- ¿Qué es una disfunción sexual?
- Deseo Sexual Hipoactivo
- Causas Físicas
- Causas Psicológicas
- Síntomas
- Signos y exámenes
- Tratamiento
- Expectativas (pronósticos)
- Complicaciones
- Prevención
- Novedades: Nuevo Tratamiento
¿Qué es una disfunción sexual ?
Existe una disfunción sexual cuando se alteran una o mas fases de la respuesta sexual humana: deseo, excitación, orgasmo o resolución, impidiendo la realización normal del acto sexual de modo satisfactorio para sus actores.
En la fase de deseo se produce a partir de una fantasía sexual el interés, las ganas de llevar a cabo algún tipo de actividad relacionada con esa fantasía.
La fase de excitación es fundamentalmente vascular, ya que se congestiona la zona pelviana llenándose de sangre y produciendo la erección en el varón y la lubricación y dilatación vaginal en la mujer.
El orgasmo es la descarga de la tensión sexual que aumentaba progresivamente en la fase de excitación, y consiste en una serie de contracciones musculares coincidente con la expulsión de semen en el varón, junto con una sensación muy placentera y gratificante.
La fase de resolución consiste en el retorno al estado inicial de todas aquellas modificaciones que pudieron producirse en los órganos genitales y en el resto del cuerpo.
Según estadísticas serias, aproximadamente una de cada tres personas y una de cada dos parejas presenta algún tipo de disfunción sexual tomando como criterio los estándares acordados por la comunidad científica. Si bien la gravedad del trastorno varia en cada caso desde un grado leve hasta el grave, pasando por diversos matices, generalmente se produce algún tipo de dificultad en el individuo y en la pareja, que depende de diversos factores: el significado que se le da al trastorno, las interpretaciones que se tejen alrededor del mismo, el momento evolutivo de la pareja y el tipo de vinculo que se establece, la calidad de la comunicación, la estima del individuo, las expectativas de solución y fundamentalmente la información que se posea, entre otros factores.
Cada disfunción sexual puede ubicarse en una o más de las fases de la respuesta sexual humana señaladas anteriormente.
Cuando el trastorno se da en la fase de deseo nos encontramos con el DESEO SEXUAL INHIBIDO O HIPOACTIVO, tanto en el varón como en la mujer.
Un 60 por ciento de las parejas que consultan al especialista en sexualidad humana lo hacen por este tema. Este cuadro consiste en la disminución o ausencia de fantasías sexuales y de ganas de involucrarse en algún tipo de actividad sexual.
El deseo sexual y la respuesta sexual del ser humano son procesos muy complejos, que incluyen estímulos y reacciones tanto cerebrales como mecánicas. En ellos interviene el organismo en su totalidad, en un proceso psicosomático que incluye:
• la actividad cerebral
• la actividad hormonal
• la actividad cognitiva.
Ésta última es la que engloba tanto las experiencias sexuales o "aprendizaje" del individuo como sus motivaciones e intereses en el momento de la respuesta sexual.
Cuando un eslabón de esta complicada cadena se desincroniza del resto, tanto el deseo como la respuesta o conducta sexual del hombre o la mujer se ven afectados. Estos son los problemas de la primera fase de la respuesta sexual: la fase del deseo. Una persona sana se interesa por la sexualidad, sobre todo después de llegar a la pubertad. El deseo es más intenso en algunas épocas que en otras. Disminuye cuando una persona está demasiado absorbida por su trabajo u otras actividades y aumenta cuando la persona tiene una oportunidad sexual excitante y cuando está en compañía de una persona que le atrae mucho.
El deseo puede ser demasiado fuerte o demasiado débil. Se considera un trastorno el hecho de que el deseo sexual de una persona sea tan intenso que la sexualidad se convierta en una obsesión o preocupación constante. Este estado se considera "ninfomanía" en las mujeres y "satiriasis" en los hombres. En la realidad un instinto sexual excesivo es algo tan infrecuente que puede considerarse una curiosidad médica.
Es mucho más habitual encontrarnos con personas que no sienten casi nunca necesidades sexuales; no sienten deseos de salir con personas del sexo opuesto, no se masturban, no tienen fantasías sexuales y no se excitan en situaciones sexuales. Hablamos entonces del problema del BAJO DESEO SEXUAL. Este proceso recibe la denominación de trastorno del deseo sexual hipoactivo o inhibido. Son muchas las personas que lo padecen, aunque no todas llegan a una consulta profesional para recibir el diagnóstico adecuado y la ayuda médico–psicológica que requiera su trastorno. Siendo la esfera de la sexualidad tan importante para la calidad de vida del ser humano, muchas de estas personas vivirán insatisfechas e infelices. Debido a la mayor información y apertura sexual de las últimas décadas, otros pueden acceder a la atención y su problema es generalmente abordado con éxito.
Es frecuente el trastorno de del deseo sexual hipoactivo en personas que sufren una dependencia, como el alcoholismo o los psicofármacos. Muchas drogas pueden intervenir en el proceso funcional de la excitación y el orgasmo.
Otra de las causas frecuentes es un inadecuado perfil hormonal, en especial un bajo nivel de andrógenos. La testosterona es necesaria para mantener el deseo no sólo en el hombre, sino también en la mujer, aunque en ésta los niveles normales son mucho más bajos.
Aunque a veces el problema puede estar motivado por alguna anomalía orgánica (carencias hormonales, trastornos endocrinos, insuficiencia renal, etc.) lo más normal es que el problema obedezca a causas psicológicas como un bajo nivel de autoestima, estados depresivos, excesivo estrés o ansiedad, una historia de abusos sexuales o mala relación de pareja por mencionar a algunas. Esta disfunción requiere un programa de tratamiento más largo y más completo que otras, aunque el terapeuta en este caso puede ayudarle a descubrir las causas que motivan dicha inapetencia sexual y a proporcionarte recursos necesarios para que dicho deseo se vea incrementado.
La pérdida del deseo sexual es considerada por el manual de trastornos mentales DSM–IV dentro de los "trastornos sexuales y de la identidad sexual", como "trastornos del deseo sexual". Se enumera así el trastorno llamado: "Deseo sexual hipoactivo", considerado como la disminución o ausencia de fantasías o deseos de actividad sexual de forma persistente o recurrente. El trastorno provoca un malestar acusado o dificultades de relación interpersonal, y no se explica mejor por la presencia de otro trastorno, ni se debe a los efectos de una sustancia o a una enfermedad médica.
También podría enmarcarse la pérdida del deseo sexual en los "trastornos de la excitación sexual".
Cuando siempre ha existido un bajo deseo sexual se lo considera un problema "primario", y es "secundario" cuando no siempre ha ocurrido. Aún así, hay permanentes variaciones, por ejemplo aquellas mujeres que experimentan una falta total de interés en el sexo, pero responden a los estímulos de la pareja y consiguen excitarse, hasta las que rechazan la relación sexual. En la mujer aparece como la disfunción más común.
Existe un conocido dicho médico: La función hace al órgano. En este sentido cabe señalar que cuando por algún motivo la actividad sexual no es estimulada ni ejercitada, suele retrotraerse el deseo. En este sentido, la pérdida del deseo sexual, suele aparejar una mayor pérdida, por lo que el circuito se fortalece.
Desde una perspectiva psicoanalítica, cabe la interrogación por los aspectos singulares de esta pérdida del deseo, por ejemplo cuando una estructuración subjetiva al modo de la histeria, permite suponer el deseo no en una linealidad genital (hacer el amor o masturbarse) sino en torno a la generación del deseo de desear (propio de la estructuración al modo histérico).
Es importante que sepamos los síntomas más frecuentes de este trastorno, a fin de que podamos individualizarlo y llegar a una consulta profesional que nos devuelva un estado de plena satisfacción.
Por lo general, la persona afectada por el trastorno de deseo sexual inhibido o hipoactivo siente un marcado desinterés por la actividad sexual. Situaciones con una alta carga erótica pueden no afectarle en lo más mínimo. En el plano de la pareja esto puede tener consecuencias importantes. Aunque un buen número de individuos no acusarán ante su partener esta situación, y seguirán manteniendo relaciones sexuales que satisfagan a su pareja, ellos sentirán una gran apatía. En otros casos, la ausencia de deseo y hasta las disfunciones que pueden aparecer en carácter reactivo (impotencia, dispareunia, anorgasmia) harán que la actividad sexual de la pareja mengue y hasta desaparezca, lo cual lleva generalmente a serios problemas de relación.
En los casos en que la falta de interés sexual se debe a la insatisfacción por la actual pareja (variante situacional), el individuo podrá conservar deseo por otros objetos sexuales que puede ser normal o hasta exageradamente intenso.
Cuando el individuo afectado no tiene una pareja estable, el problema puede perdurar por años, e incluso perpetuarse. En todos los casos, lleva a una situación de gran insatisfacción personal.
Con frecuencia la evaluación médica y los exámenes de laboratorio no revelan una causa física. Sin embargo, se recomienda verificar los niveles de testosterona (la hormona responsable de originar el deseo sexual) tanto en los hombres como en las mujeres, particularmente en aquellos hombres que presentan deseo sexual inhibido. El examen se realiza mediante una muestra de sangre que debe obtenerse antes de las 10:00 a.m., momento en el cual los niveles de hormonas masculinas se encuentran en su punto más alto. Es probable que la entrevista con un especialista en terapia sexual revele las posibles causas.
El tratamiento se debe orientar en forma individual hacia los factores que pueden inhibir el interés sexual y con frecuencia pueden existir diversos factores.
Algunas parejas necesitarán trabajo de mejoramiento de la relación o terapia de pareja antes de centrarse directamente en el incremento de la actividad sexual. Algunas parejas necesitarán un poco de instrucción sobre el desarrollo de destrezas en la resolución de conflictos y requerirán ayuda para resolver las diferencias en aquellas áreas no relacionadas con el sexo.
El entrenamiento en la comunicación para hablar a nivel de sentimientos, mostrar comprensión, resolver las diferencias de tal forma que refleje sensibilidad y respeto por los sentimientos de ambas partes, aprender cómo expresar la ira de manera constructiva y reservar el tiempo para las actividades de la pareja, el afecto y hablar tienden a estimular el deseo sexual.
Muchas parejas también necesitarán concentrarse directamente en la relación sexual, donde a través de la educación y las tareas de pareja puedan expandir la variedad y el tiempo dedicados a la actividad sexual. Es posible que algunas parejas necesiten concentrarse en las formas de poder acercarse sexualmente a la otra persona de una manera más interesante y conveniente y en cómo rehusar una invitación sexual de una forma suave y discreta.
Cuando los problemas en la excitación sexual o en la realización del acto sexual son factores que disminuyen la líbido, se deben tratar estas disfunciones sexuales de manera directa.
Los trastornos de deseo sexual son con frecuencia los problemas sexuales más difíciles de tratar, en especial si se presentan en los hombres. Por lo tanto, se debe buscar asesoría de un especialista en sexo y terapia marital.
Cuando ambas personas presentan un bajo deseo sexual, el tema del nivel de interés sexual no será problemático en la relación; sin embargo, el bajo deseo sexual puede ser un barómetro de la salud emocional de la relación. En otros casos en los que existe una relación excelente y amorosa, el bajo deseo sexual puede hacer que una persona se sienta herida y rechazada de manera repetida, lo que lleva finalmente a sentimientos de resentimiento y fomenta un distanciamiento emocional final.
Para la mayoría de las parejas, el sexo es algo que estrecha los lazos de la relación o se convierte en algo que separa la pareja en forma gradual. Cuando una persona está menos interesada en el sexo que su pareja y tal problema se ha convertido en una fuente de conflicto y desacuerdo, se recomienda buscar ayuda profesional antes de que la relación se torne más tirante.
Una buena forma de prevenir el deseo sexual inhibido es reservar tiempo para la intimidad no sexual con la pareja, ya que las parejas que semanalmente reservan tiempo para hablar, salir solos a alguna parte y sin los hijos, mantendrán una relación más estrecha y es más probable que sientan interés sexual.
Las parejas también deben separar el sexo del afecto, de tal manera que ninguno sienta temor a ser cariñoso constantemente, temiendo que ello sea interpretado como una invitación a tener un contacto sexual.
El hecho de leer libros, tomar cursos acerca de la comunicación de pareja o leer libros sobre masajes también puede estimular los sentimientos de acercamiento. Para algunas personas, la lectura de novelas o ver películas con contenido sexual o romántico también les puede servir para estimular el deseo sexual.
El reservar un "tiempo preferencial" de manera regular antes de sucumbir al agotamiento, tanto para hablar como para la intimidad sexual, estimulará la cercanía y el deseo sexual.
Un estudio publicado en el Journal of Sex and Marital Therapy (2004) describe que el antidepresivo Bupropion, utilizado en la adicción a la nicotina, puede ser un efectivo tratamiento del deseo sexual hipoactivo en mujeres –una deficiencia o ausencia de deseo sexual y de fantasías de mantener encuentros sexuales–.
El deseo sexual hipoactivo (DSH) o deseo sexual inhibido afecta al menos a un 20% de las mujeres y hasta ahora, salvo las Terapias Sexuales, pocos recursos medicamentosos han resultado eficaces.
Los investigadores reportaron que, un tercio de las mujeres respondieron al tratamiento, con aumento en la excitación sexual, las fantasías sexuales y el interés en mantener encuentros eróticos. De acuerdo con el investigador líder, R. Taylor Segraves, M. D., Ph. D., profesor de psiquiatría en el Case Western Reserve University School of Medicine and Chair of the Department of Psychiatry at MetroHealth Medical Center, la respuesta fue observada a las dos semanas del tratamiento. Al final de las 8 semanas el índice de respuesta observaba un aumento de la frecuencia de la actividad sexual, el doble de frecuencia en la excitación sexual y más del doble de presencia de fantasías sexuales.
Al final del tratamiento casi el 40% reportaron sentirse satisfechas con su deseo sexual.
"Los resultados del estudio son esperanzadores, especialmente a la luz de la necesidad de prestarle más atención a este tema" dice el Dr. Segraves. "La baja libido es una de las más comunes quejas entre mujeres con disfunciones sexuales. El DSH es una condición que puede causar malestar emocional y problemas en las relaciones íntimas. Tenemos esperanzas que nuestro conocimiento de cómo diagnosticar y tratar esta disfunción sexual femenina se expandirá en la próxima década."
El DSH se caracteriza por una combinación de factores que incluyen la persistente disminución o ausencia de fantasías sexuales o de deseo por mantener actividad sexual y puede afectar tanto a varones como a mujeres.
Bupropion fue bien tolerado y no hubo cambios significativos en los signos clínicos vitales ni aumento de peso durante el estudio que se hizo con mujeres no deprimidas. Sólo en un 5% de los casos se reportaron insomnio, temblores, reacciones alérgicas cutáneas.
El clorhidrato de Bupropion está aprobado para el tratamiento de la depresión y la adicción al tabaco y no produce disfunciones sexuales como otros antidepresivos y se podría atribuir su efecto favorable en la fase del deseo, en ambos sexos, a la acción sobre ciertos neurotransmisores como la norepinefrina y la dopamina.
Juan Manuel Suarez