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Los Derechos Humanos de los jóvenes ante la equidad de género y la diversidad sexual (página 2)

Enviado por Ernesto Vera


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En el caso del beso entre ambos varones, es una exteriorización de otra concepción del mundo, donde las conductas sexuadas (la convivencia entre las personas) admiten el cortejo y el noviazgo entre persona del mismo sexo; si es entre hombres, se dice que es una relación homosexual, en tanto que si la desarrollan mujeres, se le denomina lesbianismo.

Ley y conductas

Recalcando las conductas anteriores, ambas caen en el círculo moral, en la esquematización de valores de cómo debe ser la vida, actitudes que son válidas únicamente para quien las practica; en este orden de ideas, al existir más de cien millones de personas viviendo en el país, con un número similar de creencias, por lo que para evitar choques constantes entre ellas, se erige la Ley como norma de convivencia social que permite que la vida comunitaria transcurra sin tantos contratiempos.

La premisa principal de la Ciencia Legal, consiste en que todas las personas tengan la misma capacidad de decisión, evitando que determinación alguna dañe esa capacidad; asimismo, sanciona cuando este supuesto es quebrantando, imponiendo una pena al ofensor y pidiendo el reparo del hecho cometido.

Para la Ley, tanto el modelo de familia como la convivencia Homosexual, son patrones de conducta localizables: se dan al interior de ciertos círculos, para los que su práctica les es común, por lo que si dicha práctica daña las creencias de terceros, está en la posición de sancionar esta conducta; en otras palabras, cuando se le coacciona a otra gente a adoptar perspectivas que no van en concordancia con su libre elección, con su capacidad de decidir (no lo decidió ella) se dice que es un ataque a la moral, a la moral propia de la persona afectada, puesto que se le pretende imponer un tipo de conducta con el que no se está de acuerdo.

En este sentido, la moral, en tanto que se quede en ese ámbito, es permisible, no así cuando dicha moral se quiere recargar a otros, ya que de ser así, prevalecería la Ley de la Selva (el más fuerte impone sus reglas) siendo que el espíritu del entramado jurídico es el contrario, asegurar la convivencia armónica de las personas.

Por esta razón se instituye el concepto de moral pública: el respeto irrestricto a la Ley; en este caso, el respeto a la libre elección que tienen las personas para comportarse como mejor les convenga, siempre y cuando esta elección no pisotee las elecciones a determinar lo mismo por parte de otros individuos distintos al que estableció dicha aseveración.

El caso del Matrimonio Heterosexual (normal)

Atempero, el matrimonio desde el punto de vista legal, es la crianza de nuevos miembros cuya característica primordial sea que al alcanzar la mayoría de edad (18 años) tengan la capacidad y la posibilidad de elegir el modo de vida que mejor les parezca; el modelo que hasta ahora ha imperado para alcanzar tal fin, son las uniones entre mujeres y varones, el matrimonio heterosexual, ya que ello posibilita tanto la crianza como la educación en este sentido.

<<Cuando enarbolando la tolerancia y el derecho de autodeterminación las preferencias sexuales (heterosexual, homosexual o lesbianismo), hecho que permite Ley por tratarse un asunto moral -individual pues- exigiendo matrimonio entre mujeres varones, en realidad se constituye ataque a libertad misma dicen defender, puesto objetivo del jurídicamente hablando, más allá simple convivencia, es educación los hijos, lo establecer este modelo iría contra niños, ya éstos no eligieron contar con esta costumbres cambio, les obligaría adoptarla como algo normal, siendo una decisión todo momento personas adultas.>>

Es decir, si se desea convivir entre hombres o entre mujeres, es la decisión personal que se asume, no siendo así la del niño, a quien se le debe educar para que al ser mayor de edad decida que es lo que quiere alcanzar en su vida, y no imponerse una decisión que a todas perspectivas le es ajena.

Entrando en detalle, la Biología afirma que no existe célula alguna que determine que alguna persona va a ser heterosexual, homosexual o lesbiana, por lo que estas conductas son valoraciones morales del mundo; en tanto que la valoración permita la autodeterminación, se vale, y si la censura, se prohíbe. La conducta heterosexual permite la formación de personas cuya capacidad de decisión no se coarta, no siendo así con las demás, puesto que el ser homosexual o lesbiana es una escisión, una conducta que se toma en concordancia con las experiencias de vida que se han tenido. Este ámbito lo toma la Ley para ejecutar sus decisiones.

En tanto no se afecten a terceros (niños, terceros), se permiten cualquier tipo de prácticas. El matrimonio es para la crianza, no para la convivencia. El objetivo es asegurar el ejercicio libre de la propia libertad.

La controversia en Sí

El caso de la señora, su hijo y los varones que se besan en el Metro, ilustra los conceptos anteriores: los chavos no cometen falta cuando se besan -según los guardias-, en tanto la dama está en su derecho de impedir que frente de ella se despliegue dicha conducta.

Tomando en cuenta los elementos ya desglosados -moral, moral pública y convivencia- se puede contestar a las preguntas que al inicio nos planteábamos.

¿Son malas las personas del mismo sexo que se besan entre sí? ¿Es adecuada la posición que señala la de no permitir actos con los que no se están de acuerdo, como lo fue la postura que tomo dicha señora? ¿Cómo tendrían que ser entonces las relaciones humanas para asegurar que éstas fueran provechosas para todos?.

Primero: las personas buenas y malas en sí no existen, sino la gente que está o no de acuerdo -ejerciendo su propia libertad de elección- con ciertas pautas de conducta, a quienes se les califica de "buenas" si son afines al modelo y de "malas" si no es así; los jóvenes no son malos ni la señora buena, simplemente son afines a dos modelos distintos de conducta, los cuales resultan mutuamente excluyentes.

Los varones que se besan entre sí despliegan una moral homosexual, en tanto que la madre de familia una moral tradicional.

Segundo: las conductas que se despliegan son locales, válidas para las personas que se involucran en ellas, no siendo así la Ley, la cual exige respeto a la gente que no las practica, por ende, se impone sobre toda la población no importando la creencia que cobijen; en este caso, si la señora no practica la conducta homosexual, no tiene porqué presenciar esa marcha.

El lugar donde se origina todo es un medio de transporte, cuyo objetivo es el traslado de personas de un lugar a otro dentro de la ciudad más grande del mundo, México, por lo que es la instalación menos idónea para expresar conductas que no todos los cinco millones de pasajeros que a diario usan el Metro, pueden o no compartir, por lo que la dama está en su derecho de exigir respeto para sí y para su infante. Esto, aunque se pudiera presuponer lo contrario, no es una intolerancia a la conducta gay (una de las denominaciones a las que se hace la moral homosexual), por el contrario, la tolerancia es permitir la práctica de diversas prácticas morales, pero como son precisamente morales, se deben desplegar en ese ámbito, en el personal, no en un lugar público como es el tren suburbano cuyo espacio está destinado para el pasaje y no permite prácticas distintas a ella.

Los muchachos no cometieron delito, el besarse, sino que ejecutaron una falta al desconocer que el espacio donde se encontraban era el menos idóneo para materializar el acto que hicieron, con el cual no necesariamente los cinco millones de pasajeros que a diario conviven -y que tienen su propia moral y concepción del mundo- concuerdan. Hacerlo es muy difícil, sino que imposible.

Por último, para tener relaciones humanas provechosas y constructivas, lo que se requiere es tener mayor educación y conciencia de lo que se hace, cómo se hace y en donde se hace, así como formar el hábito de indagar si los actos propios, los puntos de vista que se apoyan, y si la actuación personal es la más adecuada; el caso del análisis matrimonial entre personas del mismo sexo, los espacios idóneos para dar expresiones de afecto con lo que la gente no necesariamente tiene que estar de acuerdo con ello, son puntos en los que hay que poner se a pensar.

Ponerse en los zapatos del otro se constituye como la mejor receta para evaluar si los actos pueden resultar ofensivos a terceros.

La convivencia tiene sus límites convivencia, las creencias de los demás; la cultura de la tolerancia, descubre, respeta y hace respetar tales límites.

Bibliografía

  • Alexander, Peter. Biología. Prentice Hall. México, 1980.

  • Hobbes, Thomas. Leviatán. FCE. México, 1980.

  • Leeb, Luis Haro. Psicología de las Relaciones Humanas. Porrúa. México, 1980.

  • Maquiavelo, Nicolás. El príncipe. EUMEX. México, 2000.

  • Maynes, Eduardo García. Introducción al Estudio del Derecho. Porrúa. México, 2000.

  • Popper, Karl. La Sociedad Abierta y sus Enemigos. Taurus. Barcelona, 1980.

  • Savater, Fernando. Ética para Amador. Ariel. México, 2000.

  • Weber, Max. Economía y Sociedad. FCE. México, 1980.

 

 

 

Autor:

Ernesto Vera

[1] Como quienes tienen que ganar el sustento, cuidar a la familia, a los hijos, a las mujeres, por lo que deben constituirse como personas fuertes y capaces de afrontar la adversidad.

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