SALIERI vs. MOZART
Si algo faltaba para convertir al gran compositor italiano Antonio Salieri en el rival mediocre de Mozart, fue la película Amadeus, dirigida por Milos Forman a partir de un guión del dramaturgo Meter Schaffer, que apareció en 1984 y cosechó la mayoría de los Oscar de 1985. Autor de éxitos como Atrapado sin salida (1975) y Harry Flynt, el nombre del escándalo (1996), el cineasta checo Milos Forman- radicado en los Estados Unidos desde 1968, cuando los tanques soviéticos arrasaron con la Primavera en Praga-, traza en Amadeus un perfil de Mozart según la mirada despiadada de Salieri, un voluntarioso y mediocre músico de corte, que despreciaba tanto al más precoz de los compositores como veneraba su música. Sin mostrar al verdadero Salieri- nacido en Verona en 1750 y autor de más de 40 óperas, conciertos y música de cámara y sacra – la película recrea la hipótesis de una relación de una relación patológica que unió al joven Mozart y a un Salieri atormentado, sobrio y sombrío- interpretado por Murray Abrahams-, dispuesto a quitarse la vida bajo el peso de la culpa de haber asesinado al rival que lo eclipsaba en la corte.
El 7 de diciembre se vivirá un gran acontecimiento para la cultura musical con la reapertura del teatro La Scala de Milán tras más de dos años de obras de restauración.
El máximo templo de la lírica mundial volverá a sus antiguos esplendores con la ópera La Europa reconocida, con la que el teatro fue inaugurado en 1778. El maestro Ricardo Muti, quien dirigirá la ópera en cuya preparación está trabajando un verdadero ejército de artistas y artesanos, dijo que la ocasión era propicia para rendir un homenaje a Antonio Salieri, uno de los más grandes músicos europeos.
"Salieri merece todo nuestro homenaje no sólo porque su Europa reconocida inauguró La Scala hace 236 años, sino porque su repertorio es extraordinario", Muti agregó que el talento fuera de lo común de Salieri se revela "en sus armonías y la complejidad orquestal que en nada tienen que envidiar a Mozart."
Pocos músicos han recibido tamaño elogio. Para la gente común es algo insólito, porque Antonio Salieri es conocido en nuestra época sobre todo por una leyenda negra que recibió su último impulso con el filme Amadeus, de Milos Forman. Filmado en 1983 y difundido el año siguiente, Amadeus era un retrato de Mozart que fue considerado un capolavoro cinematográfico.
En la trama de la película, es precisamente un viejo y decrépito Antonio Salieri – muy bien interpretado por el actor Murray Abraham el narrador de la historia, que revela un terrible secreto: Salieri – Abraham confiesa que fue él, envidioso del talento del joven austriaco, considerado el más grande genio musical de todos los tiempos, quien lo asesinó envenenándolo lentamente. Esta es una versión falsa, por lo que Antonio Salieri puede ser considerado también uno de los artistas más difamados de los últimos siglos.
Pero es cierto que su vida estuvo intimamente ligada a la de Wolfang Amadeus Mozart, de quien fue maestro de canto y composición. En la Europa del siglo XVIII, el llamado siglo de las luces, se vivió un momento mágico de extraordinaria creatividad musical, cuyo centro de gravedad fue la Viena de los Habsburgo. La historia de Salieri, de su talento pero también de la leyenda negra que lo ha perseguido tras su muerte obliga a trazar un cuadro de aquella época apasionante.
No hay que olvidar que en el último cuadro del 1700 se reprodujeron dos de las grandes revoluciones que modelaron nuestra vida contemporánea: las de EE.UU. (1776) y Francia (1789), que cambiaron la historia para siempre.
Salieri nació el 18 de agosto de 1750 en Legnago, una pequeña ciudad fortificada que estaba bajo dominio de La Sereníssima República de Venecia, hijo de un comerciante de granos y hermano de Francesco, un afirmado violinista que también tocaba el clavicémbalo, pariente del piano, y que seguramente fue su primer maestro.
A los 16 años Salieri fue a continuar su educación a Venecia, en la residencia del noble Giovanni Mocenigo, amigo de su padre, donde respiró un ambiente cultural pleno de estímulos e importantes oportunidades.
Aquella era una época de notables fermentos culturales y políticos, en la que se vivía el ocaso de las monarquías absolutas fundadas en el derecho divino. Florecían formas de monarquía iluminada donde los gobernantes se inspiraban en los nuevos ideales de su tiempo. Una buena parte de Italia pertenecía entonces al imperio de Austria.
La emperatriz Maria Teresa recibe hasta hoy homenajes en la península por su buen gobierno. La sucedió su hijo Josef II de Habsburgo, quien prefería un absolutismo moderado. Josef redujo los poderes de la aristocracia y el clero, fue un gran mecenas de las artes y promovió reformas inspirándose en el iluminadísimo que alcanzó la cumbre con la Enciclopaedya que hacía bullir las mentes de la Francia pre-revoluconaria.
Estas agitaciones sociales golpearon en pleno también la imaginación de los músicos que se estaban formando y que acudían a Viena porque la sentían con razón como la capital de Europa. Los Habsburgo promovieron la ópera italiana y echaron las bases para el nacimiento del teatro nacional alemán.
En la corte trabajaban los mejores poetas y músicos. Italia es una patria de la música, que hasta hoy habla básicamente en italiano. De Italia vino la escala musical, inventada por un monje. O la invención del pianoforte, que conocemos como piano. En el siglo XVIII de Antonio Salieri y Mozart se fabricaban también en Italia los instrumentos de cuerdas de la escuela de Cremona. Al respecto bastan los nombres de dos supremos artesanos: Stradivari (que firmaba Stradivarius) y Guarnieri del Ges, que fabricaron los mejores violines, violas y violoncellos, hasta hoy considerados inigualables.
A los músicos italianos, como a los arquitectos, se los disputaban en toda Europa.
Venecia era una verdadera usina de cultura. En la ciudad de los canales, que vivía una gran prosperidad, Salieri pasó un momento muy intenso de su juventud. Allí conoció al músico de Bohemia Florin Gassmann, influyente compositor de la corte de Viena, que quedó impresionado con su talento y lo invitó a trasladarse a la capital austríaca. Antonio aceptó. Gassmann lo sometió a un duro aprendizaje metodológico.
Durante los ensayos de música de cámara conoció al emperador Josef II, que era hermano de Maria Antonieta, la reina de Francia que terminaría decapitada por la guillotina revolucionaria, compartiendo el destino trágico de su marido Luis XVI.
Otros dos encuentros fundamentales para Salieri fueron el principal compositor de la época, Gluck, y el poeta Metastasio, con quien Salieri tomó clases de declamación. En 1770 Salieri compuso su primera ópera, Las mujeres literatas, a la que siguieron numerosas composiciones.
La consagración llegó con La feria de Venecia, representada en toda Europa, que Antonio realizó bajo la inspiración del estilo de Goldoni con un retrato de
las clases sociales venecianas y en el marco ópera buffa o cómica.
En 1774 murió Florian Gassmann y el emperador nombró compositor de corte a Salieri, a quien confirió el título ambicionado de Kapellmeister, maestro de capilla, de la ópera italiana.
Antonio componía febrilmente.
A las óperas siguieron, entre 1770 y 1778, la mayor parte de los conciertos, sinfonías y composiciones de cámara.
Salieri no se limitaba a componer y tocar música. Fue también un gran docente, profesor de Mozart, de Beethoven, de Liszt y Schubert, entre otros grandes músicos. Beethoven, agradecido, le dedicó tres sonatas. La vida de Salieri se cruzó muchas veces con el niño prodigio de Salzburgo, hijo del famoso maestro de música de corte Leopold Mozart.
Con una precocidad que muchos consideraban de origen divino, Amadeus había compuesto ya a los 20 años óperas, sonatas, conciertos y misas solemnes. En 1784 a los 28, entró en la masonería.
Compuso para la Logia a la que pertenecía algunas de sus obras más legendarias. Joseph Hadyn le dijo un año después a Leopold, en una reunión masónica
: "Delante de Dios y como caballero, le aseguro que no hay en el mundo un músico mejor que su hijo":
Salieri admiraba a Mozart y dirigía sus obras, aunque maestro y alumno chocaron algunas veces.
Salieri era considerado el músico más prestigioso de la Corte. Pese que tras la muerte del emperador Josef II, su hermano Leopold que lo sucedió en el trono de Austria mostraba menos sensibilidad musical y lógicas preocupaciones por las guerras y el deterioro de la situación económica, Salieri continúo con su actividad frenética. En 1791 se estrenó La flauta mágica y Amadeus escribió su concierto para clarinete. La ópera se convirtió en la más amada de las del género teatral y Salieri no le escatimó elogios. Mozart le escribió en una carta a su mujer, Constanza (con la que tuvo 6 hijos) que agradecido estaba hacia el maestro italiano. Pero ya en un viaje a Praga Mozart se había sentido mal. Estaba muy enfermo de los riñones, padecía unas fiebres reumáticas. En noviembre compuso y presentó una cantata masónica y trabajó cotidianamente en el Réquiem que no pudo terminar porque el 5 de diciembre de1971, cinco minutos antes de la una de la mañana, murió.
La carrera de Salieri en la corte de Viena prosiguió muchos años más.
En 1804 era la personalidad más reconocida del campo musical europeo. Su mujer Teresa le dio 8 hijos, la mitad de los cuales sobrevivieron. En 1824 fue jubilado e internado en un hospital donde pasó el último año de su vida, paralizado, sin poder moverse ni hablar: Murió el 7 de mayo de 1825 y recibió los grandes funerales y el reconocimiento que merecía.
La leyenda negra de Salieri existía desde la muerte de Mozart, pese a que numerosos personajes de entonces demostraban que era falso. Cinco años después de la muerte del maestro italiano, el célebre escritor ruso Aleksandr Pushkin publicó un libro que alcanzó gran difusión, Mozart y Salieri, que avalaba la hipótesis de un Salieri envidioso del talento de Mozart. Años después, otro ruso famoso, el compositor Nikolai Rymski Korzakov, se basó en el libro de Pushkin en la ópera del mismo título: Mozart y Salieri, que contribuyó también a la campaña de difamación del italiano.
Un siglo después, el filme Amadeus de Milos Forman reavivó la leyenda negra de Salieri, aunque las investigaciones demostraron que nunca fue envidioso de Mozart y mucho menos contribuyó a su muerte. Por eso la decisión del teatro La Scala de Milán de
reabrir sus puertas con la Europa reconocida el 7 de diciembre, suena como una justa reivindicación de la memoria y el honor del maestro de Legnago.
http://www.highbeam.com/library/doc0.asp?DOCID=1G1:19726941&refid=holomed_1
INFORMACION ADICIONAL
Las dotes prodigiosas de un niño
Mozart nació el 27 de enero de 1756 en Salzburgo (Austria). Fue bautizado con los nombres de Johannes Chrysóstomus Wolfgangus Theophilus Mozart [Pertl]; más tarde se haría llamar Wolfgang Amadeus (siendo este último un sinónimo latino del griego zeofilos, 'que ama a Dios'). Fue el último hijo de Leopold Mozart, músico al servicio del príncipe arzobispo de Salzburgo. Su madre se llamaba Anna María Pertl.
La casa natal de Mozart se encuentra en Getraidegasse n.º 9 de la ciudad de Salzburgo. Se trata de una casa de tres plantas, que actualmente se destina a museo con gran cantidad de objetos de la época y algunos instrumentos del Mozart niño. Es uno de los lugares más vistados de Salzburgo y una especie de «meca» para músicos de todo el mundo.
Debido a la altísima mortalidad infantil en la Europa antigua, Wolfgang y su hermana María Anna —conocida familiarmente como Nannerl— fueron los únicos sobrevivientes de siete hijos. Desde muy niños mostraron asombrosas facultades para la música, sobre todo Wolfgang; para él, la música y las matemáticas eran tan naturales como los juegos para cualquier otro niño.
A los cuatro años practicaba el clavicordio; y a los 4 años empezo a componer pequeñas canciones y minuetos de considerable dificultad; a los seis, tocaba con destreza el clave y el violín. Podía leer música a primera vista, tenía una memoria prodigiosa y poseía una inagotable capacidad para improvisar frases musicales.
Definitivamente, no era un niño común. Su progenitor era un hombre inteligente, orgulloso y religioso. Creía que los dones musicales de su hijo eran un milagro divino que él, como padre, tenía la obligación de cultivar.
Leopold componía y daba clases de música. El año del nacimiento de Wolfgang publicó un libro sobre el arte del violín, que tuvo éxito y lo hizo famoso. Después del nacimiento de Wolfgang, salvo las tareas propias de su cargo, abandonó todo para dedicarse de manera exclusiva a la formación de su hijo. Fue exigente como padre y como profesor, en todo momento estuvo al tanto de la formación de Wolfgang, para guiarlo como hombre y como artista.
Cuando el niño iba cumplir seis años de edad, Leopold decidió exhibir las dotes musicales de sus hijos ante las principales cortes de Europa. Según los primeros biógrafos de Wolfgang, su padre «quiso compartir con el mundo el milagroso talento de su hijo…»; en la actualidad se cree más bien que lo explotó. Lo cierto es que su figura autoritaria y opresiva marcaría al joven Amadeus para toda su vida.
El 12 de enero de 1762, la familia entera partió hacia Múnich; tocaron ante el emperador Maximiliano José II y continuaron hasta Viena. La permanencia en esta ciudad —uno de los centros principales de la música— culminó con dos recitales ante la familia imperial en el palacio de Schönbrunn.
El pequeño Wolfgang causaba sensación en cada concierto. El dinero recolectado en este viaje no fue tanto como los elogios recibidos. Podría decirse que éste fue un viaje de prueba para Leopold. El 5 de enero de 1763, los Mozart retornaron a Salzburgo. El viaje había durado poco menos de un año.
Este gran viaje de los Mozart empezó el 9 de junio de 1763. Durante tres años y medio recorrieron las principales ciudades de Europa, cosechando grandes éxitos. En Viena fueron llamados a palacio por la emperatriz María Teresa. La emperatriz quedó encantada con el niño Wolfgang Amadeus, tanto, que incluso lo sentaba en su regazo y lo besaba.
Fue allí también donde cierta ocasión, al resbalar por el piso lustroso y caer, Wolfgang fue auxiliado por la princesita María Antonieta, que años después sería guillotinada durante la Revolución Francesa.
En Versalles, los Mozart tocaron ante el monarca Luis XV. La anécdota cuenta que en esa ocasión, la amante del rey, la altiva Madame de Pompadour, no permitió que el niño Wolfgang la abrazara por temor a que se estropeara su traje.
En Londres causaron la admiración del rey Jorge III; durante este viaje el joven músico compuso su primera sinfonía y conoció a Johann Christian Bach, hijo menor de Johann Sebastian Bach (aunque en esa época tenía mucho más éxito que su padre, quien era conocido como «el padre de Johann Christian Bach), quien ejercía gran influencia sobre su obra.
En Holanda deslumbró tocando el órgano más grande y complicado del mundo, y compuso su primer oratorio, a los nueve años de edad.
Cada presentación del joven Wolfgang Amadeus era una exhibición de su virtuosismo con el clave y el violín (se cuenta que ya en esa época podía tocar el teclado con los ojos vendados), y dejaba a los espectadores maravillados improvisando sobre cualquier tema que le proponían.
A esa edad ya sabía ser galante y dedicaba a las damas de la nobleza sus primeras sonatas para violín y clave. La familia regresó a Salzburgo el 30 de noviembre de 1766.
En septiembre de 1767, Mozart viajó a Viena acompañado por su padre y su hermana Nannerl. Esta vez ya no para demostrar sus habilidades de «niño prodigio», sino para desarrollar sus facultades de compositor.
En la ciudad imperial desarrolló una intensa actividad: escribió conciertos, sinfonías, misas, oratorios, cantatas y también sus primeras óperas, como la que hizo por encargo del monarca José II: la ópera bufa La finta sémplice ('La fingida tonta').
Los músicos de la época en Viena, vieron en el talento del niño una amenaza para sus puestos y comenzaron las intrigas. No creían que con sólo once años, pudiera escribir tan buena música, y decían que su padre era el verdadero autor de ellas. Las cosas se complicaron: hubo triunfos, pero también fracasos.
En 1769, Mozart ganó en Salzburgo la plaza de maestro de conciertos —gran honor para un muchacho— …pero sin sueldo. Se le financió un viaje de estudios a Italia, donde Leopold pensaba que Wolfgang Amadeus triunfaría componiendo óperas.
Padre e hijo llegaron a Roma el 11 de abril de 1770. En el Vaticano, Wolfgang Amadeus escuchó el Miserere de Gregorio Allegri. Esta obra tenía carácter secreto, pues sólo podía interpretarse en la Capilla Sixtina y su publicación estaba prohibida so pena de excomunión.
Sin embargo, el joven compositor apenas llegó a la posada donde se alojaba, escribió de memoria una versión muy aproximada de la partitura completa. El papa Clemente XIV, admirado ante el talento del músico de catorce años, no sólo no lo excomulgó sino que lo nombró Caballero de la Orden de la Espuela de Oro, título que —a pesar de los privilegios que otorgaba— nunca interesó a Mozart.
Otro gran triunfo fue el estreno de la ópera Mitrídates, rey del Ponto, estrenada en 1770, en Milán. Aprobando un examen que al resto de los postulantes les llevó tres horas él resolvió en media hora, fue admitido como compositor en la Academia Filarmónica de Bolonia, considerada el centro de erudición musical de la época.
El ingreso de Mozart a la Academia fue extraordinario, ya que aún le faltaba mucho para los veinte años, edad mínima exigida por el reglamento. En ese lugar conoció al padre Giovanni Martini, importante teórico de la música en aquel tiempo, y por el cual Mozart siempre guardó un gran afecto.
Mozart realizó un segundo viaje a Italia, para asistir al estreno de su ópera Ascanio en Alba. En 1771 regresó con su familia a Salzburgo, que por entonces era un principado eclesiástico regido por un príncipe-arzobispo. Se enteraron de la muerte del arzobispo Schrattenbach, que siempre los había apoyado.
Comenzó entonces una nueva etapa, mucho más difícil. Colloredo, el nuevo príncipe-arzobispo de Salzburgo, se mostró autoritario e inflexible con el cumplimiento de las obligaciones impuestas a sus subordinados. Mozart fue confirmado en su puesto de maestro de conciertos; ahora recibiría un modesto sueldo, pero su libertad poco a poco disminuiría, hasta el punto de sentirse esclavizado. Este hecho influyó en su carácter.
Padre e hijo fueron a Italia por última vez en 1772. En Milán, Wolfgang estrenó una ópera y escribió el motete Exsultate-jubilate. Buscó un puesto digno y estable, pero en vano. Tuvo que regresar a Salzburgo. A los 17 años, Wolfgang ya no podía pasar por «niño prodigio». Empezaba ahora la lucha por la vida.
En 1773 hizo otro viaje a Viena, sin resultados prácticos, pero positivo para su arte, ya que conoció el nuevo estilo vienés a través de la música de Joseph Haydn. En enero de 1775 Mozart estrenó con gran éxito en Múnich su ópera La falsa jardinera. Fueron para Mozart años fecundos: escribió óperas, sonatas para piano, conciertos para violín, divertimentos, cuartetos y mucha música sacra por encargo de su nuevo patrón.
Sin embargo, Mozart se sentía prisionero, sentía que no progresaba y —sofocado por el ambiente provinciano de Salzburgo—, en agosto de 1777 reclamó a al arzobispo Colloredo la libertad para abandonar su puesto. Luego, en compañía de su madre, inició un largo viaje a París. En una escala en Múnich, conoció a la familia Weber y se enamoró la hija mayor, Aloysa.
En Mannheim hizo amistad con un grupo de compositores de esa ciudad (la cual era conocida porque sus orquestas —por primera vez en la historia de la música—, exageraban la diferencia entre los pasajes suaves y los fuertes; este estilo se dio en llamar «estilo de Manheim» y pocas décadas después sería una característica principal del Romanticismo.
Wolfgang Amadeus Mozart permaneció en París entre el 23 de marzo y el 26 de setiembre de 1778, sin lograr mayores beneficios monetarios, pero llegando a estrenar obras como la sinfonía París.
El 3 de julio su madre murió de un infarto. Deprimido por esta muerte y por algunos fracasos, Wolfgang decide retornar al servicio de Colloredo. Melancólico, se detuvo en Múnich para proponerle matrimonio a Aloysa Weber, pero ella lo rechazó.
Regresó a Salzburgo en enero de 1779. Colloredo le aumentó su salario, pero también sus obligaciones: debía dedicarle mucho más tiempo a su cargo. Ese mismo año escribió la Misa de la Coronación (KV 317).
En enero de 1781 estrenó en Múnich Idomeneo, rey de Creta, su primera gran ópera. Estaba en Augsburgo cuando fue llamado por Colloredo. Después de sus últimos triunfos y de relacionarse con nobles casi de igual a igual, el trato que le daba el arzobispo era humillante para él. Sus obras ya eran apreciadas en toda Europa, pero Colloredo se complacía en subestimarlo, tratándolo como a un vulgar criado. Finalmente, Mozart se rebeló; tras una agria discusión, decidió renunciar. Así terminaban diez años, de 1771 a 1781, de tensiones y disputas casi constantes.
Mozart se instaló en Viena y vivió un año feliz. Intervino en conciertos, impartió clases y escribió numerosas obras. 1782 fue el año de otra ópera triunfal: El rapto en el serrallo.
Tras su fracaso sentimental con Aloysa Weber, encontró consuelo en Constanze, la hermana menor. Pero sabía que su padre Leopold no apreciaba a esa familia. Quiso viajar a Salzburgo para presentarle formalmente a la novia, pero varios eventos postergaron el temido viaje para enfrentar a su progenitor.
El 4 de agosto de 1782, sin el consentimiento paterno, Wolfgang Amadeus y Constanze se casaron en Viena. Para celebrar la unión y para calmar a su moralista padre, Mozart compuso la inconclusa Misa en do menor (KV 427). Pensaba estrenarla en Salzburgo con Constanze como primera soprano solista. Sólo pudo hacerlo en agosto de 1783, pero sería inútil. Deseaba demostrar a su familia que había sabido elegir, pero Leopold y Nannerl jamás terminarían de aceptar a Constanze.
Para colmo de males, su primer hijo murió el 19 de agosto de 1783, al mes de nacido. De los seis hijos que Wofgang Amadeus tuvo con Constanze sólo dos sobrevivieron: Kart Thomas y Franz Xaver.
En 1782 había conocido, a través del barón Van Swieter, los oratorios de Haendel y algunas obras de Johann Sebastian Bach, entre ellas El clave bien temperado, lo que modificó profundamente su estilo como compositor.
En diciembre de 1784, Mozart ingresó en la masonería, en la que encontró un ideal filosófico. 1785 fue un año de gran actividad artística y social. Wolfgang se sintió entusiasmado ante el aplauso que los vieneses dispensaron a su música. Por entonces dedicó a Joseph Haydn algunos cuartetos de cuerda.
La anécdota cuenta que, al oírlos, Haydn manifestó a Leopold ante Dios que Wolfgang Amadeus era el más grande compositor que hubiera conocido. Fue un gran periodo creador. En 1786 Mozart estaba en la cumbre. Estrenó la ópera Le nozze di Figaro (Las bodas de Fígaro) con gran éxito y en 1787, en Praga Don Giovanni.
En marzo de 1791, Mozart ofreció uno de sus últimos conciertos públicos en Viena; tocó el Concierto para piano n.º 27 (KV 595). Su último hijo, Franz Xaver, nació el 26 de julio.
Pocos días antes se presentó en su casa un desconocido, vestido de gris, que rehusó identificarse, y encargó a Mozart la composición de un réquiem. Le dio un adelanto y quedaron en que regresaría en un mes. Pero el compositor fue llamado desde Praga para escribir la ópera La clemencia de Tito, para festejar la coronación de Leopoldo II.
Cuando subía con su esposa al carruaje que los llevaría a esa ciudad, el desconocido se presentó otra vez, preguntando por su encargo. Esto sobrecogió al compositor.
Más tarde se supo que aquél sombrío personaje era un enviado del conde Franz Walsseg, cuya esposa había fallecido. El viudo deseaba que Mozart compusiese la misa de réquiem para los funerales de su mujer, pero quería hacer creer a los demás que la obra era suya y por eso permanecía en el anonimato.
Mozart, obsesionado con la idea de la muerte desde la de su padre, debilitado por la fatiga y la enfermedad, muy sensible a lo sobrenatural por su vinculación con la masonería e impresionado por el aspecto del enviado, terminó por creer que éste era un mensajero del Destino y que el réquiem que iba a componer sería para su propio funeral.
La salud del genio comenzó a declinar y su concentración disminuía. La clemencia de Tito fue acogida con frialdad por el público. Al regresar a Viena, Mozart se puso a trabajar en el réquiem encargado y preparó, en compañía del empresario teatral y cantante Emanuel Schikaneder, los ensayos de la ópera La flauta mágica. Ésta se estrenó con enorme éxito el 30 de septiembre de 1791, con el propio Mozart como director.
Un músico rival, Antonio Salieri, se hallaba entre el público. Por entonces Mozart escribió el Concierto para clarinete (KV 622). En octubre de 1791 su salud empeoró; caminaba con su esposa por un parque cuando de pronto se sentó en una banca y muy agitado comentó a Constanze que alguien lo había envenenado. Al poco tiempo quedó postrado en su lecho.
Mozart sentía que ya no volvería a levantarse, pero quería terminar su propia mísa de difuntos y dictó a Süssmayer, su discípulo, las indicaciones para completar el Réquiem KV 626. Pero le faltó tiempo.
El 5 de diciembre de 1791, Mozart fallecía a los 35 años de edad, en Viena, ciudad que vio triunfar al niño y morir al hombre. Los médicos no se pusieron de acuerdo sobre la causa de su muerte. Por negligencia fue enterrado en una fosa sin lápida y jamás se le pudo ubicar.
Se propagó el rumor de que Mozart había muerto envenenado por Antonio Salieri, quien supuestamente odiaba su genio musical. Ésto sirvió de inspiración para la ópera Mozart y Salieri, de Rimski-Kórsakov, para la pequeña obra de teatro del mismo nombre del célebre escritor ruso Pushkin y para la obra teatral Amadeus, de Peter Shaffer (en la que se basa la película Amadeus de Milos Forman, protagonizada por Tom Hulce).
Se llegó incluso a afirmar que los restos de Mozart fueron perdidos para que no quedaran huellas del homicidio.
La obra de Mozart fue catalogada por Ludwig von Köchel en 1832. Comprende 626 opus. La producción sinfónica e instrumental consta de:
- 41 sinfonías, entre las que destacan la 35, Haffner (1782), la 36, Linz (1783), la 38, Praga (1786) y las tres últimas (la 39, en mi bemol, la 40, en sol menor y la 41, Júpiter) compuestas en 1788;
- conciertos (27 para piano, 5 para violín y varios para otros instrumentos);
- sonatas, que constituyen piezas clave de la música mozartiana;
- música de cámara (dúos, tríos, cuartetos y quintetos);
- 61 divertimentos,
- serenatas,
- marchas; y
- 22 óperas.
Con respecto a su producción operística, después de algunas obras «menores», llegaron sus grandes títulos a partir de 1781: Idomeneo en Creta (1781); El rapto del serrallo (1782), la primera gran ópera cómica alemana; Las bodas de Fígaro (1786), Don Giovanni (1787) y Cosí fan tutte ('Así hacen todas', 1790), escritas las tres en italiano con libretos de Lorenzo da Ponte; La flauta mágica (1791), en la que se reflejan los ritos e ideales masónicos, y La clemencia de Tito (1791).
Compuso también gran cantidad de obras corales (religiosas y profanas) entre las que destaca la Misa de réquiem que compuso poco antes de morir.
Silvana Lorena Stieben