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San Diego. Magia de un moribundo (página 2)


Partes: 1, 2

  1. Son tantos años, son tantos recuerdos de sueños perdidos, que al camino recuerdas convertidos en antiguos ridicularios de esperanzas de muchachos, siempre fuimos unidos, guerreros desterrados, mercenarios de aventuras y madrugadas fiesteras, éramos varios, nos unían las ganas de ser felices en medio de un hoyo en la ciudad; éramos felices, todo nos iba mal, buscábamos monedas en el parque principal para algo comer, no por necesidad, sino por tener algo que contar a los demás, por ser independientes en nuestra locura, por ser adultos en nuestra adolescencia, esa así, éramos así, don juanes en asociación, furtivos amantes relatores de acción, compinches de aventuras, furiosos vengadores de la amistad que nos unía, aquel que pretendía meterse con uno, se metía con todos, si, así éramos, mosqueteros analfabetas pues no sabíamos contar, ya que ellos eran tres, y nosotros mas de diez, ellos eran uno para todos y lo demás no lo supimos hasta mucho después por que nunca leímos a Dumas; así transcurría nuestra apacible vida, entre anécdotas, y fantasías, cuentos y bromas, licor prematuro, con la promesa de mejorar la calidad conforme mejoraran nuestros bolsillos, hasta que se nos ocurrió crecer, buscar nuevos horizontes, poco a poco, fuimos despertando al mundo exterior, escapamos del santo planeta, descubrimos el amor, el trabajo, la responsabilidad, las aventuras, y cuando nos dimos cuenta, los muchachos que dejamos atrás, habían desaparecido.

    El santo mundo y sus cosas diarias extrañaban la alegría de ese grupo de indigentes aventureros, aun hoy hablan de aquellas aventuras, de quienes eran, y que son hoy. Se dijo una vez que "esos chicos marcharon con su alegría a divertir a las estrellas en el cielo o a joder al diablo en el infierno, pero a joder a algún lado se fueron", la verdad, es que cada cierto tiempo, cuando en ese extraño mundo la monotonía cree avasallar las tristes calles de polvo riachuelo, vuelven de todas partes, sitios muy lejanos, renacen alegres y vivarachos los muchachos, a llenar de luz las calles de San Diego, a contarle a su gente las historias con las que crecieron los que continuaron a ellos, a recordar viejas desmueladas, caminatas trágicas de madrugada, noches bohemias interminables en pintura acabadas, lecciones de estrategia militar cuando en grupo se combate, -eso incluye, ganchos al mentón, un empujón oportuno y un certero y mortal golpe de "chiky" sabor a mertiolate-. Esos muchachos nunca se fueron, aparecen y desaparecen con el caminar de la noche, aman, ríen como nunca dejaron de hacerlo, solo que esta vez, sus sueños se hacen realidad.

    Alvaro Neyra Castro.

    Mar y aire

    Entre los días que transcurrió mi historia en el velo de las polvorientas calles de mis recuerdos, encuentro una pagina imborrable en mis amores, un tierno y pequeño despertar a la ternura conflictiva en la vitalidad de la juventud, ella, indecisa sobre la naturaleza de mis palabras, acepto acompañarme en un trecho de mi vida, compartir conmigo el beso mas extraño de todos, un beso que hizo estremecer al mundo, calmando así mis penas con su tierna mirada llena de dudas y sospechas hacia mi, quien me conoce recuerda que indigno de confianza amatoria fui, que en los vaivenes de mi existir un claro común denominador fue mi acertijo… "vivir", pues ella me conoció muy bien, que en inocente apariencia escondido aventurero parte integrante de los risueños dueños de las risas que a su puerta cada noche asomaban, frente a su puerta reunidos estaban el dolor, la alegría y el amor juvenil, otra ves, a cada noche en la cuadra, por amor y amistad moriré.

    Paso el tiempo cruel relator de este libro, quien indiferente al paso del agua por esa calle dejo llevarse con ella, las reuniones, las risas y su querer. Como se sabe el rio desemboca en el mar, pero estas aguas fueron algo especial, pues cargaban con mis sueños, y con mi inocencia en aquel entonces, aun existente. Con un tierno beso, decidimos querernos sin decirlo, decirles a todos y darles a entender a todos que aun cuando el tiempo pase siempre sabríamos que juntos alguna vez hicimos estremecer al mundo.

    Alvaro Neyra Castro.

  2. Monedas en el parque

    Cuando joven, uno aprende a distinguir los sentimientos, unos mas rápido que otros, otros mas lento, y otros como yo, aun estamos aprendiendo, cuando joven, vi nacer de las flores azules una bella imagen, imagen que aun recorre mi mente en las noches de mas impaciente melancolía y nostalgia agresiva, por ella, quien mi amistad obtuvo desde que la vi y mi querer abrigo silenciosamente por varias primaveras, hasta que un día, me dejó ir, sin decirme vete, se fue, lo supe después, en un ave enorme debió partir, partiendo mi corazón que con la verdad en los labios se quedo, partiendo mis ilusiones mas perdidas y pisoteadas pues aun que se quedara, no seria mía jamás.

    Así pasaron los años con su desaparición, no dejo nada, sus ojos almendrados, su cabellos ensortijados, su sonrisa escandalosa, las manos sudorosas, los tobillos torcidos, las mejillas sonrojadas, sus labios, en fin, no quedo nada, lo único que no se llevo fue mi corazón, deje en su honra frente a la que fue su puerta una pequeña flor del parque por el que nos amamos sin saberlo, tantos años, por el que en silencio le grite mi amor, por el que en silencio vi años después morir esas flores tan bellas, azules como el mar frente al cual escribo hoy, recordándola con tierno querer, esperando cada ves su visita, como si nunca hubiera partido, a pesar de los cambios que vinieron con el nuevo amanecer, sus experiencias dolorosas, las mías no mas tiernas, sus problemas, los recuerdos, el mar, las estrellas, la distancia… Ella partió y aunque siempre amenace volver, la niña de los ojos almendrados, jamás regreso por su flor azul, se fue con el ave de metal para no volver.

    Alvaro Neyra Castro.

  3. Napoleón

    Siempre detrás de un gran hombre hay una gran mujer, pero que sucede cuando ni eres un gran hombre, ni tienes mujer, tal vez te vuelvas loco, o simplemente busques una, en mi caso excepcional, siempre tuve a mi lado la sonrisa de una eterna amistad, una amistad tan duradera que aun hoy que la he perdido siempre recuerdo darme un tiempo entre cigarrillos y oficina, para buscarla, no se mudó, no se casó, no peleamos ella y yo, simplemente… la besé. Eso la espanto, pero correspondido fue, jamás lo mencione, jamás se lo comente a nadie, lo deje en el mas profundo secreto mío, intente amarla, como a nadie ame, no lo logre pues no entendí que la amaba de por si, que siempre la ame, ella no me creyó y huyo de mi, no la culpo, fue su sabia decisión, en mi camino de perdición, no la hubiera dejado vivir; así marche prometiéndole volver parta no mas hacerlo, con las estrellas me espero hasta que su corazón no pudo resistir, la soledad de lo que nunca fuimos, y el recuerdo de un beso eterno, un beso que quedo grabado en mi pecho como el suave recuerdo de una amistad perdida en el tiempo. Aun hoy, en las noches, cuando la luna veo, pienso en ese tierno beso, en ella, y en cuan lejos fui de su recuerdo. Aun hoy, solo deseo, verla feliz y que la hagan sonreír como sonrió conmigo.

  4. Mejillas
  5. Domingo de mercado

Domingo, vengo de lejos, vengo por el mismo camino, llego al destino, donde murmullos exaltados se convierten en gritos, ofertan variedad de objetos, finos, no finos, y disque finos, precios, caras y movimiento, niños, adultos y viejos, acuden prestos a visitar el punto de encuentro de la sociedad lugareña, las señoras con los críos de la mano, discuten los temas sociales del momento, mientras negocian eficazmente los implementos esenciales para un buen almuerzo, los novios como labor de exculpación ayudan con la labor de compras y abastecimiento a la novia del momento, ella goza del sufrimiento que por la juerga del sábado paga caro en joven jumento, él argullo un plan de escape pues tiene partido en la tarde, carga la cruz del amado alarde, que ella luce cual cadena jalada para que el perro no ladre, siguen los jovenzuelos solteros, amigotes y parranderos, quienes a la cacería salen a cumplir con los deberes mañaneros por maternal encargo, mas fuerte que el noviazgo, no tiene por que ser penosa la misión, acuden prestos a llamar a quienes han de conformar el equipo de ensueño, graciosa vista, las bellas chicas del lugar, no puedo culpar a los rapazuelos, jóvenes, adultos y uno que otro antiguo "niño", que no pueden ocultar su buen gusto al mirar, la obra maestra que la juventud en aquellas niñas supo estampar, ellas de ropa muy corta como si la escases fuera tan honda que hubiera que hasta las ropas recortar, lucen su bello andar, -que extraño es, pero se aprecia menos cuando vienen que cuando se van, así transcurre la mañana y el medio día, entre locura de apuro por hambre y tranquilidad de pueblo pequeño, así transcurre todo hasta la tarde, cuando en sus casas se comparten lo conocimientos nuevos, de disfruta en el calor de los hogares el alimento de mercado modelo, los jóvenes novios cumplieron con su castigo, las novias complacidas por el abnegado proyecto de marido, los amigotes conformes con el desempeño en el partido, las madres aun admiradas por las ultimas noticias que han obtenido, los señores lucieron su auto limpio y abrazaron viejos amigos; así transcurre la tarde, dejando paso a la noche, los olores de parrillas, las bulla ya perdida, poca gente en las calles, los niños duermen disfrutando cada minuto de sueño, los jóvenes sueñan con el futuro perfecto, los amigos esperan para siempre serlo, los esposos duermen uno al lado del otro con el triunfo de un día perfecto, todos ellos duermen, después de un domingo de mercado, en el pequeño San Diego.

Alvaro Neyra Castro.

 

 

 

Autor:

H. Álvaro Neyra Castro

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