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El nacimiento del yihadista (página 2)

Enviado por Felix Larocca


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Primero, la religión.

Con el arribo del cristianismo y la expansión de la cristiandad hacia la tierra donde nació Jesucristo y, más adelante, con la "evangelización" de América; la Iglesia Católica de Roma se constituyó en un poderío que sólo se fragmentara cuando Martín Lutero clavó en octubre 31 del 1517, sus 95 tesis, dando aliento al nacimiento del protestantismo antipapista.

La iglesia en Wittenberg en cuyas puertas terminaron las hojas de acusaciones, fue lugar que visitáramos cuando Alemania estaba dividida. Ésta es una obra maestra de arquitectura — mezcla de simplicidad y esplendor etéreo.

La iglesia de las tesis famosas que estremecieran el cristianismo papista.

Mahoma y el Corán militante, surgirían más tarde, estableciendo con ello, una religión que, como opción, era apta para la vida pastoral de los fieles, pero que pronto se tornaría, por necesidad, en dogma expansivo y conquistador — pero ínfimamente si se comparan sus conquistas con las ambiciones territoriales del catolicismo-expansionista, apostólico y romano. Sin embargo, en números, y en menos, tiempo, actualmente el Islam iguala al cristianismo en seguidores o fieles, aunque carezca del vasto poder económico del Vaticano.

Las diferencias se evidencian en la manera en que el "religioso devoto" de algunas sectas cristianas, especialmente de la católica, observa los mandatos de su credo. Para muchos la relevancia de los diez mandamientos es tan nimia como si éstos ni existieran. Para el mahometano, las reglas de sus convicciones los unen a todos en oraciones a través de los mares y de los continentes en fervor aunado todos los días.

La entropía

Como todo en la Naturaleza: lo inesperado, lo tragicómico, lo espectacular, lo indecible o impredecible — pongámoslo mejor, lo imposible — a veces nos sorprende — sucediendo — porque, como no hay coincidencias en la vida. Algo inesperado sucedió.

Chistes que olvidar quisiéramos…

La llegada del fundador de la Primera República Islámica, el Ayatolá Khomeini…

Este imam o líder religioso despachó al exilio a uno de los más poderosos aliados de los Estados Unidos y GB, el Shah de Irán, títere del oriente capitalista. En aquellos días, los poderes que existían, jugaban con la frivolidad acostumbrada, en la mesa global, apostando el destino de naciones entre ellos — así nacería nuestra república vecina, la Cuba de Fidel. Asimismo nacieron las Coreas del Norte y del Sur y el estado de Israel. Martilladas a la fuerza e impuestas a sus vecinos por quien comandara más artillería, tanques, bombarderos, acorazados y dinero.

Pero, las cosas no permanecerían tranquilas por tiempo muy largo. Primero fueron las guerras de liberación que los israelitas ganaran con la ayuda logística de los países tornados lacayos por el dinero judío. Luego vinieron las anexiones, por muchos impugnadas, de territorios conquistados por los judíos colonialistas (sí en pleno siglo XX) dando comienzo a la intifada, a la aparición en la escena de los bombarderos suicidas, y a la caída de Afganistán, cuyo destino se repartieron Pakistán, la CIA y la KGB — pero por un espacio muy corto de tiempo.

Vietnam era ya, memoria borrada.

Otra sorpresa, que la Naturaleza, pronto nos obsequiaría. Un ejército de hombres jóvenes y rebeldes, carentes de armas sofisticadas, se apoderó del poder en Afganistán adoptando el nombre de Talibán ("uno que busca conocimiento religioso"). Los instrumentos del Corán, aplicados por el Talibán, sirvieron para galvanizar a un sector de la población mundial cuya idea del Oriente es que está controlado por el demoníaco país que los Estados Unidos, estado títere de Israel, representa.

Pero, hay más…

Para el árabe mahometano no es que sus creencias han sido violadas, es que sus identidades básicas han sido profanadas por la mera imposición de otros estilos de vida y por la presencia indeseada e indeseable de extranjeros que invaden sus países con el propósito de saquearlos.

Ellos captan el lenguaje de doble sentido, la propaganda utilitaria y las tergiversaciones acostumbradas, con que los recién llegados, los despojan, los manipulan, les mienten, les imponen sus valores e implantan su presencia. (Véanse mis artículos acerca de la semántica).

Por ejemplo, los ejércitos de la "coalición" famosa que invadiera a Irak, no tocaron la retirada cuando nada comprometedor se encontrara. No, se quedaron allí para controlar la región y para explotar sus riquezas petrolíferas.

En este respecto, y muy prudentemente, España fue una de las primeras naciones que saliera de allí, con mucha prisa y atemorizada, siguiendo las explosiones del metro en su capital.

Mujer suicida: "Muero por los hijos de Islam…"

La respuesta del oprimido

Careciendo de armas sofisticadas y de equipos militares, los rebeldes recurrieron a dos de los más efectivos, de los instrumentos de guerra psicológica: la propaganda y el miedo. El temor a la muerte que, como viéramos en Bush, el 11 de septiembre, parece ser más agudo en niños que fueran (como él) añoñados, malos estudiantes, muy poco cultos, engreídos y poco industriosos.

Cambio de montaje…

USAF One. Estamos a bordo del avión presidencial norteamericano. La fecha, el 11 de septiembre, el año del Señor, es el 2001. Los pilotos no decidían dónde aterrizar, porque su ocupante, el presidente (ex gobernador de Texas, con el número mayor de ejecuciones en la historia de cualquier estado) estaba asustado, como bien lo documentan los hechos, y no decidía donde debía sentar el avión. Finalmente lo hicieron en una base remota y protegida, aunque el presidente, por un tiempo, mientras volaba indeciso, no supo donde estaban su esposa e hijas mellizas.

¡Bravo! (¿iBravo!?)

So much for Mr. Bush… El hombre que cuando, por su admisión, "cesaran" las hostilidades en Irak, aterrizaría en el portaaviones USS Abraham Lincoln (CVN-72).

Volvamos a los terroristas. No nos alejemos de nuestro tema…

¿Qué motiva estas personas, para que mueran sin aparente temor? La respuesta es bien simple: Los motiva el odio, como más adelante veremos.

Pero, recordemos, que dejamos incompleta la noción del imperialismo expansionista análoga a la del catolicismo institucional. La América Latina y el resto del mundo son testigos de otro tipo de imperialismo. El imperialismo económico que lleva la rúbrica anglosajona en su identidad.

Por su fuerza económica, por su poderío militar y por su salvajismo, este tipo de imperialismo es más dañino que cualquier otro más.

El mundo árabe es un mundo bucólico adaptado a la vida del beduino. El camello y su acompañante humano, comparten la eficacia de acumular grasa con facilidad lo que les permite a ambos cruzar el desierto, usando poca comida, mientras utilizan la grasa, de antemano, acumulada. Lo que fuera bueno y muy conveniente a la vez, pero, cuando la vida pastoral cedió a la comodidad de las sedes urbanas, la grasa que acumulara el beduino se retuvo, porque sabemos que el cuerpo defiende la grasa.

El beduino engordó — mientras que su camello, reemplazado por el 4WD, seguiría envuelto en cavilaciones filosóficas mientras, felizmente, rumiaba en su retiro.

La prosperidad que trajo el petróleo permitiría que progresivamente, algunos países musulmanes se tornaran menos ortodoxos y más liberales. Que abrieran sus puertas a otras ideas y a otras civilizaciones, siempre y cuando éstas no fueran hostiles a sus regímenes dictatoriales y autocráticos. Pero, cuando el orgullo tribal de las mismas naciones se viera ofendido por las tantas iniquidades que el extranjero impusiera. Los fieles consumados respondieron como el ser humano decente reacciona. Como cualquier otro animal amenazado hace: se defendieron.

Voilà, aquí completamos el círculo, con los orígenes de al-Qaeda.

La llama que inflama el odio de los terroristas es que en el invasor extranjero perciben el símbolo de la profanación de la madre idealizada. En este caso no es Mahoma sino la Religión. La misma en la que sus, propias madres, de niños, iniciaran a sus hijos — por ello es que los mahometanos celan el honor femenino con fervor, que raya en lo descomunal.

Creyendo, que al inmolarse junto al infiel, los suicidas renacerán mil veces en un paraíso repleto de delicias, el detonador junto al pecho es un símbolo de redención.

No, como ya hemos dicho, el terrorismo no es arma efectiva ni bastará por sí sola para desterrar al intruso. Pero, como arma psicológica es de una eficacia sin par.

Porque, como instrumento, nos aterra, nos horroriza y nos causa conflicto.

Pero, es simple. No es más que otra forma de comportamiento altruista que usan algunos animales para defender sus colonias y para afirmar su amor por la madre primordial…

En ese aspecto, el terrorismo jihadista es instrumento inigualable…

(Léanse The Selfish Gene por R. Dawkins y The Ant and the Peacock por H. Cronin).

Bibliografía

Se suministra por solicitud.

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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