Por esto normalmente son jóvenes porque luego de algunos años se cansan de la intensa lucha por alcanzar el Cielo. Además, que los mormones tienen un libro muy particular que se llama El Libro de Mormón. Este libro es una especie de biblia mormona que según ellos confirma o corrobora a la Biblia y viceversa. Esto sí que no es para nada bíblico; de hecho al estudiar ambas, te das cuenta que se contradicen y que incluso El Libro de Mormón se contradice por sí sólo.
Los Testigos de Jehová se parecen mucho a los evangélicos pero con la diferencia, y ellos hacen mucho énfasis en esto, de que Jesús no es parte de Dios, sino que el Hijo de Dios, pero como algo aparte de Dios. Cuando vamos a la Biblia nos encontramos que hay varios versículos que derriban por completo los argumentos de los Testigos de Jehová.
Mis amigos los musulmanes son muy particulares, son muy tradicionalistas y se rigen por estrictas reglas religiosas. Para ellos la religión es lo fundamental; mientras el mundo occidental piensa en el dinero y en cómo hacer grandes negocios, el mundo medio-oriental están pensando en cómo agradar más a Dios según la religión. Esto explica el fanatismo religioso, así como también explica el amor al dinero occidental. En ambas cosas hay extremos. El fanatismo religioso llega al punto tal que ellos están dispuestos a dar su vida por lo que ellos consideren sagrado, ya sea por la religión, por su país, etc., pero no por Dios.
Hay mucha gente que no sabe que el Dios que ellos profesan es el mismo Dios de nosotros, sólo que con su traducción en árabe: Alá (Alah); así como en inglés Dios se traduce "God". Y mis amigos los budistas son muy intelectuales y tradicionalistas. Ellos tienen una manera de ver la vida muy cristiana; pero tan cristiana que confunde. Claro que para nada nombran a Cristo, pero se basan en principios muy parecidos a los cristianos. Basan sus tradiciones en una cultura oriental donde protegen con celo sus costumbres y son muy estrictos en la oración para alcanzar la perfección del alma.
Cuando conocí todo esto, me di cuenta que realmente nosotros somos bastante permisivos, que hacemos lo que nos viene en gana, que no tenemos a un Dios por el cual luchar, ni nada en nuestra convicción religiosa por la cual luchar.
Esto me llevó a leer La Biblia con cierto detenimiento, a pesar de lo que algunos curas me dijeron, que ese era un libro que sólo los estudiados podían leer y comprender porque sino se le podía dar una mala interpretación, o que eran poemas que no se podían entender así tan fácil, etc., etc. Pero pensé que si siempre he sabido que La Biblia es La Palabra de Dios, ¿por qué no leerla y saber lo que Dios tiene que decir? Una de las cosas que tomé en cuenta es que no es suficiente con creer en Dios, sino que hay que creerle a Él. ¿Cómo se le cree a Él? Obedeciendo lo que Él dice, y ¿dónde dice lo que tenemos que hacer?, en la Biblia.
Por ejemplo, si yo le digo a un amigo que vaya a la alcaldía a buscar alguna información que él necesita saber, porque sé que allí le pueden facilitar la información, y este amigo me dice: OK. Pero en el camino se encuentra con una persona conocida de él, y le pregunta si efectivamente la información que necesita se la pueden dar en la alcaldía, este amigo no creyó en mi palabra. Él necesitó corroborar el dato que le pasé, no creyó en mí. Lo mismo pasa con Dios, tenemos Su Palabra, pero no la leemos porque no la creemos, o porque no nos conviene leerla o creerla. Si este es el caso, no podemos decir que le creemos a Dios.
Podemos creer que Dios existe, pero hasta ahí llega el límite. Esto no hace ninguna diferencia porque los asesinos, los violadores también creen que Dios existe; voy más allá, el diablo no cree, sabe que Dios existe y no deja de ser diablo por eso. Así que el creer en Dios no nos hace salvos del Infierno.
Por tal motivo, tuve que tomar la decisión de CREER en lo que dice La Biblia porque tomé la decisión de que es la Palabra de Dios. Una vez que tomé la decisión de CREER empecé a entender lo que La Biblia dice. Porque antes de tomar la decisión de CREER ya había leído algunos pasajes bíblicos, sin entender mucho lo que decía, sin descubrir los mensajes tan profundos que ésta esconde; incluso me pareció fastidioso leerla La Biblia porque al no entender, uno se aburre. Pero una vez que CREÍ empecé a entender. Los invito a que CREAN para que vivan la experiencia que viví. Estoy seguro que Dios hace este milagro para todos aquellos que lo buscan de verdad; y digo "de verdad" para que se excluyan todas aquellas personas que lo han buscado sólo para ver si resulta o funciona. Si se hace con esta última intención, ahorren tiempo porque no funcionará.
Amigos míos, los dejo con el análisis bíblico pero les advierto que hay cosas que seguramente chocarán con nuestra forma de pensar y puntos de vista. A mí me chocaron muchas cosas, pero pensé que es lógico que me choquen porque Dios no es como yo quiero que sea, simplemente Él es así como se deja ver en Su Palabra y ya.
Si quieren hagan la misma oración que hice en su momento cuando quise CREER, pero háganla de verdad, de corazón, no de la boca para afuera porque sino serán como Santo Tomás ("ver para creer"). Repite en voz alta: "Señor, vengo a ti con la intención de leer tu Palabra; sé que eres todopoderoso y que me puedes hacer entender tu Palabra si tú quieres. Ayúdame a CREER en tu Palabra, quiero CREER en tu Palabra y quiero hallarte en tu Palabra. Te doy las gracias Señor por haberme escuchado. Amén."
CUERPO, ALMA Y ESPÍRITU
Génesis 1:27
"Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó".
El versículo dice textualmente que Dios creó al hombre; que no es lo mismo que dijera que Dios procreó al hombre. Por la Biblia sabemos que Dios formó al hombre del barro, y a la mujer la forma a partir de una costilla del hombre, por ningún lado dice que Dios engendró al hombre y a la mujer. Si nosotros le preguntamos a un artesano que haya hecho una vasija de barro, diría que es una obra, que es una creación y de ninguna manera la vasija pasa a ser hija del artesano.
Lo mismo ocurre con nosotros en cuanto a Dios, nosotros somos sus vasijas. Del mismo modo Dios creó los árboles y los animales y ellos no son hijos de Dios, justamente porque Dios no los procreó. El Señor nos hizo a su imagen y semejanza, por lo cual podemos imaginarnos que somos parecidos a Él en algo; no iguales, pero sí semejantes.
Lo más importante de esta semejanza es que así como Él es trino (tres en uno), Padre, Hijo y Espíritu Santo, nosotros también somos trinos, y esto es algo que vamos a ver más adelante.
Juan 1:12
"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios…".
Ya vimos en el versículo anterior que realmente no somos hijos de Dios como normalmente lo hemos pensado. Pero el Señor ha pensado en una fórmula para que seamos hijos de Él. En este versículo que nos toca analizar, vemos que el apóstol Juan dice que a todos lo que reciban a Jesucristo en su corazón (hay que leer un par de versículos anteriores a este para darse cuenta que habla de Jesús), a todos los que crean en su Nombre, a esos Dios les dio la potestad de ser HECHOS hijos de Dios.
Porqué digo que hay que recibir al Señor Jesús en nuestro corazón, porque como ya no está físicamente con nosotros, la única manera de recibirlo en estas fechas es aceptándolo en el corazón, o sea, creyendo que Él es el Señor y Salvador de cada uno de nosotros. Quien haga esto, estará recibiendo a Cristo en su corazón.
Luego la Palabra dice que como segunda cosa inmediata, que a los que crean en su Nombre, o sea, a los que crean que solamente el Nombre del Señor ya tiene poder de cambiar las vidas, poder de hacer grandes cosas con uno mismo, a estas personas les dio potestad (autoridad) de ser hechos hijos de Dios. En pocas palabras, Dios nos adopta como hijos de Él. Esto es lo que se conoce como "el nuevo nacimiento" que más adelante explicaremos.
¿Cómo podemos estar seguros de que es en Jesucristo en quien debemos confiar? Porque lo dice Él mismo en el siguiente versículo.
Juan 14:6
"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí".
Dios es claro, y nos dice que Él (Cristo) es el Camino, y que es un camino de verdad y de vida. Jesús dice que Él es el camino, pero ¿a dónde lleva ese camino? Al Padre como Él mismo lo responde al final del versículo. Como en Dios no hay mentira, Él es verdad y la Biblia constantemente dice que los que no van al Cielo, mueren, así mismo los que van al Cielo, viven; por eso es vida también.
Otra cosa muy interesante, es que Él dice que NADIE va al Padre sino sólo a través de Él. Esto excluye a los que profesan religiones no – cristianas. Por otro lado, como Él mismo es Dios, Él dice que nadie "viene" al Padre; ¿qué quiere decir con "viene"? ¿No debería ser "va al Padre"? no porque si Él dijera: "nadie va al Padre sino por mí", se estaría excluyendo de Dios, como si fuera algo aparte de Dios, pero dice que "nadie viene", al Padre porque Él mismo es Dios.
Génesis 2:7
"Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente".
Tal y como se lee en este versículo, Dios sopló en la nariz del hombre "aliento de vida" para que el hombre fuera un ser viviente. Esta frase suena un poco metafórica, pero no lo es; de hecho es bastante objetiva. Para darnos cuenta de esto, la Biblia nos dice indirectamente qué es lo que Dios sopló; y para eso hay que escudriñar el siguiente versículo: "Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad en necesario que adoren" (Juan 4:24). Este es un versículo hermoso que dice mucho, y una de las cosas que dice es que "Dios es Espíritu".
La palabra "Espíritu" en mayúsculas porque se refiere al Espíritu Santo, o sea, que el Espíritu de Dios es Santo, lo que resulta obvio. Si hacemos un poco de análisis podemos llegar a decir que si nosotros tenemos un cuerpo, y el cuerpo es materia física (valga la redundancia) el aire que nosotros soplamos es materia física también, porque lo físico con lo físico se corresponde. Así que si Dios, siendo Espíritu, lo que sople tiene que ser necesariamente espíritu, porque lo espiritual se corresponde con lo espiritual.
Por lo que podemos concluir que lo que Dios sopló al hombre es espíritu para que éste fuera un ser viviente.
Por otro lado, el espíritu que Dios nos dio no sirve solamente para darnos vida, lo cual ya es más que suficiente, sino que también es para darnos un canal de comunicación con Él. Para que entre nosotros los seres humanos podamos comunicarnos necesitamos una línea telefónica, lo que es algo físico; de la misma manera, el espíritu que el Señor nos dio es para que tengamos acceso a comunicarnos con Él, viene a ser nuestra "línea telefónica" para con Dios.
Además, podemos observar que Dios forma al hombre del polvo de la tierra y le da espíritu para que el hombre viva; o sea, que el cuerpo nos lo da Dios así como el espíritu dentro de nosotros. Veamos el versículo que sigue.
1° Corintios 6:20
"Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios".
Este versículo nos confirma lo que en el párrafo anterior estábamos analizando. Efectivamente, como el cuerpo y nuestro espíritu nos lo da Dios, es evidente que le pertenecen a Él. Podemos pensar que ni siquiera nuestro cuerpo nos pertenece.
Al morir lo dejamos acá desapareciendo poco a poco; es mero instrumento para poder movernos en esta vida, ¡más nada! Sin embargo, al principio analizábamos acerca de la trinidad humana, pues somos semejantes a Dios.
El elemento faltante hasta ahora es el alma, la cual se confunde mucho con el espíritu. Hay muchas personas que suelen confundirlos y llegan a pensar que son la misma cosa, y que alma y espíritu son una especie de palabras sinónimas. Pero son completamente diferentes y aparte una de la otra, como lo demuestra el siguiente versículo.
1° Tesalonicenses 5:23
"Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo".
Ahora sí podemos apreciar la trinidad humana: Cuerpo, alma y espíritu. Por supuesto, espíritu con minúscula porque se refiere a nuestro espíritu. Cuando la Biblia nombra por separado y hace una diferencia entre el alma y el espíritu, es cuando nos damos cuenta que no son la misma cosa.
La Palabra no dice exactamente de dónde provino el alma, pero realmente no interesa. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que sale de la unión del espíritu con el cuerpo.
El alma es lo único que nos pertenece, como podemos concluir después de haber analizado en versículo de 1° de Corintios, porque allí dice que el cuerpo y el espíritu le pertenecen a Dios porque Él lo dio, pero el alma no, el alma nos pertenece a nosotros, de lo contrario la nombrarían.
En el alma están todas nuestras decisiones, sentimiento, juicios, pensamientos, emociones, etc.; es nuestra. A Dios le agradó que tuviéramos algo nosotros, que tuviéramos un libre albedrío. El Señor se agrada de que por nuestra propia cuenta lo busquemos para adorarle, tal y como se espera de una pareja de enamorados. Cuando nosotros fuimos novios de alguien nos gustaba que nuestra pareja nos buscara con amor por su propia cuenta, los que estamos casados de igual modo; sería molesto tener que obligar a una persona a querernos, menos a amarnos.
Lo mismo pasa con Dios, Él quiere, anhela que lo busquemos para amarle, pero es una decisión nuestra el buscarlo.
Entonces, como nosotros somos trinos, cuerpo, alma y espíritu, podemos decir que Dios creó al hombre de la siguiente manera, como se muestra en la figura N° 1.
Esa es la trinidad humana, y es la situación en la que se encontraba Adán antes de pecar. Podemos decir entonces que es la figura adánica. Este era parte del Plan de Dios para con la humanidad: Poder comunicarse con nosotros a través de nuestro espíritu.
Pero, ¿por qué no sentimos a Dios cerca de nosotros? ¿Por qué cuando levantamos una plegaria, rezamos u oramos a Dios sentimos como si estuviéramos solos, y muchas veces nuestras oraciones quedan en el más profundo de los silencios sin ser respondida? Veamos el siguiente versículo.
Génesis 2:16 – 17
"Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás".
Este era el único mandamiento que el hombre tenía hasta entonces, y Adán no lo cumplió. Sin entrar en muchos otros estudios bíblicos, nos limitaremos a analizar la parte del versículo que nos interesa por el momento.
Esto es, cuando Dios manda que no se comiese del árbol, obviamente del fruto del árbol, de la ciencia del bien y del mal (cuando la Biblia usa la palabra "ciencia" en la gran mayoría de los casos quiere decir "conocimiento") porque si comía de allí iba a morir; pero no se refería al morir físico sino al espiritual. A Dios le es más importante lo espiritual que lo físico, el morir físico es irrelevante para el Señor. Pero aquí está en engaño del diablo, que confundió a Eva cuando le dice: "…No moriréis" (Génesis 3:4). Eva pensó que era un morir físico.
Pero gran sorpresa cuando comen del árbol y en definitiva no mueren físicamente, pero sí espiritualmente. Esto es lo que se llama "el pecado original". De ahí en adelante, todos nosotros nacemos pecadores porque el espíritu que heredamos está muerto, y ante Dios nos vemos así, como en la figura N° 2.
En definitiva hay un dominio total del alma, y esto explica el porqué el hombre hoy en día, y desde siempre ha hecho lo que ha querido; pues el alma que es donde se encuentran nuestras decisiones, nuestros deseos, predominan y quieren prevalecer. También la gente puede experimentar a un Dios lejano, a un Dios que es mudo porque no hay comunicación entre Dios y la gente, justamente porque esa "línea" está muerta desde que nacimos.
Pero tenemos que darle la gloria a Dios porque hay una manera de restaurarnos el espíritu para que tengamos comunicación con Él. Para esto hay que nacer de nuevo. Como ya nacimos físicamente necesitamos nacer espiritualmente para que Dios nos pueda proveer de un espíritu nuevo. ¿Cómo se nace de nuevo? Como lo dice el versículo del Evangelio de Juan 1:12, recibiendo a Cristo en el corazón, aceptándolo como Señor y Salvador y creyendo en su Nombre. Esto es otro análisis bíblico que más adelante tocaremos.
Pero para efectos de saber qué pasa con nosotros cuando nacemos de nuevo, tenemos que escudriñar el siguiente versículo.
Ezequiel 36:25 – 27
"Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos y los pongáis por obra".
Este versículo de Ezequiel es fabuloso, y tiene mucha enseñanza, pero nos limitaremos a lo que nos compete por el momento, que es demostrar qué pasa con nosotros al nacer de nuevo. El Señor está diciendo acá que pone espíritu nuevo dentro de nosotros, o sea, nos restaura el espíritu nuestro que estaba muerto dentro de nosotros. Esto es lo que hace primero para que podamos tener comunicación con Él directamente; de esta manera nos restaura al estado original en el cual Él creó al hombre, con cuerpo, alma y espíritu.
En segundo lugar, dice Dios que pone dentro de nosotros su Espíritu Santo y con esto evita que por los pecados de nosotros, el espíritu nuestro vuelva a sucumbir. De manera que nuestra posición como seres humanos es mejor ahora que en la época del antiguo testamento, donde la gente estaba dominada completamente por su alma, por sus decisiones. Entonces ahora el Señor nos ve así, como en la figura N° 3.
Por otro lado, para aquellos que se pregunten porqué se coloca el Espíritu Santo dentro de nuestro espíritu, es porque nuestro espíritu es espíritu y el Espíritu Santo es espíritu, tienen la misma naturaleza, pero si se colocara el Espíritu Santo en el alma o en el cuerpo, no son compatibles pues tienen naturalezas diferentes.
Ahora tenemos a Dios dentro de nosotros (para los nacidos de nuevo) y la comunicación es interna, no necesariamente tenemos que orar en voz alta porque el Señor al estar dentro de nosotros no necesita oírnos físicamente sino que oye las cosas que hay en nuestro corazón y en nuestra mente.
En esta nueva posición se puede experimentar de manera constante a Dios en todas las cosas y a cada momento.
BIBLIOGRAFÍA:
La Santa Biblia. Versión Reina – Valera 1960. Los capítulos y los versículos están citados textualmente a lo largo del documento.
Autor:
Oscar Merino Artieda
Pastor fundador del Centro Cristiano Integral
Conferencista Internacional
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