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El secreto de la longevidad

Enviado por Felix Larocca


  1. Longevidad, supervivencia y adaptación
  2. Aplicaciones prácticas
  3. Bibliografía

¿Por qué nos interesa tanto llegar a ser centenarios? Nos interesa porque es parte de nuestra constitución animal vivir vidas largas y vivir vidas útiles y saludables.

Si examinamos mis muchas ponencias al respecto del asunto de la longevidad, entenderemos perfectamente que estamos hablando no sólo de una realidad tangible en el mundo que llamamos "civilizado", sino que estamos incursionando dentro del fenómeno más extraordinario que, de índole demográfico, conocemos. El hecho de que el grupo de estadístico que al presente avanza más rápido es el de los centenarios.

Las causas para este fenómeno no se han determinado con certeza. Lo que sí sabemos y — bien lo sabemos — es que no crece paralelo ni con la gordura ni con la mala salud.

Nadie concibe a un centenario, o centenaria, que así luzca…

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Un peculiar y creativo experimento científico, realizado durante 15 años en 678 religiosas estadounidenses, para determinar quiénes padecen Alzheimer y por qué, reveló que expresar emociones positivas alarga la vida y aleja las probabilidades de sufrir la penosa enfermedad.

Una ruta en espiral asciende hacia Good Counsel Hill, donde el Convento de las Hermanas del Colegio de Notre Dame es también sede de un extraordinario experimento científico. Durante 15 años, un grupo de monjas católicas permitió que analizaran sus genes y midieran su equilibrio y fuerza. Las hermanas pasaron pruebas que registraban cuántas palabras podían recordar minutos después de haberlas leído, cuántos animales podían nombrar en 60 segundos, y si podían contar monedas correctamente.

Los ensayos autobiográficos que escribieron cuando tenían 20 años han sido investigados, y sus palabras analizadas en busca de significados. Y a medida que morían, sus cerebros fueron removidos y enviados en tubos de plástico a un laboratorio donde están almacenados.

Este experimento, llamado Estudio de las Monjas, es considerado por los especialistas como uno de los esfuerzos más creativos para conocer quiénes padecen de Alzheimer y por qué. Y ahora, un nuevo informe está ofreciendo información acerca de un asunto distinto: si un temperamento positivo en la juventud puede ayudar a las personas a vivir más.

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Al estudiar a 678 monjas — en este convento y en otros seis de la misma orden, en Connecticut, Maryland, Texas, Wisconsin, Missouri e Illinois — el especialista David A. Snowdon, un epidemiólogo de la Universidad de Kentucky, y sus colegas han arribado a indicios asombrosos y teorías provocativas a lo largo de los años.

Sus estudios mostraron que el ácido fólico puede ayudar a alejar la enfermedad de Alzheimer; que ataques cerebrales pequeños, apenas perceptibles, pueden desencadenar demencia, y, en un hallazgo particularmente asombroso, que la habilidad lingüística temprana puede estar relacionada con un menor riesgo de Alzheimer, porque las monjas que concentraban más ideas en las oraciones de sus autobiografías tuvieron menos riesgo de sufrir Alzheimer seis décadas después.

El nuevo informe, publicado recientemente en el Journal of Personality and Social Psycology, afirma que las monjas que expresaron más emociones positivas en sus autobiografías vivieron significativamente más — en algunos casos, diez años más — que aquellas que expresaron menos emociones positivas.

Las monjas son ideales para un estudio científico porque sus vidas estables, relativamente similares, excluyen ciertos factores que pueden contribuir a la enfermedad. No fuman, casi no beben y no experimentan los cambios físicos relacionados con el embarazo. Lo que es sorprendente es que esto último, por obvias razones, se considere un factor negativo.

El Estudio de las Monjas (Nun's Study) también se considera importante porque tiene información de diversos momentos de las vidas de sus sujetos, incluyendo la época en que eran muy jóvenes para padecer Alzheimer o cualquier otra enfermedad relacionada con la edad.

Todo esto le ha dado a Snowdon, autor de un nuevo libro sobre el estudio titulado Envejeciendo con Gracia (Bantam), una rara ventana a través de la cual examinar por qué algunas religiosas se mantienen bien y otras se deterioran tanto que pierden el lenguaje, la movilidad y gran parte de su memoria. Las diferencias aparecen, incluso, entre las que están relacionadas biológicamente. 

Los últimos hallazgos publicados del Estudio de las Monjas también ofrecen ideas provocativas acerca de cómo un estado emocional positivo en las etapas tempranas de la vida puede contribuir a vivir más. Y plantean interrogantes como: ¿qué hay detrás de las emociones positivas?

En total, según Snowdon, las monjas viven significativamente más que otras mujeres. De las 678 que tomaron parte en el estudio, 295 están vivas y tienen 85 años o más. Sólo en el convento de Mankato hubosiete centenarias, todas libres de demencia.

Una de ellas es la hermana Esther Boor, que a los 106 se apresura a través del laberinto de salones con un bastón azul. "A veces me siento como si tuviera 150, pero me hice a la idea de que no iba a rendirme",dijo Esther, que le da a sus fisioterapeutas frases de los libros que lee."No pienses en el mal, no hagas el mal, no escuches el mal –escribió hace poco-, y nunca escribirás un best-seller".

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El ensayo autobiográfico de Esther, escrito hace 80 años, es igualmente optimista. En él habla afablemente de su familia y de su decisión de hacerse monja. 

A pesar de que no puede probarlo, Snowdon sostiene que la espiritualidad de las monjas y su trabajo en comunidad también las ayudan a vivir. "El amor a otra gente, el cuidado, ser buenos con otras personas, eso es algo que todos podemos hacer", afirma.

No existe razón por qué la misma experiencia no sea posible para quienes son tan leales a su cónyuge como las monjas son a Cristo; devotas de su trabajo, cuidadosos con sus hijos, leen, son activas, oyen música y mantienen sus células encefálicas procesando nueva información.

Para completar este artículo, añadiremos otro que lo complementa.

Longevidad, supervivencia y adaptación

Dr. Félix E. F. Larocca

Mi esposa y yo hemos dedicado una parte considerable de nuestras vidas a viajar por aproximadamente todo el mundo conocido en búsqueda de entendimiento a la aplicación de las estrategias de alimentación de diversos grupos y especies, incluyendo la humana. Hemos creído y demostrado que, cómo comemos y nos adaptamos contribuye a nuestra supervivencia como organismos e influye en la prolongación de nuestras vidas útiles en este mundo.

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Lao Tzu

De importancia mayor para nosotros ha sido lograr el discernimiento y la razón que impulsa a algunos animales, dotados con un instinto de subsistencia, a arriesgar sus vidas en búsqueda de nuevos horizontes o a inmolarse a sí mismos por un bien colectivo. En otras palabras, a renunciar sus vidas para que otros vivan.

Las Islas Galápagos en su diversificación de flora y fauna, despertaron indiscutible curiosidad en Darwin, antes de que en nosotros lo mismo lograra — ya que aves idénticas de manera ostensible adaptan sus configuraciones anatómicas y el estilo de su búsqueda por alimento para acomodarse a las condiciones cambiantes del entorno donde residen.

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Así sucede con el famoso pico del pinzón con sus trece variedades y con la preferencia vegetariana, acuática y carnívora de las tres variedades de los pájaros de la familia sula que comprende los alcatraces. En Galápagos también existe una iguana que se alimenta de algas, un cormorán sin alas porque zambulle para comer y no necesita del vuelo, una variedad de pingüino de adaptación al clima de los trópicos y muchas otras curiosidades zoológicas que nos hacen pensar en que la Naturaleza ejecuta sus adaptaciones de modo deliberado e inteligente.

La Naturaleza demostró ser muy ingeniosa para conceder a nuestra especie la capacidad de poblar todos los climas, de vivir en el espacio interestelar y de medrar en el fondo de los mares cuando nos dotó con cerebros enormes y muy sofisticados y con estrategias de alimentación muy amplias y diversas.

Nos dio una inteligencia que, a veces, nos serviría muy poco cuando sustituyéramos el placer por el sentido común, arriesgando nuestras vidas en servicio al hartazgo y de la gordura. Pero fue esa misma sustitución que resultaría en la exploración humana de la Polinesia y de cómo los aborígenes de las islas caribeñas se harían a la mar en embarcaciones frágiles en incursiones inciertas.

Ya que no fue hasta que John Harrison en 1763 encontrara la solución para establecer la posición de un barco donde quiera que estuviera, que la navegación sin azares fuera posible. Historia de importancia para todos que narra Dava Sobel magistralmente en su obra Longitude.

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HMS Bounty

No obstante los peligros asumidos, los seres humanos se aventuraban guiados por una fe en algo intangible que los inspiraba, los dirigía y hacía que otros, por ellos inspirados, los siguieran ciegamente. Era como sin una fuerza ineludible hacía a muchos arriesgarlo todo para llegar a metas, a veces, insospechables e imprevistas.

En el caso del Capitán William Bligh su proeza fue motivada por la venganza, pero, en el caso de los indígenas que yo describo en mi artículo La Sonrisa de Dios, fue la selección de líderes que pudieran guiar en la preservación y supervivencia de la tribu lo que dictaminara la necesidad de que algunos se sometieran voluntariamente a la ordalía del dolor que señalara la selección lógica.

El altruismo animal es otra área que nos ayuda a entender nuestros comportamientos contra-instintivos cuando asumimos riesgos que nos distinguen como héroes, pero que pueden resultar en la terminación de nuestra existencia, tan resguardada, de individuos.

Hace muchos años que tuve la oportunidad de conversar con un hombre que había dedicado su vida a una causa de la que sólo él tuviera conocimiento cierto, aunque muchos lo intuyéramos. Este hombre dedicó su vida exclusivamente a la tarea subrepticia de ser sostén y guía para su tribu –– así, por lo menos, él lo creía. Para lograr estos fines se despojó de toda obligación o interés que lo apartara de su destino como prohombre, dedicándose exclusivamente a su misión de adalid tribal, logrando alcanzar el papel de que la mayoría de sus compatriotas lo concebían como la única persona que podría servirles de compás. Algo que él asegurara, como dijéramos, adquiriendo no otro deber u obligación con nada y con nadie, lo que resultaría en que su longevidad fuera garantizada por tanto que alguien no apareció que lo desplazara o sustituyera. Cuando al fin esto sucedió, su vida muy larga concluyó.

Ese hombre se conoció, por todos, en nuestro país, como "el Doctor".

Muchos de los seres centenarios que hemos entrevistado en las estepas rusas, o en los altiplanos andinos, o entre tantas muchas localidades diversas, poseían una intuición similar al de nuestro amigo. Ello siendo el hecho de que sus vidas estaban vinculadas a un destino que trascendía lo meramente común y que en ellos algo muy importante para la especie o tribu se había consignado. Esto, en efecto, les garantizaría la relevancia necesaria para que la Naturaleza los seleccionara para ser depositarios del bienestar y del destino colectivo, preservándoles las vidas de manera eficiente, útil y sin achaques.

Aplicaciones prácticas

Cuando envejecemos con la simpleza de que los años nos pasan porque pasan, y aun cuando somos jóvenes sin dirección y sin objetivo, nuestras existencias son de naturaleza tan efímeras como vacías, pero cuando tenemos una misión que cumplir en la que el futuro de nuestro grupo depende, nuestras vidas útiles se prolongan para cumplir esta misión.

Mientras tengamos algo por qué vivir, la Naturaleza decretará que vivamos y que lo hagamos en salud e idoneidad.

Pensemos.

Bibliografía

Suministrada por solicitud.

 

 

Autor:

Dr. Félix E. F. Larocca