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La escaramuza dialéctica de "a pie y descalzo" (página 2)


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El reconocido hecho de que "A pie y descalzo" no fue del beneplácito del Apóstol, es abordado también en otros textos que refieren la epopeya del 68. ¿Qué pudo haber desatado el desacuerdo de Martí ante el folleto escrito por Roa, que por lo demás había sido altamente valorado por importantes jefes mambises e intelectuales de la talla de Manuel Sanguily, Enrique Collazo, Francisco Aguirre, y Manuel de la Cruz entre otros, que habían leído el original y compulsaron a Roa a someterlo a la imprenta? ¿Fue Martí arrastrado por la inquina personal que sentía Enrique Trujillo por Roa la que lo hizo tomar como blanco su obra "A pie y descalzo" para plantear un problema generacional, por lo demás crucial para la nueva guerra que él mismo preparaba? ¿Influyó en esto la animosidad que había despertado en la emigración cubana el folleto de Roa en el cual aquella era mordazmente censurada?. ¿Tuvo que ver algo en esto la intemperancia mostrada por Roa en 1879 al cumplir un deber (inevitable e ineludible al decir de Manuel Sanguily) de haber participado como miembro del llamado Comité de la Paz en el Zanjón en razón de su competencia y su prestigio ganado en los campos de batalla junto al Mayor?

En las páginas de "A pie y descalzo" Roa no pinta el cuadro de héroes vencedores y arrojadas huestes vestidas de gloria. En ellas, hace vindicación más que nada a la perseverancia, al tesón, a la entrega del cubano hambriento, sin armas, al borde del derrumbe, sufriendo los embates poderosos del clima y asediado por los peligros de la guerra.

Habla de hombres sometidos a condiciones extremas, que en algunos provoca el pánico, la duda y hasta la rendición. Nada más ajeno a los propósitos martianos del momento de unir voluntades, fortalecer estrategias y convencer a los pusilánimes para unirse de nuevo en poderoso haz para llevar adelante una nueva etapa de luchas, que aquella obra sobre mambises escuálidos, perseguidos y hambrientos, escrita por un mambí, pero en la cual Martí leyó entre líneas, sin lugar a dudas, una visión pesimista de la lucha.

Fue por eso, que el 26 de noviembre de 1891, en un fogoso discurso ante un concurrido auditorio en Tampa, Martí expresa: "¿O nos ha de echar atrás el miedo a las tribulaciones de la guerra, , azuzado por gente impura que está a paga del gobierno español; el miedo a andar descalzo, que es un modo ya muy común de andar en Cuba, porque entre los ladrones y quienes los ayudan, ya no tienen en Cuba zapatos sino los cómplices y los ladrones?. Pues como yo sé que el mismo que escribe un libro para atizar el miedo a la guerra dijo en versos, muy buenos por cierto, que la jutía basta para las necesidades del campo en Cuba, y sé que Cuba está otra vez llena de jutías, me vuelvo a los que nos quieren asustar con el sacrificio mismo que apetecemos, y les digo: Mienten!".

La alusión de Martí a Roa fue demasiado directa para que todos no se dieran cuenta. Sin embargo, un año antes, Enrique José Varona, Manuel de la Cruz y Manuel Sanguily, tres renombradas figuras intelectuales y patrióticas, habían exaltado sin ambages la obra de Roa.

"Las páginas sencillas y patéticas en que uno de los náufragos de esa época tormentosa refiere los episodios de una larga peregrinación a través del teatro de la guerra, entre peligros inauditos y privaciones mayores que esos peligros, vienen muy a tiempo para continuar la obra de la revelación que han emprendido algunos espíritus sinceros", decía Varona refiriéndose a "A pie y descalzo".

Por su parte, Manuel de la Cruz, uno de los más veraces cronistas de la guerra, señalaba: "A pie y descalzo" es un grito de combate que en alas del eco que lo trae a nuestros oídos, se convierte en patética alegría (.). El lector no podrá llenarse de entusiasmo contemplando la caballería arrasando al contrario, como en la memorable rota de Palo Seco (.) no podrá admirar la hazaña romántica y medieval del rescate de Julio Sanguily llevada a glorioso término por Agramante y sus leoninos legionarios. ¿Qué asuntos pueden ofrecer a la musa épica pelotones de hombres descalzos, casi desnudos, hambrientos y sin armas?. Su heroísmo está en su perseverancia, en su fe, en su dignidad (.) La abnegación vale la mejor proeza: aquellas legiones bien valían lo que los lauros de la más reñida de las batallas.

El libro del señor Roa, en suma, vigoriza y fortifica: leyendo sus páginas, concisas y sobrias, nos sentimos orgullosos de ser hermanos de esos que sin exageración podemos llamar fundadores del patriotismo cubano".

Manuel Sanguily escribió que era: "Un libro interesantísimo, que es historia pura, triste y conmovedora, como que relata al pormenor, con fidelidad absoluta, una de las etapas más nobles que atravesó la revolución cubana, aquella en que se puso a prueba y en que llegó a mayor altura la abnegación, el sacrificio y el patriotismo de los cubanos revolucionarios".

Retar a duelo a Martí fue la primera reacción de Roa al conocer los pronunciamientos del Maestro sobre su obra aquella noche del 26 de noviembre en Tampa, pero prefirió callar y sufrir las injurias. Sin embargo, varios de sus compañeros de armas, a sus espaldas, entre ellos Enrique Collazo, el cual redactó el documento, suscribieron una carta pública a Martí, el 6 de enero de 1892, donde además de criticar a Martí sus palabras sobre Roa, le hacían determinadas imputaciones a las cuales respondió Martí de inmediato.

Una interesante polémica se desató entre Martí y Enrique Collazo sobre la obra de Roa. En varias cartas, escritas a Manuel Sanguily, Serafín Bello, Fernando Figueredo y otros, Martí repitió sus inculpaciones a Roa. ".el autor de un libro – afirma Martí en carta a Enrique Collazo – considerado por cuantos cubanos conozco, contra una falta grave contra la verdad y la patria, como una obra de la astucia y del despecho". Máximo Gómez, trata de conciliar los ánimos reduciendo la importancia del incidente. Para él, todos, tanto los amigos de La Habana como los del extranjero eran en definitiva buenos cubanos. La polémica trascendió a las masas de emigrantes cubanos y a los propios revolucionarios del 68, hasta que en enero de 1892, la misma se da por concluida gracias a la gestión de los emigrados de Cayo Hueso.

Manuel Sanguily, sin embargo, en respuesta a Martí en carta expedida el 22 de febrero de 1892, aclara al Apóstol y encarece la figura de Roa como revolucionario y como escritor. La influencia de este viejo y respetado jefe militar mambí, tuvo que influir decisivamente en el comportamiento ulterior de Martí hacia Roa.

Sin lugar, esta escaramuza dialéctica, como la calificó posteriormente el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, sirvió al objetivo estratégico que perseguía Martí: unir a los pinos viejos con los nuevos, unir voluntades y resolver el problema generacional que se le planteaba al tratar de organizar y llevar adelante una nueva etapa de luchas para alcanzar el objetivo supremo: la independencia de Cuba del dominio colonial español. En definitiva, aunque sufrieran algunos hombres y sintieran sobre su piel las descarnadas e hirientes mordidas del escarnio y la injusticia, ganó la Patria que era en definitiva, la que tenía que ganar.

A pesar de la polémica, no menguó el reconocimiento mutuo que posteriormente se manifestaron los principales implicados (Martí, Roa y Collazo).

Meses más tarde, Martí en su obra "Los poetas de la Guerra" publicada en "Patria" calificaba a Roa como "el más original de los versificadores de la manigua". Prosas y rimas de Roa glorificaron la grandeza moral y el genio político del Maestro. Collazo ofreció una decidida y fecunda colaboración reconocida por Martí como indispensable para llevar a feliz término su obra proselitista. Fueron todos hijos de una época y protagonistas de su tiempo.

Conclusiones

El texto "A pie y descalzo", escrito por el viejo mambí del 68 Ramón Roa, en torno a sus peripecias como expedicionario del buque "El Salvador", capturado por los españoles, y las desventuras sufridas junto a un grupo de sobrevivientes al continuar a pie desde las costas de Trinidad hasta unirse con el Mayor Ignacio Agramante en Camagüey, dio lugar a una interesante polémica al ser criticado el texto por José Martí después de su publicación, en plena Tregua Fecunda. La polémica, en la cual intervinieron diversas personalidades relevantes de nuestra historia, contribuyó a aunar las voluntades durante ese período lo cual contribuyó a la postre, al inicio de una nueva etapa de luchas por la independencia de Cuba.

Bibliografía consultada

Título: "Las Villas, biografía de una provincia".

 

 

Autor:

Título: "Desde Yara hasta el Zanjón".

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