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Ni Ciudadanía de Pobres ni Pobreza de Estado: El Reto de la Fraternidad

Enviado por Jorge Dávila

Partes: 1, 2

    1. La pobreza de Estado
    2. La ciudadanía de pobres
    3. El reto de la fraternidad

    Hace ya casi ciento cincuenta años, Charles Baudelaire hablaba del "fin del mundo" señalando que éste no terminaría precisamente en una situación que calcara el desordre bouffon des républiques du Sud Amérique (el desorden bufonesco de las repúblicas de América del Sur), decía que la ruina universal se manifestaría no tanto en las instituciones políticas sino en el avilissement des coeurs (el envilecimiento de las almas)3.

    Me parece que otro espíritu como el del citado poeta podría usar hoy, con toda firmeza, la imagen del desorden bufonesco de nuestras instituciones políticas en América Latina; mas ese mismo espíritu tendría serias dificultades para decir que en nuestro caso, el de estos países americanos, hayamos arribado al envilecimiento de las almas.

    Visto el mundo con la radical esperanza que sólo puede surgir de nosotros, la verdad es que del tantas veces anunciado "fin del mundo" podemos decir, al menos, que se aleja conforme avanzamos en el horizonte del porvenir humano. Sin embargo, bien es cierto que aquí, en estas tierras, hemos profundizado la capacidad de seguir produciendo la política como réplica de una obra bufonesca; seguimos produciendo risas en otros y en nosotros, risas frágiles, sin embargo, que en muchos de entre nosotros se han trocado y se truecan en llanto y en muerte.

    Pero también es cierto que, arrinconada como ha estado la esperanza en nuestros países, algunas miradas alertas comienzan a comprender que muchas almas, a las que superficialmente vemos destinadas al envilecimiento merced a su fragilidad, han forjado una enseñanza que aún está por desbrozar. Podríamos pues resumir el siglo y medio que nos separa de la apreciación de Baudelaire así: una inmensa pobreza de política y una oculta riqueza de esperanza.

    La tesis que quisiera defender no consiste precisamente en que no nos haga falta lo político para mantener la esperanza; es más bien lo contrario: conforme no hemos podido consolidar lo político, nuestra esperanza ha tenido que vivir arrinconada. Esta tesis, claro está, puede ser anunciada en una fibra más cercana a las nociones de la teoría y la filosofía política. Me parece que podría enunciarse así: al tiempo que rompamos con nuestra pobreza de Estado, nuestra ciudadanía dejará de ser ciudadanía de pobres; ese es el reto actual de la fraternidad en América Latina. Por supuesto, esta tesis es portadora de varias afirmaciones negativas y positivas.

    En primer lugar, habrá que decir que esa tesis obedece a una opción: la de la fraternidad; esto es, por encima de la valoración suprema de la libertad o de la igualdad, postulamos que ninguno de estos dos "bienes" adquiere su pleno significado si no se asientan en la base profunda del sentido fraterno4. Sentido éste, que se expresa en una radical conjugación del sentimiento de una philia (amistad y amor), de la profunda convicción que aporta una pistis (creencia y fe) y el volcamiento hacia un proyecto constructor de porvenir de una elpis (esperanza)5. Sostenida en esta triple conjugación, la fraternidad abre el espacio de desarrollo de un proyecto para construir lo político; proyecto de una politeia en la que los bienes de la igualdad y la libertad se convierten en norte de la acción común, de la acción pública.

    La opción impulsora de la tesis enunciada es simultáneamente opción por una preferencia a la que tendrá que inclinarse nuestro pensamiento. Siendo así, este último podrá estar al servicio del des-extrañamiento de la esperanza arrinconada y oculta en nosotros latinoamericanos; nuestro ejercicio de pensamiento, entonces, cumple el papel crítico de des-ocultamiento de cuanto más entraño hay para consolidar nuestra esperanza, nuestro porvenir.

    En segundo lugar, hay de afirmativo en nuestra tesis el que debemos cubrir, y de manera urgente, un cierto vacío de Estado como figura política, al tiempo que debemos construir una ciudadanía que no sea una polis en que se arremolinen en comunidad hombres, mujeres y niños tan sólo convocados por la desesperación de la supervivencia. Al servicio de estas dos tareas constructivas y simultáneas ha de estar el ejercicio del pensamiento latinoamericano crítico y comprometido. Creemos que de este modo ese pensamiento se enraíza profunda y auténticamente en la aspiración universalista de toda filosofía; de este modo ese pensamiento quizás pueda abrir también el espacio para una educación y cultura por la paz.

    En tercer lugar, y como está ya implícito y es obvio en los dos niveles afirmativos enunciados de nuestra tesis, ésta propone un diagnóstico negativo de la situación actual de nuestra política; en cierto modo, un balance no muy diferente al que en contundente frase el poeta parisino asomaba en 1851: el desorden bufonesco de nuestras repúblicas. Preferimos, sin embargo, caracterizar nuestro diagnóstico con las nociones de "pobreza de Estado" y de "ciudadanía de pobres".

    En lo que sigue esperamos poder describir lo que con estas nociones queremos decir para, posteriormente, volver a los aspectos positivos de nuestra tesis. Nuestras afirmaciones descansan en la observación y la reflexión sobre el caso de Venezuela.

    ………..

    1 Contribución del autor para el Encuentro Ciudadanía democrática, educación filosófica y cultura de la paz en América Latina y el Caribe organizado por la División de Filosofía de la UNESCO. Santiago de

    Chile, Noviembre de 1998.

    3 Citado en "Poesía, Mito, Revolución" por Octavio Paz en La Otra Voz. Poesía y fin de siglo, Seix Barral, 1990, p. 64. Cf. C. Baudelaire, Fusées 15 in Oeuvres Complètes, Seuil, 1968, p. 629.

    4 En el citado texto de Octavio Paz, el gran poeta mexicano opta por la convergencia entre la fraternidad y la libertad. Dice Paz: "El pensamiento de la era que comienza –si es que realmente comienza una era—tendrá que encontrar el punto medio de convergencia entre libertad y fraternidad" (ibid, p. 68). Creemos que la opción de Paz hay que entenderla como equilibrio entre la aspiración del poeta que siempre fue, y que sabía que la poesía aporta memoria consagrando fraternidad, y la aspiración del intelectual de los últimos años de este siglo arrojado al combate en las letras, en el ensayo, contra el totalitarismo. Así la opción de Paz era por un liberalismo democrático donde el poeta pueda hablar, donde se deje escuchar la otra voz.

    5 Cf. Pedro Laín Entralgo, La espera y la esperanza, Alianza, 1957.

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