Capital intelectual en las universidades del mundo (página 2)
Enviado por Lic. Eduardo Ruso, Lic. Frida Ruso
En términos estratégicos, las consecuencias de una financiación insuficiente y de la dependencia de los fondos públicos no se limitan sólo al relativo empobrecimiento del sector de la enseñanza superior, sino que se traducen en otras carencias, más o menos pronunciadas según el país de que se trate: bajos niveles de matriculación, imposibilidad de responder satisfactoriamente a la demanda, incapacidad de preparar a los estudiantes para el mercado de trabajo europeo, escasez de puestos de trabajo para el personal docente
En las universidades, la gestión del proceso de investigación, desarrollo y transferencia (I+D) del conocimiento científico-técnico, es una de las actividades fundamentales. No obstante, este proceso, por sus características específicas, no puede ser analizado de forma efectiva mediante los instrumentos convencionales de diagnóstico empresarial. Por ello, se estima que se requiere una metodología basada en el conocimiento y en el capital intelectual.
En la última década, el interés, tanto académico como directivo, en el capital intelectual, se ha desarrollado progresivamente, de forma paralela a la toma de conciencia de que el conocimiento como factor de producción toma una clara precedencia sobre los activos físicos, y en consecuencia el capital intelectual llega a ser una parte progresivamente creciente de los activos intangibles de la organización.
El análisis del capital intelectual no puede realizarse sin tener en cuenta también la creciente corriente de literatura, tanto académica como directiva, sobre la gestión del conocimiento[2]. Como subraya Seetharaman[3], no hay todavía una definición globalmente aceptada de "capital intelectual". No obstante, en este trabajo se asume que, el capital intelectual es el conjunto de conocimientos que crea, o puede crear en el futuro, valor para una organización, considerándolo una ventaja competitiva en el mercado en que se desenvuelve.
En muchas organizaciones, el capital de I+D, es decir, el capital generado por el proceso de investigación y desarrollo, es una parte importante de su capital intelectual. Algunos autores han explorado la importancia del capital de I+D y su relevancia para la creación de valor en la organización[4], encontrando en general una relación claramente positiva entre ambos elementos. Sin embargo no son sólo estos elementos los que integran el capital intelectual en una organización, criterio que comparten los autores anteriormente mencionados, sino que los clasifican en capital estructural, relacional y humano, que también agregan valor a la empresa, en ocasiones con mayor certeza que un activo circulante o fijo.
Algunas políticas y programas de dirección pueden actuar como impulsores para el desarrollo de los intangibles o del capital intelectual, e incluso intentan cuantificar esta relación[5].
Aunque esta línea de investigación parece muy eficiente, lo cierto es que las prácticas de dirección no actúan directamente como impulsores de capital intelectual, sino que estimulan y promueven algunos tipos de conocimiento claves, que son los impulsores genuinos de capital intelectual. Por consiguiente, una tarea básica de la gestión del de conocimiento en una organización es encontrar tipos de conocimiento claves que actúan como impulsores del capital intelectual en una organización, para posteriormente descubrir las prácticas de dirección que los promueven.
También -y especialmente- en una universidad, el capital intelectual es una parte importante de su dotación de intangibles. El "capital intelectual" de una universidad puede ser definido como el banco de conocimientos poseídos por esa universidad que crea valor para el conjunto de la sociedad, en especial la sociedad de su entorno inmediato.
Los Sistemas Nacionales de Investigación, Desarrollo e Innovación han ido desempeñando un papel cada vez más importante en la articulación de las políticas económicas nacionales y alrededor del mundo. Dentro de dichos sistemas, y refiriéndonos, por ejemplo, al caso español, resulta evidente que las Universidades y Organismos Públicos de Investigación contribuyen de forma decisiva a la producción científica y, cada vez más, de manera cuantiosa, directa y variada.
En este sentido, para maximizar la aportación de la comunidad científica en el incremento de la base de conocimiento de la sociedad, es necesario orientar los procedimientos de Universidades y Organizaciones Públicas de Investigación (OPI) hacia la adopción de programas de medición y gestión del Capital Intelectual[6]. Así, cabe afirmar que, si las organizaciones implicadas desarrollan políticas y formulan estrategias para potenciar el Capital Intelectual, éstas estarán creando valor tanto para ellas como para todo el sistema y para la sociedad, en su conjunto, y eso les permitirá caminar en la senda de la construcción de la sociedad del conocimiento[7].
La gerencia basada en el conocimiento debe fundamentarse, a partir de un modelo de análisis, en un sistema integrado capaz de administrar los flujos de información generados en los centros de investigación y que permita la observación de la existencia de redes de conocimiento, así como a su creación, con el fin de que faciliten la interacción de tales centros y los demás agentes involucrados en el proceso de investigación para aumentar los retornos a la sociedad y a su sistema de conocimiento.
La Comisión Europea, a partir del compromiso de Lisboa, elabora y publica una serie de indicadores sobre la actividad de los agentes integrantes del Sistema Europeo de Innovación. Las Universidades europeas han registrado una verdadera revolución en los últimos veinte años; en especial, debe subrayarse la reducción de la brecha entre los Centros de creación científica radicados en las Universidades y el sector productivo. De algún modo, la Universidad en Europa se ha ido alejando progresivamente del «modelo de la torre de marfil» a medida que ha ido ajustando su actividad educativa e investigadora a las necesidades económicas y sociales.
Tanto el desarrollo de la sociedad industrial hacia la sociedad del conocimiento como los cambios en las políticas públicas (destacando el escaso crecimiento registrado por la inversión pública en I+D) y en el propio papel del Estado hicieron entrar en crisis el modelo universitario tradicional. En particular, las relaciones universidad-empresa se hacen más intensas a medida que la exigencia por parte de la industria de nuevos conocimientos crece.
Todos estos factores de cambio se reflejaron durante la década de 1990 en que la financiación pública de las Universidades comenzó a basarse de manera creciente en criterios de productividad y competitividad científica. De este modo, se inicia el desarrollo de unas políticas públicas que buscan una mayor responsabilización de las Universidades con respecto a los retornos que ofrecen a la sociedad.
La organización objeto de estudio es la Universidad de La Habana, Alma Mater de la Educación Superior Cubana. La Universidad, es un sistema de unidades presupuestadas, subordinadas al Ministerio de Educación Superior (MES) y atendidas todas y guiadas metodológicamente por la unidad presupuestada Universidad de La Habana. En este sentido son el Ministerio de Educación Superior y el Ministerio de Economía y Planificación (MEP), los organismos superiores que regulan el proceso de presupuestación en divisas que realiza la Universidad de La Habana.
La Universidad de la Habana (UH), fue fundada el 5 de enero de 1728, y es desde entonces un baluarte indiscutible para el país como centro de desarrollo del pensamiento científico, político y social. Por su excelencia académica mantenida a lo largo de los años, se distingue de otras universidades del país y del resto del mundo.
La Universidad de La Habana, tiene en lo fundamental como objeto social establecido en Resolución 14/ 2008 del Ministerio de Economía y Planificación, llevar a cabo la formación integral de estudiantes universitarios en las ramas de las Ciencia Sociales, Económicas, Humanísticas, Naturales y Exactas y garantizar la educación continua y el postgrado académico. Desarrollar la investigación científica como elemento consubstancial de la Educación Superior, a lo anterior se añade el rol activo que cumple en la actualidad en los programas que se desarrollan en todo el país, como parte de la Batalla de Ideas.
Tiene como misión: "Contribuir al desarrollo de la sociedad socialista, siendo un espacio de compromiso y participación en la generación, materialización y fortalecimiento de los programas de la Revolución. Ser fuente de creación de conocimientos y de formación de valores que garanticen la continuidad histórica de la Revolución Cubana y el enriquecimiento cultural de la nación. Formar integralmente y de manera continua profesionales con capacidad de liderazgo científico y político."
Los valores que distinguen a dicha institución son los siguientes:
1. Compromiso con la Patria, la Revolución y el carácter irrevocable del socialismo.
2. Consagración.
3. Excelencia.
4. Sentido de pertenencia
5. Integridad.
6. Visión de futuro.
7. Democracia participativa.
8. Cultura humanística y científico-tecnológica.
Los mencionados elementos demuestran la importancia que tiene el ser humano como principal activo o recurso que posee la Universidad y por tal razón su misión, valores, objeto social y visión siempre están vistos desde el punto de vista del desarrollo del capital humano, intelectual en general y revolucionario.
La autora considera que el estudio de este tema debe ser concretado lo antes posible, pues una correcta definición de los elementos intangibles del capital intelectual de la Universidad de la Habana, sería unos de los pilares básicos para la redefinición de la estrategia de la entidad rectora de los estudios universitarios cubanos.
Bibliografía
1. Capital intelectual y generación de valor. Dr. José Germán Altuve Godoy
- Importancia estratégica de la medición del capital intelectual en las organizaciones Dra. Patricia Ordóñez de Pablos
- La Gestión del Conocimiento. Lic.Alonso Pérez Soltero. Universidad de Sonora. México
- www.wikipedia.com
Autor:
Lic. Frida Ruso Armada
Fac. Contabilidad y Finanzas
[1] (Amit & Shoemaker, 1993; Grant, 1991 y 1996; Kogut & Zander, 1992).
[2] (Nonaka y Takeuchi, 1995; Davenport y Prusak, 1997; Bontis, 1999; Morey et al., 2000; von Krog et al., 2000; Choo y Bontis, 2002; Bueno y Salmador, 2003).
[3] Quien essssssssssssssss Seetharaman (2002, pp. 129-130)
[4] (Ben-Zion, 1978, 1984; Griliches, 1981; Hirschey, 1982; Cockburn y Griliches, 1988; Bublitz y Ettredge, 1989; Megna y Mueller, 1991; Hall, 1993; Green et al., 1996; Lev y Sougianis, 1996; 1999; Hall y Kim, 1997; Bosworth y Mahdian, 1999; Deng et al., 1999; Zarowin, 1999; Bosworth et al., 2000; Hall et al., 2000; Chan et al., 2001; Deeeds, 2001; Hirschey et al., 2001; SubbaNarasimha, 2001; Arvidsson, 2002; Cuello del Oro y Walker, 2002; Ding et al., 2002; McEvily y Chakravarty, 2002; Hand, 2003; Ballester et al., 2003; SubbaNarasimha et al., 2003),
[5] (Lev, 2001; Hurwitz et al., 2002)
[6] (Bueno, 1998 y 2002)
[7] (Bueno, 2001a).
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