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Estilo Patana: propuesta para un nuevo estilo ideográfico en el extremo más oriental de Cuba

Partes: 1, 2, 3

    1. Introducción
    2. Antecedentes de los problemas teóricos en el concepto de estilo en el arte rupestre cubano
    3. Definición teórica del concepto de estilo en el arte rupestre cubano
    4. Breve descripción del área objeto de estudio
    5. Discusión sobre las caracteríticas rupestrológicas del estilo patana
    6. Conclusiones
    7. Referencias

    Hacer ciencia es buscar patrones repetidos -Robert H. McArthur

    INTRODUCCIÓN

    El análisis detenido e histórico del uso del término Estilo en el estudio del arte rupestre cubano demuestra que, sí bien dicho término ha sido utilizado con abundante regularidad, su aplicación en la mayoría de los casos no se ajusta a la aceptación lingüística que tiene el vocablo dentro del espectro terminológico de la arqueología moderna desde los tiempos de Cruxent e Irving Rouse hasta hoy. De ahí que, a pesar de su frecuente presencia en la literatura rupestrológica nacional, no exista hoy un solo especialista o investigador capaz de definir cuantitativamente los estilos presentes en el arte rupestre cubano. [1]

    El problema anterior viene dado porque el uso del término estilo ha sido en su forma más simple o primaria "Como forma particular, personal o propia de hacer o confeccionar algo", de ahí que habrían tantos estilos como ideogramas rupestres. Sin embargo, aunque etimológicamente válido este enfoque carece de cualquier valor científico en el campo de la arqueología, puesto que no permite la comparación, referencia u otras acciones encaminadas a la obtención por parte de los investigadores de relaciones significativas, ya, sean de semejanza o diferencia entre sus propósitos de estudio y los estilos "definidos" con anterioridad. Esto, como es lógico, refleja que usted sabe muy poco de lo que está hablando, puede ser el principio del conocimiento pero no se acerca ni someramente al estado de ciencia. [2]

    ANTECEDENTES DE LOS PROBLEMAS TEÓRICOS EN EL CONCEPTO DE ESTILO EN EL ARTE RUPESTRE CUBANO

    Teniendo en cuenta lo anteriormente comentado desde hace algunos años venimos tratando de formar un criterio de estilo para el arte rupestre cubano que resista el intercambio entre estaciones a él asignadas sin discrepar en términos morfológicos e ideológicos. Este esfuerzo, junto al intercambio y discusión con miembros de nuestro grupo de trabajo y otros investigadores del tema, nos estimuló a publicar nuestro trabajo "Los Estilos Pictográficos en Cuba. Reflexiones Metodológicas" (Gutiérrez, 1994a) donde exponíamos al ámbito arqueológico nacional nuestro criterio sistemático en la formulación de estilos en el arte rupestre cubano. En ese entonces planteamos que en nuestra opinión el término estilo para la arqueología implica una unidad de síntesis que permita al investigador la definición y dominio de, al menos, un grupo importante de atributos y relaciones significativas de semejanza entre e intra los motivos o diseños que conforman o pertenecen al estilo en cuestión, garantizando así la ubicación y definición de otras estaciones dentro de algunos de los estilos fundamentados bajo esta concepción teórica. [3]

    En nuestro trabajo (Gutiérrez 1994a) exponíamos que, entre las relaciones de semejanza que se hacía necesario aislar en nuestras estaciones rupestres para definir estilos como unidades de síntesis, se encontraban la función, el uso y la significación de los diseños presentes en una estación tipo o cabecera, los que debían repetirse en un alto grado de coincidencia en las demás estaciones homólogas a la estación tipo. Así mismo, reconociamos que una de las dificultades mayores de esta postulación sistemática la ofrecía el hecho de que, en muy pocas oportunidades, las investigaciones del arte rupestre cubano realizadas hasta hoy, reflejan haber tenido, dentro de su metodología de investigación, el propósito de garantizar el rescate de los subsistemas que conforman la producción simbólica de las poblaciones aborígenes cubanas, ya que, a pesar de que un concepto genérico de estilo que no considere las variaciones dentro de los conjuntos, no puede aportar diferencias étnicas, la búsqueda incesante y meticulosa de las variaciones de nuestras estaciones rupestres en el camino para la diferenciación correcta de nuestros estilos ideográficos pues estilo mide variabilidad (Consens, 1991) o, más aún, variabilidad limita estilo (Gutiérrez, 1994a), aceptando que para nosotros la variabilidad no es siempre morfológica puesto que un mismo signo puede poseer más de una categoría funcional o semántica de diferentes grupos o pueblos. Dicha modificación no se refleja morfológicamente, es ideológica y no se simboliza icónicamente, pues la expresión simbólica no es propiedad del signo, sino de un sistema conformado por varios subsistemas como son: distribución de las estructuras, asignación de espacios, selección de materias primas, disposición en la estación o en el conjunto, definición de sus signos vecinos, sustrato de realización, técnicas de ejecución, etc. A estos otros subsistemas se les asignan dentro del grupo ejecutor determinadas propiedades no precisamente físicas y son las que en la mayoría de los casos dan al signo su verdadera significación. [4]

    Basta señalar como valor al principio metodológico que implica la definición y búsqueda de los subsistemas antes mencionados en las investigaciones del arte rupestre, los resultados obtenidos por Leroi-Gourhan (1958) al hallar en varias estaciones el arte rupestre franco-cantábrico una relación directa e intencional entre figuras zoomorfas de diferentes especies y las diferentes partes de las cuevas donde se encuentran dichas estaciones. [5]

    Todo lo anterior nos demuestra la necesidad de hacer un esfuerzo y trascender los tonos descriptivos que han marcado la investigación del arte rupestre cubano y acontecer el rescate e interpretación de los subsistemas tecnológicos e ideológicos ocultos, detrás de cada conjunto, estación o área rupestrológica del país, pues son éstos y no otros los que aportaran información social sobre el grupo ejecutante, lo cual se traduce necesariamente en formas estilísticas, ya que estas y sus resultados son las que caracterizan la concepción y costumbres ideográficas de estos agrupamientos humanos dentro de la producción simbólica, ideológica y la superestructura de nuestras comunidades prehistóricas. [6]

    En lo dicho hasta ahora se hace palpable que nosotros no entendemos como se puede seguir "postulando" unidades de síntesis – estilos – sin tener en cuenta los rasgos personales del contexto, así como los presupuestos filosóficos que son el fundamento de cualquier taxonomía científica. [7]  

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