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La Opción de Hobson en el tratamiento de la gordura

Enviado por Felix Larocca


  1. Introducción
  2. Análisis del problema
  3. Una propedéutica para el tratamiento de la gordura para quienes desean erradicarla
  4. Referencias

Introducción

La obesidad puede definirse como el triunfo de un instinto sobre el poder de la razón. Esta admisión trágica nos traslada al motivo que inspirara el epígrafe de esta ponencia, dedicada a un tema tan descuidado como importante: la pandemia de la obesidad en el siglo XXI.

Pero, ¿quién es este Hobson a quien en el título nos referimos? De acuerdo con la leyenda, la llamada Opción de Hobson tuvo su origen en la celebridad de un tal Thomas Hobson (hacia el 1544-1631), en Cambridge, Inglaterra, que mantuvo una cuadra de caballos muy gestionada y quien requirió a cada cliente tomar el animal más cercano a la puerta del establo o ninguno. Así lo hacía para que ambos, el animal y el jinete, tuvieran que aceptar los caprichos del azar. En otras palabras, era una opción sin alternativas — una opción sin opciones — la cosa ofrecida o nada. Esta fue la misma famosa disyuntiva que ofreciera Henry Ford cuando proporcionaba su modelo T con la posibilidad de elegir "cualquier color", mientras que éste fuera negro.

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Ford T

Para los gordos, tampoco hay opciones.

En el entendimiento y en el tratamiento de la corpulencia hay tantos factores en connivencia que obligan a sus víctimas desventuradas a aceptar como solución lo que los "expertos" les brindan, que, a menudo, es cero — en eso consiste, para quienes ansían ser esbeltos, la opción de Hobson o una opción sin opciones.

Análisis del problema

Nuestro propósito, al escribir este artículo, es conducir una exégesis breve de esta condición y proponer recomendaciones hacia su tratamiento, usando un modelo científico, sensible, humanista y honesto — algo que, pocos ofrecen.

Comenzaremos formulando la pregunta más obvia: ¿Por qué es la gordura un tema de importancia tan vital para nosotros? Veamos:

  • Las estadísticas son deprimentes. En los Estados Unidos 1,100 millones de adultos son gordos y cada día se añaden más a sus números. Simultáneamente, la cantidad de niños obesos, antes una rareza, sigue aumentando en proporciones alarmantes. Pero, no es solo en Norteamérica, en otros países la situación es idéntica y el problema sigue avanzando inexorablemente.

  • Como entidad diagnóstica, la gordura se perpetúa como la más incomprendida y la más explotada de todas las dolencias humanas. Solamente los americanos gastaron, en vano, 33 mil millones de dólares en el año 2004 para combatirla. La lucha para erradicarla está siendo perdida. En ese y, ahora, en este país, muchos, en desesperación, arriesgan la vida en el quirófano para intentar su remedio, mientras que la gente, a veces, sigue engordando después de la cirugía. Es una situación tan aciaga como deprimente, ya que a nadie le conviene ser gordo, porque la gordura, en su esencia, y para nuestra especie, es condición innatural.

  • La gordura está creciendo en su posición como problema único de salud mundial. El cigarrillo todavía se considera la causa principal de muerte entre los americanos, la segunda siendo la obesidad — esta última se espera que supere al tabaquismo a finales de esta década.

Como problema su importancia está bien establecida, y como tal su solución permanece elusiva, ya que resta en manos de programas universalmente promovidos por personas que desconocen las complejidades de su entendimiento o el camino hacia su cura. Porque es un axioma que nadie posee la solución mágica (o bala de plata) para eliminar o contener esta pandemia.

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Globesidad

Unamos la indiferencia calculada de los gobiernos de casi todas las naciones hacia este conflicto, al hecho de que aún sus portavoces más ilustres en el campo de la ciencia no ofrecen soluciones para combatirla, para comprender por qué la situación sigue alcanzando proporciones funestas.

No estamos hablando de que la gordura afecta a muy pocos — porque ha cesado de ser considerada gravamen exclusivo del pobre e ineducado, para convertirse en el infierno que hoy todos compartimos.

Psicológicamente, el gordo sufre tanto como el que más, aunque, a veces lo niegue. Sufre más porque, como parte de su cura, los métodos de que hoy disponemos lo condenan al hambre, y el hambre, estudios escrupulosos nos demuestran, es un déspota enormemente cruel. Tan insufrible y penoso, que pocos poseen los medios o la voluntad para tolerarlo, aunque tolerarlo no cura.

El hambre por sí misma es inadaptable porque, como especie, estamos programados para evitarla en todas sus formas. Y todas las curas que se proponen para los gordos, desde las dietas hasta la cirugía, están basadas en sufrirla.

Contrario a lo que algunos "expertos" nos pretenden meter en la cabeza, el hambre no es psicológica — no lo es, aunque sus efectos se reflejen en consecuencias tanto físicas como mentales.

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Muñeca por Fernando Botero

Muchos experimentos, por la gran mayoría de los que tratan la gordura ignorados, nos indican que todos los métodos de que hoy disponemos son inefectivos para el tratamiento de esta aflicción.

Pero, preguntémonos: ¿es la gordura una enfermedad? Si, por enfermedad se entiende una condición con causas reconocibles establecidas, con un curso clínico definido y con pruebas de laboratorio que confirmen su existencia — entonces, la gordura no es una enfermedad en el sentido estricto de la palabra.

La gordura, preferimos definirla, como siendo un conjunto de respuestas psicosomáticas a la acumulación excesiva de adiposidad en el cuerpo, resultado de factores multifacéticos, que es refractaria al tratamiento, que conduce a la cronicidad y que causa muchas complicaciones asociadas, que a veces ponen en peligro las vidas de quienes la sufren.

La gordura no es simplemente el desequilibrio entre la ingesta y el ejercicio. No, la evidencia es clara que esa explicación es una posición ajada por su abuso y aceptación. La gordura es una respuesta individual a muchos factores de complejidad todavía nebulosa.

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La "sagrada familia"

En una tesis minuciosa y en otras ponencias, he descrito en detalle y he identificado las muchas guisas con que se disfraza este acertijo. Como muy pocos han hecho, he estudiado la gordura abordándola en todos sus aspectos: desde el punto de vista de la adaptación de nuestra especie, hasta el punto de vista teológico, ético, económico, cultural, humanista, geopolítico y más. He estudiado y analizado la gordura, avanzando en publicaciones, de consumo público, y para agentes de gobiernos, la importancia de confrontar el avance insidioso de esta dolencia — Porque todos, en mi experiencia, están conscientes de que el problema existe, más pocos desean intentar resolverlo.

En tiempos recientes, el ex-presidente norteamericano Bill Clinton, en gesto publicitario de simpatía hacia los niños del mundo, propuso dedicar parte de su vida a la prevención de esta aflicción en la población infantil. Esfuerzos que consumirán tiempo, dinero y que resultarán en promesas incumplidas, porque lo que él propone es un programa que repite los fallos de los que antes otros formularan — muy poco, muy tarde.

La gordura permanece, sin embargo, como una opción entre la vida y la muerte. En ese sentido es, para la mayoría, lo que Hobson propusiera.

¿Qué hacer?

Una propedéutica para el tratamiento de la gordura para quienes desean erradicarla:

Para tratar la gordura hay que aceptar que el gimnasio y las dietas no son alternativas ni válidas ni eficaces. Hay que admitir que nadie ha comprobado el régimen que la remedia — aunque algunos se beneficien enormemente de sus patrañas. Atkins, por ejemplo, está protegido por leyes de bancarrota en este mismo instante, y los demás regímenes que gozan de popularidad, además de estar dirigidos por aficionados sin credenciales, son tan ineficaces como los que están dirigidos por profesionales genuinos — pero carentes de bases para tratarla.

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Donde todo comienza

La gordura es refractaria al tratamiento porque, no pudiendo ocultarse, ya que es defecto ostensible, todos procuran un método cosmético, mágico y veloz que la elimine. Este método veloz que, paradójicamente, la afianza indeleblemente en el cuerpo de sus víctimas, es la dieta restrictiva — lo que todos los expertos recomiendan.

Lo ético es que el tratamiento de esta condición se conduzca de modo individual, haciendo un análisis personal de la persona afectada y desarrollando un programa hecho a su medida, para proceder con parsimonia a su resolución final.

Pero, como sucede con la psicoterapia, los mega-dólares no se captan con procesos individuales ni con atención especial dirigida al individuo. Por eso seguimos estancados, buscando una solución ilusoria, que nunca llegará.

Además, nos preguntamos, ¿quién está capacitado para tratarla?

Solamente está capacitado, quien la haya estudiado exhaustivamente por muchos años desde todo punto de vista y quien la haya tratado individualmente, como lo que es: una aflicción psicosomática, heredo-degenerativa asociada con factores ambientales y del medio donde el paciente se desenvuelve.

Ese alguien actualmente no abunda. Pero, para los pocos, quienes ese conocimiento y la experiencia, ellos constituyen para todos: la opción de Hobson.

Referencias:

  • Larocca, F. E. F: (2007) El Sistema Fiduciario en monografías.com

  • Dwyer, J and Larocca, F. E. F: (1974) When a Child is too fat. Patient Care VIII-6- 158-76

  • Cassell, D, and Larocca, F. E. F: (1994) The Encyclopedia of Obesity and Eating Disorders. Facts On File

  • Larocca, F. E. F: (1991) A Public Primer on Eating and Mood Disorders Midwestern Medical

  • Larocca, F. E. F: (1986) Eating Disorders: Effective Care and Treatment Ishiyaku Euroamerica

  • Larocca, F. E. F: (1986) Eating Disorders: The Facts in New Directions for Mental Health Services # 31 Jossey-Bass

  • Larocca, F. E. F: (1986) Una Introducción a las Disorexias en Médico Interamericano 5:12 27-30

  • Larocca, F. E. F: (2007) Los Trastornos Malignos del Comer en Psikis.cl y en monografías.com

  • Microsoft Encarta 2007 (CD/DVD) Lista de Obras recomendadas

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca