos y perezoso en ganar semejantes bienes por medio de las armas; y por esto habla mal de las cosas que poseen los otros y él quisiera poseer. Y de, esta suerte la envidia despierta en él pensamientos de engaños y faltas.

15. La ira es perturbación del ánimo en el recordar, entender y querer. Por la turbación el recuerdo se convierte en olvido, el conocimiento en ignorancia y la voluntad en iracundia.

Mas el recordar, entender y querer han de iluminar al caballero, para que pueda seguir airosamente las carreras de caballería que la ira y la turbación del espíritu quieren alejar de sus ánimos por esto es preciso que el caballero recurra a la fuerza de coraje, y a la caridad, abstinencia y paciencia, que son frenos de la ira, y refrigerio en los trabajos que la ira proporciona.

Cuanto mayor sea la fortaleza del ánimo, será menor la ira; y mayores la caridad, la abstinencia y la paciencia. Y cuanto mayor es la ira, más fuerte se requiere la fortaleza que proporcionan la caridad, la abstinencia y la paciencia. Por minoridad de ira y mayoridad de las virtudes sobredichas, la mala voluntad, la impaciencia y demás mas vicios son menores. Y donde menores son los vicios y mayores las virtudes, mayores también son la justicia y la sabiduría; y por mayoridad de justicia y de sabiduría es mayor el orden de caballería.

Hemos dicho hasta aquí la manera según la cual la fortaleza se halla en el coraje del caballero contra los siete pecados mortales. Hablaremos ahora de la templanza.

16. La templanza es una virtud que está en medio de dos vicios; el uno es pecado por superabundancia, y el otro por excesiva pequeñez de cantidad. Por esto conviene que entre mucho y poco haya templanza en tan conveniente cantidad, como exige la virtud. Si no la hubiese no habría medio entre poco y demasiado; y esto no es cierto.

El caballero bien acostumbrado debe ser templado en el ardimiento, tanto como en el comer, en beber y en hablar; cuyos excesos convienen con mentir; en vestir, sin hacer amistad con la vanagloria; y en gastar lo justo, etcétera. Sin templanza no es posible mantener el orden de caballería, ni su honor, el cual se halla en el medio parque es una virtud; y las virtudes no se hallan los extremos.

17. Es costumbre de caballero oír misa y sermón, adorar, orar y temer a Dios. Por tal costumbre el caballero recuerda que ha de morir, y la vileza de este mundo; y pide a Dios la gloria celestial, y teme las penas infernales; y para esto usa de las virtudes y de las costumbres propias del orden de caballería.

El caballero que obra contrariamente a esto y cree en augurios y zahoríes, obra contra Dios, y tiene mayor fe y esperanza en el viento que, besa su cabeza que en Dios y sus obras. Por esto un tal caballero no es agradable a Dios, ni mantiene el orden de caballería.

18. El carpintero, el zapatero y demás me usan de su oficio con el arte y manera que le corresponde. Ahora bien: Dios ha dado razón y discreción al caballero para usar de hechos de armas y mantener el orden de caballería con honor; cuando el caballero abandona o desoye la discreción y la razón que le advierten y demuestran la verdad, echa de sí la nobleza del ánimo, y sigue los augurios y adivinanzas, como el necio que no usa de razón y se deja llevar de la ventura. Por esto el caballero va contra Dios; y es razonable que sea vencido y preso por su enemigo, porque éste usa de razón y de discreción poniendo su esperanza en Dios. Si no fuese así resultaría que los augurios y zahoríes falta de razón fueren más propios del orden de caballería que Dios, discreción, fe, esperanza y nobleza de ánimo; y esto es imposible.

19. Así como el juez sigue su oficio cuando juzga según los testimonios, así el caballero cumple su oficio cuando usa de razón y discreción, que son los testimonios de lo que se debe hacer en hecho de armas.

De la misma manera que el juez daría falsa sentencia si no juzgaba según los testimonios, sino por augures y zahoríes; así también el caballero irá contra su oficio cuando desoye lo que la razón y la discreción le demuestran, para seguir neciamente el viento de la ventura.

Siendo ésta la verdad, el caballero debe seguir la razón y la discreción, teniendo bien presente la significación de las armas que posee, como hemos dicho más arriba. Y no debe hacer necesidad ni costumbre de las aventuras.

20. El caballero debe ser amador del bien común; porque por comunidad de gentes fue constituida la caballería; y porque el bien común es mayor y más necesario que el bien particular.

Es propio del caballero hablar y vestir discretamente, y tener bello arnés y gran albergue; por estas cosas son necesarias al honor de la caballería.

Cortesía y caballería se convienen; porque vileza y palabras de mal gusto van contra caballería. Es propio de caballero la privanza de hombres buenos; la lealtad, la verdad, el ardimiento, una verdadera largueza, la honestidad, la humildad, la piedad y virtudes semejantes. Porque así como el hombre reconoce en Dios toda nobleza, así también se debe ver en el caballero toda virtud, para que la caballería reciba verdadero honor de los hombres que se hallan fuera de ella.

21. No se mantiene tanto el honor de la caballería por el buen trato que se da al caballo, como por las buenas costumbres y enseñanzas que da el caballero a su hijo; porque caballería no está en caballos y armas, sino en caballeros.

Por todo lo dicho, el caballero que cuida muy bien de su caballo y en cambio se acostumbra a sí mismo y acostumbra a su hijo a malvadas costumbres, haría si pudiese, de sí mismo y de su hijo, unas bestias; y de su caballo un caballero.

Séptima parte

En que se trata del honor que conviene se tribute al caballero

1. Dios y el pueblo, como se ha visto en este libro, han honrado al caballero; por lo cual caballería es un honrado oficio muy necesario para el buen regimiento del mundo; y el caballero, por esta razón y por todas aquellas razones y muchas más, debe ser honrado por las gentes.

2. Si el rey, el príncipe y el señor de tierras deben ser caballeros, los caballeros deben ser honrados por el rey, el príncipe y altos barones; pues ellos no merecerían ser lo que son, según exige el honor, si no fuesen caballeros.

Porque así como los caballeros mantienen el honor de los reyes y de los señores sobre los demás hombres, así los reyes y barones han de tener honrados caballeros sobre los demás.

3. Caballería y franqueza convienen entre sí; y porque franqueza y señoría convienen en rey o príncipe, conviene también que el caballero sea franco, a fin de que el rey y el príncipe sean señores.

Como esto es muy cierto, es conveniente que el honor del rey o de cualquier señor que sea, convenga con el honor del caballero; en tal manera que el señor de la tierra sea señor, y el caballero sea honrado.

4. Conviene al honor del caballero que sea amado, porque es bueno; y temido, porque es fuerte; y loado por sus buenos hechos; y que se encomienden a él, porque es privado y consejero de señor.

Menospreciar al caballero, pensando que es un hombre como los demás, es lo mismo que despreciar todas las cosas que hemos escrito más arriba, por las cuales el caballero debe ser honrado.

5. El señor que en su corte, en su consejo y en su mesa hace honor al caballero, se tributa honor a sí mismo en la batalla. Y señor que a caballero sabio se encomienda, encomienda su honor a la nobleza de ánimo.

El señor que multiplica el honor en el caballero que es su leal servidor, multiplica su mismo honor.

Señor que ayuda y mantiene al caballero, ordena su oficio y refuerza su señorío.

Y señor que es amigo y privado de caballero tiene amistad con caballería.

6. Solicitar a mujer de caballero, o inclinarla a maldad, es contrario al honor de caballero, y la mujer de caballero que tiene hijo de villano, deshonra al caballero, y destruye la antigüedad de su linaje. Deshonra a pariaje y caballería el caballero que haya por deshonestidad hijo de hembra vil. Siendo estas cosas verdad, conviene pariaje de mujer y caballero por virtud de matrimonio lo cual conviene al honor del orden de caballería; y cuando se obra contrariamente a esto, entonces se destruye la caballería.

7. Si los hombres que no son caballeros vienen obligados a honrar al caballero, ¡con cuánta más razón el caballero viene obligado a honrarse a sí mismo y a honrar a su par, es decir, al caballero!

Mas si el caballero viene obligado a honrar su propio cuerpo, y por esto a ir bien vestido y a usar de nobles arreos y ser servido por personas buenas, ¡cuánto más debe honrar la nobleza de su ánimo por el cual precisamente es caballero!

Esta nobleza de ánimo y de coraje es deshonrada cuando el caballero se envilece con pensamientos perversos y malvados, con engaños y traiciones, haciendo incompatible con su ardimiento y coraje los nobles pensamientos que son propios de la nobleza del ánimo.

8. El caballero que se deshonra a sí mismo, o deshonra a su par, es decir, a otro caballero, no debe considerarse digno de honor, ni de honra; porque si digno fuera con aquéllos, se haría una gran injuria al caballero que honra el orden de caballería en sí mismo y en otros.

Por lo mismo, como caballería se halla y es en caballero, ¿quién podrá honrar mejor o deshonrar peor a caballería que el propio caballero?

9. Muchos son los honores y las honras que pertenecen y conviene que se hagan al caballero; y cuanto mayores son, más obligado ha de sentirse el caballero a honrar caballería.

Como hemos de hablar del libro que es Del orden de clerecía, hemos Hablado brevemente del Libro del Orden de Caballería, el cual terminamos a gloria y bendición de nuestro Señor Dios.

Finito Libro, sit laus et gloria Xpo.

Estos son los proverbios del escudero

Que hizo el bienaventurado maestro Ramón Lull, en su «Libro de los Mil Proverbios»

1. Si quieres alegrarte, tengas buen escudero.

2. Muda de escudero hasta tanto que halles uno que sea bueno.

3. De nadie has menester servicio con tanta frecuencia, que del escudero.

4. No reprendas súbitamente al escudero.

5. Que nutran a tu escudero, amor, temor y humildad.

6. Da al escudero lo que le has prometido.

7. El mejor amigo que puedes tener, es un buen escudero.

8. Ningún hombre da con tanta frecuencia

9. No te fíes demasiado de escudero a quien gusten bellas vestiduras.

10. El escudero negligente, no es tu amigo.

11. No te confíes a escudero que sonría más a tu mujer que a ti.

12. El escudero que ríe cuando lo reprendes, no te ama.

13. Echa de ti al escudero que no admita corrección.

14. Ningún escudero puede servir a señor si no le ama.

15. Ama más en tu escudero la verdad y la lealtad que la presteza y la belleza.

16. El escudero que engaña a su vecino, engaña a tu casa.

17. Escudero chismoso y maldiciente, no es leal.

18. El escudero que no tiene vergüenza, no es bueno.

19. No alargues tu conversación con el escudero.

20. No te rías con frecuencia con tu escudero.

Estos son los proverbios de caballería

Que hizo el Bienaventurado maestro Ramón Lull, en su «Libro de Proverbios»

1. Caballero es hombre que procura la paz por la fuerza.

2. El caballero es hombre elegido antiguamente para ser mejor hombre que otro.

3. El caballero tiene espada por justicia, y caballo por señoría.

4. Como la humildad está elevada, el caballero debe ser humilde.

5. El caballero va bien vestido porque es honrado.

6. Las vestiduras de tela no son tan nobles como las de las virtudes.

7. El caballero tiene divisa para ser conocido de todos.

8. Un mal hombre no debe ascender a lo alto para que sea conocido.

9. El orgullo rebaja al hombre.

10. Quien sube es por virtud; quien baja es por vicio.

11. Villano que se hace caballero, injuria al caballo.

12. Caballero vil, solamente debe cabalgar en asno.

13. Al caballero pertenecen bienes y honra.

14. El mundo se hallaría en buen estamento si fuesen señores de él un buen clérigo y un buen caballero.

15. Buena es la compañía de un buen clérigo y de un buen caballero.

16. Nadie es más vil que un caballero cobarde.

17. Nadie cae tan bajo como el que cae desde una gran virtud.

18. Hayas temor del caballero humilde; pero no del orgulloso.

19. Mas fuerte es el caballero por sus virtudes que por la lanza y la espada.

20. El mundo juzga a los caballeros por sus trabajos.

De cómo se observa lo que hacen los caballeros

(Del «Libro de Contemplación», Del Beato Ramón Lull, DIST. 3ª)

1. ¡Ah! Dios honrado, loado, poderoso, ama, querido y temido por todos los pueblos. Los caballeros, Señor, vemos que son elegidos para que sean perseguidores y prendan a los malos hombres que son traidores, homicidas, ladrones, engañadores, y desobedientes a su príncipe; y por esto los caballeros tienen armas con que puedan defenderse y puedan dominar a sus enemigos; y van a caballo para que puedan alcanzar a los enemigos de la justicia y de la paz.

2. Mas paréceme, Señor, que los caballeros han tomado otro rumbo contrario al oficio por el cual entraron en caballería, porque con las armas con que debieran destruir a los malos hombres, vemos que matan y destrozan a hombres justos y a los que más aman la paz por la guerra.

3. Por lo cual, Señor, este descarriamiento y desorden cae sobre los mismos caballeros que han mudado la manera y la ocasión por qué son caballeros y esta mudanza hace que no sean amigos de la verdad; y más que a la verdad amen las vanidades de este mundo. De esta suerte salen del verdadero camino, y van al fuego perdurable.

4. ¡Oh, Vos, Señor, que sois creador, y recreador nuestro! Nosotros vemos que la caballería se envejece y divide en dos partes; porque vemos unos caballeros de este mundo y a otros del otro siglo. Porque son caballeros del mundo los que están sólo en vanidades y en la gloria mundana; y otros aman la verdad, mirando hacia el otro siglo, y menosprecian las vanidades de este mundo.

5. Vemos, Señor, caballeros mundanos que se guarnecen de hierro y empuñan lanza; y les vemos combatir y herir y morir, y que con grandes trabajos van a penas perdurables; y vemos, Señor, caballeros del cielo, que se revisten de amor, de paciencia y de verdad, y con devoción, y lágrimas, y llantos, y contrición, y con gran deseo y placer, van a la gloria sin fin.

6. Veo, Señor, a los caballeros mundanos que se combate entre sí con hierro y con lanza, y con palabras villanas y orgullosas se deshonran a sí mismos, y se amenazan los unos a los otros. Mas en la batalla de los caballeros celestiales, Señor, no sucede así; porque combaten con amor, con verdad, humildad, paciencia y lealtad contra los malvados hombres orgullosos; y no llevan en sus manos espada, ni maza, ni cuchillo, ni en su boca palabras villanas e injuriosas.

7. ¡Rey grande, liberal en todo bien y en toda gracia! Vemos caballeros, Señor, en este mundo que combaten y mueren para obtener nombre, vasallos, tierras y tesoros. ¿De qué les sirve la fama de las gentes después de la muerte, ni lo que han quitado o robado a la gente, y por qué son mártires del diablo?

8. Los caballeros que mueren para obtener fama de las gentes o reunir bienes temporales, si ruegan, Señor, a las riquezas que han reunido, y les estorban en la hora de la muerte, ya no serán oídos; porque aquellas riquezas no les pueden librar de la muerte, a pesar de haber muerto por ellas.

9. Son muchos los caballeros, Señor, que al hallarse sobre el caballo cuidan de parecer leones; y a quien les ruega merced, tan grande es su orgullo que permanecen impasibles a la piedad y a la misericordia. Mas cuando son vencidos en la batalla o abatidos de su caballo, entonces sienten piedad de sí mismos, y piden misericordia.

10. ¡Glorioso Señor, piadoso, humilde, simple y suave! Veo a muchos caballeros que van a la Tierra Santa de ultramar e intentan recuperarla por fuerza de armas. Y veo que se consumen sin que lleguen a su fin. Por lo cual creo, Señor, que la conquista de aquella Tierra Santa no se ha de realizar al modo de las demás conquistas, sino a la manera de los Apóstoles; con amor, con oraciones y con derramamiento de lágrimas y de sangre.

11. Como el Santo Sepulcro, Señor, y la Tierra Santa de ultramar parece que deben ser con por predicación mejor que por hechos de armas. ¡Vayan adelante, Señor, los santos caballeros religiosos, guarnecidos con la señal de la Santa Cruz, y llénense de la gracia del Espíritu Santo, predicando la verdad de vuestra pasión a los infieles; y esparzan por vuestro amor las aguas de sus ojos y toda la sangre de sus corazones, como Vos hicisteis por amor a ellos!

12. Tantos caballeros y tantos nobles príncipes, Señor, han ido a tierra de ultramar para conquistarla, que si a Vos hubiese placido la manera, bien parece que la hubiesen quitado a los sarracenos que mal de nuestro grado la poseen. Parece, Señor, que esto no significa sino que Vos los esperáis cada día, para que hagan por amor de Vos lo que Vos hicisteis por ellos; y pueden estar ciertos y seguros de que si ellos se exponen al martirio por amor de Vos, que Vos les oiréis en lo que quieren cumplir en este mundo para daros loor.

13. ¡Esencial Señor, al que ningún hombre puede ofender! A Vos sea gloria y honor, Señor, cuando vemos que los caballeros se acercan y se hacen privados de los príncipes y altos barones, para que éstos les hagan participantes de sus caballeros, de sus palafrenes, de sus tesoros y de sus posesiones; y los reyes y príncipes, Señor, veo que se acercan a los caballeros porque les han menester, y les son necesarios. Por esta intención que los caballeros tienen de los príncipes, y los príncipes de los caballeros, se promueven discusiones y malevolencias entre ellos; porque cada uno quiere lograr del otro todo lo que desea.

14. ¡Señor Jesucristo! Los apóstoles y discípulos no se acercaban falsamente a Vos con intenciones falsas, como muchos malvados caballeros se acercan falsamente a su señor; mas los apóstoles y otros caballeros santos y religiosos se acercaron a Vos tan lealmente, que no dudaron en morir por Vos, como Vos no dudasteis de morir por ellos. Y de aquí derivó gran provecho da la pasión vuestra y de la suya; y obtuvieron honra por la muerte que sostuvieron por Vos.

15. Los caballeros fueron ordenados para que impusiesela paz en el mundo; mas vemos que los hombres que más guerras y en más trabajos ponen a los pueblos, son los caballeros; porque hay caballeros, Señor, que matan a los hombres, despueblan ciudades y castillos, talan árboles y plantas, quitan los maridos a las mujeres, y roban en los caminos. Por esto, Señor, ¿quién hay en el mundo que haga mayor daño del que hacen los caballeros?

16. ¡Señor cumplido, perfecto, virtuoso, sabio, inteligente! Quien quisiere ver hombres orgullosos, vanagloriosos, injuriosos, escarnecedores, destrozadores y destruidores, mire, Señor, a los caballeros; porque hay, Señor, en el oficio de caballería más hombres de esta clase que en los demás oficios.

17. Mucho me maravillo Señor, cómo puede ser que ellos cuiden de parecer los mejores hombres del mundo; porque veo que son los peores, y los que mayor trabajo dan al mundo; porque los caballeros engañan y fuerzan a las hembras, y roban, fuerzan y matan, a los hombres y devastan los bienes de la tierra fecunda.

18. Veo caballeros, Señor, que son oficiales del diablo; porque no veo hombres más aparejados para obrar mal que los caballeros. Y si alguien quiere desmentirme y decir que no hablo verdad, apelo al fuero de su propia conciencia para que se persuada de que es verdad lo que digo; y a la boca de los hombres pobres, que son sus sometidos, en que hallarán la verdad de lo que digo, si éstos osan decirla.

19. ¡Glorioso Señor, misericordioso, piadoso, lleno de merced, de bendición y de gracia! Veamos caballeros que se encomiendan a los augurios y pronósticos que hacen los adivinos, observando el movimiento de las aves aventureras, y hasta ellos mismos se hacen adivinos e inquisidores de cosas inciertas.

20. Vemos, Señor, que los caballeros fijan señales (divisas) en sus armas para ser bien conocidos; pero apenas hallamos a los que presentan las señales de las buenas obras para que se conozca que son hombres buenos,

21. Los caballeros, Señor, cuando se hallan acampados, y aparejados para el combate, vemos que siguen la enseña de su señor, doquiera vaya; mas apenas vemos caballeros que sigan la enseña que está sobre el altar, en el cual está vuestra divisa porque no hay hombres que tan pocas veces entren en las iglesias para orar y oír Vuestra palabra como los caballeros; ni hallamos, Señor, hombres más ociosos que ellos.

22. ¡Ah, gran Señor! ¡Ah, Señor noble, Señor digno de todo honramiento! Vemos caballeros que levantan castillos y fortalezas en los altos montes para que en ellos se refugien si son expugnados en el llano. Mas cuando vengan, Señor, en el día del juicio a Vuestra presencia, ¿dónde hallarán los castillos y las fortalezas que les puedan defender de Vuestra sentencia?

23. En el día del juicio, Señor, los caballeros no tendrán caballos para huir; ni armas para restaurarse sino que se hallarán desnudos, vencidos, pobres y llenos de los pecados que han cometido en este mundo, que les acusarán de las injurias que han cometido contra sus vasallos y súbditos.

24. Siendo los caballeros tan culpables y tan pecadores, mucho me maravilla, Señor, cómo pueden ser tan ardidos en morir; porque no veo otros hombres que se metan como ellos en peligro de muerte; porque si por Vos muriesen, no me maravillaría su ardimiento; pero morir por vanidades y neciamente, esto, Señor, sí que maravilla.

25. ¡Oh, Vos, Señor mío Jesucristo que sois en deidad y humanidad! No hay en este mundo boca de animal en que entren tantas y buenas viandas como en la boca del caballero. Luego, ¿por qué ellos pueden ser más contrarios a la verdad que los demás hombres? Y, ¿cómo no os dan, Señor, las gracias por los favores que les habéis hecho?

26. No veo, Señor, hombres que sean más cazadores, ni tan jugadores, ni tan delicados, como los caballeros; ni hay hombres que hagan tantas obras sin provecho, como los caballeros pecadores y vanagloriosos. ¿Por qué, pues, Señor, quieren ser más loados por los demás hombres, siendo así que sus obras valen menos?

27. ¡Señor, franco y lleno de merced! Así como habéis querido poner a los caballeros en el más noble oficio de estas cosas temporales, así también sucede que se hallan entre ellos muchos mucho más malos y pecadores, que obran contrariamente al fin para que son puestos en tanta honra; y por esto cuando ellos se desposeen de la bondad que les exige el orden de caballería, por esto, Señor, y por su culpa han de ser más envilecidos y deshonrados que los demás hombres en el otro siglo.

28. ¡Señor reclamado, Señor loado, Señor recordado! Bienaventurados son aquellos caballeros que mantienen el orden de caballería según la nobleza del oficio de caballero; porque por el orden de caballería veo que el mundo se mantiene, pues que los caballeros son ocasión para que los príncipes tengan tierra y mantengan justicia; y porque por los caballeros son vencidos los malos hombres, y por ellos es salvaguardada la Santa Iglesia.

29. Los caballeros, Señor, combaten a los infieles y a los herejes que pretenden destruir la Santa Fe romana. Por esto son bienaventurados todos los caballeros que son obedientes a la Santa Iglesia. Porque, así, Señor, como los clérigos tienen el oficio de loaros y de rogar por el pueblo, así los caballeros tienen el oficio de combatir por la Santa Fe romana.

30. ¡Amoroso Señor! Así como a Vos os plugo haber dado manera a los caballeros para que defendiesen su cuerpo con la cota y armas, de los enemigos, vuestro servidor, el vuestro bienamado, Os clama merced para que le vistáis de virtudes, por las que pueda combatir y defenderse del diablo, del mundo y de la carne, que todos los días me combaten para que sea desobediente a mi Señor y mi Dios.

Laus Deo. ¡Amén!

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