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Algunos antecedentes de la salud en el trabajo pedagógico (página 2)


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Estos análisis vienen a confirmar la estrecha relación evidente entre el estado de bienestar de los profesionales y sus resultados profesionales, sin que se llegue a soslayar con esto la presencia de otros factores influyentes en la preparación final de los educandos. Se demuestra, a partir de aquí, la preocupación por los costos que, en distintos órdenes, pueden originarse a largo plazo, como consecuencia del continuado ejercicio de una docencia no saludable.

Se ha discutido además acerca de la inadaptación laboral del profesorado como consecuencia de las renovadas relaciones que plantean los alumnos, en medio de una ruptura del consenso social sobre la educación, que ha llevado implícitamente la apresurada transformación de la disciplina escolar, situaciones que provocan de conjunto, afectaciones de salud carentes de un tratamiento preventivo, en un contexto cada vez más cambiante.

La forma de afrontar estos problemas, desde entonces, se ha caracterizado por la hegemonía de los procedimientos de intervención, una vez que se han detectado, en lugar de anticipar los de tipo preventivo. Tal realidad conduce inexorablemente a una agudización de los padecimientos y al ejercicio de una docencia disfuncional propicia para que sean también propagados los estados de malestar.

Blase, en 1982, examinó aspectos de la salud emocional del docente, su relación con el medio laboral como ser social; en tal sentido, sus análisis se apoyan en las evidencias de cuadros comportamentales atípicos en los que se describen elementos tales como: el esfuerzo y la competencia del profesor son insuficientes para alcanzar las metas de su actividad educativa; estos esfuerzos se reducen a tensión "estrés", aparecen sentimientos negativos de insatisfacción y disminución de la motivación hacia el trabajo. Todo este cuadro aumenta la posibilidad de una labor ineficaz, acompañada de una sensación de inutilidad, de esta manera, el curso emocional se generaliza con el término burnout:[6]

En este caso debe señalarse que, además del burnout, en muchas publicaciones se manejan indistintamente otros conceptos, tales como desgaste profesional, estrés, ansiedad, depresión, malestar docente, entre otros, situación que denota la ausencia de consenso en relación con aquellas dolencias que se relacionan con la esfera mental. Fariñas y de la Torre plantearon en 2002, preferir el anglicismo técnico " burnout " en tanto, según sus propias palabras:"produce una representación más clara y dramática de lo que realmente le sucede al profesor, mientras que el término malestar parece dar la idea de algo que se puede sobrellevar."[7]

Este análisis tiene gran valor porque distingue las consecuencias reales y más probables del ejercicio profesional de las menos ocurrentes, aunque también posibles. Desde la perspectiva de la preparación para el autocuidado de la salud, asumida como un proceso anticipatorio de adquisición creciente de conocimientos, habilidades y cambios en los modos de actuación que hacen posible prevenir, o al menos atenuar, las afectaciones de salud del profesional, evidentemente el malestar docente se puede sobrellevar, esto se explica a partir no sólo del posible éxito para evitar enfermedades mentales, sino ante un cuadro psicosomático más amplio que también suele estar presente.

Al adoptarse en esta investigación el término "malestar docente", formulado por Esteve, se hace en virtud de su utilidad para resumir, según sus palabras: "los efectos permanentes de carácter negativo que afectan a la personalidad del profesor como resultado de las condiciones psicológicas y sociales en que ejerce la docencia."[8]. Sobre esta base, se desprende que la comprensión y el manejo de tales circunstancias, además de necesario, resultan posibles si se llevan adelante cambios orientados a la prevención de las afectaciones o, de ser oportuno, su atenuación si ya se han contraído; la tendencia a considerar al profesor como "quemado" ofrece la idea de que no quedan más alternativas.

Una intervención anticipada corresponde estar basada en el conocimiento de la individualidad propia, en que cada profesor vive sus experiencias según el momento de su ciclo de vida, en el que hay que identificar los elementos de su ciclo profesional, se subraya la importancia, en este caso, de ampliar con el aprendizaje la capacidad de adaptación, mediante la ayuda de colegas facilitadores organizados en grupos de apoyo que compartan, en condición de iguales, el proceso de reconversión laboral y las dificultades que a cada uno le supone como fuente de afectación de salud.

Debe observarse, aquí, que existe una clara diferencia entre afectaciones de salud y enfermedades profesionales; en las primeras, se comprenden todos los perjuicios biológicos, psicológicos y sociales que contrarrestan el estado de bienestar del profesor, mientras que las segundas son: "aquellas producidas a consecuencia del trabajo, que en general obedecen a la habitualidad y constancia de algunos agentes etiológicos presentes en el ambiente laboral y provocan alguna alteración en los trabajadores; tienen como requisito ser consideradas como tales en las legislaciones respectivas de los distintos países."[9]

Indistintamente se habla de enfermedad ocupacional o profesional, pero en cualquier caso el reconocimiento de estas últimas resulta muy restringido y no ofrece una idea real de los problemas que afronta el profesor. En Cuba, (1996) mediante la Resolución conjunta 2/96 de los Ministerios de Salud de Trabajo y Seguridad Social, se ha oficializado la existencia de la laringitis crónica nodular en este grupo y se explica que en el ejercicio laboral docente, se dan condiciones que favorecen la ocurrencia de esta afectación; mientras otras son estudiadas con el propósito de legislar en el futuro, de ser necesario, un tratamiento similar.

El hecho de no ser suficientemente reconocidas las enfermedades profesionales para los docentes, sin dudas, ha retardado el progreso de los fundamentos científicos de la preparación para el autocuidado de la salud de estos trabajadores que, como es obvio, sobrepasa los contornos de la higiene personal y ambiental para auxiliar en el logro de una autorregulación consciente de la comunicación cuerpo–mente, al asumir un trabajo de alto riesgo para su estabilidad emocional.

De acuerdo con la revisión del desarrollo histórico de la concepción de salud en el trabajo Pedagógico, llevada hasta aquí, se hacen evidentes las siguientes tendencias:

-Desarrollo de investigaciones que no se apoyan en un sistema de conocimientos, ordenado a manera de higiene del trabajo pedagógico, similar al alcanzado para otros sectores de la producción y los servicios. No existe un consenso en relación con el tratamiento de estos problemas, su origen y relaciones con otros que afectan la realidad educativa.

-Predominio de alternativas de intervención para afrontar las afectaciones de salud del educador, en relación con las de tipo preventivo. Situación que trae aparejado una agudización de los padecimientos y la difusión de los estados de malestar.

-El estudio de la higiene mental de los docentes en mayor medida que otros problemas de salud. Se observa, en este, caso la adopción de un aparato categorial impreciso para explicar las consecuencias sobre la personalidad del profesor, como resultado de las adversas condiciones en que desarrolla su actividad.

-El no reconocimiento de enfermedades profesionales, a causa del ejercicio continuado de la labor docente. Situación que ha retardado el desarrollo de una amplia concepción teórica y práctica de preparación para el autocuidado de la salud del docente.

En este proceso es de aspirarse al desarrollo de una superior cultura de salud, definida por el acervo cognitivo y actitudinal que, además de un significado individual, alcanza una connotación social, por ser base de la integridad formativa de las nuevas generaciones, es así que, cuanto más consecuente sea el intelectual, tanta más posibilidades de éxito habrán de esperarse de su misión.

 

 

 

 

 

 

 

Autor:

Dr. Reinaldo Requeiro Almeida

[1] Los modestos comienzos de la OMS. Foro Mundial de la Salud. –http//www.webarg1.ops-oms.org/mfaq 1.asp?id_Tema=8 – 103k

[2] ENCARTA. Biblioteca de consulta Microsoft Corporation. Soporte magnético. 2006

[3] Marrou, H.-I. Historia de la educación en la Antigüedad. P. 328 Buenos Aires: EUDEBA, 1965.– 456 p.

[4] José de Calasanz Citado por Adriana Fernández Rieris. En: ¿Qué significa ser docente hoy? P. 4 — Centro de Convenciones Pedagógicas. La Habana. €“ 1994.

[5] Trabajo Docente y Salud Laboral. Documento de la Conferencia IDEA, Quito, Ecuador, Septiembre- Octubre de 1999 Red Social para la Educación Pública en las Américas – Red SEPA, http// www. www.mpd15.org.ec/libros/HISH2.doc

[6] NICKERSON, R (1987): Autorrealización del profesor a través de la enseñanza". –http:// www.ujaen. es/dep/pedago/progra/forfuntu.htm – 55k –

[7] FARIÑAS LEÓN, GLORIA. Los mecanismos psicológicos del burnout y el desarrollo cultural en los maestros/ Natacha de la Torre Fariñas. €“ p. 284 — En Revista Cubana de Psicología. — No.3. €“ La Habana. 2002.

[8] ESTEVEZ, JOSÉ MANUEL. — Los profesores ante el cambio social. P. 23 / Julio Vera … [et al]. — Málaga: Ed. Antharopos, 1995. 297 p.

[9] PORTAL ELECTRÓNICO DE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (OMS). — http://www.who.int/es/ – 18k

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