- 1.
- 2. La creación de la sociedad como acto formal humano
- 3. La búsqueda rawlsiana de las fuentes de la justicia
- 4. Actualidad del pensamiento griego
- 5. Enfoque de la justicia como valoración humana
- 6. La apertura hacia la valoración como acción
1) Visiones sobre el origen de la sociedad
En el campo de la física, un sistema es un agregado de objetos o entidades materiales entre cuyas partes existe una vinculación o interacción de tipo causal. Ese sistema debe tener a) una ubicación en el espacio-tiempo; b) un estado físico sujeto a una evolución temporal y c) una magnitud física llamada energía.
De manera análoga, en el campo de las relaciones sociales para que pueda hablarse de un sistema sería necesario que el mismo reuniese los mismos elementos si bien las formas bajo las cuales este sistema se vincularía a ellos tendrían variantes con respecto a las que posee el primero.
Empezando por las similitudes, es indudable que la existencia de una magnitud energética se encuentra presente en todo grupo o comunidad humana. La misma se puede caracterizar mediante la determinación de la forma en que ella desarrolla sus posibilidades individuales e intersubjetivas manipulando sus acervos energéticos, la forma en que controla sus reservas y que prodiga sus fortalezas. Será a través de la evolución de su cotidiano convivio que se plasmarán las condiciones del hábitat social, generándose sus peculiares modos de comunicación, de vinculaciones fraternas, conflictivas, sexuales o familiares que tiendan a la conservación o disolución del sistema. En su organización si bien la energía suele concentrarse en ciertos grupos, individuos o instituciones, dicha concentración – además de las fuentes externas que pueda llegar a compartir con cualquier sistema físico – proviene esencialmente de atribuciones que los mismos componentes del sistema les otorgan, conformando mediante significaciones movilizadoras los sentidos energéticos internos de la unidad social. Esto sí le da al sistema social una diferencia respecto al físico y es que el tránsito interno en aquél está ya direccionado aún cuando lo sea parcialmente – mediante influjos significativos propios de la racionalidad humana, cosa que no existe en el fenómeno físico.
Con relación a la evolución temporal, también puede hallarse una similitud en cuanto a que ambos sistemas se encuentran inmersos en ella y supeditados a las consecuencias que el paso del tiempo les irrogue, determinando su fin.
Pero quizá sea en la determinación del espacio y tiempo de un sistema social donde el conocimiento humano tenga mayores dificultades para ubicarse y precisar su ubicación, tal como lo podría hacer en un sistema físico.
En este caso, se requiere dar las coordenadas espacio temporales en las cuales un ordenamiento grupal se inicia y esto no es cosa menor, pues como ya lo precisara antes al citar los componentes de un sistema social, es necesario contar con la confluencia de influjos significativos racionales que se traducen en fuerzas en obra, participantes en la conformación del constructo social básico, matriz de subsiguientes constructos. A esos fines el intelecto ha elaborado distintas versiones que pueblan la biología, la sociología, la filosofía política, la historia, la ética aplicada, la psicología social y cognitiva, el derecho y hasta la cibernética.
En el presente trabajo solamente trataré de apenas esbozar el pensamiento político filosófico que alude a esta opaca cuestión, vinculándola con la justicia vista como constructo público.
Las teorías especulativas que han predominado sobre el origen de la sociedad son tres: 1) la que remarca el carácter asocial del hombre y la conformación por actos voluntarios y racionales de la sociedad como un medio para superar la anarquía y el consecuente miedo a los semejantes y a ataques a la integridad y libertad del individuo haciendo cesar el estado de guerra de todos contra todos. Tal es la doctrina que originalmente sostiene Thomas Hobbes en su obra "Leviathan" y con ciertas diferencias, Juan Jacobo Rousseau. Ambos aluden a la existencia de un pacto o contrato social que da lugar al nacimiento de la sociedad; 2) existe otra teoría según la cual la sociedad es un fruto de la evolución natural y se la ve como otro organismo. Es muy antigua y data de la cultura griega y latina, en especial de Lucrecio. La desarrolló posteriormente Herbert Spencer quien indicaba que la sociedad era un superorganismo en el que operan las fuerzas ciegas de la evolución tal como toda materia orgánica e inorgánica, la que va cumpliendo un proceso que va de formas simples a organizaciones más complejas. Por ejemplo, sociobiólogos como E.O.Wilson entienden que las estructuras sociales jurídicas y económicas podrían tener un origen biológico y proceder por evolución de las que tienen las sociedades de primates, de quienes descenderíamos; 3) la otra doctrina es la teoría naturalista que afirma que la sociedad es una derivación y exigencia de la naturaleza humana. El hombre tiene una vocación social y no puede realizarse sin ella. Por ello la vida humana y el fenómeno social serían coextensivos, por lo que no tendría sentido plantearse el problema del origen histórico de la sociedad. Esta es la visión que tiene la doctrina social de la Iglesia católica y según lo expresado por el papa Pio XII "el hombre completo es, al mismo tiempo "el origen y fin de la vida social" (1). .No me extenderé en tratar cada una de estas doctrinas. Iré directamente a la consideración de los hallazgos y dificultades que presenta la primera de las nombradas y que se vincula con la posibilidad de existencia de un pacto social creacional, analizando en forma especial, lo que atañe a una original concepción de la justicia que aparece en la nueva versión de esta teoría desarrollada por John Rawls en su célebre "Teoría de la Justicia" y en sus obras posteriores.
2) La creación de la sociedad como acto formal humano
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