Juan Francisco del Río y Rodríguez: una visión comentada de su vida
Enviado por Aquedo Paz Rodriguez
El trabajo "Juan Francisco Del Río y Rodríguez: Una visión comentada de su vida.", recoge una breve síntesis biográfica de esta relevante personalidad del sector de la salud en la ciudad de Remedios. Refiere algunos de sus datos personales, rasgos físicos y cualidades. Contiene las responsabilidades, ocupadas en el ejercicio de su carrera. Comenta sus aportes, cualidades y actuaciones más relevantes, como patriota y como profesional de la salud. Arriba a conclusiones sobre la base de la información obtenida.
Palabras clave: médico, profesional, Medicina, Remedios
Transcurrían los años correspondientes al siglo XIX y crecían las inquietudes libertarias en las clases terratenientes e intelectuales cubanos, que habían seguido de cerca los acontecimientos derivados de los movimientos independentistas del centro y sur de América y recogían las proyecciones de las revoluciones en Europa y Norte América donde habían surgido nuevas formas de gobierno y ansiaban para la Isla un mejor futuro como nación independiente.
Los intentos conspiradores se sucedían y generalizaban en todo el país, ganando particular fuerza en los departamentos centrales y orientales.
Entre los grupos que se formaron, los profesionales de la medicina desempeñaron una función relevante, manifestándose innumerables ejemplos de hombres y mujeres que desdeñando cómodas posiciones y riquezas marcharon a la manigua o vivieron la inquietante y peligrosa zozobra de la conspiración clandestina durante muchos años.
Entre ellos, cabe destacar las figuras del doctor Félix Figueredo, primer médico insurrecto al alzarse en armas 24 h después del Grito de la Demajagua; los Hermanos Antonio y Guillermo Lorda Ortegosa, villareños, médico y farmacéutico respectivamente, que marcharon al frente de las tropas de Las Villas hacia Camagüey para participar en la constituyente de Guáimaro, donde Antonio fue designado representante de ese territorio, mientras Guillermo regresaba a su tierra natal para el combate, y cayó con grados de General.
Los hermanos Antonio y Emilio Luaces Iraola, de rico abolengo camagüeyano estudiaron en Estados Unidos y allí combatieron en la guerra de Secesión contra la esclavitud, regresaron a Cuba en la expedición del Buque "Perrit" en 1869, y combatieron junto a los generales norteamericanos Jordán y Henry Reeves. Emilio logró participar en la guerra del 95 y muere durante la Pseudorrepública en 1910, de él diría Ramón Roa, "ya descansa el que a galope recorría un extenso territorio para vendar un herido o aliviar sin drogas un dolor"[1]
En la guerra de los Diez Años, estos ejemplos se multiplicaron con la participación de más de 300 hombres y mujeres de la medicina, de los cuales 38 obtuvieron altos grados militares. Tal vez estos elementos, unidos a la ebullición política que se vivía en el país y que se reflejaba también en la juventud universitaria, llevaron al gobierno colonial a crear la farsa de la profanación de la tumba del periodista Castañón y con ello juzgar a 45 estudiantes de Medicina en 1871.
Al iniciarse el 24 de febrero de 1895 a muchos de los hombres del 68, se unen nuevas y jóvenes figuras como los doctores Joaquín Castillo Duany, Juan Bruno Zayas y Alfonso, Emilio Núñez, Fermín Valdés Domínguez y otros que harían interminable esta relación.
Fue significativa la participación de la doctora Mercedes Sirvén y la enfermera Isabel Rubio que prestaron valiosos servicios a la causa independentista.[2]
Nuestras ciencias médicas sintieron sobre sí el primer zarpazo, al mantenerse por más de 15 los intentos de usurpar los descubrimientos de Finlay, y por ello los más conocedores de los movimientos y tendencias políticas del mundo mostraban su oposición a cualquier claudicación o dádiva al poderoso vecino a cambio de su ayuda.
Es ejemplificante la actitud asumida por el brillante patriota y científico cubano doctor Francisco Domínguez Roldán, coronel del Ejército Libertador, cuando al escuchar de boca de algunos expedicionarios que los Estados Unidos han ofrecido su mediación para acabar la guerra a través de la compra de la Isla responde airado "No nos estamos sacrificando para cambiar una esclavitud por otra: Esta vez el pueblo está con nosotros y Venceremos".[3]
Estos antecedentes que se han puesto de manifiesto en el decursar de la medicina nacional son comunes a las localidades por lo que sirven de guía para orientar la acción formativa ante las circunstancias específicas de la universalización en cada territorio, uno de ellos es La Villa de San Juan de los Remedios, donde entre las figuras de la medicina de esta jurisdicción que se comportaron como dignos ejemplos del ejercicio de esta ciencia, está el Licenciado en Medicina y Cirugía Juan Francisco Del Río y Rodríguez, del que se han podido recoger los datos biográficos que se ofrecen en este trabajo
Natural de Remedios, nació el 4 de mayo de 1817. Sus padres fueron Antonio del Río y Catalina Rodríguez. Su hermano Alejandro fue un activo conspirador y luchador por la independencia de Cuba. Su esposa Doña Emilia Bausá y Rojas era de buen linaje y de raíces nobles.
Sus estudios de la primera enseñanza los hizo en su natal Remedios, continuaría su formación académica en La Habana. Los estudios superiores los simultanea con el trabajo en la farmacia del Licenciado Pons. Obtiene el título de Licenciado en Medicina y Cirugía el 10 de noviembre de1846, comienza a ejercer la profesión en Remedios desde 1847, "donde por su competencia y gran actividad, logra una numerosa clientela"[4].
Este prestigio lo obtuvo sin lugar a dudas por la marcada devoción que inequívocamente mostró a su carrera. Solo alguien que entiende verdaderamente la inmensa satisfacción que se siente al ayudar al alma en pena y necesitada puede ofrendar lo mejor de sí y demostrar al paciente sus conocimientos, habilidades en su materia y, lo más importante, el don humano con que cuenta, que es lo que hace a un médico verdaderamente completo y que obviamente en este valeroso hombre relucía a flor de piel.
"Se desempeñó como vacunador, facultativo del hospital, médico del puerto de Caibarién, médico de la marina, Secretario de la Junta de Sanidad y
Regidor del Ayuntamiento de Remedios. Durante años fue Sub-delegado de Medicina en la jurisdicción, a este último renunció al iniciarse la Revolución de 1868".[5]
Solamente alguien idóneo está facultado para poder rotar por diferentes cargos de gran importancia, pero su preparación y su inmenso interés lo hicieron merecedor de estos puestos, que requería de alguien preparado, que fuese capaz de imponer el respeto requerido y a la vez fuera de alma dócil y receptiva a los flagelos ajenos, y esta combinación de rectitud con amor reinaban en este excelente profesional
"Combatió el curanderismo que tan arraigado está aún en el territorio"[6].
Esta expresión demuestra que este insigne patriota fue alguien de ideas avanzadas, quien era capaz de entender que el desarrollo y los descubrimientos en las diferentes esfera (sobre todo en la medicina) se imponen en la sociedad y que son evidentes en el propio decursar del hombre. Además demuestra el espíritu combativo que encerraba en su personalidad para luchar contra todo lo que fuere un impedimento en el progreso del pensamiento del hombre.
"Él y su hermano Alejandro realizaron el análisis químico de la aguas termales de los lagos de Mayajigua, en el que concluyeron que las mismas tienen una temperatura promedio de 28 grados (R) y contienen cloruro de sodio, sulfato, carbonato de sosa, etc. Este trabajo fue escrito y publicado en "El Fanal" de Puerto Príncipe en 1852"[7].
Estos descubrimientos realizados por él y su hermano, demuestran claramente que era un hombre de esos que tienen sed de aprender. Además se evidencia el sentido de pertenencia a dedicar su tiempo al estudio de las aguas de Mayajigua, territorio perteneciente en aquel entonces a los alrededores de su natal Remedios, pueblo que hizo totalmente suyo, sintiendo sus mayores alegrías y desdichas.
Su trabajo no se limitó solo a Remedios, abarcó además gran parte de la provincia de Camagüey, .En Morón le regalaron el bastón de marfil, como premio al trabajo que allí desarrolló durante una gran epidemia, aditamento que luego usara siempre. En la epidemia local de viruela del año 1861, prestó grandes servicios a la comunidad, no solo en la asistencia sino también mediante los consejos que él y su hermano Alejandro trasmitían en la prensa local.
"Se asoció a toda idea y obra hermosa que diera a la comunidad beneficio y prosperidad.[8]
¿Y cómo no ser así? Si todo cuanto dijo e hizo a lo largo de su vida fue pensando en el prójimo y en el bienestar ajeno. Quien mejor que Don Juan Francisco del Río para entender que es mejor vivir para dar incondicionalmente que para recibir sin la satisfacción de haberse entregado por completo en la obra que se recibe y que el mayor mérito o galardón que se pudiere obtener es la propia paz interna que se siente cuando se ha hecho una obra que traiga beneficio y prosperidad aunque sea a un solo ciudadano.
Cuando estalló la guerra gozaba de una sólida reputación. Como simpatizaba con la independencia, conspiró junto Alejandro, Joaquín y Andrés.
Cuando fueron a detenerlo pudo escapar y refugiarse en Méjico, en casa de su hermana Concepción, para no ser deportado como sus hermanos. En aquel país, mientras ejercía brillantemente su carrera, continuó colaborando con la lucha armada.
"Enterado de la paz sin independencia se indispuso de tal modo que enfermó y casi muere"[9]
De esta manera mostró sin lugar a dudas su calibre humano, su integridad como revolucionario y sobre todo mostró su amor a su patria, a su Cuba, a la cual le había entregado su vida, sin condiciones, sin requisitos y sin ningún interés personal, salvo aquel que debiera tener todo cubano de toda época: El interés de ver su patria totalmente libre, y de ver a sus ciudadanos libres para pensar y actuar. En hombres como él, reviven frases como las pronunciadas por Martí en el poema Abdala, cuando dijo: El amor, madre, a la patria no es el amor ridículo a la tierra, Ni a la hierba que pisan nuestras plantas Es el odio invencible a quien la oprime, Es el rencor eterno a quien la ataca.
Siempre remiso a retornar a la patria esclava permaneció en Méjico, aún con la grave pérdida de sus no pocos intereses aquí. Ya en 1895, aunque viejo y enfermo siguió contribuyendo a la lucha independentista.
Consta que era una persona agradable: alto, delgado, sobrio, ordenado, esmeradamente aseado, "con un buen sentido del humor y un apasionado de las historias sobre Remedios"[10]
Lo que demuestra que este valeroso hombre y gran revolucionario era a la vez alguien sencillo, con una cotidianidad común a los demás hombres, alegre y de vida normal. Que amaba intensamente su historia. La fórmula para ser un hombre que sea capaz de traspasar los siglos no es más que la de Juan Francisco del Río, alguien con cualidades comunes a todos los hombres y a la vez con el deseo de aportar a todos lo mejor de sí.
Aún cuando muchos habían echado a un lado la levita y el sombrero él los siguió usando. Conocía al dedillo la obra "El Quijote" de Cervantes.
Dejó de existir en 1906 en esta ciudad, a los 89 años.
-Juan Francisco Del Río y Rodríguez nació el 4 de Mayo de 1817. Se dedicó al estudio de la medicina, y con gran empeño alcanzó el título de Licenciado en Medicina y Cirugía, profesión a la que dedicó la mayor parte de su vida destacándose como excelente Médico, calificativo que le permitió rotar por diversos cargos. Además, se destacó por su patriotismo y por defender la Cuba que tan suya consideraba.
-Fue un hombre de ideas avanzadas, capaz de entregarse por completo a sus nobles ideales, y a la causa justa que defendía. Analizó las aguas termales de los lagos de Mayajigua, ocupó importantes cargos como médico y simpatizó con la independencia. Por estos y otros méritos y cualidades como profesional y como cubano es, sin lugar a dudas un hombre digno de reconocimiento; un remediano ilustre.
Autor:
MSc. Alberto Jesús Rodríguez Guerra.
Máster en Estudios Sociales. Profesor Asistente Principal de Historia de Cuba. Filial Universitaria de Ciencias Médicas Remedios, Villa clara. Cuba.
MSc. Modesto Andrés Moya López-Castro.
Máster en Ciencias de la Educación. Profesor Instructor. Filial Universitaria de Ciencias Médicas Remedios, Villa clara. Cuba.
MSc. Marlene Rivera Méndez.
Máster en Ciencias de la Educación Superior. Profesora Asistente. Filial Universitaria de Ciencias Médicas Remedios, Villa clara. Cuba.
Referencias
Castro Ruz F. Discurso inauguraci?n I.C.M Gir?n. Peri?dico Revoluci?n 1962;pp19-10
[2] Ortiz Estrada, Tte. Cor. Juan Francisco. Fundamentos ?ticos y Patri?ticos de la Medicina Cubana. Revista Cubana de Medicina Militar. Vol. 28, N0 1. Junio, 2003.p77
[3] Dom?nguez Rold?n, M. L. Panch?n Dom?nguez Rold?n. Editorial Luz-Hilo, 1957. p57.
[4] Mart?nez-Fort?n y Foyo, Jos? A. Anales y Efem?rides de San Juan de los Remedios y su Jurisdicci?n. La Habana, Impr. P?rez, Sierra, 1930.p 41
[5] Idem, p42
[6] Idem, p42
[7] Mart?nez Neira, Xiomara y Madelaidys D?az Hern?ndez: Los Profesionales de las Ciencias Medicas villaclare?as en la Guerra de los Diez A?os. Art?culo In?dito. ISCM-VC, 2011.p 3
[8] Escalante Col?s, Amels y otros. Diccionario Enciclop?dico de Historia Militar de Cuba, primera parte (1510 ? 1898), Tomo I, Biograf?as. Ediciones Verde Olivo. La Habana. 2004.p201
[9] Abreu Ugarte. Tte. Cor. Jorge Eduardo. Experiencias aportadas por los m?dicos militares cubanos en las guerras por la independencia del siglo XIX. Instituto Superior de Medicina Militar ?Dr. Luis D?az Soto?. La Habana, 2008. t. II p6
[10] Rodr?guez Guerra, Alberto Jes?s. Biograf?as de personalidades de la medicina en Remedios. Materiales de apoyo a la tesis de maestr?a. Esc. Prov. PCC, V.C., 2009