Sin rumbo en la informática
Enviado por Francisco Ficarra
- Matemáticos en la informática: Atentado a la ética profesional de las ciencias sociales
- Hacía el origen de la distorsión: John Von Neumann
- Los ignorantes funcionarios al poder
- A modo de cierre …
El siglo pasado ha sido testigo de importantes cambios en la estructura de la ciencia. Tal es así que el avance científico ha alcanzado casi todos los ámbitos y actividades del ser humano. Empero, las ciencias sociales y las ciencias formales (incluida la matemática) entran en un constante dilema. Muchos pensaban que con el avance de la informática (léase en sentido clásico, o sea, información automática) dentro de la comunidad, las controversias se irían diluyendo hasta desaparecer completamente. Nada de esto ha ocurrido. Peor aún, a poco de iniciado el nuevo milenio, la informática no recupera el norte en la brújula de su razón de ser. Mucho tienen que ver en estos desajustes los matemáticos que pululan en los centros universitarios de informática. En las próximas líneas se aborda una serie de cuestiones relacionadas con el contexto educativo y social de la informática. Este es un primer boceto que en futuras ediciones se irá ampliando.
Matemáticos en la informática: Atentado a la ética profesional de las ciencias sociales
Durante el siglo XX, la ciencia ha asumido el rol de centinela del grado de desarrollo de una sociedad. Sin embargo, la matemática no era más que el lenguaje con el cual está escrito la naturaleza, sino más bien, un conjunto de representación útil y eficaz de los fenómenos. En pocas palabras, un conjunto de modelos. Pues, que a nadie sorprenda que en los regímenes totalitarios se suspenda la enseñanza de los conjuntos. He aquí el origen para desarrollar la matemática aplicada -por ejemplo- a favor de la tecnología.
Hasta aquí el aspecto teórico, pero el aspecto social de numerosos matemáticos es la salida laboral. Prácticamente igual a cero en muchos países, sean desarrollados o en vías de desarrollo. El grave conflicto es cuando estos señores se incorporan en determinados centros informáticos y desde los mismos, llegan a tener más poder que el decano de la facultad de informática.
Estos individuos, en su formación académica, no han cursado materias propias de las ciencias sociales, lo que les convierte en verdaderos autómatas despóticos. En la historia de las guerras mundiales es sorprendente cómo la gran mayoría de estos exponentes de las ciencias formales continuaron su trabajo bajo las órdenes de los dictadores de turno. Al respecto, resulta interesante examinar la historia europea desde los años 1930 hasta 1945. En la misma se puede constatar cómo gran parte del personal científico de los laboratorios industriales y universitarios continuaron el trabajo a favor del ejército invasor.
Algunos pensarán que esto ya pertenece a la historia, pero no es así. Que a nadie sorprenda cómo algunos catedráticos de matemáticas españoles y pertenecientes al departamento de informática, firman proyectos europeos por varios millones de euros a favor de su esposa y amigos de turno en el departamento, sin hacer partícipes a los estudiantes o investigadores que tienen a su cargo.
Muchos de estos estudiantes han realizado la tesis doctoral, cuyos resultados han servido al personaje corrupto para presentar el proyecto de investigación subvencionado desde Bruselas. En otras palabras, un nuevo doctor en informática, sistemas o software, marginado injustamente desde el momento que presenta su tesis doctoral, puede caer tranquilamente en una profunda depresión.
Estamos delante de una doble tomadura de pelo. Por una parte los padres que han pagado los impuestos y ven cómo el hijo es empujado tempranamente a la frustración y enfermedades relacionadas con la depresión. Por el otro lado, ciertos docentes universitarios ingresan importantes cifras a sus cuentas bancarias (dinero obtenido de los impuestos de todos los habitantes del Viejo Continente). Evidentemente, la palabra ética no existe en el diccionario de estos déspotas.
He aquí una asignatura pendiente. Urge solucionar esta catastrófica realidad ya que no existe en la Península Ibérica un clon de Baltasar Garzón u otro juez análogo, para investigar todas estas corrupciones educativas. Además, muchos de estos jóvenes universitarios aceptarán cualquier tipo de empleo, no afín a sus estudios con tal de salir de ese círculo mediocre y corrupto.
Hacía el origen de la distorsión: John Von Neumann
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