- Presentación
- Los Sacramentos en la patrología
- Los Sacramentos en la escolástica
- El Concilio de Trento
- Los Sacramentos en la Iglesia Católica actual
- Los siete Sacramentos
- Aclaración
Presentación
El primer término teológico que los primeros Padres utilizaron para designar los ritos cristianos en general fue el de mysterion. Al parecer, la expresión proviene del ámbito griego y se relaciona con el designio hacia la salvación por medio de los misterios del Reino de Dios. Es decir, la voluntad de Dios de que todos los hombres se salven, ya que esta salvación es ofrecida por Cristo a través de su sacrificio en la cruz. Es también cuanto realizó por salvar a los hombres y, por ende, su cuerpo místico, que es la Iglesia. En la medida en que los gentiles participan de esta salvación y de la Iglesia, aceleran la plenitud final de la salvación.
El término latino sacramentum es una traducción de mysterion, según consta también en la Vulgata, que casi invariablemente traduce el término griego mysterion por sacramentum, que en español equivale a sacramento. Por consiguiente, mysterion o sacramento son signos y prodigios que realiza la voluntad divina para que todos los hombres se salven por medio de la Iglesia, actualizando el signo y prodigio fundamental: Cristo en su encarnación, muerte y resurrección.
Los Sacramentos en la patrología
Los escritores de los siglos I y II identificaban la palabra mysterion como evento de salvación, mientras que San Ignacio de Antioquía (35-98) la interpretaba como los hechos salvíficos de la vida de Cristo. San Justino (103-165) aplicaba el término mysterion a las figuras y profecías del Antiguo Testamento, comparando los ritos cristianos con los mysteria de las religiones mistéricas, que son aquellas que presentan misterios que no se plantean explicar.
Pero los Padres alejandrinos del siglo III identificaron mysterion con la relación oculta entre imagen y arquetipo, que era revelada al iniciado por medio de una enseñanza o mystagogia. Así se aplicó a los ritos cristianos y a los hechos salvíficos, teniendo siempre presente el designio de Dios para la salvación humana y las figuras que la liturgia ofrece para significarlos.
Clemente de Alejandría (150-213) utilizaba mysterion para indicar los ritos de culto cristianos, y Orígenes (186-254) la usaba con un sentido platónico, es decir, como símbolo de la salvación en cuanto Cristo está presente en ella. Precisamente a Orígenes se debe la definición de signo, la cual sería utilizada por San Agustín de Hipona (354-430) en la teología sacramental: signo es una realidad sensible que enlaza con una realidad invisible.
En la misma época se popularizó la definición sacramentum para la palabra mysterion, aunque también se utilizó la voz latinizada mysterium. Tertuliano (160-220), partiendo de la noción jurídica que la expresión sacramentum tenía en la cultura romana, o sea, un juramento de fidelidad con carácter religioso, lo aplicó al bautismo pues, según su criterio, a través de este último se realiza un pacto entre Dios y el bautizado, pero también aunó la noción griega de mysterion aplicándola a los demás ritos cristianos.
Debido a la decadencia del paganismo, el término mysterion fue popularizándose. San Atanasio de Alejandría (296-373) dio al término el sentido de un designio salvífico que se realizó en el pasado y que se celebra en la liturgia. Así, el mysterion del designio de salvación se distribuye entre los tres hechos principales de esa elevación: Encarnación, Pentecostés y Eucaristía. Por ello, las catequesis mistagógicas de Cirilo de Jerusalén (315-386) y de San Juan Crisóstomo (347-407) son una introducción a la vivencia de los principales ritos: Bautismo, Unción y Eucaristía.
Con Pseudo Dionisio el aeropagita (siglo V y VI), tal identificación de mysterion con los ritos propios de la Iglesia se vuelve sistemática. En primer lugar define mysterion como las acciones rituales que por medio de la invocación de la Iglesia al Espíritu Santo, la gracia salvífica de Dios actúa sobre las personas o cosas. Luego distingue tres aspectos de mysterion: las consagraciones (Bautismo, Comunión y Unción), los consagrantes (obispo, sacerdote y diácono), y los consagrados (inferiores, purificados y terapeutas o monjes).
En dicho período la expresión sacramentum o sacramento era empleada con el mismo sentido de mysterion, relacionado con los actos de culto de la Iglesia. Pero San Agustín de Hipona hizo la diferenciación al emplear la palabra sacramentum para significar los ritos de la Iglesia, y mysterium, una derivación de mysterion, para significar lo escondido y lo oculto, de acuerdo con el sentido griego antiguo.
Pero también San Agustín reconoce que tales signos sagrados han de tener un elemento material y una palabra que los complemente, y que permita la aplicación de la idea del memorial del culto hebreo. Así ofrece una definición en su carta a Januario (Carta 55), donde relaciona el Sacramento con una conmemoración, diciendo que quien se hace garante de la eficacia de tales Sacramentos es el propio Cristo, a través de los ministros del culto. En teología luego se llamará signum o signo al elemento externo válido, y res a la gracia vinculante.
Los autores posteriores, como León I el Magno (390-461) y Gregorio Magno (540-604), trataron mysterium y sacramentum como sinónimos, dándoles el alcance general que tenían en la teología griega.
Los Sacramentos en la escolástica
La escolástica es el movimiento teológico y filosófico que intentó utilizar la filosofía grecolatina clásica para intentar comprender la revelación religiosa del cristianismo.
Durante la primera Edad Media y tras las invasiones germánicas, la filosofía neoplatónica que servía de base a la reflexión de los Padres fue perdiendo influencia. La noción de mysterion se empezó a aplicar solamente para la Verdad revelada que exige un asentimiento de fe. El término sacramento quedó para indicar un signo concreto por el que Dios actúa. En la medida en que la noción de signo perdió consistencia y se trasladó al nivel de pura referencia, se produjeron problemas para la correcta comprensión del dogma acerca de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Por ello se hizo necesaria una reflexión más profunda acerca de la noción de sacramento que permitiera establecer adecuadamente su virtualidad.
Hugo de San Víctor (1096-1141) fue el primero en escribir un tratado sobre los Sacramentos en su libro De sacramentis christianae fidei, que traducido significa Los Sacramentos de la fe cristiana, en el cual ofrecía su propia definición tomando en cuenta toda la historia de la salvación, aunque reduciendo el ámbito.
Al tiempo que los Sacramentos van tomando forma como ritos, se inicia la reflexión acerca de lo esencial de la ceremonia o aquello que no puede faltar para que el Sacramento sea válido. La noción de causa y la distinción entre materia y forma enriquecieron de manera notable la reflexión sobre los Sacramentos. A través de la noción de causa, Pedro Lombardo (1100-1160) introdujo la eficacia del Sacramento que, según él decía, será causa de la gracia, que es la imagen. Así se pudo fijar el número de siete Sacramentos. Hugo de San Caro (1200-1264) introdujo la distinción entre materia y forma en el Sacramento a partir de la definición de San Agustín de Hipona.
En sus obras, Santo Tomás de Aquino trató extensamente acerca de los Sacramentos, asumiendo que los Sacramentos son medicina para el pecado, pero que además es un acto de culto. Y en la Summa Teológica propone los Sacramentos como comunicación y aplicación de la salvación de Cristo para la santificación de los hombres. Para Tomás de Aquino la eficacia del Sacramento depende en buena medida de la fe, a lo cual él denomina carácter sacramental.
El Concilio de Trento
El Concilio de Trento (1545-1563) dedicó su sesión séptima a tratar el tema de los Sacramentos. Aunque no ofreció una definición formal del término sacramento, fijó la ya tradicional expresión de Berengario de Tours que se detalla en el encabezamiento del presente estudio: forma visible de la gracia invisible, estableciéndose además el número de siete Sacramentos, de los cuales sólo cuatro conferían carácter y, por consiguiente, sólo podían ser recibidos una sola vez: Bautismo, Confirmación, Orden y Matrimonio.
Los Sacramentos en la Iglesia Católica actual
La reflexión del Concilio Vaticano II se vería influenciada por el movimiento litúrgico y el patrístico, gracias a lo cual se recuperó la noción de mysterion que se aplicó en la Iglesia. Por otra parte, al subrayar el aspecto histórico esencial del cristianismo, los Sacramentos son vistos como eventos de salvación; como memoriales de la Pascua de cristo.
Tres tendencias de reflexión ha seguido la Teología post-conciliar:
Profundiza en el modo en que cada Sacramento es un encuentro con Cristo.
Recoge la centralidad de la Eucaristía, sacando las conclusiones de ello.
Relaciona los Sacramentos con la sacramentalidad de la Iglesia.
EL CATECISMO CATOLICO Y LOS SACRAMENTOS
En el Catecismo Católico promulgado por el Papa Juan Pablo II se menciona con todo detalle la definición teológica de cada uno de los Sacramentos.
Desde el numeral 1113 al 1130 trata de la relación entre el Misterio Pascual y los Sacramentos. Desde el 1135 al 1186 los encuadra en la Liturgia de la Iglesia y, finalmente, la sección segunda de la segunda parte está dedicada a los siete Sacramentos.
TEOLOGIA CATOLICA DE LOS SIETE SACRAMENTOS
El Sacramento católico es un acto ritual destinado a los fieles a fin de que ellos reciban la gracia de Dios. Está destinado también a conferir sacralidad a ciertos momentos y situaciones de la vida cristiana.
Los Sacramentos fueron instituidos por Jesucristo como señales sensibles y eficaces de la gracia, mediante los cuales nos es concedida la salvación, y que fueron confiados a la Iglesia. A través de estos signos divinos, Cristo actúa y comunica la gracia, independientemente de la santidad personal del ministro que los imparte, aunque los frutos de los Sacramentos dependen también de las disposiciones de quien los recibe.
Al celebrar cada uno de los Sacramentos, la Iglesia Católica, por medio de las palabras y de los elementos rituales, alimenta, expresa y fortifica su fe y la de cada uno de sus fieles. Como se dijo anteriormente, los Sacramentos son necesarios para la salvación de los creyentes porque confieren la gracia de Dios, el perdón de los pecados, la adopción como hijos de Dios, la conformación a Cristo Señor, y la pertenencia a la Iglesia.
La Iglesia Católica celebra los siguientes siete Sacramentos:
Bautismo
Confirmación o Crisma
Eucaristía
Reconciliación o Penitencia
Unción de los enfermos
Orden
Matrimonio
Estos siete Sacramentos son considerados como señales:
Señales sagradas, porque expresan una realidad espiritual y sagrada.
Señales eficaces, porque además de simbolizar un cierto efecto, en realidad lo produce.
Señales de la gracia, porque transmiten diversos dones de la gracia divina.
Señales de fe, no solamente porque suponen la fe en quien los recibe, sino también porque nutren, robustecen y expresan su fe.
Además los Sacramentos marcan distintas etapas importantes de la vida cristiana de los creyentes, y que se dividen en tres categorías:
Sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
Sacramentos de curación: Confesión o Penitencia y Unción de los enfermos.
Sacramentos al servicio de la comunión y la misión: Orden y Matrimonio.
El Bautismo, la Confirmación, el Matrimonio y el Orden dejan una marca indeleble en quien los recibe y sólo pueden ser administrados una sola vez al creyente, como se indicó anteriormente. Los demás Sacramentos pueden ser administrados reiteradamente.
Los siete Sacramentos
Los Sacramentos se administran en distintos momentos de la vida del cristiano y, simbólicamente, la abarcan por entero desde el Bautismo hasta la Unción de los enfermos.
La mayoría de los Sacramentos sólo pueden ser administrados por un sacerdote ordenado, aunque el Bautismo, en ocasiones excepcionales, puede ser administrado por cualquier seglar que tenga el propósito de hacer con el signo lo que la Iglesia hace.
Seguidamente entraremos a analizar y detallar cada uno de los siete Sacramentos.
1.- BAUTISMO
El Bautismo es entendido como el Sacramento que abre las puertas de la vida cristiana al bautizado, incorporándolo a la comunidad católica y al gran Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia en sí misma. Este ritual es hecho normalmente con agua por medio de la inmersión, efusión o aspersión, utilizando las palabras del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
Dios, por medio del Bautismo, perdona el pecado original y todos los pecados personales, así como el castigo debido al pecado, y confiere también las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. Una vez bautizado, el cristiano es por siempre un hijo de Dios y un miembro inalienable de la Iglesia, perteneciendo por siempre a Cristo.
En la Iglesia Católica el Bautismo se da tanto a niños como a adultos convertidos y preparados debidamente, siempre y cuando no hayan sido bautizados antes válidamente. De todas formas se insiste en que es preferible ser bautizados desde niños porque, habiendo nacido con el pecado original, necesitan ser liberados del poder del maligno y ser transferidos al reino de la libertad de los hijos de Dios.
Son varios los símbolos que posee el Sacramento del Bautismo en la Iglesia Católica, pero de ellos cuatro son básicos: el agua, el aceite, la vestimenta blanca y la vela, y cada uno de ellos representa un misterio en la vida de los bautizados. Además de estos cuatro símbolos, el rito romano establece también la sal, aunque este símbolo es utilizado únicamente de acuerdo con las instrucciones pastorales de cada una de las iglesias.
En sí mismos, este es el significado de cada uno de los cuatro símbolos:
Agua: representa el paso de la vida pagana a una nueva vida. Tiene el factor de la purificación, limpiándonos del pecado original.
Aceite: representa la fortaleza del Espíritu Santo. Antiguamente los luchadores usaban el aceite antes de la lucha para dejar sus músculos rígidos y así lograr la victoria. En la nueva vida adquirida por el Bautismo, el aceite tiene la misma función: revestir al bautizado para las luchas cotidianas contra las asechanzas del maligno.
Vestimenta blanca: representa la nueva vida adquirida por medio del Bautismo. Cuando tomamos un baño nos vestimos con ropa limpia, y no podría ser distinto en el Bautismo. Somos lavados en el agua y vestidos de una vida nueva.
Vela: representa que por el Bautismo somos revestidos de una gran variedad de gracias, y la principal es la del Espíritu Santo, pues seremos unidos a Dios como hijos para ser santificados, y esta santificación es realizada a través del Espíritu Santo. Además significa que recibimos el don de la fe, que es un don fundamental para nuestra vida, a través de la cual reconocemos a Dios y por ella recibimos la gracia.
2.- CONFIRMACION o CRISMA
El Sacramento de la Confirmación o Crisma es cuando el bautizado reafirma su fe en Cristo, siendo ungido durante la ceremonia para recibir los siete dones del Espíritu Santo: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios (Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 1831). La unción es hecha con aceite bendecido el Jueves Santo, y es hecha por el Obispo o por un sacerdote autorizado para ello.
Este Sacramento se instituyó principalmente para que los niños bautizados de muy pequeños, y que no entraron en la vida cristiana por su propia voluntad, confirmen el deseo de ser miembros de la familia cristiana dentro de la Iglesia Católica, reafirmando su compromiso después de alcanzar la edad de la razón.
Por ello, la ceremonia de Confirmación es la renovación de las promesas bautismales por medio de las preguntas del Obispo o del sacerdote que preside, y que hace en voz alta, respondiendo de igual manera la persona que va a recibir la Confirmación.
Debido a que la ceremonia es un acto de confirmación de los compromisos, la persona no puede recibir el crisma si dejan de confirmar sus compromisos.
3.- EUCARISTIA
Es la celebración en memoria de Cristo, por la que se recuerda la Santa Cena, así como su Pasión y Resurrección, y en la que el cristiano recibe la hostia consagrada, que es el Cuerpo del propio Señor. Es el Sacramento culminante, el que da a los fieles la oportunidad de recibir e ingerir el pan y el vino consagrado por el sacerdote, que con ello se transforma en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús.
Para poder recibir la Eucaristía, el fiel debe estar en estado de gracia, o sea, haberse confesado previamente de sus pecados y recibir el perdón divino por medio del sacerdote.
La Eucaristía es considerada como el Sacramento de la acción de gracias, en la acepción de la palabra original griega eukharistia.
4.- PENITENCIA O RECONCILIACION
Es la confesión de los pecados ante un sacerdote, que impone una penitencia de acuerdo a la gravedad de los pecados cometidos para que, una vez cumplida ésta, propicie la reconciliación con Cristo Jesús. En otras palabras, es el Sacramento que da al cristiano la oportunidad de reconocer sus faltas y, si muestra su arrepentimiento por ellas, ser perdonado por Dios a través del sacerdote confesor, quien en aquel momento es el intermediario entre Dios y el fiel que se confiesa, y por medio del sacerdote Dios le concede su perdón. Inmediatamente después de la reconciliación, el confesado debe rezar el acto de arrepentimiento, retirándose después para cumplir la penitencia que le ha sido impuesta.
El sacerdote tiene rigurosa y totalmente prohibida la revelación de lo escuchado por los fieles en el confesionario, por el debido secreto de confesión. El incumplimiento de este deber es considerado uno de los más graves pecados que un sacerdote puede cometer, y le sujeta a severas penalidades impuestas por la Iglesia Católica.
5.- UNCION DE LOS ENFERMOS
Es el Sacramento por el cual el Sacerdote ora por los enfermos y les unge para estimularles la sanación espiritual, pidiendo también por su mejora física mediante la fe. También el sacerdote escucha la confesión del enfermo y Dios les concede su perdón.
Este Sacramento puede ser dado a cualquier persona que se encuentre enferma y no pueda trasladarse a la Iglesia, y no solamente a quienes estén en peligro de fallecer en cualquier momento.
6.- ORDEN
El Sacramento de la Ordenación concede autoridad para ejercer funciones y ministerios eclesiásticos referidos al culto a Dios y a la salvación de las almas.
Está dividido en tres grados:
Episcopado : Confiere la plenitud de la orden y convierte al candidato en legítimo sucesor de los apóstoles, siéndole confiados los oficios de enseñar, dirigir y santificar.
Presbiteriado : Configura al candidato al Cristo sacerdote y Buen Pastor, capacitándole para actuar en nombre de Cristo como administrador del culto divino.
Diaconado : Confiere al candidato la orden para el servicio a la Iglesia a través del culto divino, la predicación, orientación y caridad.
7.- MATRIMONIO
Es el Sacramento que, estableciendo y santificando la unión entre un hombre y una mujer, funda una nueva familia cristiana. Es el casamiento o unión celebrado en la Iglesia y santificado en la indisolubilidad y en la fidelidad mutua.
Es uno de los Sacramentos que imprimen carácter, aunque de forma distinta al Bautismo, la Confirmación y el Orden. Estos tres últimos dejan en el fiel que los recibe una marca indeleble que le compaña para toda la eternidad, pero el Matrimonio imprime carácter en la pareja que se está formando, siendo por ello indisoluble doctrinalmente. El carácter impreso por el matrimonio sólo se disolverá con el fallecimiento de uno de los cónyuges.
Otro rasgo distintivo del Sacramento del Matrimonio no es el mostrado por el sacerdote, sino por la propia pareja, quienes realizando el Sacramento en la Iglesia, piden y reciben del sacerdote la bendición para la nueva familia que se está creando.
Aclaración
Así como la Iglesia Católica, la Iglesia ortodoxa celebra también estos siete Sacramentos. Pero para las Iglesias Reformadas dichos símbolos manifiestan la gracia, pero no la confieren.
Autor:
Agustin Fabra